He vuelto, después de bastantes años, a Cantabria, y he quedado gratamente impresionado por el progreso visible de esta comunidad. Desconozco de quién será el mérito –sospecho que una buena parte corresponde a sus habitantes y otra a sus gobernantes- pero desde aquí he de felicitarles a todos: han logrado convertir, lo que era una provincia castellana estancada, en un ejemplo a seguir de avance en infraestructuras y en colaboración cívica. Quiero recalcar este último aspecto: la colaboración ciudadana, sin ella, ningún proyecto que se inicie podrá llegar a buen puerto, y se ve que, en la mayor parte de esta comunidad, el ciudadano echa una buena mano.
Porque, cómo si no, sería posible el estado de limpieza de sus calles, sin apenas papeleras ni barrenderos visibles en ellas; o la total ausencia de cacas de perros en las aceras, de botellas, bolsas, latas, etc. en el césped habilitados para el disfrute del sol y las playas; los banco de los paseos y parques, intactos, impolutos, sin pintadas, así como el resto del mobiliario urbano. Para alguien que procede de una comunidad y de una ciudad donde cada ciudadano necesita un barrendero detrás de nosotros para que recoja lo que tiramos al suelo; donde pasear por las aceras, mirando al frente, supone afrontar el grave riesgo de quedar empantanado en un excremento canino; en la que las papeleras sólo sirven para prenderles fuego y morirnos por la risa que el acto vandálico nos produce, etc., no puede más que aplaudir la actitud de estos cívicos ciudadanos. Tienen la comunidad que se merecen y por lo tanto, no cabe más que felicitarlos. Este que escribe, no puede más que sentir envidia sana por vuestra situación y confía, en poder volver a disfrutar del paraíso que nos ponéis a mano al resto de españoles. ¡Enhorabuena, cántabros!
Porque, cómo si no, sería posible el estado de limpieza de sus calles, sin apenas papeleras ni barrenderos visibles en ellas; o la total ausencia de cacas de perros en las aceras, de botellas, bolsas, latas, etc. en el césped habilitados para el disfrute del sol y las playas; los banco de los paseos y parques, intactos, impolutos, sin pintadas, así como el resto del mobiliario urbano. Para alguien que procede de una comunidad y de una ciudad donde cada ciudadano necesita un barrendero detrás de nosotros para que recoja lo que tiramos al suelo; donde pasear por las aceras, mirando al frente, supone afrontar el grave riesgo de quedar empantanado en un excremento canino; en la que las papeleras sólo sirven para prenderles fuego y morirnos por la risa que el acto vandálico nos produce, etc., no puede más que aplaudir la actitud de estos cívicos ciudadanos. Tienen la comunidad que se merecen y por lo tanto, no cabe más que felicitarlos. Este que escribe, no puede más que sentir envidia sana por vuestra situación y confía, en poder volver a disfrutar del paraíso que nos ponéis a mano al resto de españoles. ¡Enhorabuena, cántabros!
¿Ves como te conocia?jejeje.
ResponderEliminarPues si tienes razón Manuel,necesitamos un barrendero por cada ciudadano,y los que nos visitan de otros paises se dan cuentan de ello,a mi me lo comentaba,una francesa amiga mia,hace años,encantada de conocerte,pinta buena persona y yo con esa especie,me junto,saludos.
Buenas, yo de camionero ya veia que muchas ciudades del norte son considerados que nosotros por aqui abajo.
ResponderEliminarLa primera vez que fui a Pamplona, lo que mas me llamo la atencion fue los pasos de peatones.
No tenian semaforo, pero los conductores los respetaban.
Fijate, nosotros acostumbrados aqui, en aquellos tiempos, por el 88-89, no sabiamos para que eran las rayas gordas pinta en el suelo y cuando vimos alli que paraban sin semaforo, les metiamos la bronca por para y ceder el paso al peaton.
Cuando me percate de por que paro, me quede rayao, como dicen los modernos, alelao.
Zamora, daba gusto andar por alli, todo limpio, ordenado. Santander, buenos recuerdos, que buena ruta. Que me pongo melancolico y la columna no esta para dar saltos en el camion.
Saludos.
Gracias por tu ofrecimiento de confianza. Es una pena lo nuestro, con la de pueblos bellos que tenemos y la ciudad tan linda, pero luego, los Sevillanos, no sabemos mantener el tipo. ¿Y de las colas, qué me dices? No he visto un sitio donde se respete menos que aquí. Bueno, me callo ya, no sea que me diagn que por qué no emigro.
ResponderEliminarUn saludo y bienvenido a mi rincón que es el tuyo.
Miguel, Pamplona ha decaido bastante. El verano pasado estuve por allí y me decepcionó: era lo más parecido a Sevilla. La suciedad afloraba por todas partes. Lo de los paso de cebra, es cierto lo que dices, la gente por ahí lo respeta, cuando nosotros -al menos yo-creía que era "un lugar habilitado para atropellar peatones" sin que te cayera el peso de la ley encima.
ResponderEliminar¡Es una broma! pero eso es lo que parece para nosotros, igual ocurre con el semáforo en ambar, que es la señal que recibe el de delante -que te lleva jodiendo todo el camino- para apretar el acelerador.
Un saludo Miguel.