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domingo, 31 de octubre de 2010

Marcelino Camacho y Antonio Rodrigo Torrijos: Dos personas, dos maneras


Se fue con lo puesto, sin huir de su barrio (el Carabanchel de toda la vida), ni de la gente de la que siempre estuvo rodeado, viviendo en un piso de 70 metros cuadrados, lo justo para cobijar sus cuatro jeseys, los amarillentos libros y el contingente de amor que le unía a su inseparable Josefina. No necesitó de nada más en toda su trayectoria, fue enemigo de protagonismos mediáticos, jamás hizo algo que perjudicara al sindicato o al partido en el que militaba, fue comedido, solidario, responsable, coherente y, sobre todas las cosas, honrado, algo que, por lo que se ve, desconocen muchos de lo que están en la "cosa" pública. Marcelino, con su ejemplo y su dignidad, ha conseguido lo que está reservado para unos pocos: seguir vivo una vez muerto.
¡"Marcelino, vive"!





Esta imagen es todo lo contrario a lo que Marcelino practicaba y lo que un representante de "izquierdas" -en particular- no debería hacer (y si lo hace, al menos, ser discreto y no jactarse por la proeza). Antonio Rodrigo Torrijos viene demostrando, desde hace bastante tiempo, las carencias y debilidades de la izquierda española, y no es -como el citado personaje insiste en repetir- una cacería de los medios de comunicación afines al PP, es la constatación de una realidad que -por desgracia- se repite con demasiada frecuencia entre las filas de la izquierda. Pertenecer a ésta implica no sólo serlo si no, además, parecerlo, y fundamentalmente, ejercer como tal, actitud que tan a menudo suelen obviar estos dirigentes que, supuestamente, están para cambiar el rumbo social de la historia. Darse las buenas mariscadas, vivir como verdaderos reyes, gastando el dinero de los ciudadanos, es algo que está unido a la derecha, si no ¿en qué nos diferenciamos de los que viven en la Zarzuela y queremos mandar al paro?
Sigue sorprendiéndome el silencio y la inacción de Izquierda Unida sobre el tema de Antonio Rodrigo Torrijos, esta postura de la coalición se verá reflejada negativamente en las urnas, ya que el ciudadano identifica a IU con su representante en el ayuntamiento de Sevilla.
Dos personas, dos miembros de la misma tendencia política, y qué manera tan diferente de ejercerla. Como dijo Bob Dylan, "los tiempos están cambiando" y, desgraciadamente, se nos mueren los buenos.
Descansa en paz, Marcelino, te has ganado el reconocimiento y el respeto de toda una generación. Cuando en España se hable de coherencia y honradez bastará pronunciar un nombre: Marcelino Camacho.

sábado, 30 de octubre de 2010

Miguel Hernández: Centenario de un nacimiento







Este año se cumple el centenario del nacimiento del poeta y los 68 años de su muerte en las cárceles franquistas.












Miguel Hernández, poeta y dramaturgo, nació en Orihuela, el 30 de Octubre de 1910, y moriría en la cárcel de Alicante el 28 de Marzo de 1942. Este año se cumplirán los 100 años de su nacimiento y los 68 de su muerte en las cárceles que el franquismo impuso a los perdedores de la contienda fratricida que promovieron los insurrectos.



Aunque pertenecía a la generación del 36, algunos autores lo consideraron más próximo a la del 27, tanto por su amistad con los miembros de esta generación, como por el contexto de su obra.
La genialidad de Hernández radica en la perfección de sus sonetos (hay quienes lo califican de los mejores y más perfectos en lengua española), pues careciendo de estudios cualificados, esta carencia formativa la reemplazó con una preparación autodidacta, ya que, debido a las exigencias familiares, tuvo pocas posibilidades para dedicarse al aprendizaje, al tener que guardar el rebaño de cabras propiedad de la familia.


Cuando llega a Madrid entabla una gran amistad con el poeta chileno Pablo Neruda, el gaditano Rafael Alberti, y el también poeta y mago de la palabra, el sevillano Vicente Aleixandre, quien en más de una ocasión le dió cobijo en su casa.
Miguel Hernández tuvo una evolución personal muy marcada, pues de proceder de un ambiente rural y con fuerte influencia religiosa, el contacto en la capital con escritores comprometidos con las ideas de progreso y la constatación de la situación política y social del momento, le hacen avanzar en el aspecto ideológico, e integrarse intelectual y humanamente en la causa y la defensa de la República.


Acabada la contienda, Miguel trata de escapar por la frontera de Portugal, pero es detenido por la policía portuguesa y entregado a la Guardia Civil española, siendo encarcelado en Sevilla y Huelva. Cuando estaba ingresado en la prisión de Madrid, por intermediación de Neruda, es extrañamente puesto en libertad. Nada más salir, regresa a Orihuela, donde es delatado y de nuevo detenido, y en el año 1940, juzgado en Madrid y condenado a muerte, que más tarde conmutarían por 30 años de prisión. En el año 1942 moriría en la enfermería de la prisión alicantina, aquejado de tuberculosis.
Contaba 31 años de edad.




Algunos de sus poemas que siempre me conmueven:


Elegía
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
a quien tanto quería)
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las ladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
El niño yuntero
Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.
Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insastisfecho arado.

Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.

Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra,
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.

Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.

Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.

A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.

Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.

Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente,
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.

Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
revuelve mi alma de encina.

Le veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.

Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.

¿quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?
Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.
Bocas de ira
Bocas de ira.
Ojos de acecho.
Perros aullando.
Perros y perros.
Todo baldío.
Todo reseco.

Cuerpos y campos,
cuerpos y cuerpos.
¡Qué mal camino,
qué ceniciento!

¡Corazón tuyo,
fértil y tierno!

Tristes guerras
Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.

Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.

Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes.

Canción del esposo soldado
He poblado tu vientre de amor y sementera
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.

Morena de altas torrres, alta luz y ojos altos,
esposa de piel, gran trago de mi vida,
tus pechos locos crecen hacia mi dando saltos
de cierva concebida.

Ya me parece que eres un cristal delicado,
temo que te me rompas al mas leve tropiezo
y a reforzar tus penas con mi piel de soldado
fuera como el cerezo.

Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
Mujer, mujer te quiero cercado por las balas,
ansiado por el plomo.

Sobre los ataúdes feroces en acecho,
sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa
te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho
hasta en el polvo, esposa.

Cuando junto a los campos de combate te piensa
mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,
te acercas hacia mí como una loca inmensa
de hambrienta dentadura.

Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera:
aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo,
y defiendo tu vientre de pobre que me espera,
y defiendo tu hijo.

Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado,
envuelto en un clamor de victoria y guitarras,
y dejaré a tu puerta mi vida de soldado
sin colmillos ni garra.

Es preciso matar para seguir viviendo.
Un dia iré a la sombra de tu pelo lejano,
y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo
cosida por tu mano.

Tus piernas implacables al parto van derechas,
y tu implacable boca de labios indomables,
y ante mi soledad de explosiones y de brechas
recorres un camino de besos implacables.

Para el hijo será la paz que estoy forjando.
Y al fin en océano de irremediables huesos
tu corazón y el mío naufragarán, quedando
una mujer y un hombre gastados por los besos.
Nanas de las cebolla
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar
cebolla y hambre.

Una mujer morena
resuelta en lunas
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete niño
que te traigo la luna
cuando es preciso.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.

Obras:
  • Perito en lunas, Murcia, 1933.

  • Quien te ha visto y quien te ve y sombra de lo que eras, Madrid, 1934.

  • El rayo que no cesa, Madrid, 1936.

  • Viento del pueblo. Poesía en la guerra, Valencia, 1937.

  • El labrador de más aire, Madrid - Valencia, 1937.

  • Sino sangriento y otros poemas, La Habana, 1939.

  • Seis poemas inéditos y nueve más, Alicante, 1951.

  • Obra escogida, Madrid, Aguilar, 1952.

  • Cancionero y romancero de ausencias, Buenos Aires, 1958.

  • Los hijos de la piedra, Buenos Aires, 1959.

  • El hombre acecha, Santander, Diputación, 1961 (Facsímil de la primera edición de 1939 perdida en imprenta).

  • Obra poética completa, Madrid, Zero, 1979.
No quiero finalizar sin traer al recuerdo las palabras que Pablo Neruda le dedicó:
"Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor. Pocos poetas tan generosos y luminosos como el muchachón de Orihuela cuya estatua se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra. No tenía Miguel la luz cenital del Sur como los poetas rectilíneos de Andalucía sino una luz de tierra, de mañana pedregosa, luz espesa de panal despertando. Con esta materia dura como el oro, viva como la sangre, trazó su poesía duradera. ¡Y éste fue el hombre que aquel momento de España desterró a la sombra! ¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen, arcángel de una gloria terrestre que cayó en la noche armado con la espada de la luz!"

















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viernes, 29 de octubre de 2010

Darren Aronofsky: "El luchador" (The Wrestler)



He visto la película “El luchador” (The Wrestler), cinta norteamericana, rodada en 2008 por Darren Aronofsky, y que consiguió el León de Oro a la mejor película en el Festival de Cine de Venecia; dos Globos de Oro, uno, al mejor actor (Mickey Rourke), el segundo, a la mejor canción, “The Wrestler”, compuesta por Bruce Springsteen especialmente para esta ocasión.

Randy es un luchador que veinte años atrás había saboreado las mieles del triunfo en la lucha libre profesional, pero que en la actualidad, una vez pasado ese triunfal período, sobrevive, gracias a las exhibiciones que realiza en gimnasios de institutos, en escenarios de tercera categoría y en pequeños trabajos que de mala gana le conceden.
Randy es el típico perdedor que, en un momento de su vida, consiguió su objetivo profesional, a cambio de abandonarlo todo, incluido su hija, pero un revés personal –un infarto después de un combate- le obliga a retirarse, entonces, trata de poner orden al caos en que se ha convertido su existencia, pretendiendo superar la soledad en la que queda, uniéndose a una streaper e intentando acercarse a la hija que abandonó cuando niña.

El guión del debutante Robert Siegel es correcto, no abusa del drama personal del protagonista, mucho menos del reencuentro con la hija olvidada (es de resaltar que es la amiga quien le recuerda que tiene una hija, y que debe ser con ella con quien debe reiniciar la nueva etapa de su vida), logra plasmar el retrato perfecto del fracaso, del infierno terrenal, siendo importante destacar que tiene un final nada convencional, lleno de matices, donde destaca, por inusual, la dignidad asombrosa con la que afronta, el eclipse de sus días, el personaje principal, con el añadido especial, en los títulos de créditos, de la magnífica canción que “El Jefe” compuso para esta película, debido a los vínculos amistosos que le unían al protagonista, Mickey Rourke, que, inexplicablemente, no entiendo cómo no le concedieron el Oscar al mejor actor -su trabajo en esta cinta es impecable- y también, el Oscar a la mejor canción.

Si, como yo, han tenido reparo en verla, les recomiendo que dejen a un lado la duda y lo hagan, disfrutarán con ella, además de deleitarse con la canción última de la banda sonora, compuesta y cantada por el gran Springsteen: bellísima canción y magnífica letra.

Ficha técnica:

País: USA
Año: 2008
Dirección: Darren Aronosfky
Reparto: Mickey Rourke, Marisa Tomei, Evan Rachel Wool
Guión: Robert Siegel
Fotografía: Maryse Alberti
Música: Clint Mansell

La canción
la podéis oir en esta dirección; todas las posibilidades de incersión están desactivadas.









jueves, 28 de octubre de 2010

"El Vaporcito del Puerto de Santa María": 47 años después






Después de 47 años, repito la grata experiencia de viajar en “el vaporcito” que hace la travesía Cádiz-Puerto de Santa María –y viceversa-. En esta ocasión, el recorrido lo realizamos partiendo de la “Tacita de Plata”, finalizando en el Puerto, a la inversa que la primera vez.
Mis recuerdos se remontan al verano de 1963, (las personas, cuando tenemos el primer atisbo de razón, luchamos lo insufrible por querer ser mayores, luego, cuando llegamos a los 20 0 30 años, todo es una frustrante carrera por retornar, y recordar, aquellos primeros tiempos de nuestra vida) donde “disfrazados” de exploradores, un puñado de chavales, pertenecientes a la 7ª Legión, llamada “Los Leones”, de los Boys Scouts Católicos. Este era un movimiento que acababa casi de empezar en Sevilla, y lo hacía, próximo a la iglesia; más tarde, cuando llegó a generalizarse, vendrían los Scouts España, más modernos y desligados de las peligrosas sotanas.
Por la edad, pertenecíamos casi todos a la sección denominada “de los cachorros”, por lo tanto sólo teníamos derecho a vestir el pantalón corto, la camisa y, por la estrechez económica que nos impedía adquirir un bonito sombrero, la boina: para nosotros aún estaba lejano cubrir nuestro cuello con la pañoleta, máxima aspiración de todo seguidor de Baden Powell.





Teníamos instalado el campamento en el antiguo bosque de pinos de Valdelagrana, -aproximadamente por donde hoy está el campo de fútbol-, próximo a un camino que nos conducía a la ilusionante playa del mismo nombre. Por aquel entonces el paraje estaba semidesierto: sólo recuerdo el restaurante “El Caballo Blanco”, junto a la carretera que llevaba hasta Cádiz, el hotel cercano a la playa, y unos cuantos chalets perdidos en la espesura boscosa, entre el citado restaurante y la costa.
El ejército se ocupaba de facilitarnos las tiendas de campaña y demás útiles de cocina, mientras tanto, Cáritas nos proporcionaba todo lo necesario para el sustento y la higiene. Llevábamos una cocinera que rápidamente congenió con los cafres que les había tocado en suerte lidiar; he de decir que la recuerdo a la perfección: era una señora entrada en años, con un hablar suave y un trato enternecedor: jamás fuimos capaces de faltarle el respeto y en nuestros despliegues de golferío, ella siempre se quedó al margen, nunca fue objetivo de nuestra guerra contra el grupo de adultos.





Una mañana nos dirigimos en formación hasta el lugar de embarque en el Puerto de Santa María (el trayecto hasta allí, como es de esperar en unos buenos exploradores, lo hicimos andando, dada la naturaleza del grupo al que pertenecíamos y a la ausencia, en aquella época, de transporte público que comunicara el lugar donde acampábamos con el puerto). La mayor parte de niños no habíamos montado jamás en un barco –incluidos los que, como yo, procedíamos del barrio de Triana, el barrio marinero de Sevilla-, pero ninguno presentaba algún temor ante la nueva experiencia, ya que la que encarábamos ese día era una más, dentro de nuestra procelosa actividad mundana.
Recuerdo a la perfección, que era una mañana espantosa de levante (los que conocen este fenómeno atmosférico, saben de qué les hablo), con lo cual, la travesía de la bahía hasta Cádiz se hizo vomitona e interminable. Luego –una vez en tierra y repuesto de la contrariedad marinera- recorrimos las calles de esta bella ciudad -que dicho sea de paso, cada día está más exultante y hermosa-, conocimos sus principales monumentos, paseamos por la playa y, cercano el medio día, vuelta al lugar de origen en aquel pequeño barco que más que barco parecía una bañera.
De regreso al campamento, la cocinera se había esmerado en un suculento almuerzo (sobra decir que, a esa edad, y en aquellos tiempos, cualquier comida nos parecía un delicioso manjar), y, aunque algunos padecíamos aún las consecuencias de la travesía, dimos buena cuenta de él.





Afortunadamente, en el viaje de esta semana el tiempo acompañó. El otoño nos está regalando una segunda primavera, donde el sol brilla para animarnos y el viento sólo es una fresca brisa que abanica nuestros rostros. Ha sido una grata experiencia volver a repetir el citado viaje y recordar un trozo de nuestros viejos tiempos. Lo más triste es contemplar en qué se ha convertido el bosque de pinos que nos cobijaba, donde tantos camaleones logramos atrapar y tantas travesuras inventábamos. Los caños y las marismas de entonces, donde solíamos coger cangrejos, han desaparecido: todo es hormigón y ladrillo, destrucción y despropósito.
¿Tan difícil sería, en el futuro, un uso más ordenado, respetuoso y consecuente de los espacios naturales, sin que los degrademos y convirtamos en una colmena residencial para disfrutar sólo durante pocos días al año?






 

miércoles, 27 de octubre de 2010

Marruecos: vetar al mensajero para que todo quede en secreto



Nadie sabe lo que ocurre en el Sahara Occidental, el dictador se cuida bien de que la prensa internacional no vea y cuente lo que sucede alrededor del campamento asediado, que alberga a más de 10.000 saharauis que protestan –a 18 kilómetros de su capital- por las condiciones de vida que les impone el país extranjero (Marruecos) que los tienen invadidos ...y nadie se rasga las vestiduras.

La ONU, (organismo vergonzante, cobarde y parcial) vuelve la cara para no ver lo que pasa en esa región; la vieja Europa, la presumida portadora de todos los estandartes democráticos, calla y otorga, como vulgar ramera, porque Francia –¡el poder inexplicable de los gabachos!- tiene grandes intereses comerciales en su antiguo protectorado africano; Estados Unidos, propulsor de los derechos mundiales, adalid de la defensa democrática en cualquier rincón del globo, menos en el de sus amiguetes y el suyo propio, ni mira, ni siente, ni padece...¡es importante para el Imperio tener un guardián de sus intereses en un lugar tan conflictivo; y España, ¡qué voy a decir de España! El papelito internacional que representamos no nos puede haber hecho caer más bajo, ¿son estas las relaciones que debemos mantener con un rey absolutista, represivo y dictatorial, donde la carencia de democracia (y de alimentos) es su exponente más representativo? La dejación que los gobiernos ¿socialistas? hacen de sus obligaciones con los ciudadanos saharauis es deprimente. La historia hará justicia algún día, aunque es de temer que ya será tarde para estos parias del desierto. Primero el rescoldo imperialista español, ahora, el absolutismo feudal marroquí, el caso es estar siempre debajo de la rueda.
Porque, no nos engañemos, los paños calientes alivian, pero no curan; después de quedarse con el Sahara (algo grande y fuerte debe ocurrir para que no suceda; el destino, la mayoría de las veces, está escrito de antemano, sobre todo, en determinadas cuestiones), vendrán por Ceuta y Melilla, y tras estas dos ciudades, las Islas Canarias.
El genocida tiene hambre y, al estar en connivencia y armado por el poderoso Imperio de Obama, no lo detendrán ni buenos gestos de convivencia y, ni aún mucho menos, bellas palabras. Lo que el granuja necesita es que otro tunante le salga al paso, le hable su mismo idioma, actúe de manera semejante, y, si viene al caso, se remangue la camisa y le llene la cara de sopapos. Con el cínico, las palabras caen en saco roto, los hermosos gestos, en un profundo agujero.

Si España es de los españoles y Francia de los franceses, ¿por qué el Sahara no es para los saharauis?. Si la hipócrita comunidad internacional le exigía a España que buscara una salida factible a la descolonización de estas tierras, cómo, ahora, callan ante la continua invasión de un territorio que no les pertenece a los marroquíes. Y, para que los ciudadanos del mundo nunca sepan lo que sucede en realidad en el Sahara, prohíben la entrada de miradas molestas: la pluma y el objetivo de los reporteros. De esta manera sabremos que los saharauis son gentes felices que comen perdices, y los pocos que protestan, no lo son, o están comprados por el enemigo extranjero: o sea, Argelia y España.

Si España es de los españoles, ¿por qué el Sahara Occidental no es de los saharauis? Que alguien me lo explique.

martes, 26 de octubre de 2010

De nuevo, el tema del problema laboral y el posicionamiento de los sindicatos




Mientras en Francia, día sí y el siguiente también, sigue la movilización contra la medida restrictiva de Zarkozy, aquí, en España, estamos a la espera de que nos entren las ganas de movernos, y a que a nuestros líderes sindicales se les caiga la cara de vergüenza, allá donde se encuentren metidos, no sé bien si en las catacumbas de San Calixto de Roma, o se han quedado encerrados en la mina de San José, en Chile.

A la pregunta que le hice, la semana pasada, a un delegado sindical de CC.OO. de la administración pública, (que se movilizaba, obligado por desbordamiento de los trabajadores, constituidos en plataforma reivindicativa, ante la pasividad de los grandes sindicatos) en una de las concentraciones-pitadas que vienen realizando a favor del empleo público, que cuándo pensaban movilizarse en contra de las medidas del gobierno, sin más preámbulo ni contemplación respondió "que la situación no estaba para ello, que había que esperar a ver cómo respondía el nuevo ejecutivo, que debían tener mucho cuidado con la utilización que la derecha haría de ello y, que además, la gente era reacia a movilizarse."
Toda una sarta de despropósitos para justificar lo injustificable, además de un clarificador ejemplo de sumisión al benefactor que hace posible sus privilegios sindicales.

lunes, 25 de octubre de 2010

La policía marroquí asesina a un niño saharahui


El Sahara amenaza con convertirse en otro territorio ocupado donde la vida de sus habitantes valga tan poco, que no es de extrañar el silencio cómplice que mantienen las potencias defensoras, a ultranza, de las excelencias democráticas. Por lo visto, hay vidas de primera (como ocurre con los “opositores” cubanos, iraníes, venezolanos, etc.) y vidas de segunda (Palestina, China, EE.UU., y, ahora, El Sahara Occidental). La omisión de la noticia, el silencio, puede calificarse también de agresión premeditada contra estas personas, sabiendo como sabemos, quienes controlan la mayoría de agencias de noticias internacionales.

El sábado pasado finalizaba la nueva visita por la región, el enviado personal del secretario general de la ONU para el Sahara, Christopher Ross, e inmediatamente, al día siguiente (domingo 24 de octubre) la policía del dictador marroquí asesina a un niño de 14 años -cinco personas más han resultado heridas, entre ellas, un hermano del propio fallecido- cuando viajaban en un coche, a dos kilómetros de distancia del campamento donde, desde el pasado 10 de octubre, unos 10.000 saharauis están concentrados, en protesta, por la represión a la que están siendo sometidos por Marruecos en las ciudades ocupadas del Sahara Occidental. Un representante del Frente POLISARIO ya venía denunciando desde hacía varios días, que el desgraciado suceso ocurrido podía pasar en cualquier momento, debido al acoso que la policía marroquí estaba ejerciendo sobre este campamento de más de 2.000 jaimas, instalado a 18 kilómetros de El Aiún.

El joven asesinado responde al nombre de Elgharin Nayem Foidal, saharaui, 14 años. ¿Cuántos más deben morir para que la comunidad internacional reaccione y acabe con el genocidio que Marruecos mantiene en el Sahara Occidental? ¿Y cuando se atreverá, un gobierno español, a recuperar la responsabilidad administradora que por derecho le corresponde, y ponga en su sitio al dictador marroquí?

El mundo es cruel, pero más cruel es cuando compruebas que hay personas de primera y personas de segunda, y que la vida de estos últimos tiene tan escaso valor, que nos preocupa más la supervivencia de una especie animal en peligro, antes que garantizar el respeto y la vida de estos seres desposeídos y maltratados.
Los niños de estos países, son niños, pero no nuestros, dan pena cuando los sacan en televisión, pero están lejos, y la distancia, ¡qué le vamos a hacer!, mitiga los efectos aprensivos, y, como dice el bolero, "es el olvido."





Vivir el otoño como si de una balada se tratase


El suelo se fue abrigando con hojas...




El otoño, más que una estación, es un sentimiento, una sensación que llega, nos invade y nos penetra, dejándonos expuestos a sus vaivenes antojadizos, a sus requiebros emocionales. El otoño es –como describiría hermosamente, Serrat,


“Una balada de otoño,
un canto triste de melancolía
que nace al morir el día.
Una balada de otoño,
a veces como un murmullo,
a veces como un lamento,
y, a veces, viento."

Apenas nos hemos dado cuanta que ha llegado, cuando él, resolutivo y apabullante, nos conquista, nos posee, sacándonos a pasear por el extenso territorio en el que reina. Nos engalana con sus tristes vestimentas, espolea nuestras inquietudes poéticas cuando, junto al fuego de una lumbre, manoseamos, dubitativamente, una pluma y una libreta. El otoño es propicio para amar, para que te quieran, para sentirse y estar enamorado, para subirse a los árboles a recoger sus regalos, para tenderse entre su incipiente césped, boca arriba, y juguetear al escondite con los blancos algodones que tapizan el cielo, para subir al monte, pasear por sus interminables sendas y, bajo a una añosa encina, detenerse un rato a ponerle flores a los que se quedaron en el camino.



Los primeros manjares del otoño



El otoño –no lo puedo remediar- me marca con la tristeza, me imprime su carácter, me empuja a despeñarme recordando mis ausencias. Todo se hace más visiblemente sonoro cuando el otoño nos embarga. La niñez, las primeras niñas de la que nos enamoramos, los errados proyectos, se abalanzan sobre nosotros y quieren arrastrarnos al precipicio que es la añoranza, pero que los que no nos damos por vencidos y somos objetivos, sabemos que no es realidad, y por lo tanto, nos alegramos del futuro que hemos logrado construir, con todas sus luces y sus sombras.

Como escribo al principio, el otoño no es más que una sensación, un profundo sentimiento, y –como canta Serrat- lo pintaron y adornaron, para regocijo y disfrute nuestro:



"Pintaron de gris el cielo
y el suelo
se fue abrigando con hojas,
se fue vistiendo de otoño."

En nosotros está que no nos lastre y lo recordemos con amor: el otoño, como las demás estaciones, indisolublemente, está en nuestros corazones.



El otoño nos viste con sus mejores galas de tristeza









domingo, 24 de octubre de 2010

Rod Stewart: "Fly Me to the Moon", V álbum "The Great American Songbook"


El pasado 19 de octubre salió a la venta un nuevo trabajo de Rod Stewart, “Fly Me to the Moon”, volumen V de los denominados “The Great American Songbook” . El disco está compuesto por 12 canciones al estilo de los cuatro álbumes anteriores, entre cuyos temas destacan las muy versionadas “Beyond the Sea”; “Fly Me to the Moon” y “Moon River”, en el que ha contado con sus habituales colaboradores, Richard Perry en la producción y Clive Davis en la coproducción, junto al propio Stewart y a Lauren Wild.
Con su inconfundible y peculiar voz, el cantante interpreta doce temas compuestos por autores de la talla de Henry Mancini, Cole Poter, Johnny Mercer. En este trabajo vuelve a retomar el filón de temas del cancionero americano que tan buenos resultados le deparó en los cuatro álbumes anteriores, logrando en éste un estilo más fresco y dinámico, introduciendo un elemento nuevo, o más destacable que en los otros: desde la primera a la última canción, no se puede dejar de bailar. Al oírlas, sabes que son temas del pasado, pero en la voz de este magnífico intérprete suenan como nuevas. Es el resultado final del buen hacer de un gran maestro. Rod Stewart vuelve a acertar, una vez más con este disco. Para abrir boca os dejo una de las canciones, la multiversionada "Beyond the Sea".



sábado, 23 de octubre de 2010

El árbol de las trompetas: La Brugmansia arbórea"


Es la imagen de un arbusto o arbolillo, la “Brugmansia arbórea” (Datura arbórea, Floripondio, Árbol de las trompetas, Trompeta del juicio, Estramonio, son algunos de los nombres populares de este árbol), hoja perenne, y puede alcanzar los 5 metros de altura, (si estoy equivocado, por favor, ruego que me corrijan). Hasta hoy era desconocido para mí. Lo encontré en la visita que hice esta semana a uno de los muchos palacios señoriales que contiene la ciudad, y que nos traen tristes recuerdos de la Sevilla caciquil y ocupada que afortunadamente estamos superando. En la actualidad, muchos de ellos son visitables y podemos comprobar, los ciudadanos de a pie, el despilfarro y el lujo en que vivían estos elegidos de la historia, mientras la mayoría de la población pasaba grandes necesidades, de ahí que se hayan opuesto, insistentemente, a que cambiara el rumbo de la sociedad y conservar los privilegios que poseían por los siglos de los siglos.

Viendo sus viviendas, sus jardines, uno no entiende que jamás lograran ser felices, cuando, este que escribe, con un trozo de jardín y la vista de estos árboles exóticos, o, como este de la fotografía, traído de tierras de Chile y Perú, estaría cercano a conseguir el karma.
El olor intenso de sus flores es fantástico, y no digamos el poder medicinal de sus semillas, de las cuales se extraen bastantes alcaloides. Tiene propiedades alucinógenas y desde hace siglos ha sido utilizada para fines medicinales y ceremoniales. En la Edad Media fue ligado al mundo de la brujería y, en la actualidad, se sigue utilizando en tratamientos naturópatas y homeopáticos. Pero yo que vosotros, me dedicaría sólo a contemplarlo y a disfrutar de su perfume. Junto a él, incluso, podemos lograr bellas composiciones poéticas.

No podemos negar que nuestros antepasados feudales sabían disfrutar de la vida. Lo que les ocurría era que debido a sus ambiciones y a sus continuas intrigas políticas, no les quedaba tiempo ni ocasión para apreciarlo.
El destino pone en boca equivocada el manjar que sólo los elegidos saben saborear.




viernes, 22 de octubre de 2010

Y ahora ¿Qué hacemos con la ideología? (Perdón, se me ha escapado)

Imágenes: El Mundo.es


Cómo pretenden los interesados que no se hable de lo desprestigiado que están los políticos y la política, si diariamente no dejan de suceder acontecimientos que lo confirma. Tenemos el caso de algunos de los miembros que formarán el nuevo gobierno de Zapatero: Valeriano Gómez y Rosa Aguilar, corredores de fondo que ejecutan sus menesteres en el estadio del compromiso político, pero ajenos al amor por la camiseta con la que corren. Me explicaré mejor: son individuos que no se detienen ante nada, sin escrúpulos, sin apegos ideológicos que los aten, sin valores éticos que les dificulten el estrellato final. Su ego está, siempre, por encima del compromiso político, de la entrega social, lo mismo les da que les den por delante que recibir por detrás, todo vale en su estrategia escaladora, son insípidos, inodoros –aunque no transparentes, como el H2o-, embaucadores, victimistas, y tienen el terrible don de la oportunidad: siempre están donde se les necesita y ocurre algo. El don de la ubicuidad lo tienen tan desarrollado que jamás sucede un acontecimiento notable en el que no estén ellos para prestar el servicio demandado.
Son personas que no tienen ningún problema en compatibilizar la ideología con lo que hacen, aunque lo que hagan sea todo lo contrario a lo que piensan, ya que lo primero (la ideología) sólo es el marchamo profesional que posibilita que la actividad social que ejerzan pueda ser calificada, de derechas o de izquierdas, a pesar de que la política que realicen sea totalmente antisocial y conservadora.

Valeriano Gómez y Rosa Aguilar son los ejemplos a no seguir si cualquier ciudadano trata de ser honesto y consecuente con sus pensamientos.
Valeriano, administrador de la PSV ugetista, artífice del decreto que sacara de la ruina a su sindicato, reconociéndole la deuda patrimonial histórica y el 29-S, manifestándose en contra de la reforma laboral del gobierno -que ahora será el responsable de aplicarla-, reforma laboral en la que él había participado asesorando a Zapatero. ¿Alguien lo entiende?
De Rosa, la tránsfuga, qué puedo decir que ya no se conozca. ¡Vaya papelito que le queda por representar! De ser, hace pocos años, el azote parlamentario en el Congreso de los Diputados de Felipe González y de Rubalcaba -en la época de su fuerte unión a Julio Anguita-, pasó a sustituir a éste en la alcaldía de Córdoba, y poco tiempo después, comenzaron los coqueteos con destacados miembros del PSOE y a crear problemas ideológicos dentro de la coalición a la que pertenecía -estrategia habitual en todos los arribistas que desembocan, más tarde, en el citado partido, donde, cosa curiosa, luego se calman y no pronuncian jamás una crítica-, siendo cortejada por Rodríguez Zapatero y José Antonio Griñán, el cual logró conquistarla como Consejera para la Junta de Andalucía, con el compromiso aceptado de hacer el recorrido circense por Córdoba y Sevilla, acompañando a los dos desconocidos candidatos a la alcaldía.
Pero como hemos comprobado, esta ambiciosa señora tiene altos vuelos y una consejería le sabía a poco, por lo tanto se olvidó de sus compromisos -como ocurrió con las promesas que hizo a los cordobeses y ahora a los sevillanos- y aceptó un puesto más cercano al objetivo que ella persigue: ser candidata del partido de los pesebreros, dentro de dos legislaturas. El tiempo dirá si me equivoco.
Y aprovechando que hoy me he puesto el traje de banderillero añadiré que, confiemos en que Toxo y Méndez –una vez pasada la decepción por no haber sido nombrados, ninguno de los dos, ministro de trabajo-, cambien el chip escapista que mantienen hasta ahora, y en un remedo de los sindicatos franceses, se decidan a dar la batalla a Zapatero. ¿O es que están esperando a que gobierne Mariano Rajoy para hacerlo? Quitaros de una vez el disfraz, porque no es carnaval, y el pueblo os tiene ya bien "calaos".


jueves, 21 de octubre de 2010

"El que no lucha por las pensiones es que está ya muerto"

"El que no lucha por las pensiones es que está ya muerto"
Este era el texto de una de las pancartas que desfilaban el martes pasado en la que es la novena Huelga General que llevan convocadas las centrales sindicales en Francia, en contra del aumento de la edad de jubilación (de 60 a 62) que Sarkozy quiere implantar en el país vecino.

Como logro literario hay que reconocer que no está nada mal –los franceses ( en especial, anarquistas y trotskistas) siempre fueron sumamente imaginativos a la hora de crear consignas políticas-, y se aprecia que la escuela del Mayo del 68 vuelve a reencarnarse en estas nuevas movilizaciones, pero no acierta en su pronóstico forense, pues de ser así, nuestros agazapados sindicatos, sus asilvestrados líderes y la población trabajadora española, oleríamos, hace bastante tiempo, a corrompidos cadáveres.

Tenemos motivos, más que sobrados, para tirarnos todos los días a la calle, ya que además del aumento de la edad de jubilación, a nosotros nos amenazan con incrementar los años necesarios para cobrar la pensión completa (de 35 a 40, ¿quién cotizará esa cantidad, cuando los contratos de trabajo que ofrecen son, en algunos ocasiones, por pocas horas?), la base para el cálculo de éstas pasará de los 15 años actuales, a los 20, más la nefasta reforma laboral que Zapatero ha impuesto a exigencias de EE.UU. y la Unión Europea.
Si esto no es suficiente para movilizarnos, para desenmascarar a los líderes sindicales traidores, es que debemos –como dice el texto de la pancarta francesa- estar muertos, o tal vez, inmunizados contra las agresiones.
Que España se está derechizando, que la población trabajadora cada día aspira a integrarse más en el mundo que hace posible su explotación, que cada vez es más frecuente que se identifiquen con sus actitudes y su estilo de vida, es un síntoma que viene ocurriendo desde poco después de la instauración de la democracia, llegando en la actualidad a los extremos peligrosos que hoy se observa.

Nada ocurre de manera casual, todo se debe a un proceso evolutivo –en este caso, involutivo- que predetermina nuestras actuaciones en un futuro. La situación actual no es más que el resultado de los escarceos pequeñoburgueses (en algunos casos, grandebusgueses) de nuestros líderes de “izquierdas” y de los dirigentes
sindicales más representativos, donde encontramos el caso de Cándido Méndez –sirva sólo de ejemplo, lo traigo a colación porque es el que conozco a través de las declaraciones que hizo él mismo en un programa televisivo al que, hasta ahora, sólo iban folclóricas y famosillos-, donde reconocía cobrar un sueldo mensual de 2.500 euros (parecerá poco, pero sabiendo que no tienen gastos: coche gratis, comidas ídem, etc., 2.500 euros suponen una agresión encubierta para el resto de trabajadores), gustarle los buenos restaurantes (como “El Bulli”, donde un cubierto cuesta 300 euros) y debilidad por el buen caviar. ¿Es esto lógico en un representante obrero?

Por eso, no nos ha de extrañar la borrasca que padecemos de pasotismo. Pasotismo a todas las escalas: de la población general y de los responsables de los cambios sociales, en concreto. Consecuencia fatal: la total desaparición, el absoluto ocultamiento, la colocación del antifaz en lugar de los anteojos, estar como si todos los día fueran “lunes al sol”, de los responsables de CC.OO. y de UGT, para no enfadar a su mantenedor económico. Y es que, cuando uno se acostumbra a la buena vida, cuesta lo insufrible retornar de donde partimos. Y si para ello, es necesario apagar el Telediario, para no tener que ver las imágenes de Francia que pueda avergonzarlos, pues se quita la tele, y nos echamos una siesta, que hay que seguir engordando la panza, ya que la vida es breve, y más aún, el puesto de secretario general de un sindicato: son muchos los competidores que aspiran a cogerlo.

“El que no lucha por las pensiones es que está ya muerto”. “El que se mueve hoy día en España, es que es carajote o no sabe lo que cuesta un buen puesto”, que corregirían las Rosa Aguilar, Cándido Méndez, Ignacio Fernández Toxo, y demás por el estilo.

Mientras, nos contentaremos con el nuevo mayo francés y la alianza entre trabajadores y estudiantes. Los nuestros, como no aspiran a trabajar jamás, no les merece la pena movilizarse, a no ser para celebrar una botellona.
Así nos va, este país cada día resulta más difícil habitarlo.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Rosa Aguilar: Nueva Ministra de Zapatero


Sólo ha tenido que transcurrir trece días para que se confirmara la sospecha que adelantaba en mi post del 7 de octubre, donde escribía que “una consejería en la Junta de Andalucía era el último escalón que se sube para acceder a un Ministerio en la Corte”, y que antes que el presidente andaluz, ya la andaba cortejando Zapatero para su gobierno.

Rosa Aguilar, “la bien pagá”, hasta ayer, Consejera de Obras Públicas y Vivienda de la Junta de Andalucía, ha sido nombrada por éste como Ministra de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, en sustitución de Elena Espinosa. ¿Para qué el cambio? La respuesta es bien sencilla. Para nada. No es que el moribundo presidente la haya fichado para que nos resuelva algunos de los problemas medioambientales que los ciudadanos padecemos. En eso ni piensa. Sus únicas intenciones son las de sumar votos, escarbar en ese millón de simpatizantes de Izquierda Unida, para intentar salvar al partido de la debacle que las encuestas le pronostican. Para los momentos difíciles, la coalición de Izquierda es un buen granero electoral, lo triste es que hay quienes se dejan atrapar por los cantos de sirenas de este incombustible partido que defiende los intereses de la derecha.

El caso es que no destaco por mis artes de brujerías, ni mucho menos por mis dotes adivinatorias, lo que ocurre, sencillamente, es que lo de esta señora estaba más claro que el pensamiento de un crío. Quien no reconozca a estas alturas que Izquierda Unida se ha convertido en la escuela de aprendizaje para políticos con proyecciones ambiciosas, se engaña y hace un flaco favor al correcto análisis sociopolítico que el espacio de izquierdas se merece. Quizás, debido a esto, este espectro social anda tan huérfano de representación: ni creen ni se identifican con los actuales partidos de izquierdas. Algo mal deben estar haciendo sus máximos representantes.

Lo cierto es que movimientos como los de Rosa Aguilar son demasiados frecuentes. Cuando ocurren estos casos, el primer interrogante que me asalta es: ¿Dónde está la ideología? ¿Qué pasa con las promesas que, hace tan sólo trece días, hiciera a los vecinos del Parque Alcosa, donde les aseguraba que tendrían en ella a “ una amiga para lo que quisieran, a todas horas del día”?
Muchos chaqueteros aducen -para justificar sus actos vergonzosos-, que su única intención en estos movimientos antinatura, es tratar de realizar sus proyectos de mejoras sociales desde un espacio accesible que se lo permita, pero sólo son declaraciones demagógicas para encubrir sus verdaderos fines: el afán trepador y protagonista que los define. No busquemos otras explicaciones. El hombre –también la mujer- es un animal insaciable y todo es válido, en su escala moral, para lograr los objetivos deseados.

¡Política –perdón, político-, pura mentira!


Rafael Lozano: "La máquina" II (Relato)











(Continuación del post de ayer)
Pues heme aquí, nuevamente, ahorrando del poco dinero que recibía y recorriendo -las tardes que podía esquivar el cúmulo de compromisos en el que andaba enfrascado- las calles del centro de la ciudad, a la búsqueda del milagroso artilugio y, lo que resultaba más deprimente, asombrado por los astronómicos precios que, para mis escasos ingresos, tenían todas ellas. Mientras reunía el dinero necesario y localizaba el lugar más asequible para comprarla, seguí deleitándome con mis lecturas y el forcejeo creativo. Además, para no atentar contra la débil economía y seguir teniendo existencias con que saciar mis incansables ojos, opté por "requisar" algún que otro libro en uno de los grandes almacenes que proliferaban por la ciudad, ya que, por aquellos años, empezaba a estar bien visto aquella moda que nos habían traído los progres, de “robarle a un ladrón”. Eso sí: el lugar era metódicamente elegido para que el afectado no fuera alguien que simpatizaba con nosotros; entiéndase, a ningún desclasado burgués que había decidido, en un escalofriante acto de fe redentora, salvarnos. Es triste, ya ves, pero hay quien prefería robar chocolatinas, o bisutería para su adorno, o zapatos de marcas hechos a mano –era el caso de los más “pijos”, los “hijitos de papás” que ya confraternizaban con nosotros- o los que, como yo, elegíamos substrato alimenticio para nuestra carencia cultural.

Después de patearme, incansablemente, durante bastantes meses las tiendas que ofrecían el suculento producto, llegué a la conclusión de que era imposible adquirir, por su elevado precio, una máquina nueva; al final opté por una usada que, me aseguraban, era tan precisa y solvente como las otras. Además que, tan seguros estaban de ella, me ofrecían hasta varios meses de garantía, por si el engendro fallaba. Pero la esquiva creación literaria, -a pesar de contar ya con el milagroso artilugio- no funcionaba como yo esperaba: seguía produciendo los mismos y desafortunados versos; las mismas y atascadas prosas. Algo estaba fallando. Dudaba, entre la incomprensión y la extrañeza, si aquella avería sería atendida por el técnico de la tienda, pero como era la primera máquina que poseía y desconocía el total de funciones que éstas alcanzaban a realizar, pues, la verdad sea dicha, no me encontraba cargado de argumentos convincentes como para presentarme delante del dependiente y escupirle a la cara de sapo que ofrecía: “¡esta máquina es una mierda!, excepto la perfección de la letra, lo demás lo hace igual de mal que antes”. Pero no estaba muy convencido de mis razonamientos y, al final, opté por dejarla quietecita en casa, que ya tendría otras ocasiones para hacer el ridículo.

La constatación de mi deficiencia creativa relentizó el interés que, hasta entonces, había depositado en la escritura, y, aunque continuaba haciendo pequeñas cosas de cuando en cuando, el ardor que hasta estas fechas había mantenido sufrió un ligero enfriamiento, quizás también achacable a mi entrada en la movida política. Fue una decisión que tarde o temprano tenía que llegar.
- “No es posible ser –me repetía cientos de veces- “un escritor comprometido” y estar al margen de los que, suponíamos, realizarían este cambio social”.
Así es que la literatura se fue relegando cada día más conforme el nuevo compromiso adquirido me iba engullendo; el poco tiempo que me dejaba libre lo dedicaba a leer ensayos económicos y metafísicos, o sea, mamotretos políticos. Después, pasado bastante tiempo desde que dejé esta actividad, siempre he tenido la incertidumbre de que si no tuvo la culpa de mi agriado carácter este tipo de lectura, pero, haciendo una retrospección en mi pasado, llego a la conclusión de que no, que yo ya fui encargado a la fábrica un poco rarito.

¿Y la dichosa máquina? Se preguntarán ustedes. Pues nada, ésta siguió cumpliendo la función para la que se había fabricado, ¡y bien orgulloso que estaba de ella! –superado el desengaño primero- porque, aunque no era una "Remington", ni la preciada "Underwood", la mía era prima hermana de estas dos marcas, fabricada también, como las mejores, en USA, para mayor garantía. Ahora, es bien cierto que no servía para nada lírico, pero, para los que creíamos en lo que estábamos haciendo, la actividad que desempeñaba en estos instantes podía igualarse con cualquier poema de Neruda o Machado. Cada panfleto redactado en las teclas de mi vieja máquina o los clichés perforados para la multicopista, al compás de su majestuoso sonido, nos parecía la obra más perfecta que cualquier autor admirado pudiera conseguir. Como ya dije más atrás, yo me sentía muy satisfecho con la labor que ejercía mi máquina, pues, como me dijeron, hoy es difícil encontrar una para realizar estos trabajos. Y era bien cierto, ya que eran pocos los que se atrevían a dejar la suya para estos menesteres, por temor a la represión policial, motivo que yo desconocía, gracias a la ignorancia manifiesta que acreditaba, porque, si algo he de reconocer, es que siempre he sido bastante ignorante y un pelín crédulo, además, me decía: “si se están arriesgando a la vez que yo, cómo me pueden jugar una mala pasada”. Y la verdad fue que aún me quedaba mucho para conocer parte de la crueldad humana.

Transcurrieron los años y cada uno de ellos me fueron marcando de desigual manera; el recuerdo que ahora me queda es, de haberlos vividos con una intensidad abrumante y solo recordarlo me produce una sensación incómoda de malestar y ahogo. Fueron años difíciles vividos con una carga estéril de temor; es la imagen que más me acude al pensamiento: aquella intranquilidad constante, aquel sofoco permanente, aquel acoso, quizás, imaginario donde veías “secretas” por todas las esquinas y conspiradores por todas partes.
Pero afortunadamente, los días pasaron y la experiencia política también. El abuelo había muerto; los partidos políticos fueron legalizados, unos con más reticencias que otros, pero, al fin, entraron por el aro; la transición acabó con la peleada “ruptura democrática” y, con el paso de los acontecimientos, la tan ansiada democracia por la que algunos luchamos y los más desafortunados murieron, se convirtió en la rutina de introducir una papeleta en una acristalada urna, cada equis tiempo. Como lo que veía no me gustaba y jamás entré en política para medrar, cargué mis huesos a cuesta y me fui a casita. Los románticos de la política, aquellos que entramos en ella porque creíamos que aún era posible cambiar el mundo –y con ello, al hombre- nos retiramos a la retaguardia temerosos del futuro que estaba por llegar. Por aquel entonces, mi preciada máquina ya tenía un visible lugar en otro hogar, ocupando el espacio que, intencionadamente, le había reservado en un mueble librería que yo mismo había construido.

Intenté retomar de nuevo la actividad literaria, pero descubrí que, a consecuencia del atracón de materialismo dialéctico al que sometí a mi menguado cerebro, había destrozado la poca creatividad gramatical que poseía antes. Era incapaz de tener felices ideas. Tanto los versos como la prosa que surgía de mi pensamiento eran auténticos ladrillos que ni servían para edificar casa donde cobijarse, ni tampoco para descalabrar al vecino. Pero he de reconocer que, pese a estar lleno de defectos, al menos tengo una virtud: ser constante y, si actualmente he de presumir de algún logro obtenido, esto ha sido gracias al forcejeo que contra la adversidad siempre he mantenido. Con paciencia, volví al lugar de donde no tendría que haber salido; hoy hacia un poema, otro día un texto y entre uno y otro, el regreso a mis adorados libros. Por entonces, ya era considerable la biblioteca que poseía; la vieja máquina había sido sustituida por otra nueva; a la nueva la desplazó a su vez una eléctrica y a esta última, un novísimo ordenador con su procesador de textos, aunque sólo fuera para estar en consonancia con lo que exigía la moda del momento.

Como no es necesario explicar, la máquina USA quedó arrinconada ante la avalancha de nueva tecnología que nos invadía y de la que yo no quería privarme, en cierto modo, quizás, esperando ese milagro que nunca se producía, y que, en algún hueco del fondo de mi inconsciencia, yo confiaba que tarde o temprano se realizara. De lo que sí estaba convencido era que había que facilitar el camino y no sé con qué argumentos, siempre los emparejaba con el instrumento para mecanografiarlo y no con la capacidad del cerebro. Todo fueron intentos fallidos. Como dice mi gente: "donde no hay cerdo no puede haber tocino".
En el fondo, fui un frustrado alquimista de los sueños que quiso transformar la amalgama de mis ideas en auríferos textos.

Hoy, definitivamente, he desistido por fin de la escritura. Los años no pasan en balde y ellos te van definiendo en su transcurso. Serenamente he llegado a la conclusión de que el arte es un don que nos viene incluido en el neceser que nos regalan cuando nacemos y que tu, por tu cuenta, lo único – ¡y fabuloso!- que puedes hacer es acercarte humildemente a ese sublime reino. Aprendí, que si no era capaz de expresar mis sentimientos como los autores que admiraba, sí podía gozar de ellos. Todo lo hecho hasta el momento me encargué de destruirlo personalmente y no, como Kafka, dejarle la responsabilidad a un amigo. La vieja máquina vuelve a presidir la parte más entrañable de la vivienda, esperando, con gran impaciencia, la visita a casa de cualquier compañero que al despedirse dirija una latrocinia mirada hacia ella y en un tono de envidia, que me ha costado tiempo reconocer, diga:
-“¡Coño, Rafael! ¿De dónde has sacado esa reliquia...?”
Y yo, como al abuelo chocho al que le han hablado maravillas de su nieto, ese día, engordo un par de kilos.







martes, 19 de octubre de 2010

Rafael Lozano: "La máquina" I (Relato)









A los dieciséis años, uno tiene las mismas aficiones que el común de los muchachos: jugar al fútbol, romper los cristales de las ventanas, salir a cazar pájaros y, los más atrevidos, levantarles las faldas a las niñas, esto último, resultado de las apuestas que manteníamos sobre el color de las braguitas que llevaban puestas las féminas, o bien, por el calibre de las deseadas y blanquecinas carnes que redondeaban sus gloriosos fémures. Éstas eran actividades que podríamos calificar de “normales”, a esa edad, en aquellos años y en el ambiente social en que nos movíamos, donde la calle se convertía en el ágora en la que nos licenciábamos como individuos para el resto de los días. Lo que ya no entraba dentro de la normalidad es que a uno de los componentes de tan singular tribu, además de los citados entretenimientos, también le atrajera la lectura -para gran disgusto de la madre, que temía que su queridísimo hijo se volviera majareta- y, para mayor rareza, hacer como que escribía versos.

Pues bien, este era mi caso. Y lo cierto es que, en verdad, era un extraño fenómeno, porque en casa siempre hubo una perenne sequía de libros; me refiero a libros, libros, no a los textos de enseñanza del colegio.
-“Los pobres –repetían los mayores- tenemos suficiente con saber escribir y leer una carta y, para el día a día, con las cuatro reglas, basta; el resto de sabidurías quedan reservadas para los otros, que el mucho saber y estrujarse la cabeza, sólo trae disgustos y complicaciones”.
A esa edad, los chavales de mi barrio ya teníamos la suficiente “libertad” como para elegir, obligatoriamente, ponernos a trabajar. Era una actitud que ya habías visto en los hermanos mayores y que ahora, cuando te llegaba el turno a ti, lo asumías de buen grado. La mayoría de jóvenes de mi entorno, trabajaban, y los que querían continuar estudiando, -cosa rara, ya digo- debían hacerlo en el bachillerato nocturno; así es que teníamos bien ocupado el tiempo: aficiones, trabajo, estudios y, los más afortunados, algún tierno amor para ir encalleciendo el corazón y darles motivos a ese vacío interior -que algunos insisten en llamarlo alma- para hacerse desconfiada y amarga.

Como ya trabajaba, con los primeros ahorros que logré reunir -hay que aclarar, que el sueldo que recibías a cambio de tu esfuerzo, iba íntegramente para la casa, y que era la líder matriarcal la que te devolvía parte de él, dependiendo de la estrechez económica por la que pasaba la familia- me fui directamente a una librería por la que pasaba con frecuencia y en la que me detenía a mirar por el escaparate ese fantástico reino de ilusiones que tras los cristales exponían. Por aquel entonces ya tenía elegida de antemano la obra que compraría, también conocía el precio de la misma, así que traspasé por primera vez esa enigmática barrera que a mí me parecía mágica e infranqueable y pedí los dos tomos de “El Judío Errante”, de Eugéne Sue. ¿Qué cómo llegué a decidirme por ellos sin tener la más remota idea de literatura y jamás pude siquiera ojearlos para leer la sinopsis? Bien sencillo: por el dibujo que enseñoreaba las portadas. Y dio buen resultado: me parecieron asombrosos. Esos fueron los primeros; luego vendrían dos más de Bécquer con sus “Rimas y Leyendas”, las imaginativas y orientales “Mil y una noches”, el filosófico y cuerdo “Don Quijote de la Mancha”, etc. Así comenzó mi inmersión en el mundo de la literatura.

La primera conclusión a la que llegué no bien hube leído varias obras fue que: “si ellos eran capaces de hacer esto, yo no sería menos”. Y me puse manos a la obra, como un poseído que temiera perder la vida si no insistía en el intento. Al principio fueron poemas que plagiaba descaradamente de otros libros, cambiando alguna que otra palabra pero, dejando intacto el mensaje que transmitía el autor; luego vinieron algunos escarceos serios pero nada conseguidos; y ya más tarde, obsesión enfermiza con los versos y el descubrimiento de la belleza que encerraba la prosa lírica. Nunca traspasé en “mi obra” la mediocridad mínima que se exige para creerse lo que uno está haciendo; jamás me sentía satisfecho de lo que salía de mis dedos. ¡Había un torbellino burbujeando en mi cabeza, pero era incapaz de madurarlo detenidamente y lograr plasmarlo en el papel! Nada más lejos de la idea original aquel montón de letras que vomitaba, porque, realmente, es lo que más se asemejaba con aquello que yo escribía. Lo cierto es que ideas no me faltaban, pero carecía de la técnica adecuada para domesticar aquellos potros desbocados que corrían desde siempre por las fértiles praderas de mi mente.

Entonces surgió la idea de la máquina; máquina de escribir, quede claro. Como de cuando en cuando uno se lleva bien consigo mismo, pues, ¡mira tu por donde!, ese día me eché un cable y culpé de mis desaciertos literarios a la ausencia del bendito artilugio y a la necesidad de tener que hacerlo a mano. ¡Es de admirar lo condescendiente que somos con nosotros cuando queremos! En ese momento no caí -o más bien, no quise- en que la mayoría de escritores que no se avergonzaban calificarse como tales, sus manuscritos los realizaban con ese anticuado procedimiento de la pluma y papel y que la verdadera y más valiosa herramienta de trabajo que poseían, era su inteligencia, cuestión que, por lo que se ve, yo ignoraba que había que tener si querías hacer algo que no resultara un desastre. A mis amigos y allegados les parecían extraordinario todo lo que les presentaba, pero a mí, personalmente, no me valía la opinión, como críticos, de individuos que por su cercanía no podían ser objetivos y que lo más que habían llegado a leer eran los TBOs de “Pulgarcito”, “El Capitán Trueno”, “Roberto Alcázar y Pedrín”, etc. Uno se mueve donde nace y en aquella época era bien difícil salir del mundo donde te había tocado en suerte venir.

(Mañana, más)










lunes, 18 de octubre de 2010

"Arte para todos", en las calles del Polígono de San Pablo (Sevilla)



Cuarenta artistas internacionales -treinta y cinco muralistas, el resto, escultores-, venidos de veinticuatro países diferentes, tomaron las calles del Polígono de San Pablo para convertir las paredes de este popular barrio de Sevilla, en el Museo al Aire Libre más grande de Europa. El proyecto, denominado “Arte para todos”, promovido por el Ayuntamiento de la ciudad a través del “ICAS” y la empresa pública de limpieza “Lipasam”, además de la participación de la ONU, dentro de los “Objetivos del Milenio”, ha traído al barrio a este número de artistas comprometidos con la cultura -que cederán sus obras a la ciudad una vez realizados sus trabajos- entre estos artistas, se encuentran, Josh Sarintitis y Katia Yamasaki, (EE.UU), el Niño de las Pinturas, (España), AEC &Waone, (Ucrania), Wang Lu, (China), Nelson Román, (Ecuador), Sergio Vergara, (Chile), Stephan Krasnov y Andrew Tselviko, (Rusia),Victor Ash, (Dinamarca), Bella Wilshire, (Reino Unido), Ise y Finok, (Brasil), Nina Pandolfo, Elena Laverón, entre otros.


Con este proyecto, el barrio queda dotado de un importante atractivo turístico y logrará que el visitante que venga a Sevilla se desvíe por un rato del centro monumental, teniendo la ocasión, además de ver las obras de arte, conocer la peculiaridad de una barriada, en principio, eminentemente obrera, intercalada con edificios destinados a personas de mayor nivel económico y afectos al anterior régimen -construida a principios de los 60 por la extinta “Obra Sindical del Hogar”, para solucionar el problema de escasez de viviendas que padecía la ciudad en esa fecha-, poblada con personas venidas de distintos lugares de la ciudad, pero que han sabido integrarse y conformar una sola entidad. Es, en pequeña escala, un Brooklyn sevillano. El objetivo final de este proyecto es hacer atractiva una parte de la ciudad que hasta ahora suele escapar a la mirada de los turistas, una zona que, como decía, está alejada del centro histórico donde se concentran los museos y los monumentos más importantes, o como bien declara un gestor cultural, “ la idea es también generar un cambio y acercar el arte contemporáneo a personas que normalmente no va a museos”.
Las obras se concentran en los barrios “A” y “B” (o como es conocido por los lugareños: el barrio de la Cruz del Campo, en contraposición al de arriba, que es el de la Coca-Cola) en las avenidas de Éfeso, Kansas City, Soleá, y en algunas plazas interiores con nombres de cuadros de Velázquez.

Magnífica experiencia ésta del “Arte para todos” en la calle. La cultura ha de ser recibida siempre como agua de mayo, pero cuando está pensada para el pueblo, es doblemente gratificante. Que esta experiencia sirva para continuar con el fomento cultural en los barrios, ya que de esa manera, las personas que vivan en él tendrán un contacto con algo que “les queda lejos” y les parece extraño. Es más fácil llevar la cultura allá donde escasea, antes que su población se motive a desplazarse a los museos y los teatros. Después, con la costumbre –no olvidemos que el hombre es un animal-, algunos decidirán desplazarse a los lugares donde ésta es permanente.
Como nota curiosa -no sé si será por la novedad, o por la información que durante estos días está apareciendo en la prensa- hoy se ve el barrio bastante animado, con personas, cámara en ristre, que por su aspecto, denotan ser visitantes. Confiemos en que sea la tónica dominante en el futuro.
Gracias a todos los que han colaborado en esta formidable empresa, “Er Políngano” de San Pablo siempre le quedará agradecido.















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