Siempre hay una canción, una película, un cuadro, etc., al que puedes volver, una y otra vez, sin temor a empacho.
Es más, en cada nuevo regreso encuentras detalles y recovecos sinuosos que te habían pasado desapercibidos en las anteriores ocasiones.
Lo mismo ocurre con los libros, y en concreto, con el que hoy viene a colación. Como dije en un anterior post, El Principito, para este que escribe, es quizá una de las mejores obras filosóficas que se hayan escrito.
Que fue creada adrede por el autor, eso, la verdad, lo desconozco, aunque conociendo la obra de Saint-Exupery, no es de extrañar este componente.
Es la obra de El Principito, un libro pseudoinfantil, escrito para niños y mayores con “entendederas”.
No hay que dejarse engañar por el lugar que ocupa en las estanterías de las librerías, ni por el escaso grosor que tiene. Como las pastillas de caldo concentrado, al Principito hay que degustarlo detenidamente, como saboreando un helado, parándose allá donde la palabra lo exija y donde el escalofrío de la piel te marque.
No importa leer el mismo capítulo dos, tres...las veces que hagan falta. Y es que el Principito encierra en cada frase, en cada palabra, mensajes extra sensoriales que no todos los días eres capaz de captar. De ahí la necesidad perentoria de retomarlo de vez en cuando.
Para ir abriendo boca, me he permitido extraer una serie de frases de la citada obra, que ni agota, ni sustituye el conjunto del libro. Repito: es sólo un aperitivo para aquellas personas que no lo han leído, o que no han tenido la ocasión de detenerse ante él, pero que no deben conformarse con este ramillete de pensamientos.
Las frases que entresaco sólo son a título referencial y muy subjetivada por mi gusto. Seguro que cada cual tiene las suyas preferidas, probablemente muy diferentes de las seleccionadas por mi.
Es más, en cada nuevo regreso encuentras detalles y recovecos sinuosos que te habían pasado desapercibidos en las anteriores ocasiones.
Lo mismo ocurre con los libros, y en concreto, con el que hoy viene a colación. Como dije en un anterior post, El Principito, para este que escribe, es quizá una de las mejores obras filosóficas que se hayan escrito.
Que fue creada adrede por el autor, eso, la verdad, lo desconozco, aunque conociendo la obra de Saint-Exupery, no es de extrañar este componente.
Es la obra de El Principito, un libro pseudoinfantil, escrito para niños y mayores con “entendederas”.
No hay que dejarse engañar por el lugar que ocupa en las estanterías de las librerías, ni por el escaso grosor que tiene. Como las pastillas de caldo concentrado, al Principito hay que degustarlo detenidamente, como saboreando un helado, parándose allá donde la palabra lo exija y donde el escalofrío de la piel te marque.
No importa leer el mismo capítulo dos, tres...las veces que hagan falta. Y es que el Principito encierra en cada frase, en cada palabra, mensajes extra sensoriales que no todos los días eres capaz de captar. De ahí la necesidad perentoria de retomarlo de vez en cuando.
Para ir abriendo boca, me he permitido extraer una serie de frases de la citada obra, que ni agota, ni sustituye el conjunto del libro. Repito: es sólo un aperitivo para aquellas personas que no lo han leído, o que no han tenido la ocasión de detenerse ante él, pero que no deben conformarse con este ramillete de pensamientos.
Las frases que entresaco sólo son a título referencial y muy subjetivada por mi gusto. Seguro que cada cual tiene las suyas preferidas, probablemente muy diferentes de las seleccionadas por mi.
De todas maneras: ¡Que las disfruten en este fin de semana lluvioso y que les sirvan para acercarse personalmente a "El Principito" de Antoine de Saint-Exupey!
- “Los mayores no entienden nada por sí mismos y es fastidioso para los niños tener que andar dando más y más explicaciones”. Cap. I
- “He vivido mucho en el mundo de los mayores. Los he conocido muy bien de cerca. Y esto no ha contribuido a mejorar mi opinión”. Cap. I
- “Cuando el misterio es demasiado impresionante, no nos atrevemos a desobedecer”. Cap. II
- “Todo recto no se puede ir muy lejos...” Cap. III
- “Los niños tienen que ser muy indulgentes con los mayores”. Cap. IV
- “Hace ya seis años que mi amigo se fue con el cordero. Si ahora intento describirlo, es para no olvidarlo”. Cap. IV
- "-Antes de crecer, los boababs empiezan por ser pequeños". Cap. V
- “...En el planeta del Principito, como en todos los planetas, había hierbas buenas y hierbas malas”. Cap. V
- “Durante mucho tiempo, su única distracción se había reducido a la suavidad de las puestas de sol”. Cap. VI
- “Cuando uno se encuentra tan triste, gustan las puestas de sol”. Cap. VI
- “¡Un día vi ponerse el sol cuarenta y tres veces!” Cap. VI
- “Las espinas no sirven para nada. ¡Es pura maldad por parte de las flores!” Cap. VII
- “Es tan misterioso el país de las lágrimas”. Cap. VII
- “Hubiera debido juzgarla por sus actos y no por sus palabras”. Cap. VIII
- “Si están bien deshollinados, los volcanes arden despacio y con regularidad, sin erupciones”. Cap. IX
- “Tendré que aguantar dos o tres orugas, si quiero conocer las mariposas”. Cap. IX
- “No sabía que para los reyes, el mundo estaba tan simplificado. Todos los hombres son súbditos”. Cap. X
- “Hay que exigir a cada uno lo que cada uno puede dar”. Cap. X
- “La autoridad se apoya ante todo en la razón”. Cap. X
- “Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los demás...”. Cap. X
- “Para los vanidosos, los otros hombres son admiradores”. Cap. XI
- “Bebo para olvidar que me da vergüenza beber”. Cap. XII
- “Los reyes no poseen. “Reinan” sobre. Es muy diferente”. Cap. XIII
- “Cuando uno quiere dársela de ingenioso, ocurre que miente un poco”. Cap. XVII
- “Los hombres ocupan muy poco sitio en la tierra”. Cap. XVII
- “Me pregunto si las estrellas no estarán iluminadas para que cada uno pueda un día encontrar la suya”. Cap. XVII
- "También se está solo entre los hombres”. Cap. XVII
- “Domesticar es crear lazos. Es algo demasiado olvidado". Cap. XXI
- “Si me domesticas, será como si mi vida se bañara de oro”. Cap. XXI
- “Sólo se conocen las cosas que se domestican”. Cap. XXI
- “Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada”. Cap. XXI
- “Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, a partir de las tres empezaré a ser feliz”. Cap. XXI
- “Si vienes en cualquier momento, no sabré nunca a qué hora vestirme el corazón...”. Cap. XXI
- “Un rito es lo que hace que un día sea diferente de los otros días, una hora de las otras horas”. Cap. XXI
- “Sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”. Cap. XXI
- “El tiempo que perdiste con tu rosa hace que tu rosa sea tan importante”. Cap. XXI
- “Nunca está uno contento donde está”. Cap. XXII
- “Yo, si tuviera cincuenta y tres minutos para gastar, andaría despacio hacia una fuente...”. Cap. XXIII
- “Nunca tiene hambre ni sed. Un poco de sol le basta...”. Cap. XXIV
- “El agua también puede ser buena para el corazón...”. Cap. XXIV
- “Las estrellas son hermosas, gracias a una flor que no se ve...”. Cap. XXIV
- “Lo que embellece el desierto es que esconde un pozo en algún sitio...”. Cap. XXIV
- “Ya se trate de la casa, de las estrellas o del desierto, lo que les proporciona su belleza es invisible”. Cap. XXIV
- “Lo que (los hombres) buscan podrían encontrarlo en una sola rosa o en un poco de agua...”. Cap. XXV
- “Cuando mires al cielo por la noche, como viviré en una de ellas, como reiré en una de ellas, para ti será como si rieran todas las estrellas. ¡Tú tendrás estrellas que saben reír!”. Cap. XXVI
- “Yo también miraré las estrellas. Todas las estrellas serán pozos con una polea enmohecida”. Cap. XXVI
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