Todo el mundo en Andalucía coincide en señalar como culpable de la fuga de CajaSur de esta comunidad al Presidente de la Junta, José Antonio Griñán, y a su gobierno, por la tibieza con la que se han manejado en la negociación de este asunto. Cuando toda la oposición política, los sindicatos y patronal (incluso algún sector dentro del propio partido) cuestionan la actuación de éste y el de su ejecutivo, es que algo no se ha hecho adecuadamente, máxime cuando esta operación le va ha suponer a las arcas del estado (entiéndase, al españolito) la escandalosa cifra de 392 millones de euros que el FROB tendrá que adjudicar a la BBK. En cambio, si la parcial decisión del Banco de España (organismo tan "independiente" como lo es el Tribunal Constitucional) no hubiera estado sometida a los intereses de Zapatero y a las negociaciones que éste mantiene con el PNV para lograr su apoyo en el Congreso, (apoyo que -es necesario decirlo- le va a costar al presidente y al estado, una nueva bajada de pantalones) y hubiese optado por la a fusión de CajaSur con Unicaja o Caja Sol, el coste hubiera sido cero, ya que el dinero habría salido del Fondo de Garantía de Depósitos, constituido con dinero de las propias entidades financieras.
Aquí, los únicos que se han mostrado felices con la desmembración del proyecto financiero andaluz han sido Zapatero y Patxi López, el primero por la muestra de buena voluntad que ofrece, con este fuerte gesto, al PNV -único pretendiente que le queda para lograr sacar adelante los presupuestos y perpetuarse dos años más en el gobierno- y el segundo, por el gran salto que da la caja vasca –después del fracasado intento de crear una sola entidad-, ya que con la adjudicación de CajaSur logran salir de su pequeño territorio (la extensión de sus tres provincias es la mitad de la de Sevilla, con una población similar) e instalarse en un mercado de más de ocho millones y medio de habitantes, con una fuerte proyección turística y aún virgen en el entramado industrial, con lo cual, las perspectivas que se le ofrecen a la caja vasca, no pueden ser más halagüeñas, si, además, el dinero para refinanciarse lo pagamos el resto de los españolitos –dineros a los que no le hacen ascos los nacionalistas-, pues ya me dirán si el negocio no ha salido redondo.
Estas son las consecuencias que paga un territorio que está gobernado por políticos que se deben a los intereses de un partido y un dirigente que piensa desde Madrid. Creímos que, con la autonomía, Andalucía se recuperaría del sometimiento que el poder central ejercía contra ella, pero los treinta años de hipotético autogobierno nos demuestran, que esta comunidad sigue ninguneada, esquilmada, mal querida, sirviendo de cambalache –como una vulgar prostituta- a los intereses partidistas de todo el que gobierna en el centro.
Aquí, los únicos que se han mostrado felices con la desmembración del proyecto financiero andaluz han sido Zapatero y Patxi López, el primero por la muestra de buena voluntad que ofrece, con este fuerte gesto, al PNV -único pretendiente que le queda para lograr sacar adelante los presupuestos y perpetuarse dos años más en el gobierno- y el segundo, por el gran salto que da la caja vasca –después del fracasado intento de crear una sola entidad-, ya que con la adjudicación de CajaSur logran salir de su pequeño territorio (la extensión de sus tres provincias es la mitad de la de Sevilla, con una población similar) e instalarse en un mercado de más de ocho millones y medio de habitantes, con una fuerte proyección turística y aún virgen en el entramado industrial, con lo cual, las perspectivas que se le ofrecen a la caja vasca, no pueden ser más halagüeñas, si, además, el dinero para refinanciarse lo pagamos el resto de los españolitos –dineros a los que no le hacen ascos los nacionalistas-, pues ya me dirán si el negocio no ha salido redondo.
Estas son las consecuencias que paga un territorio que está gobernado por políticos que se deben a los intereses de un partido y un dirigente que piensa desde Madrid. Creímos que, con la autonomía, Andalucía se recuperaría del sometimiento que el poder central ejercía contra ella, pero los treinta años de hipotético autogobierno nos demuestran, que esta comunidad sigue ninguneada, esquilmada, mal querida, sirviendo de cambalache –como una vulgar prostituta- a los intereses partidistas de todo el que gobierna en el centro.
Cuando una tierra no es respetada ni defendida por sus propios habitantes, corremos el riesgo de que los de fuera nos tomen a pitorreo. La Andalucía de pachanga y pandereta vuelve a sonar en mis oídos. Termino trayendo a la memoria el dicho de “entre todos la matamos y ella sola se murió” Gracias al PSOE, Andalucía es un poco más pobre y menos nuestra.
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