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miércoles, 27 de enero de 2010

Seamos realistas: ¡Nucleares, NO, gracias!

La voraz competición que han emprendido algunos ayuntamientos españoles por la adjudicación de un nuevo almacén de residuos nucleares para su municipio, nos trae, nuevamente, el debate nuclear. Yo no soy físico para opinar, profesionalmente, sobre las bondades o perjuicios de esta fuente de energía, pero también desconozco las propiedades físicas del fuego y sé, que si me arrimo, quema. Además, de la mayoría de profesionales que opinan, hay que desconfiar, ya que están obligados, por razones económicas, a declarar las bondades del uranio. Igual que ocurre con la telefonía móvil; según ellos, no hay por qué alarmarse, todo son ventajas y parabienes, pero cada día aparecen más casos de cáncer entre la población cercana a una antena.

Por si acaso, estos defensores de la modernidad, si pueden, viven alejados de centrales nucleares y antenas telefónicas, por si acaso. Además, la pasada semana tuve que oír de boca de un empedernido defensor como Sánchez Dragó -después de despotricar contra toda la morralla inculta e incívica (son sus palabras) que defienden el "Nucleares, NO, gracias"- que él, en su caso, si quisieran hacer lo mismo en su pueblecito, se opondría enérgicamente.¡!. Y es que, remataba, ¡su pueblo es tan bonito!

Los que en su día defendimos el "Nucleares, NO, gracias" y nos colocamos la chapa en un trocito de tela, en la parte izquierda de la camisa, seguimos teniendo razones justificadas para oponernos, radicalmente, por varios motivos:
1º.- No necesitamos producir cada día más energía; lo que hay que hacer es consumir menos.
2º.- La energía "más limpia" -término que emplean, hasta el empacho, los defensores- es aquella que no se produce.
3º.- Para solucionar nuestros problemas inmediatos, no podemos hipotecar el futuro de los que vienen.
4º.- El consumo energético debe tener un límite; no podemos llenar el país -como vemos últimamente- de generadores eólicos y placas solares. (Se da el caso, en Andalucía, donde están abandonando la siembra en el campo, sustituyéndolas por plantaciones de placas.)
5º.- Y la más significativa para mi determinación: la de comprobar que los que apoyan estas medidas son los de siempre, los que , si es necesario, pasan por encima de todos, o sea, los derechones.
Cuidado con lo que oímos, que una mentira, cuando se repite mil veces, acaba siendo verdad. Pongámonos en guardia contra su verborrea, porque tienen acceso diariamente a todas las tribunas de opinión y tratarán de desarmarnos con calificaciones poco ortodoxas, recurriendo, si les vienen en ganas, al manido recurso de lo "elementales" que somos.

Concluyendo. El que quiera centrales nucleares y almacenes radioactivos, que los ponga en su casa, y la basura que produzcan, que las entierren en su jardín, que para eso tienen. Y que les aproveche.

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