Volvemos, una vez más, al Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche, Huelva. (Desde aquí saldremos en muchas más ocasiones, ya que es una sierra ideal para el senderismo, tanto por el gran números de ellos, como por la belleza de las localidades y el entorno que los acoge. Es ideal para todas las estaciones del año).
El primer requisito para este recorrido es un buen calzado; aunque el tramo inicial es bastante bueno (discurre por una antigua calzada romana que aún conserva restos de su empedrado), pasada la aldea de El Calabacino, el camino empeora por la erosión que ha padecido con las fuertes lluvias, y el abandono en que se encuentra desde que ha dejado de utilizarse por los lugareños. El trayecto transcurre entre un bosque de castaños, encinas, alcornoques, robles melojos, nogales, pinos, olivos, y a través de una fuerte vegetación de zarzas, madroñeras, jaras, retamas y brezo.
Partiremos desde el pueblo de Alájar (no se puede discutir la procedencia árabe del nombre que significa, “piedra, roca”, quizá en referencia a la Peña que se alza, majestuosa, no muy lejos), donde habremos dejado aparcados los vehículos en la calle del Médico Emilio González, lugar más cercano al comienzo del camino que nos conducirá en dirección al Calabacino.
Desde este punto, el trayecto será siempre cuesta arriba, así que paciencia, paradita de vez en cuando para respirar, beber agua y deleitarnos con los bellos parajes por los que discurre el paseo.
Una vez pasado el trozo pavimentado de cemento, entraremos en una sombría zona donde tendremos el placer de caminar por lo que fue, en la antigüedad, calzada romana “del camino de Portugal” -conservada en perfectas condiciones en algunos tramos- que nos dejará a los pies de la aldea de El Calabacino, lugar paradisíaco donde los haya, que fue abandonada –como otras tantas- por sus antiguos pobladores y que, desde hace varias décadas, tomaron “familias de jóvenes alternativos” (nunca me gustó llamarlos “hippies”) que han conseguido rehabilitarla.
Nuestro camino deja a la derecha la iglesia de la Santísima Trinidad, construida en el siglo XVIII. A partir de aquí hay que tener cuidado con no perderlo; nuestro sistema será ir siempre de frente, abandonando cualquiera que nos salga a derecha o izquierda, hasta llegar a una pista nueva, libre de tanto follaje, que transcurre entre un bosque de centenarios castaños. Esta pista habilitada para el trafico de vehículos, habrá que abandonarla una vez que finalicemos la subida y confluya nuevamente con el camino real (atención a este dato, la pista de vehículo por la que hemos venido últimamente, nos aleja del recorrido) que nos introducirá a través de la calle de Arias Montano, en el pueblo de El Castaño del Robledo, final de nuestro recorrido.
En este lugar podemos contemplar la arquitectura de sus viviendas, la inacabada iglesia del siglo XVIII, de estilo neoclásico, el privilegiado enclave donde está situada la localidad, las abundantes aguas que recibe el pueblo, y degustar sus carnes en el bar que está junto al matadero, donde podremos comprar el producto que nos apetezca y asarlo en la barbacoa que funciona en la terraza del bar.
Cuando hayamos recuperado fuerzas, emprenderemos el regreso para Alájar, esta vez más cómodos, pues una vez superada la primera subida todo será cuesta abajo. Una vez allí nos introduciremos en él, merece la pena recorrerlo. Podemos ver la parroquia de San Marcos, edificada en el siglo XVIII sobre otra anterior del siglo XVI. Es de planta basilical, con tres naves, destacando por su hermosura la esbelta torre rematada en una pirámide. También merece una visita la Peña de Arias Montano, donde se encuentra la ermita de Nuestra Señora de los Ángeles.
Aquí finalizaremos nuestra salida. Confío que sea de su agrado.
Hola Manuel, que seguimos por aqui.
ResponderEliminarSaludos.
Igual para ti Miguel.
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