¡Con qué facilidad extraviamos el camino! Nacemos, aprendemos a caminar, decimos nuestras primeras palabras, afeitamos las incipientes barbas, nos hacemos independientes y, cuando nos descuidamos, estamos perdidos.
El resto de nuestra vida nos la llevamos buscando las huellas que nos devuelvan al sendero.
Toda nuestra existencia es una constante búsqueda, angustiada y sin retroceso.
El acierto consiste en coexistir con los inconvenientes y saber orientarse, aunque esté negro el cielo.
La brújula de tu cerebro ha de estar siempre disponible.
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