La primera vez que leí “Casa de muñecas” tendría aproximadamente 13 años, lo encontré, buscando algo que leer, en la biblioteca del colegio. Lo elegí, sin saber muy bien qué me atrajo de él, era muy joven aún para tener criterio sobre la lectura, simplemente me gustaba leer y tener un libro entre manos. Pienso que, sumergirse en un buen libro, es uno de los mayores placeres que existen.
Me impactó fuertemente la valentía de Nora, personaje principal de la obra, pero no supe comprender bien el mensaje de ésta. Años después -bastantes creo- volví a encontrarme con este libro en un mercadillo, no dudé en comprarlo, era además una edición muy atractiva. La segunda lectura no solo no me decepcionó -como suele ocurrir muchas veces- sino que me deslumbró, aparecieron claramente perfilados ante mis ojos los personajes y el mensaje del autor, la protagonista me pareció más vívida y más actual que nunca, aunque fuese una obra escrita en1879.
Su autor, Henrik Ibsen, poeta y dramaturgo noruego (1828-1906), recibió fuertes criticas en su estreno por parte de la muy conservadora sociedad victoriana de la época, al cuestionar las normas matrimoniales imperantes en el siglo XIX. Ibsen, siempre negó que su obra abanderase el feminismo, pero es considerada por muchos críticos como la primera verdadera obra teatral feminista; su lectura es obligada en muchas escuelas y universidades, ha sido incluso llevada al cine en varias ocasiones, una de ellas por el genial Fassbinder en 1973.
Tanto el padre de Nora como su marido, la han tratado siempre como a un objeto de su propiedad, o peor aún, como a una menor, ella se dejaba llevar, con un barniz de trivialidad que distaba mucho de la realidad de su carácter, carácter que aflora imprevisiblemente cuando un suceso trunca su vida. Una vez vista ésta con nuevos ojos, sin la venda que confortablemente se había dejado poner, ya no hay marcha atrás.
El portazo final de ésta en la obra nos debería hacer reflexionar a todas las mujeres: si no llevamos una Nora dentro, no merece la pena vivir.
Autora: Carmela
El portazo final de ésta en la obra nos debería hacer reflexionar a todas las mujeres: si no llevamos una Nora dentro, no merece la pena vivir.
Autora: Carmela
No tuve la oportunidad de leerla,si es verdad que me resulta familiar el titulo.
ResponderEliminarMe agradan los personajes literarios con"caracter",con mucha personalidad,me atraen,las personas con temperamento,algo que me llegue,que me impulse a no dejar de leer la novela en cuestión,los ensayos nunca los toqué.
Ahora tengo una etapa que no leo,ahora si es verdad,que es un verdadero placer para los sentidos,y cultiva la mente bastante,yo siempre animo a la gente que lo haga,prefiero,pasar un rato delante de un libro,que con la caja tonta,saludos.
El "carácter", es algo de lo que no debería de privarse uno jamás en la vida. Cuando escasea, debilita muchos comportamientos.
ResponderEliminarUn saludo para ti.
es malisimo lo ley hojala que lo saquen
ResponderEliminarAmigo, ya sabe lo que se dice sobre los gustos, el libro está en blanco.
ResponderEliminarUn saludo.