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sábado, 2 de octubre de 2010

Paz y pan para Latinoámerica, no metralletas


Da la impresión, que todo se conjuga para que la querida América latina no pueda entrar en el lugar de la historia que le corresponde. Cuando no es la naturaleza quien acarrea la desgracia, son las oligarquías de los distintos países (herederas recalcitrantes de los colonizadores hispanos), las que siguen apostando por el enfrentismo y el derramamiento de sangre, en un intento repulsivo por no perder el poder que, desde la mal llamada descolonización, detentan. Unas veces, alentados por el coloso del norte, otras, por su propia cuenta, el caso es que todo proyecto de gobierno autónomo y progresista en esta región, suele ser abortada, con demasiada frecuencia, por la rebelión de unos ejércitos y policías que, aún estando compuesta la mayoría de la tropa por gente de procedencia popular, siempre suelen actuar en contra de los intereses de sus propios hermanos y defendiendo, con las armas que el pueblo les ha facilitado, a los mal llamados patriotas, sicarios descarados del imperialismo del norte.

Tenemos malos recuerdos del golpe militar en Chile, con el posterior asesinato del presidente Salvador Allende; poco después, Argentina; continuó la contrarrevolución antisandinista en Nicaragua; más reciente fue el intento de golpe de estado frustrado en Venezuela, para desalojar de la presidencia a Hugo Chávez, elegido democráticamente en las urnas; hace poco el atropello institucional en Honduras, donde un presidente legítimo tuvo que abandonar el país, amenazado por la ley de los jueces corruptos y de las armas, y, ahora, la sombra del mal -que como nube pestilente de Mordor amenaza por extenderse por toda la América del Sur- atenta contra la democracia en Ecuador, vejando, hiriendo y acorralando al máximo representante del país, el presidente Rafael Correa. Todo ello realizado por un grupo de policías y militares cortos de cerebro y sobrantes de avaricia que, reconozcámoslo, son los elementos más adecuados para ser utilizados por los poderes fácticos en estos menesteres, justificándose para ejecutar el atropello en el recorte de salario que el gobierno ha decidido recientemente.

Son muchas coincidencias juntas y continuadas. Es sospechosa tanta intervención militar en la zona tratando de dinamitar el proceso social y emancipador que determinados países han emprendido al margen de EE.UU. Es como si alguien estuviese interesado en que este proceso social populista no se extienda más por Latinoamérica. Al ejemplo de Cuba se ha unido Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Bolivia, Brasil, Paraguay, Uruguay, y esto, da la impresión que no gusta al vigía de occidente. Sabemos que a unas fuerzas armadas como las de esta región sólo las mueven los intereses desestabilizadores de la derecha más cavernícola y rancia, pero que ésta, a su vez, no se atreve a ejercer su estrategia y a ponerse en funcionamiento, sin la orden, la ayuda económica y la bendición de la gran superpotencia. Y es que cambian los presidentes en el gran imperio, pero su política exterior sigue inalterable.
Hace unos meses fue Hondura; ayer le tocó el turno a Ecuador. Afortunadamente el intento de golpe ha quedado en aguas de borrajas. Pero no nos engañemos: a partir de hoy empezarán a conspirar para otra intentona, ya sea en éste mismo país, en Nicaragua o Venezuela. Las fuerzas del mal, como la nube negra de Mordor, no descansa nunca.

Enhorabuena, ecuatorianos, por el valor que habéis demostrado en defender vuestra democracia y a vuestro presidente. Vosotros sois el verdadero ejército que necesitan los pueblos. Por cierto, Sr. Correa, cumpla lo prometido nada más ser liberado: depure a los culpables del motín y no se olvide de los instigadores civiles, ellos, en realidad, son los verdaderos responsables ocultos de estos sangrientos atropellos. Si no consintiéramos estos abusos, si no pasaramos tanto la mano, los elementos fascistas se lo pensarían dos veces.
Para finalizar, sugerir un deseo:¿Cuándo veremos una América Latina libre, verdaderamente independiente, sin penalidades ni hambrunas? Desde la distancia, hermanos americanos, confío en que no tarde mucho, en verdad os lo merecéis.



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