Cuando socialdemócratas y neoliberales se reúnen para intentar solucionar la situación económica que padece el país, ¡malo!, los ciudadanos debemos echarnos manos a la cartera, no sea que nos la roben. El personal ya anda bastante escardado de pasados acuerdos que suscribieron estos dos partidos cuando las cosas no funcionaban correctamente en los periodos en que algunos de los dos gobernaban. De cara al espectador, saben representar a la perfección el papel que el mangoneo gubernamental les tienen asignado, montando llamativas trifulcas semánticas sólo con la intención de confundir y conformar a la opinión pública que asisten a sus espectáculos sin la formación cultural adecuada, ni la mínima labor de enjuiciamiento, pero luego, en los despachos –verdaderas cocinas donde se preparan los amargos potajes que más tarde tendremos que comernos-, no tienen grandes dificultades para concretar una serie de medidas antipopulares que graven, aún más, la situación económica que padecen la mayoría de la población española, porque, ¿qué problemas se van a encontrar en la elaboración de un programa económico dos partidos que, en teoría, quizás tengan diferencias ideológicas, pero que en la praxis, que es el lugar donde en realidad se visualizan las diferencias que pudieran existir entre ellos, son similares. La teoría económica del PSOE es un calco de la que emplea el PP cuando dirige el país; es una economía neoliberal que lleva fracasando varias décadas allí donde se ha aplicado, edulcorada -eso sí que lo cuidan los primeros- con un fuerte aporte de populismo travestido de social, haciendo un guiño ridículo e inoperante, a todos los sectores, teóricamente, marginales, en un intento absurdo de aparentar progresismo. Los segundos, neoliberalismo, puro y duro, disfrazado de argumentos novedosos y presentados como la panacea última capaz de resolver los problemas económicos que, sólo ellos y su ineficaz régimen económico, han creado.
Al verlos juntos, empresarios y banqueros se frotan las manos; son personas sensibles a las que no les agrada presenciar a dos hermanos enfadados. Como buenos padres que son, nunca se inclinan de forma descarada por uno, porque a ellos, lo que de verdad les importa, son las cuentas de resultados, y, hemos de ser justos, con el PSOE nunca les ha ido nada mal, si no, que se lo pregunten a estos últimos. De momento, los empresarios, a través de su organización representativa la CEOE, han lanzado un globo sonda para ver qué aceptación tiene entre los medios propagandísticos, las fuerzas sociales más representativas y los dos partidos que acaban de reunirse. Aquí todo el mundo pretende ser pescador y pescar en el río revuelto en que se ha convertido la economía española, por lo tanto, han tenido la deferencia de proponer un nuevo contrato de trabajo basura para los jóvenes, donde ellos no pagarían seguridad social al estado; los contratados cobrarían, en el mejor de los casos, el salario mínimo interprofesional (633 euros mensuales); no tendrían indemnización por despido y tampoco, derecho a desempleo. Como podemos observar, no se puede ser más generoso. Los banqueros por su parte –no olvidemos que son responsable directos de la situación que padecemos- han “trincado” todo el dinero que Zapatero les ha proporcionado, y ahora es el mismo gobierno quien se ha tenido que convertir en banquero para facilitar a las Pymes los créditos que las entidades financieras niegan.
España es un país de pillos, donde nació y se acomodó perfectamente la picaresca. Por este motivo, al pueblo le cuesta tanto cuestionar el “mangoneo” que con tanta frecuencia se produce. La mayoría somos cómplices de los desmanes que se están realizando, y, a pesar de todo, lo vamos sobrellevando. La comprensión que algunos manifietan por la rapiña que se produce en todos los niveles del estado; el asumido pasotismo político que mantenemos con el comportamiento y las actitudes de nuestros mandatarios y el nulo interés por los temas vitales que afectan a nuestra sociedad y a nuestra economía, hacen que estos dos partidos hermanos se hagan eternos en el gobierno del país, limitándonos a cambiarlos, cada cuatro años, si nos tienen muy cabreados, con lo cual, la política y la economía que se desarrolla en el territorio es siempre la misma, porque ellos, socialdemócratas (PSOE) y derecha dura reconvertidos (PP) son la misma cosa, pero con distintos estilos, o como dicen en mi pueblo: “son los mismos perros, pero con diferentes collares.”
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