Si viviese en Cataluña (cosa nada improbable para cualquier andaluz, ya que la deslocalización de sus empresas sólo te permiten dos alternativas: coger el petate y aceptar el traslado que te ofrecen en esa comunidad, o bien quedarte aquí y formar parte de la mayor empresa andaluza, El Paro) y tuviese que resolver mi compromiso con las urnas el próximo domingo día 28, decididamente lo tendría claro, votaría de la manera que más les toca los cojones (con perdón) a los políticos, aquella que pone en evidencia el hartazgo que soportamos los ciudadanos electores, sometidos a una política falaz, arribista, ramplona, chapucera, e ineficaz, sin pensarlo dos veces, me quedaría en casa viendo una buena película, asando una buena carne en la barbacoa, o, si el tiempo lo permitiera, subiría al monte para limpiarme los pulmones y la parte más afectada del cerebro.
Que la política española (en este caso, la catalana) no pasa por sus mejores momentos, y el prestigio de sus artífices, tampoco, es un hecho incuestionable. La derecha españolista, cada día que pasa, es menos derecha y más extrema y xenófoba; la otra, la nacionalista, cada vez es menos demócratacristiana y más judía y, para atacar “al estado opresor español”, antiandaluza. En cuanto a la supuesta izquierda, una, la nacionalista, ni es izquierda, ni política, disparatada, con ramalazos fascistas y xenófobos, sólo es un mecanismo para el engorde y disfrute de sus componentes, además de convertirse en un sistema eficaz de colocación para sus familiares; otra, ni es “chicha ni limoná”, es una rebujina de todos los males, un quiero y no puedo, un grupo de intransigentes españolistas reconvertidos en intolerantes catalanistas, más pendientes de asegurarse el poder que en gobernar; y la otra, la que se supone que debiera ser la alternativa viable para trabajadores, progresistas, excluidos sociales, inmigrantes, etc., se disfraza de alternativa pija, con atuendos rococó y lacitos verdes, que no va más allá, en sus intenciones políticas, que convertirse en la bisagra eficaz que permita la gobernabilidad del partido que lo llame en su auxilio.
Como andaluz, yo no me tomaría en serio estas elecciones. Ante la perspectiva descrita y la ausencia de un partido verdaderamente de izquierda, o bien andaluz, que recoja los intereses de la gran población que vive en ese territorio, la elección la tendría bien clara: yo, sin ningún remordimiento, el próximo domingo me abstendría, y que me llamen lo que les de la gana.
Que la política española (en este caso, la catalana) no pasa por sus mejores momentos, y el prestigio de sus artífices, tampoco, es un hecho incuestionable. La derecha españolista, cada día que pasa, es menos derecha y más extrema y xenófoba; la otra, la nacionalista, cada vez es menos demócratacristiana y más judía y, para atacar “al estado opresor español”, antiandaluza. En cuanto a la supuesta izquierda, una, la nacionalista, ni es izquierda, ni política, disparatada, con ramalazos fascistas y xenófobos, sólo es un mecanismo para el engorde y disfrute de sus componentes, además de convertirse en un sistema eficaz de colocación para sus familiares; otra, ni es “chicha ni limoná”, es una rebujina de todos los males, un quiero y no puedo, un grupo de intransigentes españolistas reconvertidos en intolerantes catalanistas, más pendientes de asegurarse el poder que en gobernar; y la otra, la que se supone que debiera ser la alternativa viable para trabajadores, progresistas, excluidos sociales, inmigrantes, etc., se disfraza de alternativa pija, con atuendos rococó y lacitos verdes, que no va más allá, en sus intenciones políticas, que convertirse en la bisagra eficaz que permita la gobernabilidad del partido que lo llame en su auxilio.
Como andaluz, yo no me tomaría en serio estas elecciones. Ante la perspectiva descrita y la ausencia de un partido verdaderamente de izquierda, o bien andaluz, que recoja los intereses de la gran población que vive en ese territorio, la elección la tendría bien clara: yo, sin ningún remordimiento, el próximo domingo me abstendría, y que me llamen lo que les de la gana.
Es que en as generales es lo que se merecían, una abstencion a lo grande y ya veriamos con que cara salían en la tele el dia después de que todo el mundo les muestre su desprecio.
ResponderEliminarcurioso, seis años después de este artículo he tomado la decisión de hacer lo mismo después del mamoneo que se han traido los cuatro magnificos del congreso desde las elecciones del 2015. Me siento totalmente estafado, engañado, y hay gente que me grita y que al menos vote en blanco... paso de perder el tiempo en ir a votar, paso de dar de comer a vendehumos, a parásitos cantinfleros. El domingo 26 de junio del 2016, aquí el menda se queda en casa disfrutando de un buen libro, culturizándome, de un buen almuerzo, una buena barbacoa en el campo, eso, para limpiar mente y pulmones, y por la tarde una buena siesta, y antes de cenar, una buena peli. Un domingo perfecto. Mi tiempo vale mucho, y no voy a desaprovechar mi vida.
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