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lunes, 30 de enero de 2012

El Foro de Hípalis

Restos del foro de Pompeya



Como todas las importantes urbes romanas, Híspalis también contaba con un Foro donde poder tomar el pulso a la actualidad económica, política y social de la ciudad.
En él se realizaban transacciones financieras y comerciales; se oraba a los dioses; se visitaban los baños públicos; pero, sobre todo, se hacía uno “visible”, con el premeditado objetivo de “proyectarse” políticamente para intentar conseguir, primero, un puesto influyente en la ciudad que lo catapultara a la ansiada Roma, después.

El Foro de la Híspalis Republicana no debió de ser nada exigente, debido –como vimos en el primer trabajo publicado, “La Híspalis primitiva”- a las limitaciones geográficas que reducían a tan sólo nueve Hectáreas el terreno habitable, por lo tanto, el espacio disponible para este foro sería también pequeño, y estaría ubicado en el triángulo formado por las calles del Aire, Federico Rubio y Mármoles (espacio que hoy ocupan varias fincas urbanas), donde la cota del cabezo existente era más elevada, y donde se cruzaban el Cardo Máximo primitivo (Corral del Rey y Abades) y el Decumano Máximo (Pajaritos, Aire y Fabiola), justo donde los fenicios tenían levantado el templo al fundador mitológico de la ciudad, el dios Melkart, el Hércules romano.

Con el paso de los años, el aumento de población y la consecución de nuevas áreas habitables que hicieron posible la ampliación de la ciudad por el norte, el foro se situó en un nuevo emplazamiento que respondiera a las necesidades que la población demandaba.
Para ello se eligió un amplio solar situado al norte del primitivo foro, en la intersección del nuevo Cardo y Decumano, justo en la plaza de la Alfalfa.
Hoy nos parecerá un espacio reducido para acoger tan importante foro, pero si somos capaces de hacer una composición imaginaria, y conseguimos ver el rectángulo que forman la citada plaza, Cuesta del Rosario, plaza de la Pescadería, plaza del Pan y plaza del Salvador, vacío, sin los edificios que hoy se levantan dentro de él, reconoceríamos que las dimensiones son aceptables para ubicarlo allí .


Plaza de la Alfalfa, antiguo foro hispalense



Éste llegó a tener en su interior baños (en la Cuesta del Rosario se han descubierto restos del mismo), curia (con toda seguridad, estaría situada en la transición de la Alfalfa y plaza del Pan), y basílica, que tendría un uso civil al principio, y religioso más tarde.
Esta basílica romana se hallaba situada en el mismo solar que hoy ocupa la iglesia del Salvador, lugar en el que se descubrió, en el año 1671-cuando se derribó la antigua mezquita aljama de Isbilya para construir la citada iglesia-, restos de la cimentación de un edificio de la época de Teodosio el Grande, y más abajo, otro de la época de Tiberio.

Es probable que el foro contara además con algún que otro pequeño templo que levantaran determinadas familias poderosas y autoridades locales, para honrar a los dioses benefactores, pero los más destacados y grandiosos se construirían en la periferia de éste, siempre situándolos cerca de él, o en las vías importantes que llegaban hasta el mismo, o sea, el Cardo y el Decumano, que en esta época imperial que estamos tratando, también habrían tenido un desplazamiento en relación con los anteriores Republicanos, y que coincidiría con las actuales calles Alhóndiga, Cabeza del Rey Don Pedro, Corral del Rey y Abades para el Cardo Máximo, y calles Águila y Alcaicería, para el Decumano Máximo.
Sólo con un único testigo: las tres columnas de granito, levantadas sobre basa de mármol, que quedan en la calle Mármoles, y que podrían pertenecer al pórtico de un templo dedicado a Hércules –aprovechando el emplazamiento y la antigua edificación fenicia-, y que más tarde Adriano, o bien su sucesor, Antonino Pio, reedificaron para honrar a Julio César o a Augusto.
Otras tres de estas columnas fueron llevadas, en el año 1574, a la Alameda de Hércules, donde hoy se pueden contemplar dos de ellas; la tercera se rompió en el traslado.



Restos del portico del templo de Hércules en Híspalis



Es todo lo que conocemos del Foro de Híspalis. No se han localizado restos de éste. La única mención que tenemos sobre él la realiza Julio César en su ya citada obra, “Bellum Civile”. En ella nos informa que se trataba de un foro rodeado de soportales –semejante al que poseía Pompeya-, y que en él se cobijó una de las legiones de Varrón, que desertó para pasarse al bando de César, por lo que deducimos que las dimensiones de este foro debieron de ser bastante amplias, sólo así se puede entender que bajo sus arcadas llegaran a refugiarse 6.000 soldados.


Reproducción del foro de pompeya



Poco más conocemos de este magnífico Foro del que nos habla César. El tiempo, aliado con las inundaciones que cada año padecía la ciudad, más las expoliaciones a la que se vio sometido por las civilizaciones venideras, han hecho que este soberbio recinto haya quedado oculto para el estudio.
Sólo se trabaja con hipótesis, extraídas de algunas referencias historiográficas, o el hallazgo arqueológico fortuito. Quiera la diosa Fortuna que algún día, la piqueta de algún constructor –como ha sucedido en varios lugares de la ciudad, el más reciente, en la plaza de la Encarnación, al excavar los cimientos de Las Setas-, nos depare noticias del espléndido Foro porticado de la Híspalis Imperial, así como del resto de la ciudad romana que duerme en las entrañas de la tierra.


Maqueta de la Colonia Iulia Hispalis en el siglo III d. de C. En el centro de la misma, prolongando el Acueducto por una imaginaria calle Águilas,  se puede ver el Foro de la ciudad



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miércoles, 25 de enero de 2012

Las reflexiones de un mono


Cuando estamos aburridos, no sé por qué, nos creemos superdotados. Entonces llega el momento de las estupideces, y hasta nos atrevemos a pensar. Al conjunto de nuestras idioteces las llamamos de todas las bellas maneras posibles. Algunos, no contentos con el despilfarro de energía que el gesto supone, nos atrevemos, incluso, a intitularlas "Reflexiones".

¡Nunca estuvo el mono tan enamorado de sí mismo!





El egoísmo está relacionado con la ausencia de amor.
Quien ama, se entrega y da, sin esperar recibir nada a cambio.

-o-o-o-o-o-

La generosidad es un acto reflejo de la racionalidad, mientras que la del ego, está íntimamente ligado a nuestro pasado animal.


-o-o-o-o-o-

El silencio es el sonido constante que produce la rotación de la Tierra cuando gira en el espacio.


-o-o-o-o-o-

Para salvarnos, cuando mantenemos nuestras batallas internas, siempre echamos mano de un culpable externo.

-o-o-o-o-o-

El hombre que ves,
no es el hombre que soy,
es el hombre que tu quieres ver.

-o-o-o-o-o-

El hombre que ves,
no es el hombre que soy,
es el hombre que quisiera ser.

-o-o-o-o-o-

Hay quien teme la soledad física, en cambio, a mí, lo que me aterra, es la soledad compartida.

-o-o-o-o-o-


A veces, confundimos el latido de nuestro corazón, con el ruido que produce la bomba que extrae el agua del pozo.

-o-o-o-o-o-


Si el mal es la ausencia del bien,
y la fealdad la carencia de belleza,
¿qué es la vida y la muerte?
Conozco a vivos que deambulan como muertos,
y, a su vez, muertos que se pasean vivos por nuestros recuerdos.


-o-o-o-o-o-

Entre llegar y venir está el tramo más insalvable: morir.

-o-o-o-o-o-

No tiene sentido seguir buscando.

Si existes, al final terminaré encontrándote.

Aunque me quede sentado, acabarás en mis brazos.

-o-o-o-o-o-

Nadie debería morir.
La muerte es el mayor atentado criminal que se comete contra la vida.

-o-o-o-o-o-

El hombre debería ser eterno,
sólo así reventaría en su osadía.

-o-o-o-o-o-


...Y el hombre creo a dios, y lo hizo a su imagen y semejanza.





martes, 24 de enero de 2012

Otro sector de los Caños de Carmona




La fotografía muestra un nuevo tram0 de los llamados Caños de Carmona. Nos referimos al que iba desde la carretera de su Eminencia, pasaba junto a la que vendría a ser barriada de los Pajaritos, y finalizaba en las proximidades de la avenida de la Cruz del Campo.
En la actualidad, aún pervive una parte de éste, concretamente el q
ue está junto a la citada barriada y la avenida de Andalucía, el cual tuvieron el buen acierto de no demoler y preservar, para que las generaciones venideras pudiésemos contemplar.

Como la mayoría conoce, los Caños de Carmona era un acueducto que traía el agua, desde la cercana Alcalá de Guadaira, hasta Sevilla.
Su primitiva construcción se debe a los antiguos gestores de la Híspalis romana (hay quienes apuestan a que fue obra de Julio César), pero que en la desdichada etapa visigoda llegó a deteriorarse de tal manera que cuando la ciudad floreció de nuevo en época islámica, no quedaba ningún resto de él.
La casualidad quiso que el citado acueducto se recuperase. En época almohade, los responsables de abastecer de agua potable a Isbiliya buscaron nuevos pozos y manantiales que ofrecieran un líquido menos salobre que el que hasta ahora les proporcionaba el río y los arroyos que desaguaban en él.
Fue en esa búsqueda cuando descubrieron que, unas filtraciones que se producían al este de la ciudad, eran consecuencia de un antiguo y destruido acueducto que llegaba hasta las puertas de ésta y se prolongaba hasta las afueras, en dirección a Alcalá de Guadaira.
A partir de e
sta pista –y como resultado de la gran calidad del agua que traía-, se decidió recuperar el viejo acueducto, construyendo sobre su trazado, el nuevo, para poder salvar con esta obra de ingeniería, el desnivel existente entre la Puerta de Carmona y Torreblanca de los Caños. Desde aquí, hasta el origen del manantial (se especula que estaba localizado en los Cercadillos de la Huerta de Santa Lucía, en el lugar donde se ha descubierto la antigua y desaparecida ermita de Santa Lucía y, donde algunos investigadores suponen que se encontraba también el santuario tartesio a la Luz Divina, el Lucero), el agua llegaba a través de una canalización, unas veces a ras de tierra, otras, a través de largos túneles excavados en la roca o construidos con ladrillos.

De esa manera, el acueducto se volvió a poner en marcha el año 1172, un 13 de febrero, y estuvo en uso hasta el siglo XIX.  Sólo el aumento de población y el agotamiento del antiguo manantial hizo que se buscaran nuevas fuentes de agua potable y que se abandonase la antigua conducción, primero, hispalense, y más tarde, andalusí.
De nuevo volvió a ser olvidado y el mantenimiento del mismo, descuidado.
A su cobijo acudieron a buscar refugio todo tipo de gente: pastores, familias pobres que no tenían techo, ru
fianes, malhechores, etc., hasta que empezaron a ser un peligro para los habitantes cercanos a él (Puerta Carmona y la Calzada), que protestaron tanto a las autoridades locales, que éstas, al final, no tuvieron más remedio que proceder a su derribo el 26 de enero de 1912.

Hoy, los únicos testigos que quedan son:

  • el trozo de los Pajaritos, que estuvo en pie hasta finales de 1959.
  • el de la calle Jiménez de Aranda, gracias a que sirvió de cerramiento a una huerta que se hallaba en aquel lugar, llamada Alcantarilla de las Madejas.
  • y el tercero, gracias a que quedó oculto bajo el puente que levantaron para salvar el trazado ferroviario, en la misma Puerta de Carmona.

Interpretación de la fotografía.

Parte inferior izquierda y central: Construcción de los primeros bloques de los Pajaritos.
Al fondo, en la parte central, una vez cruzado el arroyo Tamarguillo (antiguo Ranilla): La desaparecida cárcel de “Ranillas”, y un poco más arriba, la incipiente barriada de Nervión.
En la parte superior izquierda: Una vista, no muy nítida, del centro de la ciudad, con la imagen destacada de la Giralda.
A la derecha de ésta, la torre y las antenas de la vieja central de Telefónica, en la calle de Luis Montoto.
Un poco más abajo y a la derecha, el edificio de viviendas del Banco Urquijo, al principio de la avenida de la Cruz del Campo.
A la derecha de éste, y ya en la parte superior derecha, la Fabrica de cervezas de la Cruz del Campo y un poco más a la derecha de ésta, lo que parece ser la construcción de los primeros bloques de viviendas en el Polígono de San Pablo.
Parte inferior derecha: Tramo del acueducto proveniente de Torreblanca y antigua carretera de Alcalá de Guadaira, por donde hoy discurre la masificada avenida de Andalucía.
La parte arbolada que queda a la derecha del acueducto es la que acoge en la actualidad al centro comercial Los Arcos, y más a la derecha, el polígono industrial de la Carretera Amarilla.

Confío en que hayan disfrutado con este paseo por la Sevilla de finales de 1959.




lunes, 23 de enero de 2012

La Híspalis de Julio César: La "Colonia Iulia Romula Hispalis"











Durante más de un siglo y medio, la existencia de Híspalis queda silenciada. La trayectoria histórica de uno de los primeros asentamientos romanos en el mundo, pasará desapercibido durante un largo período de tiempo. No habrá de ser hasta el año 49 a. de C., cuando el nombre de ésta aparezca, por primera vez, reflejado en la historiografía de la antigüedad.

La primera referencia la encontramos en un escrito de Julio César –el “Bellum Civile”-, donde nos relata que, “M. Terencio Varrón (partidario de Pompeyo), para enviar trigo a las tropas pompeyanas asediadas por César en Marsella y Lérida, encargó a los astilleros de Híspalis y Gades, la construcción de unas grandes naves capaces de realizar el transporte marítimo de dicho cereal”.
En éste párrafo, César, además de darnos noticias sobre la Híspalis silenciada, nos informa de la existencia en la ciudad de unos competitivos astilleros, capaces de rivalizar con los de Gades, con lo que se confirmaba que la “visión futurista” de Escipión el Africano había sido del todo acertada.
Otro texto que relata la importancia del citado puerto hispalense, es el “Bellum Alexandrino”

La segunda referencia a la ciudad la encontramos en el mismo “Bellum Civile”. En ella nos cuenta César que “una de las dos legiones que mandaba Varrón, la Vernácula, formada por romanos nacidos en España, deserta en masa y se retira a Híspalis, donde se cobija en los pórticos del foro, hasta que los ciudadanos romanos que habitaban la ciudad, distribuyeron a los soldados en sus hogares”.
De nuevo se cita a la ciudad, pero lo que más nos importa de este pasaje es que nos habla de la existencia de un gran foro porticado en ella.








También tenemos noticias a través Aulio Hircio, donde en su “Bellum Hispanensi”, nos cuenta que César, para que los partidarios de los hijos de Pompeyo no quemaran la ciudad y destruyeran las murallas, dejó que estos pudieran escaparse sin producir ningún daño.
Por esta referencia conocemos que la ciudad ya estaba amurallada antes de la llegada de César y que aún seguía siendo un “oppidum o vicus”, o sea, una ciudad extranjera, a pesar del elevado estado de romanización que había adquirido por esas fechas, y de que el latín se había impuesto ya como lengua oficial. Según cuenta Estrabón, “los turdetanos ya habían olvidado su lengua vernácula para hablar exclusivamente el latín”.
Estamos hablando del invierno del 46-45 a. de C., a pocas semanas de que el gran enamorado de Híspalis –César-, le diera un nuevo estatuto jurídico, denominándola a partir de ahora como “Colonia Iulia Romula Hispalis”, considerando a sus habitantes como ciudadanos romanos de pleno derecho.

La última referencia a la ciudad la realiza Cicerón, en el año 43 a. de C., al comentar una carta que le envía Asino Polión, gobernador de la Ulterior, donde acusa a Balbo "de haber arrojado a las fieras, en Híspalis, a un ciudadano romano, por el mero hecho de ser deforme".
Nueva referencia a la ciudad y un importante dato a destacar: la existencia de un anfiteatro en ella, único lugar donde eran posible estas actividades con animales.
 





La ciudad se vio obligada a crecer por el único lugar por el que podía hacerlo: la zona norte del antiguo altozano.
El perímetro de ésta se ampliaba desde la calle Muñoz y Pabón hasta la plaza de Santa Catalina, de donde partía la parte norte del Cardo Máximo, y continuaba por calles Alhóndiga, Cabeza del Rey Don Pedro, plaza de la Alfalfa, Corral del rey y Abades, donde finalizaba el tramo sur.
La localización del Decumano Máximo es bien visible actualmente. La parte este partía de la Puerta de Carmona, continuando por la calle Águila hasta cruzarse con el Cardo Máximo en la Alfalfa, para proseguir por la calle Alcaicería hasta alcanzar la plaza del Salvador en su tramo oeste.

El trazado de su muralla está consensuado, exceptuando el tramo norte, donde no hay un acuerdo unánime.
La parte sur de ésta corría próximo al arroyo Tagarete, entre la plaza de la Virgen de los Reyes y la del Triunfo.
Por el este seguía manteniendo el curso del citado arroyo, hasta llegar a la Puerta de Carmona donde giraba hacia el norte. Aquí es donde no se ponen de acuerdo los investigadores, ya que algunos mantienen que el lienzo de muralla continuaba hasta la Puerta de Osario, antes de encaminarse hacia Santa Catalina.
Los últimos hallazgos encontrados en los alrededores de Puerta Carmona hacen creer que era aquí donde la muralla emprendía su tramo septentrional, llegaba a la citada plaza de Santa Catalina (donde se han encontrado restos de ésta), continuaba por calle Gerona, plaza de San Juan de la Palma y terminaría en la de San Martín donde se iniciaba el tramo de poniente.
Este recorría las calles Cervantes (entre ésta calle y la de Amor de Dios hay una diferencia de nivel de cuatro metros, se cree que producidos por los restos de la muralla), Orfila, plaza de Villasís (en este lugar también se han encontrado restos de lo que podría ser un lienzo de muralla) Cuna, plaza del Salvador, hasta finalizar en el lienzo sur, próximo a donde hoy se encuentra la Catedral.

Si hacemos una recopilación de lo visto hasta el momento tenemos que, cuando la historia empieza a ocuparse de Híspalis, ésta es ya una de las ciudades más importantes de la península, la cual posee una muralla que la defiende –además de la protección que le proporcionan el Guadalquivir y el Tagarete, como ya vimos en el anterior trabajo-, un puerto cercano al mar, un importante astillero, un extenso foro porticado y un anfiteatro. Es de suponer que además contaba con un teatro y el circo donde celebrar las carreras. Dada la importancia de la ciudad, estos son unos elementos que no faltarían en ella, aunque éstos no han podido ser localizados hasta ahora.

Algunos investigadores apuntan que el teatro estaba cercano al Prado de las Santas Justa y Rufina, entre las calles Júpiter y Gonzalo de Bilbao. En este espacio, Ramón Corzo, “registró una depresión de cinco metros de profundidad y una forma sugerente de cávea”. Hay quien apunta que, los peldaños de las actuales gradas, formaban parte de los asientos de este teatro.






En el plano de Olavide, realizado en el siglo XVIII, se puede apreciar, al este de la ciudad, más allá de la muralla y cercano al arroyo Tagarete, grandes socavones que podrían pertenecer a los restos del teatro y del anfiteatro, aunque algunos otros lo rechazan, argumentando que estas depresiones corresponden a los vertidos de basuras y desechos “industriales”que allí se arrojaban.
Espinosa de los Monteros nos informa de la localización –según él- del anfiteatro y del circo:
  • el primero, en la Puerta de Carmona, junto al oratorio de las Santas Justa y Rufina;
  • el segundo, en las inmediaciones de la antigua Borceguinería, (explanada que acoge en la actualidad la plaza virgen de los Reyes y la Catedral), donde creía haber encontrado restos de él y de donde procedían –según cuenta-, las columnas de las gradas que hoy rodean el perímetro de la Catedral.

Ya no queda más que concluir diciendo que, a finales del imperio, Híspalis había llegado a convertirse en la primera ciudad de Hispania –algunos autores afirman que el nombre de Hispania es una derivación de Híspalis, tal fue su importancia-, y undécima del mundo, sólo por detrás de Roma, Constantinopla, Cartago, Antioquia, Alejandría, Tréveris, Milán, Capua, Aquileya y Arles, según el dato que nos proporciona el poeta Ausonio.

Que Julio César fue un enamorado de ésta y que como tal la mimó.
Durante el tiempo que fue cuestor la consideró como parte de él y la obsequió cuanto pudo.
Cuando fue pretor consiguió que Roma suprimiera los tributos que Metelo había establecido, liberando a la ciudad de unos impuestos gravosos, al mismo tiempo que la tomaba bajo su protección y presentaba y defendía en el Senado causas privadas y públicas que llegaron a proporcionarle algunas enemistades.
De igual manera se comportó en su consulado, concediéndole desde la distancia, cuantas ventajas pudo.
Pero los hispalenses no supieron ser agradecidos. Pronto olvidaron los beneficios que éste les concedió. La aristocracia republicana siempre fue fiel a Pompeyo en el conflicto que los dos adversarios mantuvieron, en cambio, la mayoría del pueblo –sobre todo, las capas menos favorecidas-, eran partidarios de él por el revulsivo revolucionario que desprendían sus ideas, aunque en determinados momentos del conflicto que César mantenía contra los hijos de Pompeyo, los hispalenses se pusieron del lado de éstos.
El último capítulo del “Bellum Hispaniense”, hace referencia a esta batalla y también narra el desencanto que produjo en el general las muestras de ingratitud de los habitantes de la Bética y de Híspalis.
No tomó ninguna represalia contra la ciudad: la amaba demasiado. Cuando decide entrar, lo hace con una mueca de decepción, pero absteniéndose de utilizar la violencia contra ella ni sus ciudadanos. César se limitó a lanzar un fuerte correctivo verbal, y tal vez, la confiscación de algunas tierras para sus soldados veteranos.

César amó a Híspalis, quizás más de lo que lo amaron a él sus habitantes.
Él la amplió, la engrandeció, reforzó sus murallas, la protegió, pero sus hijos no supieron corresponderle.
Híspalis descansa en las profundidades de la nueva Sevilla, esperando, tal vez, que otro enamorado la descubra.
Es poco lo que la arqueología nos ha deparado, así como también son escasas las fuentes históricas, pero lo que nadie pone en duda es que Híspalis fue una gran colonia romana que sigue viva bajo tierra. Quizás algún día tengamos nuevas noticias de ella.


 Maqueta de la Colonia Iulia Hispalis en el siglo III d. de C.



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sábado, 21 de enero de 2012

Las Malvinas no valen otra guerra

Un cacho de tierra no es suficiente para que los hombres se maten, máxime, cuando los muertos los pone el pueblo.
Que no os manipulen los políticos.
Cuidado con ellos, porque, en épocas de dificultades, estos malabaristas de las ideas suelen echar mano del patriotismo.
Y luego pasa lo que pasa.
Corre la sangre y aparecen por todas las esquinas, las viudas y los huérfanos del hambre, vestidos con el mono de trabajo que les dejó en herencia sus hombres.

No lo olvidemos jamás.
No particepemos en "sus" guerras.

Dejémosles que se pudran en su inconsistencia.
Ellos tendrán las armas y la “razón” que éstas les prestan.
Se creerán invencibles.
Sacarán sus rebaños a pastar, cuidarán los jardines, y tomarán hasta unas cervezas.
Pero por la tarde, cuando salgan de paseo y miren a poniente, lo que verán, serán las costas de la hermosa Argentina.
Las nieblas de la metrópolis se habrán disipado.
Y se servirán, de nuevo, de las bebidas,
para imaginar que la patria está a dos pasos.

Las Malvinas para sus dueños.

Por muchas vueltas que quieran darle, las Malvinas son Argentina, como Gibraltar es español.


Podréis tener poderosos ejércitos y el apoyo del yanqui, pero los argentinos tienen sobradas razones para exigir la devolución de su tierra.

La época de los imperios se desvanece.

No tiene sentido poseer lo que no es tuyo, a no ser que seas más antiguo que Inglaterra, que en eso no hay quien les gane.

No son del siglo XXI.
No son de este planeta.
Parece como que se les hubiese estropeado la máquina del tiempo.



viernes, 20 de enero de 2012

Aniversario




 


Llegué a tí,
desolada,
sin equipaje,
como quien llega a una ciudad extraña,
una
triste tarde de domingo,
y me deslumbraron tus altas torres,
tus
rutilantes cúpulas...
 






Autora: Carmela

miércoles, 18 de enero de 2012

Leer fortalece


Grafiti artisteado en la tapia de un viejo colegio




Es el mejor nutriente para el pueblo.

Ningún dietista lo prescribe.
Ningún gobierno lo recomienda.
La iglesia ve en él al diablo.
Es transformador, radical, y puede llegar a ser, subversivo.
Todos los poderosos lo temen.
Tratan de no dejarlo al alcance de los desfavorecidos.
Su poder es infinito.
Tiene un alto riesgo de contagio.
Aquellos que no lo consumen llegan a padecer “anorexia cerebral”.
Se recomienda su uso , varias veces por semana.
No tiene caducidad.
No posee ninguna contraindicación.
Se puede utilizar a cualquier edad, preferible empezar el tratamiento desde la niñez.
Sus efectos son inmediatos y duraderos.
Sólo tiene una “pega”: crea adicción, y, en algunos casos se ha detectado, indicios de lucidez mental.
Se recomienda su consumo de una manera masiva e “irresponsable”.




martes, 17 de enero de 2012

La Híspalis primitiva











Tras vencer, en el año 206 a. de C., las legiones romanas a los cartagineses, en la que sería la decisiva y última batalla por el control de la península Ibérica, Escipión el Africano fundaría dos asentamientos en Sevilla que llegarían a tener un papel relevante en la futura historia de Roma:

El primero, Itálica (primer vicus civium romanorum de la península) en la margen derecha del río, en un punto estratégico para el control de los minerales que, procedentes de la sierra de Huelva, llegaban al Guadalquivir, y para la entrada a la Lusitania desde el valle de este río.

El segundo, Híspalis, en la margen izquierda. Es casi seguro que ese mismo año comenzaría la reconstrucción de la devastada Ispal turdetana. Su situación junto a un río navegable que tenía la desembocadura a pocos metros (hay que recordar que el mar, en esa época, llegaba hasta Coria del Río) la hacían ideal para la construcción de un puerto que permitiera el comercio marítimo con la metrópolis.

El origen y significado del nombre es algo en lo que los investigadores no se ponen de acuerdo, aunque donde más coinciden es en que sea una latinización del antiguo nombre fenicio.

El lugar elegido para la fundación de este segundo vicus fue el antiguo asentamiento turdetano, un cabezo alargado de norte a sur, de unos 15 metros de altura, con una superficie aproximada de 90.000 metros cuadrados (450 m. desde la calle Muñoz y Pabón a la plaza de la Alianza, por los 200 m. comprendidos entre los jardines de Murillo y calles Francos y Placentines), con su centro más elevado en la actual calle del Aire, a 17 m. sobre el nivel del mar.
El estrato primitivo de este altozano está formado por un subsuelo de caliza fosilífera (característica de los Alcores), cubierta de un manto de aluvión que, las inundaciones que el río provocaba todos los años, lo ha elevado a la altura actual.
En años de fuertes precipitaciones, ese cabezo quedaba convertido en una isla. El terreno que quedaba libre de aguas era un polígono (delimitado todo él por la línea de la cota 14), cuyo perímetro correspondería al que hoy trazan las calles:

  • Francos, Argote de Molina y Placentines, por el oeste.
  • Mateos Gago, Rodrigo Caro, plaza de Doña Elvira y Gloria, por el sur.
  • Callejón del Agua, Mezquita, Cruces, Fabiola y Francisco Rubio, por el este.
  • San Nicolás, Muñoz y Pabón, Plasencia y Cuesta del Rosario, por el norte.

En un principio, los romanos instalados en la primitiva Híspalis serían pocos: un puñado de comerciantes interesados en el tráfico de metales, y tal vez, productos marinos y agrícolas, además de una pequeña guarnición militar. Pero en el último siglo de la República, el número de éstos debió de aumentar considerablemente, ya que el latín se impuso como lengua oficial, a semejanza de lo que ocurrió en el resto de los asentamientos importantes que poseían en Andalucía.
La ciudad aún no tenía la categoría de colonia, sino un vicus, como lo eran Itálica, Málaga, Códoba o Cádiz, una comunidad
de peregrinos establecida en función de la convivencia de unos y otros. Aún estaba lejos de la estrategia romana la creación de colonias donde pudieran establecerse indefinidamente sus ciudadanos. Los que se encuentran en la península sólo lo hacen por motivos económicos o militares, aunque el caso de Itálica, quizás fuese el primer “proyecto experimental” que realizasen lejos de sus fronteras, o una perfecta visión de futuro de Escipión, cuando decide instalar en esa localidad a los veteranos y heridos de la batalla de Ilipa.

Se desconoce si la primitiva Híspalis contaba con murallas al principio, aunque debido a la protección que le ofrecía la geografía, es fácil suponer que no, o la que hubiera, correspondía a la fenicia ya existente.
La zona más desprotegida era la norte, ya que ésta no contaba con ninguna barrera natural que la defendiera. En cambio, por el este y el sur, se encargaba de hacerlo el arroyo Tagarete, que recogía las abundantes aguas que le proporcionaban los grandes llanos que existen más allá de la actual barriada de Valdezorras y que, tras recorrer el Prado de las Santas Justa y Rufina, Puerta Carmona, Puerta de la Carne, el Prado de San Sebastián, calle San Fernando, las vertía en el Guadalquivir, junto a la actual Torre del Oro, donde aún queda el testigo soterrado de su desembocadura.
Por el oeste estaba la gran protección que le proporcionaba el Guadalquivir, además de un brazo que, partiendo de la Barqueta, recorría la Alameda de Hércules, Trajano, Tetuán, Plaza Nueva, uniéndose de nuevo a él en el Arenal.

Poco más se conoce de la primitiva Híspalis, ya que -¡por desgracia!-, tanto los restos de este periodo, como de los restantes, se hayan a bastantes metros de profundidad, si no, véanse los pocos que se han descubiertos en calle Mármoles y debajo de las “Setas” de la Encarnación. Toda una gran ciudad enterrada (igual que Pompeya), de la que poco llegaremos a conocer por las dificultades que presenta su recuperación arqueológica.

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lunes, 16 de enero de 2012

Hagan juego, señores, la banca gana


Es para felicitarse.
En la última subasta de deuda pública, celebrada el pasado jueves, el gobierno español ha colocado casi el doble de lo que tenía previsto, casi diez mil millones de euros.
En un principio, este dato sería para estar contento, ya que a esta gran demanda se le ha unido un leve descenso del interés que habremos de pagar por ella.
Pero no es este el caso.
No todo es tan bueno como parece y que el dato del jueves signifique una ligera mejoría en la visión mundial de nuestra economía, ni mucho menos, en la conclusión de los recortes sociales impuestos por el mercado.

Nada de eso.

La explicación está en el hecho de que los bancos, una vez reventada la burbuja inmobiliaria, han encontrado un nuevo filón donde hacer los negocios, y no es más que la compra de deuda pública soberana de los mismo países que ellos acosan, con el dinero que estos países inyectan para salvarlos de la quiebra, además del que les presta, a un bajísimo interés, el Banco Central Europeo.
Este dinero debería ser empleado para la reactivación económica de esos distintos países a través de la concesión de créditos a las pequeñas empresas, autónomos y familias, pero nuestros ambiciosos bancos, después de una política indecente de créditos basura, apuestan en estos momentos por “el negocio seguro”, y prefieren invertir “su capital”, en la compra de estas deudas estatales que les son más rentables y menos arriesgadas.
Si no, juzguen ustedes mismos.
El dinero se lo prestan al 1%, y ellos reciben un 4, un 5, y hasta un 6 por ciento por los intereses de estas inversiones magistrales que están realizando, algunas de ellas con vencimientos a tres y seis meses.
El negocio es redondo.

Cogen dinero -que no es suyo-, al 1%, lo colocan en esta nueva burbuja creada, y reciben, en unos pocos meses, unos altos beneficios que están endeudando, cada día más, la economía de estos países agobiados.

Mientras esto ocurre, las pequeñas empresas y autónomos se ven obligados a cerrar por falta de liquidez, debido a la negativa de estos bancos a concederles nuevos créditos y, hay que decirlo muy alto, a la fuerte deuda que mantienen organismos públicos estatales, autonómicos y locales, con estos pequeños empresarios. Conclusión.
Mientras al país se le agudiza, cada día más, la crisis económica.
Mientras miles de emprendedores se ven sin empresas y endeudados.
Mientras miles de trabajadores se ven abocados al paro.
Mientras las familias se quedan en la calle por no poder hacer frente a las hipotecas, los banqueros y los especuladores, han de estar frotándose las manos.

viernes, 13 de enero de 2012

Abuelo coraje



El día 24 de enero, se cumplirán tres años de la desaparición y asesinato de Marta del Castillo.
Mientras escribo, las cadenas de radio informan del fallo (¡nunca mejor dicho!) de la sentencia contra los cuatro adultos implicados: 20 años de prisión para Miguel Carcaño, y los otros tres, declarados inocentes. El del supuesto menor se conoció en marzo de 2011, en el que la Audiencia de Sevilla lo condenó a dos años y once meses de reclusión en un centro de menores por un delito de encubrimiento. Este, también, anda suelto.

Si no fuese por la gravedad del asunto, uno se revolcaría de risa. Si no fuese por la trágica realidad del suceso, uno creería que ha terminado de leer una novela de Franz Kafka. Si no fuese porque soy cobarde, me atrevería a decir lo que pienso de los jueces, de los abogados que han defendido a los implicados y de la policía que ha llevado el caso. Si no fuese porque creo, firmemente, que no estamos en un estado de derecho, y que todos los ciudadanos no somos iguales, aceptaría que se ha hecho justicia. Si no fuese porque estoy acostumbrado a que los sinvergüenzas anden sueltos por las calles, y las personas honradas aprisionadas por el miedo conjunto que les produce esta gentuza y los estamentos que, en teoría, deberían defender sus libertades, tal vez me sorprendería. Pero no es el caso. Ni me sorprende esta sentencia absolutoria, ni el escarnio al que han sido sometidos los familiares de Marta.

En España todo es posible, España es el paraíso de los delincuentes y asesinos. En este país de fachas y progres se castiga más a un pobre diablo que roba una barra de pan, que a un ladrón de guante blanco que se ha quedado con miles de millones. En este bendito pías de las tonterías, la justicia se ensaña más contra una indefensa madre que ha tenido la debilidad de dar un cachete a su insoportable hijo, que contra un cruel maltratador.
Veinte años por asesinar toda una vida. Veinte años por segar la alegría de una familia. Libertad para los colaboradores, para los encubridores, para los que se han reído durante tres años de toda la sociedad responsable, reído de la policía, reído de la justicia.

Mientras, el cuerpo de Marta sigue escondido, incinerado, o vaya usted a saber dónde lo han metido esa canalla.
El abuelo no se resiste a que su niña siga pasando frío. Es incombustible. No quiere irse de esta vida sin haberle dado su último refugio.
Ahora la busca por el arroyo que corre entre Castilleja de Guzmán y Camas, terrenos que los del lugar que llaman, “el Polvorín”, y que no es más que un antiguo campo de tiro donde el ejército realizaba prácticas. Los que conocemos el sitio sabemos las condiciones adversas que presenta y las pocas posibilidades que hay de que el cuerpo se encuentre allí.
A pesar de que existe una extensa lámina del arroyo cubierta por un gran follaje de eneas y demás plantas acuáticas, en la que sería posible ocultar un cuerpo, es impensable que, después de tres años, nadie hubiera logrado descubrirlo, ya que por ese espacio transita gran cantidad de paseantes y cazadores con perros que habrían detectado algo.

Admiro el coraje de este abuelo, y las fuerzas y el valor de los padres para soportar la tragedia de su hija, pero lo que más me impresiona de toda la familia es, la entereza que mantienen para controlarse cuando están delante de todos los implicados. Es formidable su ejercicio de contención ante tanto atropello.
Nuevo jarro de agua fría para añadir a su angustia. Marta muerta. Su asesino, sentenciado a una ridícula condena de 20 años que no cumplirá en su totalidad. Se ve a las claras que no son de ETA.
Con su carita de niño bueno y los cursos de “reinserción social” que realice, pronto andará tomando cañas con los restantes inculpados, y, mientras degustan el frescor de una sabrosa cerveza, recordarán, muertos de risa, el engaño a que sometieron al estamento jurídico y policial.

Otra razón más para sentirse orgulloso de ser español.
¡Ah! Y si alguien sabe, ve o escucha algo por ahí que pueda descubrir su paradero, que no dude en comunicárselo a su familia. Al pobre abuelo coraje, no le queda mucho tiempo.

martes, 10 de enero de 2012

¿Tendremos la sufuciente paciencia?


Las muros han dejado de ser el lugar donde se fusilaba a los contrarios.
Ahora ha pasado a ser un lugar donde se cuelgan pensamientos. Es como un Internet rudimentario.


¿Hasta cuando seremos capaces de esperar?

La empresa, bien merece la pena.

¿Cuántos de nosotros llegaremos hasta el final?

¿Cuántos quedarán derramados por el camino?

Lo imposible, es posible que suceda.
Sólo es cuestión de esperar y desearlo.



lunes, 9 de enero de 2012

"Año nuevo, vida nueva": El gran engaño de la humanidad





¿Dónde estoy? ¿Entro o salgo, me muevo o me ubico?
No sé quedarme quieto, haga lo que haga, siempre me dirijo a ningún sitio.
¿Qué digo? ¿Me piensan o existo?
¿Cuál es la diferencia entre vivir y ser vivido?
¿Cuál la de atrapar el espacio o ser arrollado por él mismo?
¿Vivimos el tiempo, o, tal vez, es éste el que nos transcurre?
En el mundo de los majaras, el loco es el más cuerdo. Está claro. O al menos, ellos no tratan de justificar su osadía.
Pero en el mundo de los hombres, el más coherente es la mascota de compañía. ¡Siempre dando a cambio de nada! Todo el rato mirando la tristeza de tu sonrisa.
Nos creemos de vuelta, cuando aún ni siquiera hemos emprendido el camino.
Somos lentos, perezosos y esquivos.
No tenemos salida. De nada sirvió la destrucción de Sodoma y Gomorra.
De nada sirvieron las plagas. De nada sirvió el diluvio.
Seguimos padeciendo las mismas carencias.
El hombre se autodestruye. El mundo se autoaniquila.
¿Qué queda más allá de la esquina?
¿Hay algo por lo que merezcamos ser salvados?
Nosotros mismos ponemos barreras a nuestras ilusiones.
Hacemos calendarios engañosos que no nos sirven para nada.
Marcamos el tiempo, con falsas estaciones donde no se baja nadie.
Inventamos absurdos relojes, inservibles calendarios, que no nos convencen, con el enfermizo afán de aprisionar en ellos a los querubines juguetones.
Disfrutamos, trazando fronteras sobre imaginativos países. Raya, punto, raya, punto... Desolación para los hombres.
Las rayas son el hambre. Los puntos, las balas que disparan los fusiles.
Con las fronteras –igual que ocurre con las puertas-, pensamos que nos protegemos, cuando lo único que hacemos es levantar una barrera de odio.
¿Queda algo al revolver la esquina?
De verdad, ¿existe alguna razón por la que merezcamos ser salvados?
¿Habrá un dios tan generoso que pueda aceptar nuestra maldad y nuestra agria soberbia?
Odio a los santones, a los profetas, a los tímidos, a los callados, a los “buenos”. Son un eufemismo inaceptable, un pozo ciego donde se acumula la bilis que más tarde vuelcan sobre los demás.
Prefiero a los “golfos”, a los estigmatizados, a los rebeldes, a los incomprendidos, y también a los locos. Al menos, estos no ocultan su maldad tras un halo de inocencia.
Me siento más cómodo entre ellos. Tienes la impresión de que nunca te traicionan.
Reivindico a Lord Byron, Jean Genet, Céline, Sartre, Henry Miller o Cortázar en la lectura. Giuseppe Arcimboldo, Murillo, Van Gogh o Goya en la pintura. Erik Satie, Mahler, Arvo Pärt, Jan Garbarek, Ian Anderson o Dylan en la música. A Chaplin, Lars Von Trier, Michel Haneke, los Monty Python o Michael Moore en el cine.
Me atrae su abismo. Ellos están lejos de la compresión de los iconoclastas y de los academicistas.
Pero lo que más rechazo produce es su atrevimiento a la transgresión, su ingenio, su manera de innovar, el descaro que supone, adelantarse en el tiempo y a ellos.

Golfos, asexuales, apóstatas de lo establecido, transformadores, visionarios, idealistas, transgresores, apostadores de las causas perdidas, son los que perfilan y hacen avanzar el mundo. Sin ellos –aunque a muchos les cueste aceptarlo-, el hombre aún caminaría encorvado y con taparrabos.
Mientras, el resto se escuda en la torre de sus mentiras.
Hablan de absurdos conceptos, como el de reinventarse, pero esto no es más que una falacia para huir de la realidad que les atosiga.
Quieren creer que con el cambio de año -que ellos han inventado-, es posible que surja un hombre nuevo, allí donde no hay terreno abonado.
Quieren pensar que el mundo será distinto, sólo por el mero hecho de desearlo.
Por unos segundos creen en la utopía del hombre nuevo, aunque ninguno se haya cuidado de regar el platón de los deseos.
No sé qué hago aquí.
Sigo teniendo mis dudas de si salgo o si entro.
¿A quién se le ocurrió hacernos tan diferentes y meternos en un mismo planeta?
¿Por qué no se ideó pequeños asteroides donde colocar en uno a todos los locos, en otro, a los los endemoniados, en el siguiente, a los engañados, en el de más allá, a los serviles, cercano a éste, el de los rastreros, y más alejado, uno para los visionarios, otro para los utópicos, etc.?

Año nuevo, vida nueva, quieren creer los ilusos.
... Y el mismo día 2 de enero cayó la primera víctima de violencia de género. Los niños siguen muriendo de hambre en África y, en Oriente Medio, las bombas suicidas siguen causando más muertos.
Obama, en Estados Unidos, continúa tensando la paz más allá de sus fronteras, y el Papa, desde el "Balcón de las bendiciones", en el Vaticano, imparte el "Urbi et orbi". Con ellos ya estamos seguros y salvados.

¡Por favor, que alguien pare el mundo, que quiero bajarme en la próxima parada!

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