Ya están próximas las elecciones municipales. Cada cual aprovecha como puede los pocos meses que le quedan hasta llegar al día en que, se supone, el ciudadano “responsable” y “domesticado” deba introducir la papeleta (si es la suya, mucho mejor) en la urna. Los que detentan el poder hacen un último esfuerzo por abrir nuevas zanjas que nadie sabe para qué, plantar arbolitos y césped que, más tarde, olvidan regar, celebran conciertos populares, batiburrillos seudo culturales, carreras mega-costosas, donde una muchedumbre aburrida, participa por el mero placer de saberse entorpecedores del tráfico.
Los otros, los del dique seco, los que aspiran a dejar en la suplencia a los actuales gobernantes, critican el despilfarro en reabrir las calicatas que ellos –en la anterior legislatura- abrieron y que los que hoy gobiernan, criticaron, la irresponsabilidad de sembrar unos árboles y un césped que muy pronto se secará, arrancando con ello, el césped y los árboles secos que ellos dejaron de regar, y el trastorno en las calles de la ciudad con una carrera sin importancia, mal copiadas de las que, que ellos, cuando gobernaban, celebraban.
Pues, como mencioné al principio, las inevitables elecciones amenazan con adelantarse cada vez más. Hace poco tuvimos en el barrio a la ínclita Rosa Aguilar (el fichaje estrella del eminente Zapatero), trayendo del brazo al desconocido candidato socialista a la alcaldía de Sevilla, para que fuéramos conociéndolo, y esta semana nos anuncian a bombo y platillo que nos abrirán el Parque Tamarguillo (después de una demora de dos años) para mediados del mes de diciembre, si las contingencias futuribles, las alineaciones planetarias y los intereses electorales, sobre todo, no deciden otra cosa.
No existe nada tan sanador y milagroso como unas elecciones cercanas. Las calles se reparan, se cambian las lámparas fundidas de las farolas, se ponen semáforos en lugares donde se llevaban demandando bastante tiempo, se plantan árboles, se siembran flores y hasta se abren parques que, inexplicablemente, se tenían cerrados y abandonados.
Aún no está abierto. En dos meses la cosa puede cambiar y aplazarse para una fecha más cercana a la cita electoral. Sea como fuere, la cuestión es en qué condiciones y qué superficie del parque será utilizable, porque como ya se ha comentado en otras anteriores ocasiones, la amenaza de la autovía, dividiendolo en dos, sigue estando latente, el proyecto tiene todas las bendiciones de los responsables del parquicidio, sólo lo retarda la cuestión económica, y como no creo en los Reyes Magos, tampoco confío en que el previsible nuevo gobierno municipal del PP lo anule: está en juego un fuerte negocio inmobiliario y el PP no pondrá en peligro los intereses empresariales de sus amiguetes.
Otra cuestión problemática es el peligro que representa el desvío del arroyo Ranilla para conectarlo con el arroyo Tamarguillo. El primero es un arroyo que la mayor parte del tiempo suele estar seco pero, en épocas de fuertes precipitaciones, aumenta considerablemente su caudal, llegando a triplicar la capacidad del cauce del segundo, con el consiguiente riesgo de producir graves inundaciones, primero, a la altura del cruce del arroyo Tamarguillo con la autovía A-IV, ya que este se hace a través de unos tubos por debajo de la citada carretera, y segundo, en la zona inundable histórica del Aeropuerto Viejo, barriada que ha sufrido durante bastantes años la visita de estas riadas. Se supone que todo está estudiado, pero uno no puede dejar de ser desconfiado y piensa que los ingenieros lo que quieren es salir del paso y solucionar el problema que les plantea el arroyo Ranilla por la ciudad, y luego, si algo sucede, ya se arreglará. Peores cosas se han visto.
La suerte está echada. Sólo resta que Santa Claus venga en diciembre a traernos ese regalo. El Parque necesita que se abra, que tenga personal que lo mantenga, que lo cuide, y algo mucho más delicado: que lo vigile; debido al abandono en que está en la actualidad, los bárbaros, los incívicos, los inadaptados sociales, están rompiendo el mobiliario urbano, violentando puertas de acceso, rompiendo trozos de vallas por donde colarse en él, hacer barbacoas y abandonando después los restos orgánicos que han generado. También, los propietarios de galgos, se dedican a la caza de las liebres y conejos que el parque cobija y los otros, los del perrito de compañía, a pasearlos por los caminos dejando sus porquerías por donde le place al can y el dueño no verse en el compromiso de recogerlas, ¡como todo es campo...!. Se empieza a ver montones de basuras esparcidas por algunas partes y esto solo se soluciona con la apertura definitiva del Parque y la vigilancia adecuada.
Aunque todo entre dentro de lo prefijado en la campaña electoral del PSOE, bienvenida y celebrada será la inauguración. Que no nos priven por más tiempo de él. El Distrito Este lo necesita.
Los otros, los del dique seco, los que aspiran a dejar en la suplencia a los actuales gobernantes, critican el despilfarro en reabrir las calicatas que ellos –en la anterior legislatura- abrieron y que los que hoy gobiernan, criticaron, la irresponsabilidad de sembrar unos árboles y un césped que muy pronto se secará, arrancando con ello, el césped y los árboles secos que ellos dejaron de regar, y el trastorno en las calles de la ciudad con una carrera sin importancia, mal copiadas de las que, que ellos, cuando gobernaban, celebraban.
Pues, como mencioné al principio, las inevitables elecciones amenazan con adelantarse cada vez más. Hace poco tuvimos en el barrio a la ínclita Rosa Aguilar (el fichaje estrella del eminente Zapatero), trayendo del brazo al desconocido candidato socialista a la alcaldía de Sevilla, para que fuéramos conociéndolo, y esta semana nos anuncian a bombo y platillo que nos abrirán el Parque Tamarguillo (después de una demora de dos años) para mediados del mes de diciembre, si las contingencias futuribles, las alineaciones planetarias y los intereses electorales, sobre todo, no deciden otra cosa.
No existe nada tan sanador y milagroso como unas elecciones cercanas. Las calles se reparan, se cambian las lámparas fundidas de las farolas, se ponen semáforos en lugares donde se llevaban demandando bastante tiempo, se plantan árboles, se siembran flores y hasta se abren parques que, inexplicablemente, se tenían cerrados y abandonados.
Aún no está abierto. En dos meses la cosa puede cambiar y aplazarse para una fecha más cercana a la cita electoral. Sea como fuere, la cuestión es en qué condiciones y qué superficie del parque será utilizable, porque como ya se ha comentado en otras anteriores ocasiones, la amenaza de la autovía, dividiendolo en dos, sigue estando latente, el proyecto tiene todas las bendiciones de los responsables del parquicidio, sólo lo retarda la cuestión económica, y como no creo en los Reyes Magos, tampoco confío en que el previsible nuevo gobierno municipal del PP lo anule: está en juego un fuerte negocio inmobiliario y el PP no pondrá en peligro los intereses empresariales de sus amiguetes.
Otra cuestión problemática es el peligro que representa el desvío del arroyo Ranilla para conectarlo con el arroyo Tamarguillo. El primero es un arroyo que la mayor parte del tiempo suele estar seco pero, en épocas de fuertes precipitaciones, aumenta considerablemente su caudal, llegando a triplicar la capacidad del cauce del segundo, con el consiguiente riesgo de producir graves inundaciones, primero, a la altura del cruce del arroyo Tamarguillo con la autovía A-IV, ya que este se hace a través de unos tubos por debajo de la citada carretera, y segundo, en la zona inundable histórica del Aeropuerto Viejo, barriada que ha sufrido durante bastantes años la visita de estas riadas. Se supone que todo está estudiado, pero uno no puede dejar de ser desconfiado y piensa que los ingenieros lo que quieren es salir del paso y solucionar el problema que les plantea el arroyo Ranilla por la ciudad, y luego, si algo sucede, ya se arreglará. Peores cosas se han visto.
La suerte está echada. Sólo resta que Santa Claus venga en diciembre a traernos ese regalo. El Parque necesita que se abra, que tenga personal que lo mantenga, que lo cuide, y algo mucho más delicado: que lo vigile; debido al abandono en que está en la actualidad, los bárbaros, los incívicos, los inadaptados sociales, están rompiendo el mobiliario urbano, violentando puertas de acceso, rompiendo trozos de vallas por donde colarse en él, hacer barbacoas y abandonando después los restos orgánicos que han generado. También, los propietarios de galgos, se dedican a la caza de las liebres y conejos que el parque cobija y los otros, los del perrito de compañía, a pasearlos por los caminos dejando sus porquerías por donde le place al can y el dueño no verse en el compromiso de recogerlas, ¡como todo es campo...!. Se empieza a ver montones de basuras esparcidas por algunas partes y esto solo se soluciona con la apertura definitiva del Parque y la vigilancia adecuada.
Aunque todo entre dentro de lo prefijado en la campaña electoral del PSOE, bienvenida y celebrada será la inauguración. Que no nos priven por más tiempo de él. El Distrito Este lo necesita.
Arroyo Ranillas en época de sequía
Por estos tubos pretenden desaguar el caudal de los dos arroyos
Por estos tubos pretenden desaguar el caudal de los dos arroyos
Arroyo Tamarguillo a su paso por la A-IV
Tres arcos no es suficiente para desaguar el caudal del Ranillas en época de fuertes precipitaciones
La huella de los vándalos: Basura
Y más basura
Restos de una fogata en el anfiteatro del parque: Los inadaptados sociales son incorregibles
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