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lunes, 22 de noviembre de 2010

¿Una muerte digna? Mejor, una vida digna


El efecto Rubalcaba sólo ha durado quince días; una vez pasado, éste gobierno Zapatero vuelve a caer en el mismo agujero donde andan metidos desde el principio de esta legislatura: en el pozo de la impopularidad, de la inacción, del descrédito político, de la superchería, en resumidas cuentas, en más de lo mismo, en el frenético espejismo de vendernos humo, en el irrespetuoso timo del trilero que ya no se creen ni sus despistados votantes.

Cada vez que el ritmo de las encuestas les son desfavorables, a este gobierno no se le ocurre otra cosa que sacarse de la manga una ristra de leyes que no llegan más allá de la impresora. Cada seis meses nos sorprenden con un cesto lleno de leyes –leyes “tontas”, blanditas, adornadas de colorines, sólo vistosas para la parroquia- lejanas de solucionar los diversos problemas que agobian a la población, y faltas de la sensibilidad y el respeto que ésta se merece.

Pero hay una –en la última tanda que acaban de aprobar este fin de semana- que llama la atención por su rareza en estos momentos: es la referente a la “ley de una muerte digna”. No seré yo de los que se opongan a que se dignifique la fase final de nuestros seres queridos, máxime cuando he sido de los que la han defendido –y ejecutado- desde 1991. Lo que me llama la atención es el momento de presentarla. ¿En verdad es este el mayor problema que tiene la ciudadanía actualmente? ¿Creen de verdad ustedes que lo importante es solucionar el tránsito a la muerte, cuando lo que nos queda por resolver es nuestro paseo por la vida? Cada vez se les contagia más la ideología vaticana: posponen para la muerte lo que se necesita en vida. ¿No hubo ocasión de hacerlo en el período en que gobernó Felipe González, ni en los casi siete años que lleva Zapatero?

Como en tantas otras cosas que hacen, lo que ocurre es que el PSOE, sus afiliados y sus votantes, no creen en ninguna de estas medidas, y que sólo recurren a ellas para escurrir el bulto cuando las cosas les vienen mal, pero que no se dejan el pellejo en ellas. Hagan un repaso a las cientos de leyes que lleva el gobierno de Zapatero elaboradas, y mírense en el espejo, a ver si han cambiado ustedes –y la sociedad- en algo. La mayoría de ellas es sólo humo con el que, el mago, trata de impresionar a los espectadores, celofán para envolver el regalo ajado, virutas de relleno para que la caja no parezca vacía. Ya lo he dicho en muchas ocasiones: estos pijos desclasados son los ases del “birlibirloque”, te sacan una moneda de la oreja sin que les cojas el truco, cuanto más, una ley absurda –y que no acometerán- de la chistera.

Alguien cercano a mí me apunta que esta ley sí que puede estar encaminada a solucionar uno de los problemas de hoy: el de las pensiones. Si nos dan la facilidad para "ausentarnos" a todos los entrados en edad, el problema descrito estará más que resuelto. También se lo podrían aplicar a los desempleados que estén desesperados por el paro. Nos podremos acoger al apartado donde se especifica que es indigno vivir en una situación de pobreza, escasez, envejecido, dolorido, sufrimiento, angustia, incertidumbre y desdicha, y el especialista, la enfermera, e incluso, el médico de familia nos dará –todavía, gratuitamente- el remedio para nuestros males.

Pensando en positivo, esta puede ser una buena ley, sobre todo para ellos, los pijos del PSOE: así se encontrarán a menos parias por los lugares que ellos frecuentan, y que con nuestra presencia, masificamos y afeamos.


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