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lunes, 12 de julio de 2010

Atrapados en el tiempo

Me dice un amigo: “Manuel, observo, con temor, que las personas vamos perdiendo la sensibilidad humana que nos diferenciaba del resto de los animales”. La verdad, no he sabido qué responderle.
Primero, porque una pregunta, así, a quemarropa, sin haber digerido aún el delicioso desayuno de hace unas horas, cuesta responder.
Segundo, porque preguntas de esta índole, no se le hacen a los amigos, al menos, hasta que no se haya cargado uno de suficiente mala leche ciudadana.
Tercero –y entrando en la parte seria- porque qué puedo añadir yo a lo que es visiblemente evidente: el “ser perfecto” de la creación, se deshumaniza y retorna a sus orígenes de homínido. El hombre abandona la colectividad y se refugia en las cavernas, desde donde puede controlar, a la perfección, al congénere que se le acerca.
Evitamos el sanador abrazo –dicen, los que entienden, que en ocasiones, es tan curativo como cualquier medicamento-, no sé precisar si por mero escrúpulo, por tacañería, por temor al ridículo o por lo innecesario del gesto.
Cada día es más extraño el acto de estrechar las manos en lo que fue un ritual entre dos personas que se saludan. En principio fue la manera en la que dos “conocidos” que se encontraban por la calle, mostraban, al acercarse, que la mano derecha no empuñaba la espada con la que podía finiquitarlo, pero que con el paso del tiempo, se transformó paulatinamente, en una expresión de cordialidad y respeto. Hoy, también se está perdiendo. Da la impresión, que todo lo que supone un roce con tu semejante –exceptuando el revolcón momentáneo con la pareja- esté en vías de desaparecer y no hay organismo público, ni privado, ni ONG creada, que vele por la supervivencia de este gesto tan característico del ser humano.

El hombre se ha convertido en un ser solitario, en medio de un gran montón de personas más solitarias que él. Los adelantos técnicos, sólo han servido para retrotraernos a las cavernas. La televisión, la confortabilidad del hogar y, sobre todo, Internet, (la gran mentira del siglo, donde nadie es quien dice ser y aparenta, y las relaciones establecidas, son superficiales, ficticias y momentáneas), han hecho que la sociedad haya ido abandonando los espacios colectivos donde se organizaban y convivían. El asociacionismo, en la actualidad, resulta escaso y pintoresco. Preferimos funcionar por libres. Incluso, en un caso aún por resolver, como es el de la pareja, cada día está más en crisis y son más escasas las que aguantan –unos días mejor, otros no tanto- un largo período de tiempo. Nos hemos ido materializando con el paso del tiempo, creando una coraza de insensibilidad y autoprotección que nos impide aproximarnos al otro, nos relega a lo insustancial, lo efímero, lo vano, haciéndonos cada día más cobardes para afrontar las dificultades que plantean las relaciones humanas y el compromiso solidario.
Ya no emociona ver una puesta de sol en la costa de Huelva , ni la visión estrellada en las cimas de Grazalema, ni siquiera, la mirada enigmática y cargada de mensaje de la persona querida que vive a tu lado. Sólo nos motiva el automóvil de gran potencia –jamás su utilidad-, la buena pantalla de plasma –aunque se dé el caso de que no quepa en la casa-, los alejados viajes –aunque no conozcas nada de tu entorno más cercano- y una buena cuenta corriente. Lo demás, como que parece que estorba, que está desfasado, que nos produce urticaria.

Amar se ha convertido en un acto arriesgado. Nadie quiere enfrentarse a un monstruo desfasado. Ya no se lleva la pasión, es contraproducente y conflictiva, y como nos hemos convertidos en seres, eminentemente prácticos, huimos de ella como quien teme al diablo. Amar es combatir, arriesgar, entregar, compartir y, para los tiempos que vivimos, supone un atraso. Se impone lo práctico, lo fácil, el usar y tirar, la servilleta de celulosa, el terraplén como vía rápida de escape.
¡Qué voy a responder a tu pregunta, querido amigo! Tal vez, que sin darnos cuenta, nos hemos hecho algo viejos y nos hemos quedado atrapados en el tiempo.






1 comentario:

  1. Como siempre,comparto opinión contigo y el tema de Pedro Guerra fabuloso,para ese post,saludos Don Manuel.

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