Sígueme también en este otro blog:

miércoles, 31 de agosto de 2011

Rectificación: "Al César lo que es del César" y a Marciano Durán lo que no es de Eduardo Galeano"


Hace unos meses recibí un correo de una amiga en el que me enviaba un texto, supuestamente, de Eduardo Galeano que yo desconocía. Después de leerlo detenidamente, me pareció bastante interesante -en cuanto al mensaje-, dentro del estilo y la línea argumental del escritor uruguayo, pero algo en él hizo que no lo publicara de inmediato: su abultado número de americanismos –y no es que Eduardo no los utilice, pero en menor medida de lo que aparecía en éste-, y, sobre todo, el adjetivo “cariñoso” de bruja con el que se refiería a su mujer, rasgo que hasta entonces no había conocido en el citado escritor.
Ambos motivos hicieron que retuviera durante bastante tiempo la publicación de dicho texto, máxime cuando el mismo no aparecía en ninguna de las páginas habituales donde, de manera general, suele publicar dicho autor -y que me sirven de referencia para el seguimiento de sus escritos-, y sí, por el contrario, en infinidad de blog personales, digamos, poco fiables.
No obstante -y con todos estos antecedentes-, opté por dar crédito al texto enviado por mi amiga, publicado en cientos de páginas de Internet y, sobre todo, heber servido como texto de trabajo en alguna Universidad española, así que cometí el error –a pesar de las sospechas- de darlo a conocer también desde mi página, ya que, como anteriormente he adelantado, el texto en sí es de mi agrado, al margen de la pertenencia creativa, colaborando así, con mi ingénua acción, en la propagación de la falsa autoría. Pero un escueto comentario de Marciano -el mismo día de su aparión- en el que decía, "Aconsejo leer LAS PIFIAS DE AMÉRICA LATINA", me puso sobre la pista del patinazo cometido. De inmediato reinicié la investigación, esta vez má centrado en la búsqueda, gracias a los datos que me ofrecía la página de Marciano, trabajo que me ha llevado a la conclusión de que el susodicho texto intitulado “Me caí del mundo y no sé por donde se entra”, adjudicado al maestro Galeano, ni se llama así ni pertenece a él. Su autor es Marciano Durán Rivero (periodista y escritor uruguayo), y el verdadero título es, “Desechando lo desechable”, -no sé de donde ha salida la otra autoría, ni quién se la ha adjudicado, ni mucho menos, quién le ha puesto ese otro título y por qué-. Marciano Durán, en otro ingenioso texto, nos da una pista rocambolesca y simpática de cómo ha sido posible semejante error, pero nada más lejos de la realidad, porque él sabe -como lo sabemos el resto de los mortales que utilizamos la red- que copiar, lo hace casi todo el mundo -igual que antaño lo haciamos de los libros-, lo que no puede suceder es que "confundas" al autor y, además, te "equivoques" de título, a no ser que haya unos intereses no declarados de por medio.

Espero haber dejado aclarada la confusión, por el bien de Eduardo Galeano, y, en concreto, por el del propio creador, Marciano Durán Rivero, al que se le viene usurpando la autoría desde hace ya bastantes años (el texto fue publicado en su página web marcianoduran.com.uy, en enero de 2006), y que si no hubiera sido por este percance, quizás no habría llegado a conocer, con lo cual, habría corrido el riesgo de perderme a un buen escritor que posee una magnífica y ácida literatura. En otra ocasión publicaré de nuevo el texto, pero con el título original y el nombre del verdadero autor, confiando en que entre todos podamos recuperar lo que sólo a él pertenece.
“Al César lo que es del César y a Marciano Durán lo que es de él”.

martes, 30 de agosto de 2011

Reforma de la Constitución: "Yo acuso", carta de Democracia Real Ya a Zapatero


Carta a Don José Luís Rodríguez Zapatero. Presidente del estado Español. Y al resto de las señorías que portan la representatividad parlamentaria.

"Señor presidente, permítanme dirigirme a usted para comentarle mis más profundas inquietudes que, por mi honor y conciencia, me impiden quedarme al margen de los hechos relativos a nuestra Constitución amenazada por una vergonzosa e imborrable mancha.
Habéis realizado un gobierno durante sus dos legislaturas en las que, muchos podemos estar en contra o a favor de su gestión frente del ejecutivo que preside. Habéis cometido aciertos y errores, éstos últimos desgraciadamente más numerosos en su último periplo presidencial. Sus gestiones pueden ser criticadas o avaladas desde todos los frentes que los ciudadanos deseen pronunciarse.
¡Pero que mancha de cieno sobre vuestro nombre -iba a decir sobre vuestro reino- puede imprimir esta abominable reforma constitucional! Por lo pronto usted decide reformarla mediante una llamada telefónica al señor Mariano Rajoy, presidente del principal partido de la oposición, tomando ambos la representatividad parlamentaria como un absolutismo de dos dirigentes, dando bofetada suprema a toda justicia. Y no hay remedio, España conservará esa mancha sobre su carta magna y la historia consignará que semejante crimen social se cometió al amparo de vuestra presidencia.
Puesto que ha obrado tan sin razón, hablaré. Prometo decir toda la verdad y la diré si antes no lo hace el tribunal con toda claridad.
Es mi deber: no quiero ser cómplice. Todas las noches me desvelaría el espectro de la ciudadanía que expía a lo lejos cruelmente ultrajada, una reforma que no ha decidido.
Por eso me dirijo a vos gritando la verdad con toda la fuerza de mi rebelión de hombre honrado. Estoy convencido de que la ciudadanía no ignora lo que ocurre, entonces ¿a quién denunciar este afrenta malhechora de verdaderos culpables sino al primer soberano de la carta magna, al Pueblo?
Ante todo la verdad acerca de nuestra carta magna y su proceso de reformarla.
Nuestra Constitución, nacida en 1978, promulga en sus artículo primero del título preliminar:
"España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político".
Agentes externos a nuestro ámbito constitucional, la señora Merkel y el señor Sarkozy han dictado los cambios que usted promulga, auspiciados aún si cabe por entidades externas y opacas a la ciudadanía, no sólo de nuestro estado, sino del resto de los ciudadanos miembros de la Unión Europea.
Señor presidente del gobierno y señor presidente del principal partido de la oposición:
No recuerdo que en ninguna de las legislaturas, en las que ustedes han sido elegidos como representantes de los ciudadanos (ni anteriormente tampoco), hubiese en algún proceso electoral papeletas para proceder a legitimar a estas personas (la señora Merkel y el señor Sarkozy) sobre nuestro ordenamiento legal, jurídico y constitucional.
Igualmente me consta, en ninguno de sus respectivos programas electorales, ninguna intención de reformar la constitución.
Ante este hecho y sus intenciones, ustedes han puesto la forma política dictada por la Constitución (representación parlamentaria) muy por encima de la soberanía establecida en la carta magna (el pueblo) documento que regula las normas y convivencia en nuestra nación.
Al ejercer su disciplina partidista, Sr. Zapatero y Sr. Rajoy, en la que los señores y señoras parlamentarias únicamente promulgan el deseo de sus líderes (en el presente caso ustedes), vuestras señorías son responsables y ejecutores del crimen que les expongo.
De forma sorpresiva, en periodo estival, con un parlamento en funciones, donde las señorías preparan las maletas fuera del hemiciclo ante la próxima cita electoral, ustedes pretenden modificar la Constitución sin consultar a sus soberanos.
Ustedes sobrepasan con sus intenciones el artículo primero del título preliminar de nuestra constitución. Su reforma no es para un "Estado social" y sus formas no son, ni mucho menos, "democráticas de Derecho".
Tal es la verdad, señores parlamentarios, verdad tan espantosa, que no dudo quede como una mancha en vuestra representatividad. Supongo que no tengáis ningún poder en este asunto, que seáis prisioneros de los mercados y de los poderes que os rodean; pero tenéis un deber de ciudadano en el cual meditaréis cumpliéndolo, aunque dudo que honorablemente. No creáis que desespero del triunfo; lo repito con una certeza que no permite la menor vacilación; la verdad avanza y nadie podrá contenerla.
Hasta hoy no perpetrabais el proceso, pues hasta hoy no han quedado deslindadas las posiciones de cada uno; a un lado los culpables, que no quieren la luz; al otro los justicieros que darán la vida porque la luz se haga. Cuanto más duramente se oprime la verdad, más fuerza toma, y la explosión será terrible. Veremos como se prepara el más ruidoso de los desastres.
Señor Presidente, concluyamos, que ya es tiempo.
Yo acuso al Banco Mundial, FMI, OCDE y demás organizaciones supranacionales y externas al gobierno europeo de ser los organizadores de este crimen. Ninguna de ellas elegidas en representatividad por el Pueblo de un estado, el nuestro, sobre el que quieren reformar la Constitución.
Acuso a la UE y al BCE de ser garantes dentro del territorio europeo este complot.
Acuso a Standard & Poor's y a Moody's como cómplices y beneficiarios de este acto.
Acuso al conjunto de la banca europea y nacional como lobby cómplice y beneficiarlo de esta infamia.
Acuso a la señora Merkel y al señor Sharkosy por inducir a perpetrar este vil atentado a nuestra soberanía.
Acuso a aquellas empresas, que junto a la banca, presionan a sus señorías para dejar de ejercer la representatividad de sus soberanos, ejerciéndola sobre sus intereses económicos.
Acuso a aquellos políticos cuyo máximo interés es mantenerse en el cargo que ejercen a cualquier precio, tan indignantes como el del crimen que nos ocupa.
Y por último: les acuso a ustedes por proponer esta modificación de espaldas a la ciudadanía. Ciudadanía que avala, es garante y soberana tanto del estado Español como de su carta magna. Ustedes que, mediante una simple llamada telefónica, ultrajan la inviolabilidad de una Constitución, inviolabilidad que defendieron cuando no se han atrevido a mantener su vigencia, adecuándola a las realidades sociales. Ustedes que juraron o prometieron sobre ella.Se atreven a modificar el máximo documento del Estado en aras del "Mercado". Mercado al que pretenden calmar mientras las voces del pueblo son ignoradas o silenciadas.
Puede que éste crimen ejerzan el efecto que ustedes esperan, pero no ignoren las victimas consecuentes. Habrán convertido la Constitución en un simple panfleto al que poner a cotizar en los mercados de valores, habrán convertido el espíritu de la transición española no en un garante de paz y democracia social como fue en su día, sino en un mero informe de resultados macro-económicos. Y habrán convertido a la ciudadanía española en un pueblo sin su máximo referente de legalidad moral y convivencia al subvertir los valores representados en ella por cifras monetarias inducidas fuera del espíritu en el que se redactó.
Distinguidas señorías, en nuestro Estado, no sólo hay que ser demócrata, también hay que parecerlo y sus formas distan mucho de ello. Desde hace mucho tiempo no resuelven entre ustedes la composición del Tribunal Constitucional y resulta que si resuelven en minutos modificar el texto sobre el que basar sus juicios. Lo dicho señorías, también hay que parecerlo.
Sólo la ciudadanía tiene el derecho, tiene el deber, de mantener vigente este documento, ustedes han de darles los medios. Ustedes, la clase política, que no sólo por activa ahora perpetran este crimen que nos ocupa, sino que por pasiva en las últimas décadas no han dado un paso para mantener su vigencia, y mucho menos aún, consultar al Pueblo al respecto.
No ignoro que, al formular estas acusaciones, arrojo sobre mí el peso y decisión del máximo soberano del estado del cual ustedes se supone que representan. Y voluntariamente me pongo a disposición del Pueblo.
En cuanto a las personas a quienes acuso, debo decir que ni las conozco ni las he visto nunca, ni siento particularmente por ellas rencor ni odio. Las considero como entidades, como espíritus de maleficencia social. Y el acto que realizo aquí, no es más que un medio revolucionario de activar la explosión de la verdad y de la justicia.
Sólo un sentimiento me mueve, sólo deseo que la luz se haga, y lo imploro en nombre de la ciudadanía, que ha sufrido tanto y que tiene derecho a ser feliz. Mi ardiente protesta no es más que un grito de mi alma. Que se atrevan a llevarme a los ciudadanos y que me juzguen públicamente.
Así lo espero".


Firmado:

Democracia Real Ya


Por la convocatoria de un Referéndum en el que el pueblo pueda pronunciarse.
Que algo que tanto ha de afectarnos, sea debatido convenientemente.
Si de verdad somos demócratas, actuemos como tal.
Si España no es una colonia, ¿por qué estamos subordinados a lo que exija Francia y Alemania?
Libertad. Dignidad.
Democracia verdadera ¡Ya!
.


lunes, 29 de agosto de 2011

In Memoriam: Veinte años después



Como el Sol, cada mañana nacerás en nuestros corazones




Hoy, hace ya veinte años, se apagó una estrella. 
No era la más luminosa, ni la más atractiva entre todas sus competidoras, era, pequeñita y grandiosa, atrevida y atenuante, decidida y aplacable. 
De su semilla nacieron cientos de rosas, trigales de amapolas, y un pequeño lucero que reconfortara mi desvalida alma.
Cuentan por las tardes -a la puesta de sol en los pueblos-, que los niños recogen trocitos desprendidos de ella, para fabricarse vistosos y rudimentarios caleidoscopios con los que poder imaginar mundos soñados. 
Otros, que las resplandecientes y coquetas ninfas de los bosque iluminan sus delicados rostros, con el polvo desprendido de su intangible masa. Hay quienes, además, piensan, que el origen del arco iris fue producto de esta estrella, y discuten y apuestan, que la antigüedad de este coloreado fenómeno no va más allá de dos décadas.

Lo cierto es que tal día como hoy, de parece mil años, desapareció una estrella, y que algunos nos quedamos en penumbra.
La luz, sólo es un efecto evanescente de nuestro recuerdo.
Se secó el limonero
del patio, el jazmín dejó de florecer y, hasta el sonido ronco del viento, aprendió a aullar en silencio.
Desde entonces, las calles ya no huelen a azahar, y a los días, les falta ese tono celeste con el que ella los envolvía.
El sol, brilla, sí, pero cada vez con más tristeza.

En la plaza, ya no juegan a la pelota los chiquillos, ni las niñas saltan a la comba.
Todo ha quedado en silencio en los cerros.
La paz amenaza con pintar de amarillo las copas de los abigarrados árboles.
Está cerca el horizonte y, no obstante, el cielo se cae a pedazos.
Los manantiales se han secado.
Y una cabra remolona, acaba de comerse el último ramo de flores que depositamos. 

¡Todo es como el destino prescribe, nada como quisiéramos!
Sin ti, la vida no existe, aunque nos engañemos imaginando que vivimos. 
Desde entonces, los novios y las ninfas son algo más felices, pero otros, en cambio, se han convertido en viejos y recalcitrantes astrónomos. 
Cada mañana, el día acude a nuestras puertas para hacernos ostensiblemente visible tu ausencia. 
Nada detiene al tiempo. La realidad es implacable, por eso, nadie puede escaparse a su antojadizo destino.
Como dijo Simone de Beauvoir, "Todos los hombres son mortales: pero para todos los hombres la muerte es un accidente, y aun si lo conocen y la aceptan, es una violencia indebida".


      -o-o-o-o-o-


¡Abre la jaula, madre!
Aquel pajarillo que un día
recogimos a medias,
se nos ha marchitado
en las manos.

Ella no está
para darle su alpiste,
y yo, ni atino a poner
agua en su bebedero.

¡Abre la jaula, madre!
Ya
ni me parece bello.

     -o-o-o-o-o-

Sobre mis brazos
se ha tronchado una rosa.

Yo mismo ví
cómo caían los pétalos
hacia la parte huidiza de la vida.

Hoy está algo más vacío el mundo.

En mi regazo,
el polen de su flor marchita.


    -o-o-o-o-o-

Ven como sea, en la luz de la mañana, en el primer vuelo
de cualquier pájaro de los que ahora
mismo cruzan el cielo, o se levantan
de la tierra. Ven como sea,
que esta hermosura de la tarde
te necesita para su eternidad.

J.A. Muñoz Rojas


    -o-o-o-o-o-



Deja tu presencia
una leve huella. Se queda
como pasando, como sin estar,
como si siguiera estando sin estar,
como si no dejara de oprimir la mano,como si la mirada siguiera mirando.

J. A. Muñoz Rojas









miércoles, 24 de agosto de 2011

Sanlúcar de Barrameda: Manzanilla y cultura





En esta bella ciudad, parece ser, todo el mundo se queja en la actualidad. El gerente del bar del Mercado –donde solemos recalar cada vez que podemos- nos comenta que “la cosa ha bajado considerablemente. Ya no se ve la alegría compradora de hace algunos años (dato que corroboro personalmente), y el consumo, en el bar, también ha bajado de manera alarmante, a pesar de que los precios los tengo “congelados” desde hace más de tres años (cerveza y tapita, por un euro)”.Pero los puestos del mercado siguen exhibiendo los manjares de siempre, a precios de los buenos tiempos: langostinos tigre, 49 euros el kilo; gambas blancas, 56 euros; carabineros, 69 euros, etc. Y se siguen comprando, es algo que no entiendo, o la crisis es ficticia, o a los ricos, esto de la recesión económica, les afecta bien poco.

Sea como fuere, el caso es que la cosa no va bien. Sobre todo, en el Ayuntamiento de esta localidad, donde los ciudadanos, en un gesto de atrevimiento político, han decidido renovar en el sillón municipal a la misma alcaldesa de la anterior legislatura, y ésta -aplicando la política económica que caracteriza a todos los gobiernos antisociales-, lo primero que ha hecho es “cortar por lo sano”, y reducir los gastos en cultura, algo que, por estas latitudes del sur, presuponen que nos sobra, o que no es muy necesaria. Ya se sabe: persona instruida, mosca cojonera.

Tiene, Sanlúcar de Barrameda, un “Centro de Interpretación del Cádiz Mitológico” que, aquellos que han tenido la suerte de visitarlo, lo alaban por la calidad del montaje y la importancia didáctica de lo que allí se expone. He de recordar que en ésta localidad estaba ubicado el Templo del Lucero, destacado lugar de referencia para la sociedad religiosa de Tartesos -del que deriva el actual nombre de la ciudad-, y que en sus proximidades, en los pinares de la Algaida, se descubrió el poblado tartésico de Ébora, además de uno de los mejores y más bellos tesoros en oro de la época. Dicen los textos antiguos, que en estas tierras, el rey Geryón (que tenía su castillo –el”Arx Geryondis”-en las cercanas piedras de Salmedina), solía sacar a pastar sus rebaños de toros, antes de que el semidios Herakles lo matara y se los robara, para conducirlos a Micenas, cumpliendo así el décimo trabajo encargado por Euristeo.

Pero gracias a los recortes del actual Ayuntamiento, nos quedamos sin ver dicha exposición. No sé si por falta de personal, por ahorro eléctrico, por desidia, o, tal vez, de todo un poco, la sala se encontraba en total oscuridad, y lo que es mucho más grave, sin ninguna vigilancia. Allí podía entrar y pasearse a placer, todo el que quisiera, incluidos los “amigos de lo ajeno”, ya sea para robar, o bien para hacer algún destrozo.
Un pintor, al que le habían cedido una dependencia del centro para exponer su colección de cuadros, se quejaba de “la escasez de iluminación que tenía la sala, imposibilitando su observación en cuanto caía el sol”. Lo asombroso es que dicha dependencia posee la instalación adecuada para cumplir decentemente su objetivo, pero –prosigue informándome el artista-, “me han comentado que no hay dinero para comprar nuevas lámparas que sustituyan a las fundidas...”¡¡¡ Sin comentarios. Pero las carreras de caballos en la playa, sí se han celebrado –y que conste, yo soy partidario de que se sigan realizando-, con el presupuesto millonario que éstas necesitan. (En julio de 2012, la situación sigue igual, esta vez sí logramos verla, aunque para que encendieran las luces del local y los distintos proyectores que componen la exposición, hubo que protestar, el funcionario telefoneó y al instante apareció el "encargado" que, después de justificarse, permitió que, al fin, la viésemos, pero nada más salir, volvieron a dejarla a oscuras. ¡La Cultura es una carga para el poder!).

Sanlúcar –a semejanza de Sevilla- se está convirtiendo –para satisfacción de los veraneantes-, en una ciudad de bares. No dejan de habilitar locales para esta actividad, sobre todo, en las zonas frecuentadas por los turistas. Nos comentaba una señora, de las de toda la vida en esta ciudad, “qué lejos quedaba la época donde paseando por las calles del centro te solías encontrar, dos librerías por cada taberna”, algo que yo no he llegado a conocer y me cuesta creer, pero que tiene alguna similitud con lo que está sucediendo en las calles peatonales de mi Sevilla, en concreto, en la calle San Fernando (¡qué extraña manía, la de hacer santos a los carniceros!) y alrededores, hasta hace pocos años, llenas de librerías y que hoy -gracias al gran invento de la peatonalización-, han desaparecido todas menos una valiente que sigue resistiendo, todo, para “fomentar la cultura” de los bares y sus enormes terrazas.

Indudablemente, algo no estamos haciendo bien. El mismo pintor me transmitía, el temor que existía en la ciudad por la desaparición gradual de algunas bodegas dedicadas a la elaboración del magnífico caldo que aquí se produce: La Manzanilla. El consumo está bajando considerablemente y –sentenciaba-, “este año, la cosecha se quedará sin recoger en las viñas; a los propietarios, no les trae cuenta recogerlas. La juventud –añadía- no bebe vino, y los viejos, cada año son menos”. (En febrero de 2012 ha cerrado la emblemática taberna La Habana, las desaveniencias familiares, unido a la crisis económica y al empuje inmobiliario, ha podido con la tradición, la cultura y la enología. ¡Otra muerte más!)
Algo –repito- no hacemos bien en esta tierra. ¿En qué estamos fallando, para que nuestros jóvenes se hayan alejado de la cultura del vino y se hayan enganchado al tetrabrik y a los destilados de garrafa? Cuando viajo por otras comunidades (La Rioja, Cantabria, Asturias, Navarra y, sobre todas, Euskadi), compruebo cómo la tradición de tomar vinos perdura en esos lugares, incluido jóvenes, dándose el caso (Euskadi) donde, incluso, han recuperado un vino –el txakolí- que hace veinte años era sólo testimonial. En muchas de estas comunidades (Euskadi, Asturias y Cataluña), sus vinos son elevados a seña de identidad patriótica y maravilla observar cómo éstos (txakolí, sidra y cavas) son potenciados por los sectores nacionalistas más jóvenes de esas poblaciones.

Uno pasea por las calles de esta agradable ciudad y comprueba, con tristeza, cómo desmantelan antiguas bodegas, se derriban o readaptan antiguos palacios, se dejan deteriorar, para luego declararlos en ruinas, viejas casas señoriales, antiguos corrales de vecinos, con el objetivo predeterminado de levantar colmenas que acojan a los foráneos veraneantes. Poco a poco, acabamos con el pasado, nuestro pasado, con la memoria infinita de nuestra cultura, con las costumbres y los caracteres que diferenciaban a unos pueblos de otros. Todo ello con el pretexto de la maldita globalización, de los siempre insatisfechos beneficios fáciles de los usureros, de la mal entendida modernización.

No quiero vivir el día en que llegue a Sanlúcar y no pueda encontrar una tasca donde, al compás de un buen “pelotazo” de manzanilla, mantener una agradable charla con los del lugar sobre dónde se bebe este año el mejor caldo de la ciudad, de cómo de buena ha sido la cosecha de uvas, de la calidad de los tomates y las papas de esta temporada, si siguen capturando buenos chocos, o si entran en el puerto los barcos con coralíferas galeras, etc.
Malos tiempos corren para la cultura. Malos tiempos para Sanlúcar de Barrameda, para Andalucía, para la historia. Algo debemos estar haciendo mal. Corren malos tiempos. 


lunes, 22 de agosto de 2011

Eduardo Galeano: "Me caí del mundo y no sé por donde se entra"

Nota aclaratoria:

El siguiente texto, por arte del "birlibirloque", es adjudicado incorrectamente en la Red, al escritor Eduardo Galeano -error en el que he incurrido yo mismo-, siendo su verdadero autor el también periodista y escritor uruguayo, Marciano Durán Rivas, con el título original de "Desechando lo desechable", y publicado en su página web http://www.marcianoduran.comuy, en enero de 2006.
Quede corregido el entuerto.


Sabido es la identificación y la fidelidad que profeso al escritor y periodista uruguayo, Eduardo Galeano. A él me une, no tanto la prosa estilística que utiliza para desarrollar un pensamiento, sino, concretamente, el pensamiento en sí, o tal vez -y a riesgo de poderme equivocar al juzgarlo por las traidoras impresiones-, lo que me atraiga de Eduardo sea, sencillamente, su persona.


A sus setenenta y un años, Galeano desmonta el reiterado tópico reaccionario que dice que “el que con dieciocho años no es revolucionario, es que no tiene corazón, y el que con treinta sigue siéndolo, es que no tiene cabeza”, ya que el escritor nos demuestra a diario, que toda la frase no es más que un invento de los academicistas con olor a rancio, para que las ansias de utopías y compromisos acaben poco antes de que empieces a significar como individuo de una colectividad, con lo cual, la clase social que ha dominado desde que, a esto que maltratamos, se le llama mundo, se aseguren la domesticalidad de esos jóvenes que durante algún tiempo, sintieron la necesidad de querer cambiar la sociedad clasista en la que nacieron.

Pero como digo, Eduardo nos enseña que si de verdad lo sientes, si de verdad crees en ello, se puede ser revolucionario a los trece, veinte, cuarenta y, como él y otros muchos, a los ochenta años. La solidaridad, el compromiso, la pasión, el amor, etc., no es cuestión de edades, sino de sentimientos, y sentimientos abnegados son los que refleja en sus escritos, Eduardo Galeano.

En el texto que a continuación presento, “Me caí del mundo y no sé por donde se entra”, Eduardo, con la ironía y la sencillez que lo caracteriza, nos relata su asombro por un hecho que cada día que pasa se hace más evidente: lo perecedero de las cosas -¡Ay!, y por desgracia- de los sentimientos. A causa del vacío emocional crónico que padecemos, los objetos (coches, lavadoras, viviendas, yogures, etc.,) ya no caducan con el tiempo, sino por el mero hecho de haberlos adquirido y poseerlos.

Para una persona que pertenece a una generación que se adelantó en varias décadas al invento “progre” de lo reciclable, le parece inadmisible el parámetro derrochador que adquiere esta sociedad de consumo. No se compra por necesidad, por mejorar, por ampliar las comodidades que la técnica nos permite, se hace sólo por saber que eres parte del entramado consumista y, que con los demás, colaboras en mantener una producción irracional y un elevado consumo injusto. Atrás quedaron los tiempos en que todo se guardaba (“por si acaso se necesita; por si, tal vez, a los niños le son precisas; por lo que sea...”), pensando que pudieran tener una segunda utilidad.
Pero el mayor problema surge cuando hemos trasladado nuestra ansia consumista a niveles personales. Las relaciones humanas se han transformado, por la deriva de los acontecimientos, en situaciones “perecederas”, donde los amigos, la familia, las parejas, etc., dejaron de ser “algo para toda la vida” ; hoy duran lo que tardas en encontrar otro que lo sustituya. El ansia de novedad nos devora. Creemos que con el cambio se resolverán nuestros problemas, cuando la cosa es mucho más profunda: el escozor, la culebra, el vacío intercostal, es algo que llevamos en nuestro interior y ningún juguete, ningún nuevo coche, ningún aparato de televisión, ni la más encantadora mujer/hombre que encontremos nos satisfará plenamente, porque la disfunción emocional, el oculto problema, sencillamente es nuestro, y mientras que no arreglemos nuestra cabeza, el conflicto seguirá existiendo. Sólo logrará salir del círculo vicioso, aquel que lo quiera y lo pretenda. Mientras tanto, los demás estaremos dando trompazos, hasta que un día la parca lo solucione, y, para ese instante, ya será un poco tarde, por la escasez de tiempo.

Disfruten de su lectura.


Me caí del mundo y no sé por donde se entra”  (El siguiente texto no pertenece a Galeano, su autor es Marciano Durán Rivas)

 

"Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.

No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.

Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales.

¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó botar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo. ¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades. ¡Guardo los vasos desechables!

¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!

¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos! Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida!

¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después!

La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas de loza.

Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de refrigerador tres veces.

¡¡Nos están fastidiando!! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de los tenis Nike?

¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando colchones casa por casa? ¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?

¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros? Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más y más basura. El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.

El que tenga menos de 30 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el que recogía la basura!!

¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de… años!

Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII).

No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en la Fiesta de San Juan. Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban. De ‘por ahí’ vengo yo. Y no es que haya sido mejor.. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el ‘guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo’, pasarse al ‘compre y bote que ya se viene el modelo nuevo’.Hay que cambiar el auto cada 3 años como máximo, porque si no, eres un arruinado. Así el coche que tenés esté en buen estado . Y hay que vivir endeudado eternamente para pagar el nuevo!!!! Pero por Dios.

Mi cabeza no resiste tanto. Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.

Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo) Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.

Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?

¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?

En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos.. . ¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! ¡¡Guardábamos las tapas de los refrescos!! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos!

Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables. Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned-beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave. ¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.

Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡¡¡Los diarios!!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡¡¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!!!

Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los goteros de las medicinas por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía ‘éste es un 4 de bastos’.

Los cajones guardaban pedazos izquierdos de pinzas de ropa y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en una pinza completa.

Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden ‘matarlos’ apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!!

Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: ‘Cómase el helado y después tire la copita’, nosotros dijimos que sí, pero, ¡¡¡minga que la íbamos a tirar!!! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de botellones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. ¡¡¡Ah!!! ¡¡¡No lo voy a hacer!!! Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables. Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo, pegatina en el cabello y glamour.

Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la ‘bruja’ como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la ‘bruja’ me gane de mano y sea yo el entregado."

miércoles, 17 de agosto de 2011

10.400 trabajadores del campo andaluz para la vendimia francesa




A partir del próximo veinte de agosto, 14.500 trabajadores del campo español irán a la vendimia francesa, de ellos, 10.400 son andaluces (algo más del 70%).

Cada verano, este tipo de noticias nos retrotrae a épocas que creíamos superada, donde una parte de la población tenía que acudir a otro país en busca de las habichuelas que no encontraba en el suyo, y rompe la interpretación que realizan políticos interesados, periodistas que no saben lo que es currar -y mucho menos, hacerlo en las condiciones que imponen los empresarios españoles-, y, por supuesto, las declaraciones de alarmismo que realizan estos últimos. Porque esto de que “los inmigrantes son necesarios para que realicen el trabajo que los trabajadores españoles no quieren hacer”, no es más que una falacia, otra más del conjunto de mentiras que esgrimen el capital y sus “mantenidos”, para ocultar la auténtica verdad del caso: la vuelta a la esclavitud del trabajador y, sobre todo, el del campo.


¿Quién de los que abogan porque los parados trabajen “en lo que sea, como sea y por el jornal que sea”, sería capaz de atarse los machos y venirse al campo andaluz a soportar a un cacique medio analfabeto, que te obliga a trabajar por 36 euros al día, realizando una jornada laboral más larga de la estipulada, sin permitir que pares a comer el bocadillo, no te entretengas mucho en beber agua, etc., además, de tenerse que pagar el sello agrario (está en 86 euros, el mes que no trabaja, cuando lo hace, el empresario se lo descuenta del jornal) para tener derecho a la Seguridad Social?
¡Nadie que tenga dignidad y pueda!, porque, algunos trabajadores agrícolas que yo conozco, ni siquiera aceptando estas condiciones lo admiten, y si no, que nuestros magníficos periodistas que opinan tan cómodamente en las tertulias radiofónicas y televisivas, se atrevan a realizar verdadero periodismo y bajen al sur a conocer la situación extrema en la que están los trabajadores del campo: en el más humillante y vergonzoso paro forzoso, mientras miles de inmigrantes están trabajando. ¿Y saben por qué? No es que los andaluces no quieran realizar ese trabajo. Sencillamente es que el empresario agrícola prefiera a un marroquí, a un rumano, y también, por qué no decirlo, a un subsahariano indocumentado, que éstos, ni protestan por el dinero que les pagan, ni por las horas que trabajan, y mucho menos, por las condiciones en las que realizan su trabajo.


¿Saben la diferencia entre un empresario francés y otro español? Mejor sería decir, entre un empresario y otro que no lo es. En que el primero no es un negrero. Si no, analicen las condiciones en que se van nuestros emigrantes y comparen con la realidad de aquí. Los vendimiadores en Francia recibirán 9 euros por hora (unos 1.365 euros al mes), frente a los 6,20 de España (unos 860 al mes), además de contar con una paga por vacaciones de un 10% del salario bruto, y ayudas familiares. La jornada laboral es de 35 horas semanales y las horas extraordinarias tienen una mejora del 25%, hasta las 43 semanales, y del 50%, superadas las 43, con lo que los ingresos que percibirán al final de la campaña son impensables en España. Además, el alojamiento y el desplazamiento es por cuenta del empresario.

¿Ven la diferencia entre un empresario (que, por supuesto, gana dinero) y un explotador?

Esa es la cruda realidad. El que no quiera verla, o es que desconoce el tema, o –lo que es bastante peor-, miente, para ocultar el verdadero objetivo: la vuelta a la esclavitud laboral en Andalucía, donde por un mendrugo y un trozo de tocino, te tenían trabajando todo el día. Pero llegó la democracia y cambiaron los tiempos. Por ese motivo, a los caciques, a los malos empresarios, a los especuladores, les gusta tan poco este sistema político y no hay un instante en que no intenten derribarlo. A este ejemplo de hoy me remito.






lunes, 15 de agosto de 2011

Cortázar, la muerte y el presente

El año 1984 moría el gran escritor, Julio Cortázar, al poco tiempo del fallecimiento de su querida compañera. La opinión general de los que le conocieron coincidía en señalar que, “lo que le había matado, no era otra cosa más que el intenso dolor que le produjo la muerte de su amada”. Para los seguidores de la literatura y de la personalidad del autor, esta era la guinda que coronaba la trayectoria de su vida. Y es que, para aquellos atípicos existencialistas románticos que proliferaban por esa década, acabar la existencia terrenal de aquella manera trágica y cinematográfica suponía, poner la nota idílica y soñadora en los objetivos finales de nuestra incierta vida.

Luego pasan los años y los acontecimientos te enseñan que una cosa es la fantasía y otra, muy distinta, la cruda realidad. Asesorado por la experiencia, llegas a la triste determinación, de que no es posible morir a causa de las lesiones que producen la ausencia del ser querido. Un día, muere el padre, centro nuclear y festivo de la casa. Más tarde, la madre, fundamento estructural, heroína tras las trincheras y refugio silencioso y amantísimo de toda la familia. Entre estas dos terribles desapariciones, también se suceden las de algún hermano que, cansados de pelear con los reveses que les ha “regalado” la madre naturaleza, deciden abandonar el autobús de la vida, en plena marcha.

Entonces observas, con gran inquietud, que nada de lo ocurrido ha sido capaz de producir el suficiente dolor como para lograr derribarte. Hasta que un día llega el gran golpe de tu existencia, ese que te deja noqueado y perdido durante bastante tiempo en la vida, el hachazo decisivo, la profunda y traidora cuchillada intercostal, penetrando, cual mortífera culebra, en la capacidad torácica de tu cuerpo, buscando el lugar ideal para dar el bocado letal que te deja muerto o mal herido: la muerte del compañero/a de toda la vida, aquél con el que soñaste tantos proyectos y te embarcaste en miles de batallas, aquella sin la cual, ya no sabes caminar.

De pronto, el mundo se detiene. Los segundos se convierten en insufribles horas; los minutos, exasperantes semanas; los meses, en interminables años, y el dolido corazón quiere huir de tanta aflicción, escapar del prisionero pecho para no estallar de tanto sufrimiento. Los pesados días se han transformado en un perfecto instrumento de tortura que se repiten de manera mecánica, pensando, la injusticia que supone el que sigas vivo, mientras que la persona amada yace muerta desde hace cada vez más tiempo. Desde entonces, el mundo, la vida, serán el cilicio penitente en el que, no se sabe quien, te han enfundado, arrastrando, como penitencia procesional, las pesadas cadenas a las que estás engrillado. El sol sale y se recoge a diario, con el marcado objetivo de hacer más tediosa y abominable la crueldad de la propia existencia. Cada objeto coleccionado en común, cada alfilerada fotografía, cada volandero recuerdo, te hunden en el desaliento y te transportan al mar inmenso de las lágrimas. Sólo te queda ya la esperanza de que, como a Cortázar, tan insufrible dolor ponga término, al menos, a esa penosa agonía.

Pero pasa un día, una semana, luego un mes, el primer año sin ella, y compruebas, con gran decepción, que aún sigues vivo, demasiado vivo, lleno de cicatrices -eso sí; esta batalla deja profundos arañazos-, pero a la postre, presente. Entonces llegas a la conclusión de que no hay dolor tan grande que sea capaz de matar, si no es el dolor físico o el que produce la hambruna. Desaparece de un plumazo el joven romántico y aparece, más entero y curtido, el hombre existencialista. Te haces más razonable, más cerebral, más taciturno y apocado, más individualista, menos soñador. Poco a poco vas despertando –y aceptando- tu nueva situación, alegrándote, en gran medida, de haber salido indemne de esta batalla, fuerte, ilusionado, decidido, para poder enfrentarse al gran reto que en verdad supone este contratiempo: el cuidado y, el no menos, desdoblamiento afectivo que necesitaban los hijos para que estos se criaran y crecieran con las menos carencias posibles. Ese es el punto esencial que casi siempre olvidamos cuando estamos derrotados: hacer que tu descendencia reciba el menor impacto posible por la falta de uno y, aunque es complicado compensar la aportación del ausente, que continúen el desarrollo de sus vidas, casi en el mismo ambiente y bienestar que antes, sin pretender sustituir al desaparecido, pero aportando el calor familiar que producían los dos.

Aceptada la novedosa situación surgida, la única idea que obsesiona desde ese mismo instante es, la de coger las riendas del pesado carruaje, y tirar para adelante, pese lo que pese, cueste lo que cueste. Conforme transcurren los días observas con sorpresa, que las heridas cada vez escuecen menos, que aquellas ideas asesinas que te invadían al salir a la calle, cuando te cruzabas con alguna pareja feliz y sonriente, han desaparecido. De nuevo empiezas a coger algo de afecto a esa vida que, hasta hace poco, te parecía tremendamente injusta y nauseabunda, te dejas arrastrar por los acontecimientos, a saborear parte de la tarta, aunque ésta no sea muy del agrado tuyo. Inconscientemente -sin que tú lo sepas verdaderamente-, comienzas a reelaborar nuevos proyectos para el futuro, pequeños, irrelevantes, pero no por ello, carentes de valor, muestra absoluta del nuevo cambio operado en un cuerpo que sale de un fuerte estado traumático. También llega el día en el que te atreves a abandonar la fortaleza donde te refugiabas. Conoces a nuevas personas, inicias nuevas actividades lúdicas, culturales, deportivas, etc., todas ellas no exentas de cierto temor: el fantasma de que estés pasándotelo bien, mientras tu compañero del alma no es más que un puñado de polvo, es difícil de superar y cuesta desprenderse de él.

Pero aún así -con prejuicios y resquemores-, los acontecimientos se suceden, no como uno desearía, sino como acontecen: de otra manera, el mundo haría cientos de miles de años que hubiese desaparecido. Pronto llega la prueba del nueve, aquella en la que tienes que enfrentarte con una nueva relación de pareja. El fracaso es total: el torbellino de emociones imposibilitan que ningún cerebro en esas condiciones –y mucho menos, las dos personas que lo soportan- hagan inviables ese acontecimiento. Luego habrán de llegar algunos otros a los que -tal vez- les ocurra lo mismo que al primero, hasta que ¡por fin! conoces a la persona que ha de poner tus sentimientos en orden. Esta no trata de rellenar ningún hueco, ni sustituir a nadie, quiere ser protagonista de la nueva etapa, ambiciona construir un nuevo mundo donde tenga cabida el presente -sin obviar el pasado-, como elemento estabilizador del nuevo reto que surge.

El ser herido sabe que ha caído en buenas manos, que a partir de aquí no le van a servir las evasivas, y que tendrá que montarse en este autobús, si no quiere ser arroyado. La nueva persona que tiene a su lado, no ha venido a compadecerlo, ni siquiera a curarle; sabe cuanto se juega en este partido y cuanto depende de él mismo para salir triunfante: el tren de la vida pasa sólo una vez en nuestra existencia; si lo dejamos escapar se marchará con él la única ocasión que tenemos. Aunque parezca que los momentos se repiten, que las oportunidades están abiertas, los hechos demuestran que si demoramos –o a la inversa, aceleramos-, los acontecimientos, éstos, por inadecuados, pueden darnos con las puertas en las mismas narices. Hay que estar atentos a cuando pasan por delante de nosotros –cuestión complicada-, de ahí su alto precio.

Lo cierto es que no hay sufuciente dolor como para que alguien muera por su causa, a no ser –repito- que sea el de la enfermedad física y el hambre. El otro, el afectivo, si se lo permites, te produce más daño, te humilla, te esclaviza, te desmotiva, te oprime, pero nunca te mata del todo... siempre te deja un hilillo de vida, para que seas consciente del dolor. De la suerte que tengas en el reparto de fichas depende –y de tu maestría al administrarlas- que salgas airoso de la partida, por el bien de los que te quieren y por ti mismo. Los que han de llegar te lo agradecerán: tu estás en su camino y perteneces a su mundo, por lo tanto, cuanto más entero llegues, mejor andaréis el camino, juntos.









miércoles, 10 de agosto de 2011

Sopa de ajos: Un plato humilde del que las madres no quieren acordarse



Si he de hablar de platos humildes -y claro exponente de la escasez alimenticia, y también de otras, aunque este no es el caso para hablar de ellas- que se padeció durante el franquismo, nada más representativo que la Sopa de ajos. Es tremendamente económico, fácil de hacer y rápido.
Estamos ante un plato con malos recuerdos, el cual, mi querida madre, se negaba a cocinar en casa una vez que superamos la economía de supervivencia, y el que le tenía que rogar que me preparara –de vez en cuando-, cuando era mayor. Francamente, me gusta, y suelo hacerlo en casa en alguna ocasión, aunque he de decir que no tiene mucha aceptación: mi mujer y mi hija son enemigas declaradas de él, así que tengo que aprovechar para comerlo, o bien, cuando estoy solo, o cuando la comida general de ese día no me apetece.
El guiso –no sé llamarlo de otra manera- no puede ser más “pobre” y para pobres. Como ya adelanté en el anterior publicado de las migas, la base principal que lo compone es el pan (antiguamente se utilizaban los trozos de pan que quedaban duros, suponiendo que este “lujo” se produjera alguna vez), unos dientes de ajos, un poco de aceite, una pizca de sal y listo. El pan ha de ser de pueblo o en su defecto, de bollo; el ajo, castaño y el aceite, de oliva.









Ingredientes:



  • Pan

  • Varios dientes de ajo

  • Sal





Elaboración:







  • Primero trocearemos el pan y lo pondremos a remojar, hasta que éste quede completamente empapado. (Con un bollo saldrán tres o cuatro raciones aproximadamente).



  • Luego, en una olla o cazuela, echaremos un buen chorreón de aceite (sed generosos).



  • Cuando el aceite comience a calentar, se echarán los ajos que ya teníamos pelados y cortados en láminas algo gruesas, hasta que se doren sólo un poco. (Hay que tener cuidado de que no se quemen).






  • Una vez listo el ajo, se añade a la cazuela el pan remojado, incluido el sobrante de agua si no es mucha, y la sal. (Mucho cuidado en ésta operación, ya que al añadir agua al aceite caliente, este suele saltar y corremos el riesgo de quemarnos).






  • Lo mezclamos todo, removiendo de vez en cuando, para que la sopa no se pegue en el fondo de la olla, y también, para que se combinen los productos y queden conjuntados.






  • Para finalizar, probaremos por si hay que añadir sal o agua, en el caso de que la notemos muy espesa. Si todo ha ido bien, en poco minutos estará lista.

    Como pueden observar, es un plato económico, rápido y, para quien le guste, apetecible.

    Que ustedes lo disfruten.



lunes, 8 de agosto de 2011

Reconsiderando nuestra persona... Con permiso de la ética

En una conversación mantenida con un viejo amigo –también bloguero-, me comentó:

-“Manuel, a veces me cuestiono si no existe una peligrosa contradicción entre el individuo que veo en mi blog y el que pisa la calle. Son la misma persona, pero, en cambio, tienen comportamientos dispares, en algunos casos, incluso, opuestos”.
La duda que plantea mi amigo, no es de extrañar. Más de uno la hemos padecido en algún momento de nuestra vida, y es que, el homo sapiens, siempre ha tenido que cargar sobre su conciencia, esta doble dualidad que le ha llevado a tener que soportar tantos quebraderos de cabeza: la del desdoblamiento del ser. Uno se viste la ropa de trabajo, la coraza guerrera, y se muestra, dentro de una admisible tolerancia, como la sociedad espera que sea: amable, social, asimilable, etc., en una palabra, un ser domesticado, todo, por temor a “decepcionarles” y –quizás sea esta la cuestión determinante-, por evitar el evidente conflicto armado que supondría atreverse a presentarte ante ellos tal como eres, mientras que el otro, el que anda con su desnudez por la casa, una vez a solas y sin obstáculos, se muestra como es –tal vez sería más correcto decir, como nos gustaría ser?-: distendidos, exigentes, reflexivos y, si me apuran, arrojados subversivos. Sería este último el que nos gustaría pasear por la calle, sin complejos, sin temor, sin importarnos las desconsideraciones que provoquemos al exhibirlo. Pero éste es un ser molesto, incómodo y, como animales que somos -aunque haya quienes insistan, que con un alto grado de racionalidad-, nos infiltramos y adaptamos a la comodidad que proporciona pertenecer a esa sociedad que tanto odiamos, todo ello con el meditado objetivo de hacer más sostenible, si cabe, nuestra convivencia entre ellos, eso sí, algunos privilegiados morales, sin tener que renunciar del todo a ese ser conflictivo.

Creo recordar que sólo acerté a responderle: “Paco, el hombre, mientras está con la manada, es un lobo, y no le queda más remedio que ser uno de ellos. Luego, a solas, con la protección que le permiten las cuatro paredes, reaparece la parte humana y reflexiva que por nacimiento lleva”.
Yo creo que en verdad somos, el que vive a solas, el que piensa, el que escribe, el que compone una música, el que sueña ser habitante de un extraño planeta; el otro, el de la calle, no es más que un triste actor que nos representa para salir del paso, para cumplir con las formas.
Reconozco que el segundo es más atractivo, más seductor, más cercano al idílico protagonista de cine, pero no debemos obviar que el primero nos llena el estómago de alimentos, paga nuestros antojos, nuestras deudas. Con su “prostitución” logra que nuestras miserias diarias sean menos gravosas, para que luego, en la plenitud de nuestra conciencia, seamos el individuo perfecto que en realidad anhelamos. Sin el denostado primer ser, al segundo le sería difícil existir.
Ninguno es peor que el otro, y, por supuesto, ninguno superior a su contrario, es más, forman el complemento necesario par que exista la persona equilibrada, son el yin y el yang, la similitud y lo opuesto, el frío y el fuego. Analizados escrupulosamente, los dos tienen su parte positiva y negativa, aunque, claro está, nosotros nos encontremos más identificados y satisfechos con el segundo: con el ser desnudo.

viernes, 5 de agosto de 2011

Indignados, pacíficos y apaleados




De momento, se acabaron las elecciones y comienzan las desconsideraciones con el Movimiento 15-M. No es que algúna vez llegaran a ser del agrado de los partidos mayoritarios, pero sí tenían que rebozar y endulzar el sentido de sus opiniones, por temor a que el saco de los votos se desinflara. Desde un principio captaron cómo había calado este movimiento, refrescante y regenerativo, entre un gran sector de la población y no querían correr el riesgo que por una mala acción (la intervención desproporcionada de las fuerzas del “desorden”), o una crítica incorrecta, llegara a restarles los votos que necesitaban para alcanzar el triunfo. Durante todo un mes, fue divertido ver y escuchar las declaraciones de los distintos dirigentes, donde arremetían contra los indignados (incluso llamándolos zarrapastrosos, piojosos, etc.), pero en cambio mostraban, de manera sibilina, “las enormes simpatías que les inspiraban”.

Una vez configurado el mapa municipal y autonómico del estado, la maquinaria conspirativa, para desacreditar y destruir esta oleada de aire fresco, se ha puesto en marcha de manera precipitada. La coincidencia de tener a las puertas la llegada del que, hasta hace poco, fue el jefe de la Inquisición (prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe), y, sobre todo, una nueva convocatoria electoral para el 20 de noviembre, hacen que los partidos que son el centro de las críticas de este movimiento se den prisa por acabar, por todos los medios, con esta peligrosa tormenta moral que ha despertado las conciencias de muchos ciudadanos que andaban hibernando en la profunda cueva donde estos políticos los habían metidos.

El 15-M, ideológicamente, no es un movimiento revolucionario. No tiene etiquetas, ni color, ni obediencia, pero son todos estos aspectos los que lo convierten en peligroso ante sus ojos, porque, en el fondo, son estas cualidades las que hacen que sea un revulsivo impactante, sobre las conciencias que andaban dormidas. Y esto último es lo que temen los partidos estructurados: un fuerte movimiento reivindicativo que se escapa del control que ellos suelen ejercer sobre todas las cosas que se mueven en el país. Por ese motivo, hay que acabar, como sea, con ellos. Después de tanta tolerancia durante las elecciones pasadas, ahora, cuando sólo eran diez o doce, en un puesto informativo, se les desaloja de la Puerta del Sol, manteniendo, durante tres días, un bloqueo policial total sobre la plaza, con el consiguiente daño económico a los comerciantes y las incomodidades producidas a sus vecinos, en un intento vano de que los manifestantes lograran perder la cabeza –cosa que, muy a pesar de ellos, no han logrado, ya que el 15-M puede estar indignado, pero no abandona su comportamiento pacífico y respetuoso-, y enfrentar a una parte de la población contra ellos.






Esta estrategia provocativa ha fracasado. De momento, se ha consentido -a la espera de que perdieran los estribos y así poderlos machacar y desacreditar-, durante toda la semana, que se movieran a su antojo por todo Madrid, sin necesidad de hacer intervenciones duras, hasta que anoche decidieron concentrarse delante del Ministerio del Interior... y en ese instante cundió el terror. Porque, no lo olvidemos, estos pijos que nos gobiernan, la mayoría, ve un rojo y se echa a temblar; siguen siendo hijos de sus padres. Por lo tanto, aterrorizados por la cercanía del pueblo, por el griterío subversivo de los manifestantes, o, por el temor a que los contagiaran de piojos –ellos, los angelitos, ¡tan pulcros!-, llamaron a las fuerzas del “desorden”, esa que dicen que está para proteger al pueblo, y se lanzaron a repartir golpes a una concentración respetuosa y pacífica. Y la policía, esa que sus miembros cobran, sin tener ninguna titulación, más que cualquier profesor titulado, cargó -como ya es costumbre en ella- contra un grupo de personas indefensas, sin importarles lo más mínimo, las consecuencias que ello produciría.

La mecha está encendida. Algún interesado lo ha logrado. Esta tarde, a las ocho, hay una nueva concentración ante el ministerio del Interior, para protestar contra la carga policial de anoche. El movimiento 15-M irá –como es su costumbre- pacíficamente; confiemos que el nuevo ministro no complique más las cosas, aunque lo dudo mucho: las órdenes son acabar, cuanto antes, con este movimiento que los deja en evidencia y, a la vez, repescar esos votos "revolucionarios" que, indistintamente, unas veces vota al PSOE, otras, al PP.

lunes, 1 de agosto de 2011

¿Elecciones? ¡Para qué!




El próximo 20 de Noviembre (la fecha, ¿es pura coincidencia, o en cambio, el subconsciente, ha traicionado a los chicos de la socialdemocracia?), tenemos nuevas elecciones y también –si PP y PSOE lo quisieran-, una oportunidad para que el país lograra cambiar algo. Por desgracia, las perspectivas no pueden ser más negativas: de los previsibles ganadores, el que con más posibilidad cuenta –según todos los resultados demoscópicos-, es el Sr. Rajoy, otro político “descafeinado” con semejanzas a Zapatero, un perdedor que no lo quieren ni en su propio partido. El otro, el que trata de restar votos al primero, para que su victoria no se produzca por goleada, Rubalcaba, es una momia de la época de Tutankamon, que el gran amigo de los socialistas, Mubarak -antes de que cayera en desgracia- les regaló por si la necesitaban en un futuro. Hay quienes insisten en que fue cofundador del partido, junto a Pablo Iglesias, hace algo más de un siglo.

El dilema no puede ser más aterrador: gane quien gane, más de lo mismo, ya que los objetivos que persiguen cada uno de ellos son similares. En sus gobiernos, la única diferencia que los distingue es, la táctica a emplear y el color de las camisetas que se enfundan, nada más. Mientras en el campo de juego, los dos se coordinan para chutar sobre la misma portería y darle la victoria al mismo amo, al terrorífico capital. Es la estrategia de las seudo democracias, hacernos creer que con la alternancia de dos grandes partidos “entreguistas”, los ciudadanos no se darán cuenta del engaño, así, cada ocho años, juegan al cambio de poder y de ideología, para que el invento no se les estropee y puedan seguir gobernando hasta que encuentren otro sistema que les permita su supervivencia indefinidamente, ejemplos tenemos en la historia.

Pero todo no han de ser malas noticias. Al menos, con la marcha de Zapatero se acabarán las imbecilidades, los ministerios del amor, de la fantasía, de la relatividad, de la tontería, y de otras monsergas estúpidas con las que nos ha obsequiado. También dejaremos de oír las chirriantes zetas, en lugar de las des; así, de nuevo, igualdad, solidaridad, hermandad, incluso incapacidad, sonarán de nuevo como Cervantes las pronunciaba y no como el perfecto leonés puso de moda.
Por fin se le acaba la cuerda a este presidente que, si no llega a ser por el cable que le echaron los moritos, a estas alturas de la historia ya ni nos acordaríamos de él. No creo que haya pasado por la presidencia del país un dirigente más incapacitado que este y a la vez, más soberbio. La soberbia, dicen, suele ser una característica consustancial a este tipo de patología. Con su marcha, al menos no sufriremos su presencia. Algo es algo.

Pero volviendo al tema que ha motivado la creación de este post, he de decir que, convocar unas nuevas elecciones, sin haber cambiado antes la ley electoral –cosa demandada por una gran parte de la población-, además de ser una injusticia, es, literalmente, un atropello democrático, es hacer oídos sordos a un clamor popular que cada día se oye con más fuerza en las calles del estado. No querer rectificar una ley electoral de más de treinta años, y que hubo que confeccionar –con temor a un golpe de estado-, bajo la vigilancia de un ejército dispuesto a retroceder al pasado, es, sencillamente, una putada. Es la mejor manera que tienen los dos grandes partidos de repartirse la tarta electoral entre ellos, dejando fuera del festín a un gran sector de la sociedad. Como ya dije en anteriores post (“Urge una reforma electoral” y “Seamos democráticos: Una persona, un voto”) el sistema D´Hondt no es justo ni representativo, ya que está pensado para penalizar a las agrupaciones minoritarias y a las grandes poblaciones. La provincia tiene que dejar de ser la circunscripción electoral, sustituyéndose por la estatal, algo semejante a lo que ocurre con las elecciones europeas. "Si no se realiza así -argumentan los beneficiados de la actual ley- es para evitar que el parlamento se convierta en un mosaico de ideas, y asegurar que las poblaciones pequeñas tengan representación”. Pero esto no es más que una patraña que esgrimen para ocultar su verdadero objetivo, que es, el de asegurarse grandes mayorías y aprovecharse de la gran infraestructura organizativa que poseen para estar en aquellos lugares donde no pueden llegar los otros, por lo tanto, aquellas fuerzas que se presentan en circunscripciones pequeñas, donde sólo pueden estar los dos grandes partidos –y también, algunos nacionalistas-, se ven notablemente recompensados.

Visto lo visto, hago la siguiente reflexión: en estas condiciones, ¿Elecciones? ¡Para qué! ¿Alguien cree que con pintar el burro de otro color, el carro va a andar más rápido? Es lo que parece olvidar la gente. Aquí nos hablan de elecciones y, al instante, se nos olvida quienes son los culpables de nuestras desdichas. Ya no recordamos que el previsible vencedor estuvo “pringado” en el gobierno de Aznar, hace ocho años, y hoy se presenta -y lo que es mucho peor, la ciudadanía se lo cree-, como un novedosísimo político, con un partido “nuevo” del que aún se desconoce cómo gestionará la administración. Pero sólo hay que mirar hacia atrás y recordar los recortes sociales que implantaron, lo favorables que eran a las privatizaciones de la cosa pública (sanidad, educación, administraciones, etc.) o, simplemente, mirar la situación de las comunidades autónomas donde gobiernan: igual o peor aún que Zapatero.
Otro tanto sucede con el mago Rubalcaba, presente en gobiernos socialistas, durante la etapa de Felipe González y, ahora, con Zapatero, y miren por donde, hasta hoy que entramos en campaña electoral -¡Horror, cada vez son más pesadas y largas!- no se le ha ocurrido sacar de la chistera las pócimas milagrosas que posee para salvar al país.

Si hay algo, en el mundo, más mentiroso que un político, son dos políticos. Ellos se lo han currado para tener esta fama y, en justicia, sólo a ellos les cabe el honor de ostentarla.
Mientras el debate de tres cuartas partes de la población es cómo lograr llegar a final de mes con el frigorífico medio lleno (o peor aún, medio vacío), el pago de la hipoteca, el desempleo de los hijos, su propia inestabilidad laboral, etc., ellos, nuestros admirados políticos se reparten el botín electoral sin importarles que un gran sector de la sociedad española se quede sin representación en la cámara de diputados. A ellos sólo les interesa -¡enterémonos de una maldita vez!- turnarse, cada ocho años, en la dirección del país, incluidas las “bicocas” y prebendas que ello conlleva, lo demás, sólo es palabrería, ocultamiento y mala intención, que para eso son maestros trileros.

Tenemos a la vista nuevas elecciones que, por previsibles y conocidas, no me inspiran ninguna confianza. Perdonen, soy así de insensible, van quedando pocas cosas que me pongan la carne de gallina.
El 20-N, la derecha española tendrá doble motivo para festejar tan macabra fecha. Señores del PSOE, os ha traicionado el alma.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...