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lunes, 25 de octubre de 2010

Vivir el otoño como si de una balada se tratase


El suelo se fue abrigando con hojas...




El otoño, más que una estación, es un sentimiento, una sensación que llega, nos invade y nos penetra, dejándonos expuestos a sus vaivenes antojadizos, a sus requiebros emocionales. El otoño es –como describiría hermosamente, Serrat,


“Una balada de otoño,
un canto triste de melancolía
que nace al morir el día.
Una balada de otoño,
a veces como un murmullo,
a veces como un lamento,
y, a veces, viento."

Apenas nos hemos dado cuanta que ha llegado, cuando él, resolutivo y apabullante, nos conquista, nos posee, sacándonos a pasear por el extenso territorio en el que reina. Nos engalana con sus tristes vestimentas, espolea nuestras inquietudes poéticas cuando, junto al fuego de una lumbre, manoseamos, dubitativamente, una pluma y una libreta. El otoño es propicio para amar, para que te quieran, para sentirse y estar enamorado, para subirse a los árboles a recoger sus regalos, para tenderse entre su incipiente césped, boca arriba, y juguetear al escondite con los blancos algodones que tapizan el cielo, para subir al monte, pasear por sus interminables sendas y, bajo a una añosa encina, detenerse un rato a ponerle flores a los que se quedaron en el camino.



Los primeros manjares del otoño



El otoño –no lo puedo remediar- me marca con la tristeza, me imprime su carácter, me empuja a despeñarme recordando mis ausencias. Todo se hace más visiblemente sonoro cuando el otoño nos embarga. La niñez, las primeras niñas de la que nos enamoramos, los errados proyectos, se abalanzan sobre nosotros y quieren arrastrarnos al precipicio que es la añoranza, pero que los que no nos damos por vencidos y somos objetivos, sabemos que no es realidad, y por lo tanto, nos alegramos del futuro que hemos logrado construir, con todas sus luces y sus sombras.

Como escribo al principio, el otoño no es más que una sensación, un profundo sentimiento, y –como canta Serrat- lo pintaron y adornaron, para regocijo y disfrute nuestro:



"Pintaron de gris el cielo
y el suelo
se fue abrigando con hojas,
se fue vistiendo de otoño."

En nosotros está que no nos lastre y lo recordemos con amor: el otoño, como las demás estaciones, indisolublemente, está en nuestros corazones.



El otoño nos viste con sus mejores galas de tristeza









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