Lo grandioso de la Democracia es que cualquiera puede ejercer de fanático demócrata, de caudillo defensor de los más insospechados “derechos humanos”, de irreductible adalid de las libertades patrias y mundiales, etc., sin necesidad de tener que rendir cuentas de sus silencios en épocas cuando verdaderamente era necesario pronunciarse. Estas son las virtudes y los defectos de la Democracia, que logran convertir en sospechosos a los que hicieron posible su instauración, y, en cambio, encumbran a los adheridos ocasionales.
Se da la paradoja, inversamente proporcional, de que los que más la invocan en la actualidad y a los que más se les llenan la boca de bellas metáforas de contenido emocional, son aquellos que no movieron un solo dedo, ni tuvieron una palabra de apoyo para los desconocidos luchadores que pelearon con tesón durante la noche negra de la dictadura.
Es el caso patético del PP y el conjunto de sus votantes, que de defender a capa y espada todas las violaciones de derechos humanos y civiles que cometía el tirano Franco, ahora se convierten en los mayores defensores de las libertades estéticas que a ellos más le convienen, es más, llegan a creérselo de tal manera que, incluso se atreven a exigirla para determinados países donde no gobiernan sus allegados dictadores.
Dentro del mal que aqueja a la nueva Democracia, lo del PP no es tan grave, si se mira desde un aspecto formal y autocomplaciente, porque ellos, no engañan a nadie; sus votantes saben perfectamente en quién depositan su confianza, y el trabajador que los vota, sencillamente, prefiere dejarse engañar. Toda la parafernalia liberal que esgrime la derecha española está contenida en una amarga hibernación transitoria, a la espera de que futuros acontecimientos posibiliten el momento propicio para dar el nuevo zarpazo. Su paciencia es eterna; su habilidad extrema; no olvidemos que llevan toda la vida, desde el neolítico, gobernando; unas veces a fuego y sangre, otras, “cambiándolo todo para que no cambie nada.”
Lo que en la actualidad es preocupante no es el peligro que representa el PP -puesto que a estos sujetos se les ve llegar-; lo que realmente inquieta es la proliferación de “progres”, seudo demócratas y “niños bien” metidos a opinadores de la libertad, o convertidos en dirigentes políticos de la supuesta izquierda española. Son peligrosamente fértiles; se reproducen y contaminan con gran facilidad. Suelen cohabitar, por necesidad, en el gran partido de los arribistas que carecen de capacidad para ganarse la vida por sí mismos (el PSOE); ejercen profesiones liberales (periodistas, abogados, “intelectuales”, fracasados de la farándula, etc.; visten desenfadadamente, pero con ropas caras; no conducen, prefieren el taxi; viajan al extranjero todo lo que pueden, porque entre ellos, el prestigio se adquiere según el número de kilómetros que marca su pasaporte; viven en zonas vips de la ciudad, en las mismas urbanizaciones que sus, supuestos, adversarios políticos. Y es que el lujo y la calidad de vida, es algo a lo que no renuncian estos privilegiados "niños bien", y por lo tanto, no les importan rivalizar con los peperos.
Son estos abnegados demócratas la parte residual de los estigmatizados niños del franquismo, -hijos de generales golpistas, comisarios de la brigada político social, o de simples miembros de la Guardia Civil, etc.- que un día, para joder a “papaíto”, se pusieron pantalones vaqueros, camisa a cuadros por fuera, melena al aire y luengas barbas, y desde las filas de los partidos de la más extrema izquierda, vinieron a traernos a los descarriados trabajadores, el mensaje de la lucha antifranquista, a través de la necesaria liberación sexual, porque ya, por aquellas fechas, argumentaban ellos, que sin la picha satisfecha, no había revolución que valiera la pena. Siempre fueron igual de originales; sabedores como eran, de lo que significaba un polvo para los que no habían visto un coño ni siquiera en fotografías, les ponían aquel señuelo a los reprimidos españoles, para hacerles creer que aquel manjar sería suyo si lograban superar el miedo que les impedía organizarse en un partido político. Nada más equivocado. Al final, ni revolcón, ni revolución; lo único que hicieron aquellos espabilados “progres”, fue habilitar la autopista que los transportaran, a unos, a la tranquilidad del redil familiar, nuevamente; a otros, al lugar común donde es fácil coexistir, porque existe una carencia de principios e ideales, y lo único que se requiere, para sobrevivir, es tener una ambición desmedida y una fuete facilidad para digerir lo abyecto.
Muchos de estos modélicos demócratas ejercen la actividad periodística, y desde el lugar donde trabajan –ya sea radio, televisión, prensa escrita, etc.- difunden un mensaje difuso de progresismo sentimental, dan un falso concepto de libertad y de comportamientos morales, llegando a coincidir en la mayoría de las ocasiones con los objetivos y los pensamientos de los máximos enemigos de la libertad. Para ellos basta con llenar el papel y las noticias con palabras como: libertad, derechos humanos, democracia, etc., y las aplican donde sea y a costa de lo que sea sin el menor rigor y fundamento, pero cuando se trata de plantársela en la cara a un sanguinario tirano, allá van y aflojan, porque estos “periodistas progres”, al final, lo que les sale del alma, lo que verdaderamente sienten y piensan cuando critican una situación económica o social, es como piensa y se desenvuelve el "niño de general franquista”, que, como estigma divino, llevan en el alma. Cada cual es como nació, y cualquier desviación anacrónica, solo hace que la situación se convierta en una representación absurda y macabra.
Se da la paradoja, inversamente proporcional, de que los que más la invocan en la actualidad y a los que más se les llenan la boca de bellas metáforas de contenido emocional, son aquellos que no movieron un solo dedo, ni tuvieron una palabra de apoyo para los desconocidos luchadores que pelearon con tesón durante la noche negra de la dictadura.
Es el caso patético del PP y el conjunto de sus votantes, que de defender a capa y espada todas las violaciones de derechos humanos y civiles que cometía el tirano Franco, ahora se convierten en los mayores defensores de las libertades estéticas que a ellos más le convienen, es más, llegan a creérselo de tal manera que, incluso se atreven a exigirla para determinados países donde no gobiernan sus allegados dictadores.
Dentro del mal que aqueja a la nueva Democracia, lo del PP no es tan grave, si se mira desde un aspecto formal y autocomplaciente, porque ellos, no engañan a nadie; sus votantes saben perfectamente en quién depositan su confianza, y el trabajador que los vota, sencillamente, prefiere dejarse engañar. Toda la parafernalia liberal que esgrime la derecha española está contenida en una amarga hibernación transitoria, a la espera de que futuros acontecimientos posibiliten el momento propicio para dar el nuevo zarpazo. Su paciencia es eterna; su habilidad extrema; no olvidemos que llevan toda la vida, desde el neolítico, gobernando; unas veces a fuego y sangre, otras, “cambiándolo todo para que no cambie nada.”
Lo que en la actualidad es preocupante no es el peligro que representa el PP -puesto que a estos sujetos se les ve llegar-; lo que realmente inquieta es la proliferación de “progres”, seudo demócratas y “niños bien” metidos a opinadores de la libertad, o convertidos en dirigentes políticos de la supuesta izquierda española. Son peligrosamente fértiles; se reproducen y contaminan con gran facilidad. Suelen cohabitar, por necesidad, en el gran partido de los arribistas que carecen de capacidad para ganarse la vida por sí mismos (el PSOE); ejercen profesiones liberales (periodistas, abogados, “intelectuales”, fracasados de la farándula, etc.; visten desenfadadamente, pero con ropas caras; no conducen, prefieren el taxi; viajan al extranjero todo lo que pueden, porque entre ellos, el prestigio se adquiere según el número de kilómetros que marca su pasaporte; viven en zonas vips de la ciudad, en las mismas urbanizaciones que sus, supuestos, adversarios políticos. Y es que el lujo y la calidad de vida, es algo a lo que no renuncian estos privilegiados "niños bien", y por lo tanto, no les importan rivalizar con los peperos.
Son estos abnegados demócratas la parte residual de los estigmatizados niños del franquismo, -hijos de generales golpistas, comisarios de la brigada político social, o de simples miembros de la Guardia Civil, etc.- que un día, para joder a “papaíto”, se pusieron pantalones vaqueros, camisa a cuadros por fuera, melena al aire y luengas barbas, y desde las filas de los partidos de la más extrema izquierda, vinieron a traernos a los descarriados trabajadores, el mensaje de la lucha antifranquista, a través de la necesaria liberación sexual, porque ya, por aquellas fechas, argumentaban ellos, que sin la picha satisfecha, no había revolución que valiera la pena. Siempre fueron igual de originales; sabedores como eran, de lo que significaba un polvo para los que no habían visto un coño ni siquiera en fotografías, les ponían aquel señuelo a los reprimidos españoles, para hacerles creer que aquel manjar sería suyo si lograban superar el miedo que les impedía organizarse en un partido político. Nada más equivocado. Al final, ni revolcón, ni revolución; lo único que hicieron aquellos espabilados “progres”, fue habilitar la autopista que los transportaran, a unos, a la tranquilidad del redil familiar, nuevamente; a otros, al lugar común donde es fácil coexistir, porque existe una carencia de principios e ideales, y lo único que se requiere, para sobrevivir, es tener una ambición desmedida y una fuete facilidad para digerir lo abyecto.
Muchos de estos modélicos demócratas ejercen la actividad periodística, y desde el lugar donde trabajan –ya sea radio, televisión, prensa escrita, etc.- difunden un mensaje difuso de progresismo sentimental, dan un falso concepto de libertad y de comportamientos morales, llegando a coincidir en la mayoría de las ocasiones con los objetivos y los pensamientos de los máximos enemigos de la libertad. Para ellos basta con llenar el papel y las noticias con palabras como: libertad, derechos humanos, democracia, etc., y las aplican donde sea y a costa de lo que sea sin el menor rigor y fundamento, pero cuando se trata de plantársela en la cara a un sanguinario tirano, allá van y aflojan, porque estos “periodistas progres”, al final, lo que les sale del alma, lo que verdaderamente sienten y piensan cuando critican una situación económica o social, es como piensa y se desenvuelve el "niño de general franquista”, que, como estigma divino, llevan en el alma. Cada cual es como nació, y cualquier desviación anacrónica, solo hace que la situación se convierta en una representación absurda y macabra.
Pues lo dicho, que sigan dándonos lecciones de democracia burguesa.
Hola manuel, que te conste que sigo aqui, aunque como casi siempre no tenga nada que decir.
ResponderEliminarSolo, un saludo.
Me alegra leerte, Miguel. ¿Mejor de ánimos?
ResponderEliminarUn saludo tambien para ti.