Todos contra el juez Garzón. Esta parece ser la consigna que ahora prevalece en los medios cercanos a ese residuo de Tribunal de Orden Público (el tenebroso TOP franquista) que representa el actual Tribunal Supremo. Los que defienden al juez más mediático de España aducen que, lo que motiva a sus perseguidores, no es más que la corrosiva envidia que producen los continuos éxitos que éste acumula contra la banda terrorista ETA, y la predilección que manifiestan por él, los responsables policiales, a la hora de ejecutar cualquiera compleja intervención de éstos cuerpos. Puede ser que estén en lo cierto, porque Garzón ha participado y ha dejado en un bochornoso ridículo, en más de una ocasión, a jueces timoratos que hoy se revuelven contra él, porque el miedo les imposibilitaban actuar contra ETA y las mafias que negocian con las drogas.
Para alguien que no es sospechoso de adulación a éste juez (hay detalles y decisiones en su vida que no acabo de ver claras) puedo creer que los que lo defienden ahora no estén del todo descaminados. Por cochina envidia se produjo el primer asesinato del mundo, entonces, ¿por qué no habría de cometerse un “garzoncidio” que evidenciara a esta casta de jueces ineficaces? Pero aún así, yo me inclino a pensar que no es esto lo que crea tanto afán de venganza contra el juez; lo que realmente los motiva es el resentimiento que guardaban por el susto que le dio al tirano Pinochet (reencarnación respetadísima del dictador español) y, lo que ha resultado definitivo para envalentonarlos, el proceso al franquismo, en un intento del juez por sacar a la luz pública, de una maldita vez, los crímenes que se cometieron en la larga noche de la dictadura. Es evidente que la razón principal por la que las larvas residuales del franquismo no hayan podido soportar más la osadía de un juez que, a pesar de las contradicciones que en algunas acciones mantiene, ha querido desenmascarar a los que siguen sosteniendo (aunque vayan disfrazados de demócratas) que la época del ordeno y mando, y de los juicios sumarísimos, estuvo lleno de paz y bienaventuranza.
Estas, y no otras, son las auténticas razones que los movilizan. Temen que se abran las fosas donde reposan los resto de los asesinados; que el pueblo pierda definitivamente el temor y exijan recuperar los cuerpos de sus fusilados, para darles el descanso que las “buenas gentes” de la cruz en el pecho les negaron. Les asustan que las carreteras se vuelvan a llenar de esqueletos, esta vez, reclamando el calor de un cementerio, y que con el clamor de la búsqueda salga a la luz la masacre que realizaron. Ellos, señores, son envidiosos, pero el nivel social en que viven les enseñó digerirlo; es algo que lo aprenden desde niño. Estos individuos, lo que no toleran, es que les toquen lo sagrado, y en este caso, el juez Garzón se ha atrevido a mucho, queriendo enjuiciar los actos de Franco.
España no se puede permitir que jueces de esta profesionalidad queden apartados de la actividad pública; lo que en verdad daña al país y a la credibilidad judicial, son las sentencias que dictan algunos de estos togados que ahora aprovechan la debilidad del magistrado para atacarle por todos los flancos. ¡Que gran teatro es la vida! Los que hoy lo critican, atacan y quieren llevarlo a la hoguera, son los que haces años, cuando lo del GAL, querían subirlo a los altares y lo ponían en todo momento como ejemplo de independencia y de profesionalidad. Por el contrario, los que lo defienden actualmente, son los mismos que cuando el GAL querían lincharlo y lo acusaban de “revanchista, ambicioso, protagonista, mediático y poco recomendable para el ejercicio de la profesión”; en cambio, ahora, desde que Garzón “confraterniza”, una vez más, con las directrices del partido socialista, “es un ejemplo a seguir para dictar justicia”. ¿Alguien entiende el mundo y sus intrincados recovecos? ¡Qué acertado estuvo el que dijo que “nada es verdad ni es mentira, todo es según del color del cristal con que se mira”!
Para alguien que no es sospechoso de adulación a éste juez (hay detalles y decisiones en su vida que no acabo de ver claras) puedo creer que los que lo defienden ahora no estén del todo descaminados. Por cochina envidia se produjo el primer asesinato del mundo, entonces, ¿por qué no habría de cometerse un “garzoncidio” que evidenciara a esta casta de jueces ineficaces? Pero aún así, yo me inclino a pensar que no es esto lo que crea tanto afán de venganza contra el juez; lo que realmente los motiva es el resentimiento que guardaban por el susto que le dio al tirano Pinochet (reencarnación respetadísima del dictador español) y, lo que ha resultado definitivo para envalentonarlos, el proceso al franquismo, en un intento del juez por sacar a la luz pública, de una maldita vez, los crímenes que se cometieron en la larga noche de la dictadura. Es evidente que la razón principal por la que las larvas residuales del franquismo no hayan podido soportar más la osadía de un juez que, a pesar de las contradicciones que en algunas acciones mantiene, ha querido desenmascarar a los que siguen sosteniendo (aunque vayan disfrazados de demócratas) que la época del ordeno y mando, y de los juicios sumarísimos, estuvo lleno de paz y bienaventuranza.
Estas, y no otras, son las auténticas razones que los movilizan. Temen que se abran las fosas donde reposan los resto de los asesinados; que el pueblo pierda definitivamente el temor y exijan recuperar los cuerpos de sus fusilados, para darles el descanso que las “buenas gentes” de la cruz en el pecho les negaron. Les asustan que las carreteras se vuelvan a llenar de esqueletos, esta vez, reclamando el calor de un cementerio, y que con el clamor de la búsqueda salga a la luz la masacre que realizaron. Ellos, señores, son envidiosos, pero el nivel social en que viven les enseñó digerirlo; es algo que lo aprenden desde niño. Estos individuos, lo que no toleran, es que les toquen lo sagrado, y en este caso, el juez Garzón se ha atrevido a mucho, queriendo enjuiciar los actos de Franco.
España no se puede permitir que jueces de esta profesionalidad queden apartados de la actividad pública; lo que en verdad daña al país y a la credibilidad judicial, son las sentencias que dictan algunos de estos togados que ahora aprovechan la debilidad del magistrado para atacarle por todos los flancos. ¡Que gran teatro es la vida! Los que hoy lo critican, atacan y quieren llevarlo a la hoguera, son los que haces años, cuando lo del GAL, querían subirlo a los altares y lo ponían en todo momento como ejemplo de independencia y de profesionalidad. Por el contrario, los que lo defienden actualmente, son los mismos que cuando el GAL querían lincharlo y lo acusaban de “revanchista, ambicioso, protagonista, mediático y poco recomendable para el ejercicio de la profesión”; en cambio, ahora, desde que Garzón “confraterniza”, una vez más, con las directrices del partido socialista, “es un ejemplo a seguir para dictar justicia”. ¿Alguien entiende el mundo y sus intrincados recovecos? ¡Qué acertado estuvo el que dijo que “nada es verdad ni es mentira, todo es según del color del cristal con que se mira”!
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