Demasiado tiempo hemos estados calladitos los pensionistas, hasta que al PSOE se le ocurrió que -hay que recordar que a estratega no hay quien le gane- esta podría ser una buena ocasión para desgastar un poco más a su debilitado hermano PP, y pensado y hecho, al instante se pusieron en marcha los lacayos de CC.OO. y UGT, y los desdichados abuelitos, acostumbrados en este santo país a ser manipulados por todo quisqui, se pusieron en marcha. Fueron varios meses de movilización, hiciera calor o frío, hasta que por fin se presentó la ocasión y Pedro Sánchez se colocó en la denostada Moncloa. A partir de ahí se acabó la movida. Sólo quedan en ella los abnegados pensionistas de Bilbao que ni siquiera el verano ha podido con ellos. Como es lógico, los sindicatos -una vez colocado en el sillón gubernamental su amo-, de nuevo se han retirado a sus palacios de invierno a recuperar fuerzas para la siguiente batalla.
Y en esas estamos: tántas cosas como prometían cuando estaban en la oposición y hasta el momento no se ha derogado la jubilación a los 67 años que su compañero de partido Zapatero nos coló; el copago sanitario sigue implantado; la equiparación según IPC no está consolidada por ley; las pensiones de viudedad no se las han subido a todo el mundo por igual, etc.
Septiembre está a las puertas. Confiemos en que al menos al colectivo de pensionista y jubilados independientes (y destaco lo de independiente, porque hay un gran número de "pensionistas" podemitas que se hacen llamar así), no nos callen la boca y sigamos el ejemplo de los compañeros vascos.
Septiembre está a las puertas. Confiemos en que al menos al colectivo de pensionista y jubilados independientes (y destaco lo de independiente, porque hay un gran número de "pensionistas" podemitas que se hacen llamar así), no nos callen la boca y sigamos el ejemplo de los compañeros vascos.
