¿SE PREPARA UNA NUEVA NEGOCIACIÓN GOBIERNO-ETA?

Hay movimientos alrededor del mundo abertzale que comienzan a ser sospechosos. Primero, la declaración de la izquierda cercana a ETA, en Pamplona, abogando por la negociación política para resolver el conflicto vasco. Segundo, la misteriosa “desaparición” de de Juana Chaos, en Irlanda. Tercero, la puesta en libertad por el desconcertante juez Garzón, del coordinador general del sindicato LAB, Rafael Díez Usabiaga, con el pretexto de razones humanitarias. Cuarto, el acercamiento de Arnaldo Otegi desde la prisión de Navalcarnero a la de Martutene en San Sebastian, para que pudiera ver al padre.

Uno, que es remalo -y que por desgracia, jamás se ha equivocado cuando piensa mal- no le cabe en la cabeza tantas coincidencias, máxime, cuando conocemos el tontismo con el que se desenvuelve este presidente y la necesidad urgente que tiene para cambiar la suerte de su legislatura. De nuevo vuelve a creer en los comunicados de los allegados de ETA, en un momento donde están completamente acorralados y en la que el gran refugio de Francia se les ha venido abajo. Es una táctica mil veces repetida por este grupo y sus colaboradores, pero cualquiera que no viva en el país de las mil maravillas, reconoce que no es más que una burda táctica para tomar aliento y recomponerse del descalabro que les están produciendo las policías de ambos países.

Hay un sector serio del mundo abertzale que debe romper con el abrazo del oso que ETA representa. Sus propuestas son tan válidas como las que hacen el PSOE y el PP, pero no pueden aprovecharse del terror que producen los violentos –como descaradamente hace el PNV, que con la boca chica la repudian y con la bocaza las alientan-. Hubo un tiempo en que estuvo justificado la acción de este grupo, ante el terror de estado que ejercía la dictadura, y en la que más de una ocasión, el resto de ciudadanos de otras comunidades del estado, salimos a la calle en su favor. Pero hoy, después de 35 años de la muerte del dictador, esta táctica no tiene sentido, máxime, cuando la cúpula de la organización está tomada por un grupo de macarras crónicos, que no saben diferenciar entre la izquierda y la derecha, y que, por la dificultad que entraña eliminar a un representante del estado, eligen el método más fácil: matar a un ciudadano cualquiera.

Yo creo en la honradez de un determinado sector del movimiento abertzale y respeto y acepto sus propuestas de independencia. No se puede esperar menos de un nacionalista andaluz que lleva padeciendo durante 56 años la dominación castellana. A un estado que se forjó a base de espada y muerte no le cabe más salida que el federalismo o la independencia de sus pueblos. Otra cosa es la manera que se elija para lograrlo. Dentro de las limitaciones que ofrece la democracia, hay que reconocer que admiten un montón de posibilidades. Otro tema distinto es que se logre, porque, algunas veces, solemos equivocarnos cuando creemos que las voces de la calle representan a la totalidad de un pueblo; luego resulta, que la mayoría silenciosa, la que calla y decide, no la hemos tenido en cuenta. Y así pasan los años, y la situación y los acontecimientos, siguen inalterables. Mi independencia de España no vale ni la mitad de una vida humana, por tal motivo no puedo aceptar -en la situación política que ofrece la democracia- que para conseguir el deseable objetivo, tenga que correr la sangre.

Confiemos en que Zapatero -agobiado por su tragedia política- no vuelva a caer en el error al que ya nos tiene acostumbrados. Libertad de los pueblos que componen el estado, SÍ, pero sin muertos. Y en Euskadi hay gente con mucha valía para lograrlo; sólo falta perderle el miedo a esa panda de niñatos.