Todo empezó siendo un envidiable proyecto: librar al centro –y por consiguiente, a sus monumentos- de la agresión automovilística, y crear un espacio donde los habitantes pudieran reencontrarse con su ciudad. A pesar de las hipócritas críticas que realizaba la derecha sevillana –la misma que ahora la disfruta y se congratula, pero como tocaba decir no, cumplía su papel escrupulosamente-, el proyecto era deseable y necesario. Las obras se iniciaron, las calles se levantaron; los transportes públicos quedaron excluidos del centro y se les relegó a extramuros; se inventó el tranvía para aburridos de la tercera edad y turistas; se creó un muro virtual para que al ciudadano le costara más tiempo ir de este a oeste, que a otra capital (no exagero, quien lo dude, sólo tiene que intentar ir desde Sevilla-Este, a Triana), y, cuando las obras terminaron, a pesar de los inconvenientes, los que apostábamos por un centro de la ciudad para el disfrute de sus ciudadanos, quedamos encantados.
Pero cual ha sido nuestra sorpresa con el paso de los días. El espacio que ocupaban los coches, ahora lo ocupan bares y cafeterías, con lo cual, entre el tranvía, la anarquía de los ciclistas y la invasión de mesas ysillas de estos establecimientos, el placentero paseo que se nos ofrecía, se ha convertido en un constante peligro contra tu integridad física. Cada día que pasas, observas cómo proliferan estos negocios enfocados, esencialmente, para el consumo de guiris, donde por unos cuantos euros, recargan sus pilas anatómicas de un sustancioso sol del que carecen en su país. La calle San Fernando y la avenida de la Constitución, cada vez rivalizan más con la zona de Bajondillo, en Torremolinos, donde local sí, el otro también, y el de en medio, son establecimientos dedicados a bares.
El ayuntamiento habrá encontrado una vía fácil para ingresar los dineros que los concejales necesitan para su mantenimiento, pero algunas estrategias no valen, y esta es una de ellas; si se dan una vuelta por al calle San Fernando verán que la mayoría de librerías que daban prestigio a la zona están desapareciendo, y que cada día son más, los locales que se habilitan para “solarium” de turistas, dificultando el paseo prometido del resto de los ciudadanos.
Quizá la hora para hacer el reportaje no haya sido la más adecuada (10 de la mañana), cuando el centro aún no está tomado por los visitantes y ciudadanos. A partir de las 12, es cuando es cuando comienza la movida y nos surge la duda de si la peatonalización se hizo pensando en el ciudadano, o más bien para el mundo empresarial, y, de rebote, para hacer Caja el Ayuntamiento. Si un día se dan una vuelta por la zona sólo tienen que contar el número de cafetería y bares que han surgido al amparo de la peatonalozación del centro de la Ciudad.
Estos nunca mueven un dedo por nadie, cuando hacen algo siempre esta detras el interes economico.
ResponderEliminarUn tema como peatonalizar un calle es complicado, por que enfrenta diferentes intereses economicos de unos y otros, capitalistas todos, ganara el que mas influencia tenga.
Que el resultado del enfrentamiento entre esto interesados no el que los representantes actuales de la ciudad tenien previsto? Solicitan la intervencion del pueblo apelando a virtudes y beneficios que con llevaria.
El pueblo exige que se peatonize la calle.
Una vez conseguido el objetivo, se desecha y olvida la participacion del publico y se muestra poco a poco, la verdadera meta.
Solo te queda conocer, como dices, que consejal es el que se esta beneficiando mas, seran muchos, pero uno, es el que se lleva la gran tajada.
Es mi opinion.
El centro un centro comercial gigante. Los vecinos estorban todos, los negocios como la libreria no son rentables, los bares dejan mas dividedos.
Buenas noches Miguel, disculpa que no haya respondido a tus comentarios, ya que no he estado en casa estos días. Gracias por tu interés y ya me tienes de nuevo aquí. Espero volver a leerte.
ResponderEliminarUn saludo y ya nos hablamos.