Es insufrible, para un insignificante andaluz como yo, tener que soportar durante 25 minutos de un informativo de carácter –se supone- estatal, el rosario de noticias, renoticias, contranoticias y reacción internacional, sobre la “relevante” votación del parlamento de Cataluña, de prohibir las corridas de toros en su comunidad, decisión que, como es de suponer, afectará a todas las economías del mundo y desequilibrará la política internacional.
A partir del uno de enero del 2012, el sol dejará de salir por el este, y el que desee ver una puesta de sol, tendrá que mirar al norte, porque noticias como las que hoy han salido del citado parlamento alteran, de manera significativa, las relaciones de coexistencia mundial. Por ese motivo, las televisiones, radios y prensa escrita, no han dejado perder la ocasión de informarnos, a los insignificantes habitantes del resto del estado, del gran acontecimiento interplanetario que se producía en el citado parlamento.
Miren ustedes, sin temor a las posibles reacciones y convirtiéndome en portavoz involuntario de los ciudadanos de otras comunidades, diré, sin cogérmela con papel de fumar: que ya está bien de atosigarnos con noticias de Cataluña y el País Vasco, que ellos suman la cantidad de 10 millones de habitantes, sobre un total de 45 que somos el resto, y que ya está bien que estos dos territorios ocupen diariamente, el 25% del espacio noticiable, cuando en el resto del país, también ocurren cosas reseñables.
Miren ustedes, señores políticos e informadores. La noticia de hoy no es congruente ni novedosa, porque antes que Cataluña, Canarias ya hace años que tenía prohibida las corridas de toros y, ni nacionalistas catalanes ni españoles, habían montado este circo. Que lo que aquí se decidía hoy no era más que otra batalla dentro de la guerra que el catalanismo mantiene para lograr la independencia, está perfectamente claro, porque lo que los políticos catalanes cuestionaban no era la legitimidad o no de abolir el sufrimiento de los animales, ¡qué va!, puesto que se van a seguir celebrando los correbous (corredores de toros), encierros típicos de Cataluña, donde los animales son cercados, maltratados (en algunos pueblos les colocan bolas de fuego en los cuernos), o bien son apaleados por los asistentes al acto.
Tampoco se va a prohibir el consumo de ostras en las marisquerías, animalito que las pasa canutas cuando un voraz consumidor le larga el chorreón de limón y se la mete en la boca toda crudita.
Ni los indefensos terneros, ni las ovejas, ni los cabritos, ni los cerdos. ¿Alguien sabe del estrés que sufren estos animales cuando son transportados al matadero, el tiempo que están en éste y cuando son sacrificados? Pues bien, en mis paseos, suelo pasar cerca a uno de ellos...bueno sería que estos defensores de los bichitos los oyeran antes de morir, para que comprobaran el daño que les causamos.
No quiero continuar. Al final caeré en la trampa que nos tienden. El nacionalismo vasco, catalán, gallego, está basado en el infantilismo antiespañol. Les dá igual lo justo o no que provenga de la metrópoli. Todo es atacable para lograr el objetivo final: idioma, solidaridad, economía, etc. Aunque estemos abocados a una globalización mundial, ellos jamás aceptarán una relación normal con un país donde sólo ven enemigos, efecto psicológico que produce el infantilismo larvado. Cuando joven, todos lo hemos experimentado: menos nuestros padres, todos los demás eran extraordinarios.
Desengañémonos: las corridas serán prohibidas en Cataluña, no por lo de bárbaro y antihumano que tiene, el toro estará perseguido (menos en sus típicas fiestas) por lo que tiene de símbolo españolista. Los antitaurinos de verdad (entre los que me cuento) no podemos celebrar esta decisión por estar cargada de impostura y de utilización política. Este es un paso más en la consecución de su (legítima) independencia, pero dígase claro y no se opongan a la de los demás. Y por favor, se lo suplico a los informadores, tengan un poco de compasión con el resto de los mortales que no tuvimos nada que ver en la anexión de Cataluña al imperio castellano, nosotros, también la padecemos.
A partir del uno de enero del 2012, el sol dejará de salir por el este, y el que desee ver una puesta de sol, tendrá que mirar al norte, porque noticias como las que hoy han salido del citado parlamento alteran, de manera significativa, las relaciones de coexistencia mundial. Por ese motivo, las televisiones, radios y prensa escrita, no han dejado perder la ocasión de informarnos, a los insignificantes habitantes del resto del estado, del gran acontecimiento interplanetario que se producía en el citado parlamento.
Miren ustedes, sin temor a las posibles reacciones y convirtiéndome en portavoz involuntario de los ciudadanos de otras comunidades, diré, sin cogérmela con papel de fumar: que ya está bien de atosigarnos con noticias de Cataluña y el País Vasco, que ellos suman la cantidad de 10 millones de habitantes, sobre un total de 45 que somos el resto, y que ya está bien que estos dos territorios ocupen diariamente, el 25% del espacio noticiable, cuando en el resto del país, también ocurren cosas reseñables.
Miren ustedes, señores políticos e informadores. La noticia de hoy no es congruente ni novedosa, porque antes que Cataluña, Canarias ya hace años que tenía prohibida las corridas de toros y, ni nacionalistas catalanes ni españoles, habían montado este circo. Que lo que aquí se decidía hoy no era más que otra batalla dentro de la guerra que el catalanismo mantiene para lograr la independencia, está perfectamente claro, porque lo que los políticos catalanes cuestionaban no era la legitimidad o no de abolir el sufrimiento de los animales, ¡qué va!, puesto que se van a seguir celebrando los correbous (corredores de toros), encierros típicos de Cataluña, donde los animales son cercados, maltratados (en algunos pueblos les colocan bolas de fuego en los cuernos), o bien son apaleados por los asistentes al acto.
Tampoco se va a prohibir el consumo de ostras en las marisquerías, animalito que las pasa canutas cuando un voraz consumidor le larga el chorreón de limón y se la mete en la boca toda crudita.
Ni los indefensos terneros, ni las ovejas, ni los cabritos, ni los cerdos. ¿Alguien sabe del estrés que sufren estos animales cuando son transportados al matadero, el tiempo que están en éste y cuando son sacrificados? Pues bien, en mis paseos, suelo pasar cerca a uno de ellos...bueno sería que estos defensores de los bichitos los oyeran antes de morir, para que comprobaran el daño que les causamos.
No quiero continuar. Al final caeré en la trampa que nos tienden. El nacionalismo vasco, catalán, gallego, está basado en el infantilismo antiespañol. Les dá igual lo justo o no que provenga de la metrópoli. Todo es atacable para lograr el objetivo final: idioma, solidaridad, economía, etc. Aunque estemos abocados a una globalización mundial, ellos jamás aceptarán una relación normal con un país donde sólo ven enemigos, efecto psicológico que produce el infantilismo larvado. Cuando joven, todos lo hemos experimentado: menos nuestros padres, todos los demás eran extraordinarios.
Desengañémonos: las corridas serán prohibidas en Cataluña, no por lo de bárbaro y antihumano que tiene, el toro estará perseguido (menos en sus típicas fiestas) por lo que tiene de símbolo españolista. Los antitaurinos de verdad (entre los que me cuento) no podemos celebrar esta decisión por estar cargada de impostura y de utilización política. Este es un paso más en la consecución de su (legítima) independencia, pero dígase claro y no se opongan a la de los demás. Y por favor, se lo suplico a los informadores, tengan un poco de compasión con el resto de los mortales que no tuvimos nada que ver en la anexión de Cataluña al imperio castellano, nosotros, también la padecemos.
(Todas las imágenes que inserto corresponden al correbous, fiesta típica catalana)
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