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miércoles, 26 de mayo de 2021

Mariana Pineda


 

 

 

 

Hoy se cumplen 190 años (mayo de 1831) de la ejecución de Mariana Pineda, una liberal andaluza que luchó por defender la libertad que nos habíamos dado los españoles tras expulsar de nuestras tierras a los franceses, y que el Borbón de turno, Fernando VII, pisoteó ominosamente.

Quede aquí mi testimonio para esta valiente mujer que rescató Federico García Lorca para hacerla heroína de una de sus obras de teatro. 

 

 

 

 

miércoles, 2 de agosto de 2017

¡Orgulloso de ser andaluz!








¿Hasta cuándo consentiremos que se mofen de nosotros? Si somos el hazmerreír de buena parte de España, por qué insistimos en seguir formando parte de ellos?










lunes, 12 de agosto de 2013

Blas Infante: Frases escogidas















  • Yo tengo clavada en mi conciencia, desde mi infancia, la visión sombría del jornalero. Yo le he visto pasear su hambre por las calles del pueblo, confundiendo su agonía con la agonía triste de las tardes invernales.
  • He visto entregada esta tierra a aventureros de la política, a advenedizos que hacen de ella asiento de su cretina vanidad y base de su mezquino interés. Los que hacen de la política una profesión exclusiva y excluyente (como una propiedad) suelen hablar de conflictos entre ideas y realidades. La diferencia entre ellos y nosotros es esta: para ellos, las realidades de un país son los intereses creados; para nosotros, las realidades de un país son los dolores creados por esos intereses.
  • Mi nacionalismo, antes que andaluz, es humano. Creo que, por el nacimiento, la naturaleza señala a los soldados de la Vida el lugar en donde han de luchar por ella. Yo quiero trabajar por la Causa del espíritu en Andalucía porque en ella nací. Si en otra parte me encontrare, me esforzaría por esta Causa con igual fervor.
  • Nosotros no podemos, no queremos, no llegaremos jamás a ser europeos. Pero jamás hemos dejado de ser lo que somos de verdad: esto es, andaluces, euro-africanos, euro-orientales, hombres universalistas, síntesis armónicas de hombres.
  • ¡Europa, no; Andalucía! Europa es por su método, la especialización que convierte al individuo en pieza de máquina. Andalucía por el suyo, es la integridad que apercibe al individuo como un mundo completo ordenado al mundo creador. Europa es el individuo para la masa. Andalucía, el individuo para la Humanidad. Europa es el feudalismo territorial e industrial, Andalucía, el individualismo libertario que siente el comunismo humano, evolutivo, único comunismo indestructible por ser natural, el que añoraron todos los taumaturgos; aquel que tiene un alma en la aspiración, que cada individuo llegue en sí a intensificar, de crear por sí, pero no para sí, sino para dárselo a los demás. Ese único comunismo posible que no puede llegar a crearse por artificio maquinista, sino por la alegría y por el espíritu que la alegría viene a crear. Europa es el empaque dominador megalómano, rabiosamente utilitario. Andalucía es, como decía no sé quién, como son sus casas de apariencia humilde, con patios, jardines centrados por fuentes; sencillez por fuera; iluminación por dentro.
  • Hay que aprovechar esos períodos libres para reencontrar el río de la genialidad, fuerzas sociales culturales, para hacer del hombre andaluz, hombre de luz, como lo fue antaño, cuando fue capaz de crear un foco cultural como Tartessos e inundó el mundo occidental con la sabiduría de Al Andalus.
  • Sentimos llegar la hora suprema en que habrá que consumarse definitivamente el acabamiento de la vieja España ( ...).Declarémonos separatistas de este Estado que, con relación a individuos y pueblos, conculca sin freno los fueros de la justicia y del interés y, sobre todo, los sagrados fueros de la Libertad; de este Estado que nos descalifica ante nuestra propia conciencia y ante la conciencia de los Pueblos extranjeros (...) Ya no vale resguardar sus miserables intereses con el escudo de la solidaridad o la unidad, que dicen nacional.
  • Campesinos andaluces, no emigréis, combatid.
  • Bienaventurados los que combaten, porque ellos serán redimidos.
  • Esclavos son los hombres que necesitan señor.
  • La única manera de fraternidad es la práctica de la tolerancia.
  • Yo quiero responder con pensamientos buenos a tanta violencia y llevar un recuerdo de paz y de no violencia a todos los hombres sin distinción.
  • El estado centralista ha sido la causa principal del fracaso de todos los gobiernos españoles en lo que va de siglo.
  • La bandera andaluza, símbolo de esperanza y de paz que aquí hemos izado esta tarde, no nos traerá ni la paz ni la esperanza ni la libertad que anhelamos, si cada uno de nosotros no la lleva ya plenamente izada en su corazón.
  • Si la revolución no es para el espíritu, quedaros con vuestra revolución, el espíritu es el único revolucionario verdadero.
  • Tengamos cuidado,  no vaya a venir el huracán y se lleve no sólo el símbolo, sino a nosotros.
  • Se mata a un hombre, pero no se puede matar una idea.







jueves, 28 de febrero de 2013

La Junta de Andalucía y "sus" hijos predilectos









Los que me conocen -o leen-, saben que no soy partidario del 28-F, no sólo por todo lo que encierra de trampa política y despiste reivindicativo, sino, además, por el componente de romería y camelo que conlleva. Uno de estos conceptos críticos por los que me repugna esta festividad  es por la concesión de los títulos de “hijos buenos”, perdón, Hijos Predilectos y las medallas de Andalucía a todos aquellos adeptos al “régimen”, pelotas, chaqueteros o personaje “importante” al que se le quiere seducir o embaucar en la causa común. No otro sentido tiene este esperpento social que anualmente viene celebrando la Junta de Andalucía para contentar a los que ya de por sí están contentos todo el año. Porque, lo que es hasta ahora, en pocas ocasiones se lo han concedido a un fatigado padre albañil, ni a una madre “jarta” de quitar mierda, cuando, digo yo, alguno habrá que merezca ese nombramiento.
Pues, siguiendo con el mismo tema, este año vuelve a ser polémico en mi opinión. Viendo la lista de agraciados, uno no entiende cuáles han sido los elementos escogidos para baremar y evaluar los valores que cada cual representa, porque el del tiempo, no creo que se haya estimado. Para cualquiera que no esté contaminado de partidismo político es incomprensible cómo personajes representativos del arte y la cultura andaluza, caso de Carmen Laffón, Manuel Gerena y Maria Rosa hayan tenido que esperar tanto para recibirlo, por no hablar del caso sangrante de Manuel García Caparrrós –vergonzosamente, aún está por aclarar su vil asesinato el 4 de diciembre de 1977-, a no ser el lugar de nacimiento o su afiliación política, de otra manera no se entiende que hayan transcurrido tantos años para que García Caparrós sea Hijo Predilecto de esta tierra, o que el cantaor Manuel Gerena no haya acumulado tiempo y méritos para habérsela concedido hace años.
En contraposición está el título de Hijo Predilecto concedido al actor Antonio Banderas –no es que yo tenga algo contra él, pero vistas sus “hazañas”: actuar mal en malas películas, vestirse de nazareno, dar pregones de semana santa, apoyar, como cualquier otro hincha, al Málaga, comprarle un chalé a Encarna Sánchez en Marbella en un espacio que vulnera la ley de costas, y decirle a los americanos lo bueno que está el jamón de Jabugo; eso es todo, bueno, todo no, se me pasaba... ser “simpatizante” del partido que sustenta al gobierno, que no es poco-; las medallas concedidas a Esther Yáñez, por ser la primera mujer comandante de la Armada y al director de cine Alberto Rodríguez, es un agravio, y no es que no se lo merezcan, repito, sino que no tiene correspondencia entre unos y otros.
Esta contradicción sólo se puede explicar de la siguiente manera: que sea el “peaje” político que el PSOE ha de pagar a IU para seguir gobernando, si no, no se entiende la concesión de estos títulos honoríficos a personajes tanto tiempo olvidados. Por esto no me gusta el 28-F y reivindico el 4-D, verdadero Día de Andalucía. De todas maneras, enhorabuena a todos ellos.















miércoles, 27 de febrero de 2013

Crónica de la muerte de Al-Andalus: "Al-Hanín Ila Al-Andalus"








Contemplar es vestirse de aquel hermoso llanto, igual que  hacen las torres hoy vencidas y en ruinas sobre los arrayanes.
Aquí están. Y las huestes del fatuo aragonés y de su esposa, la tan rubia Isabela, mancillan con sus ojos a la Sierra Nevada.
La corona humillaron, lo turquí de este cielo, y de esta guisa innoble el patio y los aljibes con aceñas de sangre.
Granada ya ha caído, y es mi cuerpo quien cae. Mi cuerpo como el brillo de estas dagas cubiertas por oprobio y por barro.
Estas son, qué sirvieron. A qué los siglos tantos, baluartes, bastiones, los años forjadores del escudo y del hierro.
Ah, quién dijo “sois hombres, nadie podrá en vosotros; sólida es la muralla y más noble mano con que Alá nos protege”.
Y el cerco sí ha sido, y Granada es perdida. Y todos nos iremos con Boabdil hacia nada, dejando tras nosotros un violento vacío.
“Nadie podrá en vosotros...” Cuán falaz fue la arenga, la voz de las mezquitas, las palabras de arrojo que signaban las suras.
Mirad cuán raudos huyen los valientes guerreros, los traidores zegríes y los abencerrajes, aquella antorcha que era la infantería.
Olvidan sus aljabas con los ramos de mirto y con los surtidores, las monturas que antaño sosegaban la noche con su carga de nieve.
Cuáles son los varones, dónde Tarfe y sus hijos, y el padre de los padres que hizo posible un día este reino de oro de las generaciones.
Granada ya ha caído, y hoy es ella Al-Andalus. Hoy sus granos maltrechos dan un zumo de sangre que ni Genil ni  Darro cuando las avenidas.
Ay de mí, que no he muerto. Que no supe ser digno con el arma en la almena ni bruñir en sus flores la victoria de plata que acumula el rocío.
Preferible a esta hora dejar batir el pecho por el mal castellano, hacer nido a su lanza bajo el túmulo exangüe que es mi triste aposento.
Mejor que esta deshonra, que esta ignominia y duelo, sólo puede ser muerte.
Mas Granada ha caído, y es mi cuerpo quien cae.
Y es mi cuerpo estas torres, el aire en los jardines donde puso su cetro la gran bandera altiva del laurel y el naranjo.
Ah de Castilla, cuánto tendremos que odiarte, maldecir de tus gentes, para hallar un consuelo semejante a este hurto.
Mirad qué son las puertas que el honor revestía, qué su alminar, el trono donde sólo el zafiro pudo extender su mano.
Mirad sobre la vega la legión ya vencida, la siembra de turbantes donde, nueva, ha florido la estación del almendro.
Distintos estos años de aquellos otros, libres, en que el tiempo era en bodas de guzlas y atambores, de esplendor y perfume.
Pero el trono ya es ido y nadie da en consuelo, ni los brazos ya pueden sostener esta lluvia que apacienta mi rostro.
Trabaja la molicie más que el puño fuerte. Y Ronda y Almería, y hasta Guadix, hoy cubren sus ojos con el luto.
Mas ahora, en el suelo, la historia de sus bienes, sus palmeras brillantes que el valor despeinaba, son un precio de cobre.
Todas juntas, qué vales: lo que sólo una tienda, menos que la esmeralda y apenas un caballo; la mitad de la espada de un gallardo jinete.
No, ninguna era ésta. Mayor era Granada, mejor que la Axarquía, más que Lucena y Loja; lugar donde el regalo tomó de su fortuna.
Pero el viento es cristiano y el soplo así enemigo acerca hasta los hombros el simún que os conduce hasta un vasto desierto.
Y ya veréis sus torres, mendigos de otra tierra en que el sol del exilio cubrirá vuestras ingles con el velo de mujeres.
Pues no hay otra Granada. Y el destierro os acoge tras un breve suspiro.
Volved. Volved, la Alambra no se irá con vosotros.


Texto: Angel García López, de "Mester Andalusí"











martes, 28 de febrero de 2012

28-F: Este no es mi día


No descubro nada nuevo si digo que este día no me motiva. No lo reconozco como el día de mi pueblo, ni mucho menos acepto el carácter festivo que la mayoría de partidos y dirigentes políticos que operan en el territorio le adjudican.
Siempre he mantenido que ser andaluz es un sentimiento, una necesidad, una aptitud que ennoblece a aquel que la posee, y que, por efecto de la dinámica, transmite al que se encuentra a su lado. Desgraciadamente, este es un valor escaso entre nosotros. Creemos que se es andaluz, sólo por haber nacido en esta maravillosa tierra, y que esto nos exime de otras exigencias.

Me duele –como andaluz-, que se confunda, constantemente, lo que supone ser y sentirse hijo de esta tierra. Hasta ahora, todos los poderes que nos han gobernado han coincidido en su esquema estratégico para robarnos nuestra identidad, adjudicándonos un prototipo cultural lleno de tópicos y datos antihistóricos, que ha desvirtuado por completo nuestra personalidad como pueblo.
Así, ser andaluz supone “ser ocurrente”, gracioso, capillita, indolente, juerguista, inculto y, sobre todo, defensor a ultranza de los valores españolistas, y todo aquel que no se ajustara al esquema establecido quedaba estigmatizado como “malage”, “saborío” o bicho raro. Para ejercer de andaluz había que saber contar chistes, bailar sevillanas, vestirte de nazareno en Semana Santa, y de gitano en Feria.
Tenías que abjurar de tus antepasados y llamarlos despectivamente moros, comulgar con los invasores y celebrar –como sigue sucediendo en la actualidad- la onomástica del avaro (Fernando III) que saqueó Isbiliya, o, como en Granada, el día en que el rey andalusí Boabdil fue derrotado por las hordas castellanas.

No quiero repetirme. Yo no me siento identificado con ese retrato. Lo siento. Para mí, ser andaluz es algo mucho más profundo y amplio. No acepto la superficialidad, lo sencillo, lo manipulable. Me cuesta soportar la Andalucía de la charanga y la pandereta. Me duele la indiferencia de sus hijos y la despreocupación por recuperarla de la postración en la que se encuentra.
Ser andaluz –para mí- es algo mucho más sencillo y tangible: querer, de verdad, a su tierra.

Un saludo a los andaluces de bien y un rechazo a los que con su aptitud no hacen más que reafirmar los tópicos, y con ello, desprestigiarla.

¡Viva Andalucía libre!, hasta de estos malos patriotas.




miércoles, 17 de agosto de 2011

10.400 trabajadores del campo andaluz para la vendimia francesa




A partir del próximo veinte de agosto, 14.500 trabajadores del campo español irán a la vendimia francesa, de ellos, 10.400 son andaluces (algo más del 70%).

Cada verano, este tipo de noticias nos retrotrae a épocas que creíamos superada, donde una parte de la población tenía que acudir a otro país en busca de las habichuelas que no encontraba en el suyo, y rompe la interpretación que realizan políticos interesados, periodistas que no saben lo que es currar -y mucho menos, hacerlo en las condiciones que imponen los empresarios españoles-, y, por supuesto, las declaraciones de alarmismo que realizan estos últimos. Porque esto de que “los inmigrantes son necesarios para que realicen el trabajo que los trabajadores españoles no quieren hacer”, no es más que una falacia, otra más del conjunto de mentiras que esgrimen el capital y sus “mantenidos”, para ocultar la auténtica verdad del caso: la vuelta a la esclavitud del trabajador y, sobre todo, el del campo.


¿Quién de los que abogan porque los parados trabajen “en lo que sea, como sea y por el jornal que sea”, sería capaz de atarse los machos y venirse al campo andaluz a soportar a un cacique medio analfabeto, que te obliga a trabajar por 36 euros al día, realizando una jornada laboral más larga de la estipulada, sin permitir que pares a comer el bocadillo, no te entretengas mucho en beber agua, etc., además, de tenerse que pagar el sello agrario (está en 86 euros, el mes que no trabaja, cuando lo hace, el empresario se lo descuenta del jornal) para tener derecho a la Seguridad Social?
¡Nadie que tenga dignidad y pueda!, porque, algunos trabajadores agrícolas que yo conozco, ni siquiera aceptando estas condiciones lo admiten, y si no, que nuestros magníficos periodistas que opinan tan cómodamente en las tertulias radiofónicas y televisivas, se atrevan a realizar verdadero periodismo y bajen al sur a conocer la situación extrema en la que están los trabajadores del campo: en el más humillante y vergonzoso paro forzoso, mientras miles de inmigrantes están trabajando. ¿Y saben por qué? No es que los andaluces no quieran realizar ese trabajo. Sencillamente es que el empresario agrícola prefiera a un marroquí, a un rumano, y también, por qué no decirlo, a un subsahariano indocumentado, que éstos, ni protestan por el dinero que les pagan, ni por las horas que trabajan, y mucho menos, por las condiciones en las que realizan su trabajo.


¿Saben la diferencia entre un empresario francés y otro español? Mejor sería decir, entre un empresario y otro que no lo es. En que el primero no es un negrero. Si no, analicen las condiciones en que se van nuestros emigrantes y comparen con la realidad de aquí. Los vendimiadores en Francia recibirán 9 euros por hora (unos 1.365 euros al mes), frente a los 6,20 de España (unos 860 al mes), además de contar con una paga por vacaciones de un 10% del salario bruto, y ayudas familiares. La jornada laboral es de 35 horas semanales y las horas extraordinarias tienen una mejora del 25%, hasta las 43 semanales, y del 50%, superadas las 43, con lo que los ingresos que percibirán al final de la campaña son impensables en España. Además, el alojamiento y el desplazamiento es por cuenta del empresario.

¿Ven la diferencia entre un empresario (que, por supuesto, gana dinero) y un explotador?

Esa es la cruda realidad. El que no quiera verla, o es que desconoce el tema, o –lo que es bastante peor-, miente, para ocultar el verdadero objetivo: la vuelta a la esclavitud laboral en Andalucía, donde por un mendrugo y un trozo de tocino, te tenían trabajando todo el día. Pero llegó la democracia y cambiaron los tiempos. Por ese motivo, a los caciques, a los malos empresarios, a los especuladores, les gusta tan poco este sistema político y no hay un instante en que no intenten derribarlo. A este ejemplo de hoy me remito.






lunes, 28 de febrero de 2011

28-F: El día en que secuestraron a Andalucía






El oficialismo ha secuestrado nuestro verdadero Día Nacional de Andalucía. Los sectores reaccionarios al andalucismo, buscaron la manera de desmontar el carácter reivindicativo que el 4 de diciembre tenía, por otra fecha menos combativa y folclórica, y no encontraron mejor excusa que la del 28 de febrero, día en que los andaluces nos ganamos en las urnas el derecho que, por clamor, necesidad y historia, teníamos, pero que al ser "un pueblo de segundas" para el resto del país, incluso para los políticos nacidos en esta tierra, tuvimos que hacer un esfuerzo más por salvar el referéndum-trampa que nos pusieron, y conseguir ser una comunidad de primera.
Y de esta manera, nuestras "bien pensantes" cabezas, dieron con la tecla: decidieron, entre unos pocos, que el Día de Andalucía no fuera el 4 de diciembre, fecha combativa y de reivindicación (un 4 de diciembre de 1868, el pueblo andaluz, desde Cádiz, salió a la calle exigiendo autogobierno, república y federalismo. Después, este grito de cambio y libertad se extendió por el resto de España; también fue el día en que en 1977, más de dos millones de andaluces salimos a la calle reclamando sus derechos como pueblo, cosa que nunca se le exigió ni a Vascos, Gallegos y Catalanes, y donde cayó asesinado el joven Caparrós cuando intentaba colocar una bandera andaluza en el ayuntamiento ), y eligieron la actual, el 28-F. La jugada fue magistral. Desde entonces nos dijeron: Vuestro camino será el de las urnas, no el de la calle. Y las urnas -también la manipilación y la subvención- han venido dando el poder a esa nueva casta de señoritos -el PSOE- que desde hace treinta años gobierna corruptamente nuestra tierra. El objetivo de este partido -y de la gente que milita en él- solo es el de satisfacer los intereses de las distintas "familias" que lo componen, importándole bien poco, Andalucía y sus habitantes -es la misma actitud de los latifundistas castellanos que nos ocuparon-, dándose la paradoja de que la comunidad que más "representantes" tiene en el Parlamento de Madrid, sea la que menos se oiga en él, y carezca de un Partido Andaluz que lo represente.


Andalucía tiene que volver a andar. Desconfiemos de los falsos gestos andalucistas con los que nos engañan los que no creen en Ella. Para estos políticos, Andalucía sólo es el coto donde vienen, cada cuatro años, a la caza del voto despistado. Seamos exigentes. Ser andaluz no es dar vivas a la virgen del Rocío, ni vestirse de feria de vez en cuando, ni ser más o menos gracioso. Ser andaluz significa, querer a su patria y romperse la cara por defenderla. Aunque las comparaciones suelen ser odiosas, esta no la silencio: Aprendamos a querer nuestra tierra como hacen con la suya Catalanes y Vascos.


miércoles, 11 de agosto de 2010

11 de agosto de 1936: Asesinato del Padre de la Patria Andaluza


Monumento en el lugar donde fusilaron a Blas Infante

Intervención de la presidenta de la Fundación, María de los Ángeles, hija del fusilado


Algunos miembros de la Fundación Blas Infante

María de los Ángeles deposita un ramo de flores en el lugar donde fusilaron a su padre



La madrugada del 11 de Agosto de 1936, en el kilómetro 4 de la antigua carretera de Carmona, en la huerta de las Clarisas, frente al cortijo de la Gota de Leche, fue fusilado por la canalla fascistas, Blas Infante, Padre de la Patria Andaluza.

Como todos los años, la Fundación Blas Infante -de la que es presidenta su hija Maria de los Ángeles- ha celebrado un acto de homenaje en el mismo lugar donde fue asesinado, y en la que intervinieron varios de los niembros de la Fundación, de la que cada vez van quedando menos de los que la iniciaron, hace treinta y tres años, pero que, por fortuna, sus puestos están siendo ocupados por savia nueva, con lo que la salud de la citada asociación amenaza con seguir viva durante muchos años más, muy a pesar de los políticos profesionales que se dicen andaluces pero que están al servicio de los intereses de Madrid.
La mayoría se autocalifican andalucistas, incluso aquellos que se rieron cuando vieron por primera vez la bandera blanca y verde, haciendo el chiste fácil de que "aquello, era la bandera del Betis", o la primera imagen del Padre de la Patria -la ignorancia hace que los individuos sean atrevidos- exclamando que "ese tio tan negro era un moro y no un andaluz". Y es que, para perpetuarse en el poder, son capaces de lo que sea. Es lo bueno de ser político profesional, que ni se siente ni se padece.

¡Viva Andalucía libre! ¡Blas Infante sigue vivo!






martes, 10 de agosto de 2010

Casa de Blas Infante en Isla Cristina (Huelva)



En esta casa de Isla Cristina se instaló como notario, Blas Infante, durante los años 1923 (año en que comienza la dictadura de Primo de Rivera) y 1931, periodo en el que la represión cierra los Centros Andaluces, disuelve el movimiento andalucista y Blas se retira de la actividad política. Fue un período al que llamó "de retiro interior", el cual aprovechó para la investigación étnica y la escritura (en 1929 publicó "Orígenes de lo flamenco y secreto del cante jondo" y comienza "Fundamentos de Andalucía", obra autocrítica sobre las etapas pasadas que no llegó a finalizar). También realiza algunos viajes fuera de Andalucía, uno de ellos a Agmat, Marruecos, donde visita la tumba de al-Mutamid, rey andalusí de Sevilla, y en la que un descendiente del último rey andalusí Boabdil, le regalaría un alfanje. Una vez establecida la República (año 1931), Blas Infante se trasladaría a Coria del Río, en la provincia de Sevilla, donde igualmente, ejercería como notario y reemprende su aletargada actividad política, hasta que en 1936 es secuestrado y fusilado en la madrugada del 11 de agosto, por las hienas sanguinarias del franquismo, frente al cortijo de la Gota de Leche, en el kilómetro 4 de la antigua carretera de Carmona (Sevilla).
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domingo, 30 de mayo de 2010

Razones históricas y sentimentales





Tengo razones objetivas para estar en contra de la celebración, en Sevilla, todos los días 30 de mayo –fecha del fallecimiento, en el año 1252, del rey invasor de la ciudad, Alfonso III de Castilla y León. Porque, digámoslo bien claro, gente guerrera que no era andalusí, descendientes del linaje de los visigodos, (tribus bárbaras de la germanía que invadieron la península Ibérica allá por el año 415) no pudieron “reconquistar nada”, porque nada –antes- poseían en Andalucía, sólo el afán económico y la envidia que representaba la prosperidad de Al-Andalus, los motivó a lanzarse con toda crueldad al asalto del botín codiciado. No fue la religión, ni el afán de “liberación” lo que les impulsaría a tan larga pelea; ni la molestia de tratarse con los malditos paganos –bien que casaban a sus hijas con príncipes musulmanes-. La cuestión determinante, el motivo esencial por el que inventaron la “mascarada de la reconquista”, fue las riquezas de este país: las ciudades, dotadas de prestigiosas bibliotecas y universidades –donde los poderos castellanos mandaban, sin escrúpulos, a sus hijos a estudiar, e incluso los bastardos de algunos papas-, baños públicos y magníficos palacios; las grandes extensiones de tierras y su generosa fertilidad; los adelantos técnicos tanto en arquitectura como en agricultura, la industria minera, etc., estas y no otras fueron las causas que hizo ponerse de acuerdo a media Europa, para invadirnos y traernos la miseria que, desde entonces sufre Andalucía.

Pero lo que resulta paradójico es que, después de siete siglos del acontecimiento, con treinta y cinco años de supuesta democracia, las cosas sigan sucediendo como dos días después del latrocinio. Aquí todo sigue igual. Al sanguinario se le sigue considerando un santo, la iglesia -¡cómo no!- le da sus excelsas bendiciones y la casta política –tanto de derechas como de “izquierdas”- le rinden pleitesías. Nada ha cambiado. El día 30 de mayo continúa siendo considerado un día festivo en Sevilla, gobierne el ayuntamiento de la ciudad, quien lo gobierne, y, ni siquiera Izquierda Unida, que tan acaramelada está con el PSOE, se atreve a contradecir la incoherencia de la celebración de los vencedores sobre los vencidos, a pesar que la política que impera –al menos, de boquilla- es la de la tolerancia y la alianza de las civilizaciones.

Y es que, los votos, –en política y para los que quieren seguir comiendo de ella- significa mucho para los políticos, y ya se sabe, en Sevilla meterse con la tradición y la iglesia, resta muchos puntos, y es un riesgo que no están dispuestos a asumir, ya que estos salmones no están preparados para nadar contra corriente, y se pliegan ante aquello que les puede proporcionar más votos, y como carecen de ideología y de sentimiento histórico (excepto cuando se envuelven en la bandera roja y gualda), no perciben la contradicción en la que incurren.

Un país civilizado, democrático, “progresista” como pretende ser España, no puede caer en la terrible paradoja de fomentar la tolerancia, la alianza de civilizaciones en el resto del mundo, y, aquí, en nuestras mismas narices, consentir que se sigan celebrando la victoria de “cristianos contra moros”, la toma de Granada y el día del patrón de Sevilla. Respetemos a los que nos se nos eriza el bello con los símbolos y las hazañas castellanas -aunque la mayoría seamos descendiente de la repoblación- pero nos identificamos con el pasado andalusí de esta tierra.

domingo, 28 de febrero de 2010

Andalucía para sí, los pueblos y la humanidad



Hoy es un día de celebraciones para los que hicieron difícil la llegada de lo que tenemos. Para los que creemos que esto sólo es el principio, que se convierta en otro más reivindicatico.




¡Adelante!




(La bandera fascista que aparece en el edificio pertenecía a Fuerza Nueva que, en un acto de provocación, -como ocurrió en Málaga y el resto de ciudades, y que el gobierno de la UCD, del "prestigioso" Adolfo Suárez, no quiso evitar-, bombardeó a los componenetes de la manifestación con cientos de botellas de vidrio que habían acumulados en la terraza, y que luego, en un acto de autodefensa de los manisfestante, la policía protegió y evacuó del edificio a los fascistas y cargó contra las personas que habían sido agredidas por los cachorros negros.)
















































sábado, 27 de febrero de 2010

28 de febrero: Día de Andalucía









Bandera y escudo de Andalucía
































Blas Infante, padre de la patria andaluza



Cuando los actos de protestas y las movilizaciones reivindicativas son asumidas –y lo que es aún peor, dirigidas- por los estamentos oficiales, éstas acciones comienzan a perder la esencia primaria que las motivaba, y se transforman en auténticas verbenas gubernamentales, donde la ocasión de poder exigir la reparación de injusticias históricas contra la comunidad, queda acallada por el discurso vacío y las actividades folklóricas.

El primer paso que se dio en este camino para silenciar el clamor de los andaluces en sus demandas de reconocimiento del pasado histórico, fue la de cambiar la fecha del 4
de Diciembre (más combativa), que era la habitual, por la del 28-F, (más festiva.) Y no es de extrañar esta determinación, porque ¿qué actitud se puede esperar de personajes que, en los años 70, se mofaban de la bandera en la que hoy se envuelven, y a la que, en tono de burla, llamaban “la bandera del Betis” (palabras de Alfonso Guerra, busquen en las hemerotecas) y, al padre de la patria, Blas Infante, “ese moro negro”, (también de la cosecha de Alfonsito, que siempre fue de lengua rápida y viperina)?

En la actualidad, el carácter reivindicativo que en su día tuvo esta fecha se ha ido difuminando, ocultándola en una celebración oficialista en la que los socialistas jamás han creído, recayendo la labor de denuncia en manos de sectores que po
ca o ninguna influencia tienen sobre la sociedad, ni fácil el acceso a los medios de comunicación. Realidades como la del subdesarrollo económico de la región (26% de tasa de desempleo, la segunda más alta del estado); el fracaso escolar por falta de inversiones en esta materia (la segunda más baja); la carencia de industrias, haciendo depender la economía sólo del turismo y la agricultura, dos sectores en visible retroceso; la deficiente sanidad (aunque seamos noticias, de vez en cuando, de maravillosos transplantes, la gente se sigue muriendo aquí de un simple resfriado), hacen que las motivaciones por las que salíamos a la calle los 4 de diciembre, aún sigan estando vigentes. Se cumplen ahora 30 años de autonomía y Andalucía continúa estando en el furgón de cola del país, el mismo sitio que ocupábamos antes de acceder a ella. Queda claro que lo que se pretende con festividades como estas es que el pueblo andaluz se acostumbre al hecho lúdico y se adormezca en su actitud reivindicativa, para que no se percate de las desigualdades que, frente a otras comunidades históricas del estado, tenemos.

Andalucía aún tiene pendiente su reconocimiento histórico a nivel de estado, y de que los propios andaluces, de una maldita vez, nos lo creamos. La cultura milenaria de esta comunidad ha sido obviada por el centralismo madrileño, mientras tenía las competencias, y sigue siendo arrinconada, por la autonómica. Culturas como la tartésica, fueron incluidas por los historiadores al uso, como de ibérica, cuando no, por fenicia, creando un revoltijo histórico con el único propósito de usurparnos la importancia y el esplendor que un
reino andaluz como el de Argantonio tuvo en el siglo VI a.C.

También es hora de acabar con la falsa leyenda que recae sobre Al-Andalus. Ni eran árabes los habitantes de estas tierras, ni los invasores reconquistaban nada. Fue una agresión, disfrazada de guerra religiosa, de todas las fuerzas interesadas de Europa, para apoderarse de las riquezas y los adelantos que poseía este reino. Que quede claro. Aquello fue un saqueo en toda regla y, desde entonces, Andalucía no ha vuelto a levantar la cabeza, teniendo a este territorio durante más de 500 años en una situación de esclavismo; algunos aún recordamos la miseria que recorría, hasta hace bien poco, nuestras calles. Reivindicar, también, el carácter netamente andaluz del Califato de Córdoba, el del reino Nazarí de Granada y el del culto
Al-Mutamid en Sevilla. Vuelvo a repetir mil veces si hace falta: si a Juan Carlos se le considera ciudadano español, nuestros antepasados reyes andaluces deben ser reconocidos de igual manera, ya que los respaldan razones históricas y derechos adquiridos por nacimiento.

También tiene aún pendiente la reforma agraria que acabe con los grandes latifundios que mantienen la propiedad de esta extensa tierra en manos de unos pocos terratenientes; la creación de zonas industriales que dé trabajo a los ciudadanos, y nos haga menos dependientes de las demás regiones (no se puede aceptar qu
e la producción agrícola andaluza, se envase en empresas de otras comunidades, como ocurre ahora); la exigencia de una Hacienda netamente Nacional, independiente de la estatal, para que todo aquel empresario de fuera que se aproveche del consumo de los ocho millones y medio de andaluces, dejen sus impuestos aquí, y no los ingresen en la comunidad donde tienen el domicilio fiscal; y por fin, lo más importante: que los andaluces tomemos conciencia de pueblo y de lo que significó nuestra extraordinaria historia, y abandonemos, cuanto antes, esa mentalidad españolista que los vencedores nos inculcaron; Andalucía no será jamás libre hasta que nosotros no hayamos logrado quitarnos las cadenas y que políticos honestos que defiendan a su pueblo, sin estar hipotecados a las prebendas del cargo ni a las directrices de Madrid, tomen las responsabilidades del gobierno de la comunidad.

Que tengamos un reflexivo día de Andalucía y no acudamos a las representaciones títeres que nos ofrecen los que no creen en esta tierra.







domingo, 7 de febrero de 2010

El ritual de la matanza del cerdo


Desconozco cómo será en otros lugares la matanza del cerdo, pero aquí, en Andalucía, adquiere reminiscencias de celebración pagana. Quizá sea de lo poco que queda donde la iglesia no ha entrado ha disfrazarla con sus trapajos espirituales y, por fortuna, aún se respira en ella el ambiente alegre y distendido que caracteriza una fiesta.

En la matanza colabora todo el mundo disponible: padres, hijos, yernos, nueras, amigos, etc., aunque el mayor trabajo recae sobre las damas, que son las encargadas de la labor cansina y rutinaria de embutir y preparar las carnes que han de servir para finalizar tan delicioso manjar. El hombre, recordando a su antepasado ascentral, se dedica a capturar al animal, darle muerte, desangrarlo, más tarde despiezarlo, y poco más, entre charlas, bromas y bebidas, que convierten a la muerte en la antesala del banquete final con el que celebrarán la hecatombe en honor a los dieses propicios del lugar.

El pasado jueves, mi mujer y yo, coincidimos en una de estas matanzas. La realizaban la familia de Emilio y Rosario, viejos conocidos nuestros por ser los que nos venden, desde hace años, el queso fresco de cabra, los huevos, etc., Su casa la tienen en la sierra norte de Sevilla, Peroamigo se llama,una aldea del Castillo de la Guardas y, para quien no la conozca, no imagina que a tan cercana distancia de la capital exista un lugar tan frío, coqueto y encantador. Desde él parece que estas subido en una terraza y puedes divisar el horizonte que lleva a las sierra de Aracena.
Es esta una zona desconocida para muchos (ya sabemos el dicho de que lo que no está lejos, mejor no visitarlo) que tiene varias aldeas encantadoras y adecuadas para el descanso estival; junto a Peroamigo, El Peralejo, Las Minas del Castillo de las Guardas, Las Cortecillas, La Alcornocosa, Archidona, El Cañuelo, son algunos sitios maravillosos y sorprendente que merecen la pena conocer.

Siempre que he podido he evitado estos actos. Nunca me ha atraído la muerte próxima de los animales, aunque sea consumidor de ellos (da la impresión de que los que compramos en el mercado, ya nacieron muerto). La manera en que te miran los animales antes de morir cala hondo, y lo cierto es, que luego, cuesta tragar y digerir el bocado. Por ese motivo acudimos a comprarlos en bandeja, una manera cobarde de creernos que estos que nosotros consumimos han sufrido menos.

El que haya estado en una de estas matanzas, seguro que coincidirá conmigo en el profundo olor que te taladra, y, aunque pasen muchos años, nunca te abandona. También ha sido un enigma para mi observar cómo pueden llevarse comida a la boca entre tanto olor a sangre y a piel chamuscada. Se ve que todo es acostumbrarse. Alguien comentó en una ocasión, viendo un reportaje de la 2, que cómo los vietnamitas podían comer carne de perro, a lo que otro presente contestó: "todo depende de las costumbres sociales donde nazcas, ¿no comemos nosotros del cerdo, que es el animal más repugnante que existe"?

Cerdo y todo, pero de él me gustan hasta los andares. Ya probaremos el resultado de la matanza, cuando el bicho esté bien sequito y muerto. Si Emilio quiere, que siempre nos complace.




domingo, 3 de enero de 2010

¿Reconquista o invasión?


Un año más se vuelve a repetir en Granada el "acto integrador" de la celebración de la toma de la ciudad por los ejércitos invasores castellanos, en Enero de 1492. Una vez más, después de 500 años transcurridos, sectores rancios de la sociedad granadina (los mismos elementos casposos que fusilaron a Federico, los mismos trogloditas que hoy se escandalizan porque querramos saber dónde está enterrado) insisten, una y otra vez, en que no se nos olvide quienes fueron los vencedores y quienes los que, de verdad, siguen mandando en este país. Este es un agravio al que nos viene sometiendo anualmente el ayuntamiento granadino -gobierne el PP, o lo haga el PSOE- y que, tristemente, se generaliza en toda la comunidad andaluza para todos aquellos acontecimientos que tienen relación con Al-Andalus.
Palabras acuñadas desde hace siglos por los vencederos y repetidas hasta la saciedad en los libros de historia (la mayoría, escritos por "historiadores" catalanes, ¡vaya incongruencia!) como "reconquista", o "árabes", o lo que es peor y ofensivo, "moros", han hecho que esta ideología cale en el sentimiento del andaluz, y que cada vez que le hablen de Al-Andalus le cueste reconocerse, es más, hasta sienta vergüenza identificarse con ellos. 
¿Cómo se puede hablar de reconquista a lo que no fue más que una invasión y un acto de pillaje de unos reinos donde sus ciudadanos (si llegaban a tener esa categoría) vivían anclados en la prehistoria?. ¿Qué podían reconquistar y recuperar aquellos que no eran de estas tierras, y por consiguiente, nada poseían en ellas? Recordemos la procedencia de los componentes de estos ejércitos y el de los posteriores repobladores.
Calificar de "árabe" o "moro" a los habitantes de este territorio, descendientes muchos de ellos del histórico y grandioso reino de Tartesos, otros, asentados desde hace ocho siglos, no deja de resultar una contradicción. Hace falta refrescarles la memorias y recordarles que los borbones que hoy habitan la Zarzuela, sólo llevan instalados en España 309 años y nadie pone en duda su españolidad, incluido Juan Carlos, nacido y criado en Roma.
Es denunciable la actitud deplorable de nuestros gobernantes andaluces, que sólo se acuerdan de nuestro brillante pasado andalusí cuando tienen que arrojar piedras contra otra comunidad. O la de elementos representativos del estamento político y judicial que no sienten ningún aprecio por nuestro pasado (recuerden las declaraciones del exministro Manuel Jiménez de Parga -¡vaya coincidencia!, granadino también- con la polémica de si Cataluña era nación o no) recuren a ella, no por convicción o defensa, sino para anular los deseos de soberanía de otras comunidades que se axfisian en este mosaico multicultural donde a fuerza de espada y sangre, nos oligaron a pertenecer.

Nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos con nuestra tibieza. Si los andaluces no nos respetamos nunca nos respetarán en el resto del país. Si los andaluces no conocemos y amamos lo que significó para el mundo Al-Andalus, seguiremos siendo el pueblo desorientado y nacionalista español que somos. No se es andaluz sólo por haber tenido la suerte de haber nacido en esta magnífica tierra. Ni por ser más festivo y gracioso. Ser andaluz implica conocerla, respetarla, amarla y defenderla, como si de tu familia se tratara. Lo demás, es folclore y tipismo.
Muchas cosas deben cambiar en Andalucía. Ya está bien de que se acepten con naturalidad los reyes godos, los borbones, y que los reyes andaluces, tan significativos para la historia de nuestra tierra, (Argantonio, Abderramanes, Almutamid, Boabdil, etc.), se le siga considerando extranjeros, con el agravante de que al último (Boabdil) aún se le siga denominando "como el último rey moro". Es responsabilidad de nuestros historiadores recuperar la verdad, hacer que cale en la población desinformada el valor de nuestro pasado, para que se sientan orgullosos de pertenecer y ser descendientes de los distintos pueblos que se han asentados en Andalucía, para que un día deje de tremolar en Granada la bandera invasora con la que llegaron Isabel y Fernando. 
Confiemos que en un futuro no lejano esta fecha del 2 de enero sea sólo recuerdo de un pasado desgraciado del que no hemos vuelto a levantar la cabeza.

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