La publicación del último publiscopio del diario Público, elaborado entre el 20 de abril y el 19 de mayo, refleja unos resultados que no deberían ser noticia: bajada –aún no considerable- del PSOE; estancamiento del PP; pequeño aumento –no significativo por su bajo porcentaje y a muchos meses, todavía, de las elecciones- de IU y también de UPyD. Lo más significativo del sondeo es que la mayoría de grupos se estancan y que la derecha se beneficia poco del desgaste del partido en el gobierno, ya que no recoge ningún voto de éste, los cuales pasan a engrosar el Bloque de la Abstención, que ha dejado de ser considerado como un acto de apatía social, próximo a ciudadanos incultos e irresponsables, a considerarse una opción ideológica y legítima.
Este dato merece una reflexión. El ciudadano –en particular, el de izquierda, que es más escrupuloso y le cuesta ir a las urnas con una pinza puesta en la nariz-, decepcionado con el bipartidismo actual y las posibles alternativas existentes, no encuentra la opción política –y lo que es más decisivo, las personas que la ejecuten- con la que poder identificarse y opta por quedarse en casa el día de las elecciones. Fracasado el intento de reunificación en “una casa común” (Izquierda Unida) de todos los viejos luchadores que nos descolgamos, hace algún tiempo, de los partidos políticos –que no de la política-, y de los nuevos chavales, que tímidamente accedían a ella, por su colaboración con el PSOE, y la utilización de esta alternativa como plataforma para ingresar en éste; del timo irracional, que fue la creación de Ciudadanos de Cataluña, por un puñado de personajillos sin escrúpulos, que aprovecharon el hartazgo de nacionalismo catalán que imperaba en esa comunidad, con el objetivo fundamental de fomentar un grupo españolista y reaccionario que fuera en contra de la identidad del pueblo catalán; y por último, la inconsistencia del grupo de Rosa Díez, personaje, donde los haya, contradictorio, que trata de revitalizar, lo que en tiempos de Franco fue, el Imperio Nacional, o sea, un neo Movimiento Nacional, con tintes progresistas, pero con tufillo carca, al ciudadano medio sólo le queda como opción premeditada y decidida, la Abstención.
Ya se que esta alternativa produce rechazo entre los creadores de pensamientos, los mercachifles de ideologías, también escozor entre los políticos que comen de la política, pero, -insisto-, es una opción tan válida y consecuente como la que ellos representan. Aún queda bastante tiempo para la celebración de las elecciones (no creo que el soberbio Zapatero –es curioso que un ser inepto guarda, siempre, dentro de sí, a un gran prepotente- nos vaya a complacer con su dimisión adelantada. Pero si ello sucediera y se produjeran los resultados que las encuestan pronostican para el Bloque de la Abstención, desde esta insignificante tribuna, exijo que:
Los escaños correspondientes al porcentaje de abstencionistas, les fueran adjudicados, y sus sillones, quedaran vacíos en el parlamento –como reflejo de la indeferencia y el asqueo de los ciudadanos-, y el dinero que les correspondiese, emplearlo en educación y sanidad pública.
Ya que estamos en la dinámica de reformar la ley electoral, hagámoslo hasta las últimas consecuencias. Demos un espacio a los que pasan de los políticos actuales y de las acciones que sus partidos desarrollan, y respetemos las consecuencias de la aplicación de unas políticas perjudiciales para la mayoría de la ciudadanía, y que el resto de los grupos (incluido IU), aceptan, aunque sea con la boca chica. Que no tilden de indolencia, a este grupo de ciudadanos, que muestran su disconformidad con la situación política que se vive actualmente en el país, con la única alternativa que les queda: la abstención, tan válida como votar al PP, al PSOE o a IU, pero tocándoles los cojones a todos ellos.
Este dato merece una reflexión. El ciudadano –en particular, el de izquierda, que es más escrupuloso y le cuesta ir a las urnas con una pinza puesta en la nariz-, decepcionado con el bipartidismo actual y las posibles alternativas existentes, no encuentra la opción política –y lo que es más decisivo, las personas que la ejecuten- con la que poder identificarse y opta por quedarse en casa el día de las elecciones. Fracasado el intento de reunificación en “una casa común” (Izquierda Unida) de todos los viejos luchadores que nos descolgamos, hace algún tiempo, de los partidos políticos –que no de la política-, y de los nuevos chavales, que tímidamente accedían a ella, por su colaboración con el PSOE, y la utilización de esta alternativa como plataforma para ingresar en éste; del timo irracional, que fue la creación de Ciudadanos de Cataluña, por un puñado de personajillos sin escrúpulos, que aprovecharon el hartazgo de nacionalismo catalán que imperaba en esa comunidad, con el objetivo fundamental de fomentar un grupo españolista y reaccionario que fuera en contra de la identidad del pueblo catalán; y por último, la inconsistencia del grupo de Rosa Díez, personaje, donde los haya, contradictorio, que trata de revitalizar, lo que en tiempos de Franco fue, el Imperio Nacional, o sea, un neo Movimiento Nacional, con tintes progresistas, pero con tufillo carca, al ciudadano medio sólo le queda como opción premeditada y decidida, la Abstención.
Ya se que esta alternativa produce rechazo entre los creadores de pensamientos, los mercachifles de ideologías, también escozor entre los políticos que comen de la política, pero, -insisto-, es una opción tan válida y consecuente como la que ellos representan. Aún queda bastante tiempo para la celebración de las elecciones (no creo que el soberbio Zapatero –es curioso que un ser inepto guarda, siempre, dentro de sí, a un gran prepotente- nos vaya a complacer con su dimisión adelantada. Pero si ello sucediera y se produjeran los resultados que las encuestan pronostican para el Bloque de la Abstención, desde esta insignificante tribuna, exijo que:
Los escaños correspondientes al porcentaje de abstencionistas, les fueran adjudicados, y sus sillones, quedaran vacíos en el parlamento –como reflejo de la indeferencia y el asqueo de los ciudadanos-, y el dinero que les correspondiese, emplearlo en educación y sanidad pública.
Ya que estamos en la dinámica de reformar la ley electoral, hagámoslo hasta las últimas consecuencias. Demos un espacio a los que pasan de los políticos actuales y de las acciones que sus partidos desarrollan, y respetemos las consecuencias de la aplicación de unas políticas perjudiciales para la mayoría de la ciudadanía, y que el resto de los grupos (incluido IU), aceptan, aunque sea con la boca chica. Que no tilden de indolencia, a este grupo de ciudadanos, que muestran su disconformidad con la situación política que se vive actualmente en el país, con la única alternativa que les queda: la abstención, tan válida como votar al PP, al PSOE o a IU, pero tocándoles los cojones a todos ellos.
Los democratas definidos por una ideologia en concreto, sabemos que somos los que podemos cambiar la situación del pais, pero votando, no quedandose en casa porque, porque los mios me han decepcionado, la premisa a distinguir es muy clara, son mi dinero, en el ambito municipal, lo han administrado bien o mal, si bien hay que votarles sino a otro quien sea, ya esta bien etiquetar a cualquiera que no representa a los que detentan en mayor o menor capacidad el poder. Lo mismo en las elecciones autonómicas y las nacionales, con la finalidad de convertir a España en una democracia, que no lo es ya esta bien de que nos mientan desde los medios de comunicación afines a todos los que quieren algo en política.
ResponderEliminarRespeto su opinión, que es tan lícita y correcta como la mía. Como demócrata, no puedo aceptar que se tenga que votar necesariamente, aunque sea con una pinza en la nariz. A veces, la rebeldía, la abstención, es más congruente y democrática que introducir un cacho de papel en una urna, papeleta que sólo ha de servir para que determinados políticos se limpien el traseo.
EliminarUn saludo.