EL PARLAMENTO: un templo para el mercadeo

Una vez más, hoy hemos tenido que presencia en el parlamento, lo que es el mercadeo político y la indignidad que hay que traer de fábrica para sentarse en un escaño del mismo. A esta edad ya hay pocas cosas que puedan impresionar a uno, pero lo de esta mañana, si hay dios, como dice la iglesia, merece un castigo. Ver y oír al buitre carroñero de Durán i Lleida decir que no estaba de acuerdo con la medida “pero por responsabilidad ciudadana, se abstenía”, es más fuerte de soportar que a un compañero de autobús charlatán, con halitosis y olor de axilas de dos semanas. ¿Cuánto le va a costar a los ciudadanos “la abstención responsable” de este “comerciante” catalán? ¿Y cuanto por las dos abstenciones canarias?

Y luego el espectáculo de la bancada “socialista”, tan defensores de los débiles, de los trabajadores, de los más necesitados; a ninguno les tembló el pulso a la hora de votar, todos llevaban la lección bien aprendida: “el que se salga del tiesto, a partir de mañana, ya puede empezar a buscarse un curro de verdad y verán lo que es dejar de comer del pesebre”. Y como buenos alumnos, le dieron al botón correcto, hicieron perfectamente los deberes y todos felices y contentos: los seudo socialistas, sus votantes, los mercaderes de Cataluña y Canarias, el FMI, Obama y los propietarios de los bancos. Resulta prodigioso lo patriotas que se han vuelto estos nuevos señoritos de un tiempo a esta parte. Todo lo hacen por España, la nación, nunca por mandato divino de Obama, el banco central europeo y sus cochinos intereses políticos. Todo les sirve para mangonear. Y CC.OO -para alegrar la jornada- descolgándose de la huelga de la enseñanza (ya se sabe, son terriblemente escrupulosos y no quieren hacerle el juego al PP, ¡habráse visto, con la de comidas que se dieron con Aznar!), y los pensionistas, callados, organizando el baile de fin de semana y el próximo viaje que les dispensa la Junta o el ayuntamiento.

Si España fuese un autobús, inmediatamente le rogaría al chofer que se detuviese para bajarme en la próxima parada. Y que siga girando el mundo sin mí que “muero porque no muero”.