Cada día te levantas y lo primero que te preguntas, nada más ponerte las zapatillas es, con qué estúpida noticia te vas a desayunar hoy, y cómo la vas a digerir para que no se te corte la leche que estás tomando. Porque hay que tener mala enjundia para incluir en los diarios tamañas obscenidades; ya no se respeta nada, hasta la prensa, “tan ejemplar” en otros tiempos, está cayendo en la frivolidad de estas noticias indigestas.
Entre la más sorprendente, las declaraciones del secretario general del otrora sindicato de clase -hoy reconvertido en sindicato vertical- CC.OO., Ignacio Fernández Toxo, y el responsable de internacional, Javier Doz, al sindicato griego GSEE, convocantes de la huelga general del miércoles día 5, respaldando su gran acción en contra de las medidas antisociales que ha emprendido el gobierno heleno para tratar de solucionar la crisis por la que atraviesa el país.
Y no puedo evitar que la media “tostá” se me caiga al suelo. ¿Habrase visto la desfachatez y la cara dura que tiene esta gente? Y si les parecen tan bien, ¿qué hacen que no convocan una huelga general aquí? ¿Por qué, en lugar del “paripé” que montaron el 1º de Mayo -para justificarse con los que aún no los tienen “calao”-, y en la que había más oradores en la tribuna que asistentes con pancartas, no le echaron valor, y montaron una parecida a la de Grecia? ¿O es que están esperando a la próxima legislatura, por si suena la flauta y gobierna el PP?
Se equivocó Marcelino Camacho y su secretariado, cuando propusieron –aún en la clandestinidad- que había que introducirse en el sindicato vertical franquista, para tomarlo y lograr dinamitarlo. Muchos fuimos los que nos oponíamos a esta táctica, no por las consecuencias que traería –nadie podía imaginarlas- sino por pura higiene democrática. Las actitudes de hoy no son más que el resultado del contacto que tuvieron algunos con los sindicalistas franquistas. Mamaron de la leche del verticalismo y hoy, la política sindical que funciona en el país, no es más que la continuación de la que ejercía los sindicatos que creíamos extintos.
Hay un comentario que realiza un lector del periódico, al que le hago el enlace con la noticia, que dice: Harto Ya, “...el perro sabe perfectamente que no debe morder la mano que le da de comer!”, y no puede estar más acertado en el juicio. Ver pasar la revolución por la pantalla del televisor, puede ser excitante y emotivo, pero siempre lejos de aquí, en otro país, porque si caen en la tentación de hacerlo en este, corren el riesgo de tener que pagarse la cerveza que se toman y, quien sabe, hasta ponerse a trabajar, que eso es cosa bastante seria.
Entre la más sorprendente, las declaraciones del secretario general del otrora sindicato de clase -hoy reconvertido en sindicato vertical- CC.OO., Ignacio Fernández Toxo, y el responsable de internacional, Javier Doz, al sindicato griego GSEE, convocantes de la huelga general del miércoles día 5, respaldando su gran acción en contra de las medidas antisociales que ha emprendido el gobierno heleno para tratar de solucionar la crisis por la que atraviesa el país.
Y no puedo evitar que la media “tostá” se me caiga al suelo. ¿Habrase visto la desfachatez y la cara dura que tiene esta gente? Y si les parecen tan bien, ¿qué hacen que no convocan una huelga general aquí? ¿Por qué, en lugar del “paripé” que montaron el 1º de Mayo -para justificarse con los que aún no los tienen “calao”-, y en la que había más oradores en la tribuna que asistentes con pancartas, no le echaron valor, y montaron una parecida a la de Grecia? ¿O es que están esperando a la próxima legislatura, por si suena la flauta y gobierna el PP?
Se equivocó Marcelino Camacho y su secretariado, cuando propusieron –aún en la clandestinidad- que había que introducirse en el sindicato vertical franquista, para tomarlo y lograr dinamitarlo. Muchos fuimos los que nos oponíamos a esta táctica, no por las consecuencias que traería –nadie podía imaginarlas- sino por pura higiene democrática. Las actitudes de hoy no son más que el resultado del contacto que tuvieron algunos con los sindicalistas franquistas. Mamaron de la leche del verticalismo y hoy, la política sindical que funciona en el país, no es más que la continuación de la que ejercía los sindicatos que creíamos extintos.
Hay un comentario que realiza un lector del periódico, al que le hago el enlace con la noticia, que dice: Harto Ya, “...el perro sabe perfectamente que no debe morder la mano que le da de comer!”, y no puede estar más acertado en el juicio. Ver pasar la revolución por la pantalla del televisor, puede ser excitante y emotivo, pero siempre lejos de aquí, en otro país, porque si caen en la tentación de hacerlo en este, corren el riesgo de tener que pagarse la cerveza que se toman y, quien sabe, hasta ponerse a trabajar, que eso es cosa bastante seria.
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