Por fin se ha enterado el presidente Zapatero de que estamos en crisis. Al fin, se ha quitado la careta. Ha bastado “sólo dos años” para darse cuenta -después de largos meses de padecimiento de la ciudadanía, las altas cifras de parados que ensombrecían el futuro de las familias y la gran tristeza del autónomo que, agobiado por las deudas y la incapacidad para animar al consumo, no le ha quedado más remedio que echar la persiana- ahora, después del ultimátum de los socios europeos y la efectiva llamada de su santo político, Barack Obama, no le ha quedado más remedio que obedecer y acatar sus exigencias. Su reacción no ha podido ser más previsible y descorazonadora: como ocurre siempre con los gobiernos neoliberales, con éste, disfrazado de socialista, las medidas de ahorro económico que se establecen, una vez más, es a cuenta del sacrificado currela. Es el mayor ataque a los gastos sociales desde que tenemos democracia. A los trabajadores ya nos quitaron la deducción de los 400 euros; ahora son pensionistas (¡con el miedo que nos meten cada vez que hay elecciones, diciéndonos que el PP nos las quiere quitar!), funcionarios , personas dependientes y futuras madres los que van a pagar la mala gestión de la crisis, que este inepto gobierno no quiso encarar, cuando todavía no era demasiado tarde y todo el mundo se lo decía. Pero él se negaba a aceptar la crisis, confiando en que fuera una situación pasajera y pudiera salir de ella lo menos tocado posible. Hoy, obedeciendo a las presiones que se le hacen desde Alemania, Francia y, sobre todo, EE.UU, cambia su mensaje de optimismo, adopta unas medidas antisociales que ningún gobierno, hasta hoy, se había atrevido aplicar, y se ensaña con los que no son culpables de esta situación.
La tijera de los recortes siempre está dispuesta para los débiles; a los ricos, a los muy ricos, a los que hicieron grandes fortunas antes de desinflarse la burbuja inmobiliaria, a los bancos, que fueron los causantes de la crisis que padecemos, ni tocarlos. Ahora, de un sólo tajo, quiere remediar lo que no hizo durante los dos últimos años. Bien saben los gobiernos que el pueblo sólo protesta en el bar, en la cola del autobús, o al ver la noticia en la tele. Sin partidos políticos que los movilice, la ausencia de unos sindicatos de clase que se rebelen y la apatía desmovilizadora de los ciudadanos, hacen que el agravio de estos gobernantes con las clases más desfavorecidas sea cada día más frecuente. Todos contra el débil. Para las empresas, mayores ventajas y facilidades para contratar y despedir. Hace falta perseguir con más rigor el fraude fiscal, acabar con la economía sumergida (supone una facturación de 245.000 millones de euros en dinero negro que, ni cotiza en la seguridad social ni paga impuestos) y cortar de una vez con las prejubilaciones de trabajadores, a los 50 años, de los bancos. Estas sí serían medidas efectivas para reducir la escasez de ingresos que padece el estado, las que él propone, no son más que una agresión a los que tienen menos. En pocos años se ha ido deteriorando el estado del bienestar que tanto nos costó conseguir. No sé cómo se las arreglan, pero cada vez que gobiernan los del caduco puño y la rosa, el país acaba hecho unos zorros. Entre el quiero y no puedo, siempre acaban fastidiando con jota, a los mismos.
Tienen donde poder ahorrar millones. Como ejemplo propongo:
. Eliminación, por inútil, del Senado.
. Supresión de dos vicepresidencias.
. Eliminación de las Diputaciones (12.000 millones cuestan al año)
. Bajada de sueldos a parlamentarios nacionales y autonómicos.
· Disminución del número de ésto.
· Control del derroche autonómico.
· Supervisión de determinados gastos de ayuntamientos.
· Y el ahorro más importante: la eliminación de algunos Ministerios que no tienen competencias por estar transferidos, el caso de Sanidad, Cultura y Vivienda, o que son escasas, como le ocurre al Ministerio de Educación, el cual se puede convertir perfectamente en una Dirección General, y el del pintoresco Ministerio de Igualdad, carente de sentido.
De aquí vendrían los grandes ahorros presupuestarios. Tomando estas medidas reductoras y aplicando una fuerte rebaja a sus suculentos sueldos, el país podría ir cogiendo aliento sin necesidad de ahogar al más débil. Pero esto supondría dejar sin “empleo” a muchos “colegas” que ayudaron a convertir a un descafeinado militante de partido, en el jefe de gobierno que es hoy, y con el dinero de estos individuos es arriesgado meterse, igual que ocurre con el de los banqueros. Estas no son más que medidas de un agente provocador, un un político sin personalidad, que cambia 360º en la actitud y no se plantea, por decencia, dimitir, y que lo único que espera lograr con ellas es tiempo: tiempo para que la tormenta amaine, tiempo para que las cosas por sí solas cambien, tiempo para que a su opositor le surjan más casos de corrupciones que desvíen la atención y tiempo para que el tiempo nos canse. Confío en equivocarme. Provocaciones como estas merecen una respuesta enérgica. Mañana puede ser tarde.
Oliverio Girondo: "¡Todo era amor"
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*¡TODO ERA AMOR!*
¡Todo era amor… amor!
No había nada más que amor.
En todas partes se encontraba amor.
No se podía hablar más que de a...
Hace 1 año
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