Hoy, 12 de octubre, es una fecha de enorme importancia para la desfasada población imperialista que aún perdura en España y que, a los que no nos identificamos en absoluto con él, sólo nos recuerda la agresión castellana que, siglos atrás, ya iniciaron en la península y que culminaron en las apartadas tierras de América, arrasando, en nombre de la religión y la cultura, pueblos y tradiciones que despertaban sus ansias territoriales y económicas.
Fue el 3 de agosto de 1492 cuando Colón –después de convencer a la reina castellana-, inició su viaje, a través del océano Atlántico, en busca de una ruta más corta que llegara a las Indias, con el firme objetivo de no tener que bordear el continente africano. Pocos meses antes (2 de enero) había concluido su prolongada “guerra santa” (más de cinco siglos de continuas batallas) contra el reino nazarí de Granada, único territorio que quedaba en la península ibérica de la antigua Al-Andalus. Después de haber conseguido sus viejos sueños godos, de someter todo el territorio peninsular (exceptuando Portugal) bajo el dominio de la corona castellana, a los descendientes de los invasores del norte no les quedó otro remedio que cruzar el charco para proseguir con sus propósitos imperialistas y sus ansias de riquezas.
Fue el 12 de octubre de ese mismo año cuando Rodrigo de Triana (ciudadano del barrio del mismo nombre, en el arrabal de Sevilla) dio la voz de ¡tierra!. Parece ser que el lugar donde llegaron fue una pequeña isla de las Antillas llamada Guanahani, actual San Salvador, en las Bahamas.
A partir de aquí el nuevo continente se conoció (no descubrió, ya que en su extenso territorio vivían, desde hacía bastantes siglos, una variada población indígena) en la vieja Europa y se inició la frenética carrera para su trágica explotación, donde –esto debe quedar claro- todos los países intervinieron y de la que, excepto la emprendedora, el reino de Castilla, sacaron buena tajada. Francos, Genoveses, Holandeses, etc., pusieron el dinero para financiar estas lejanas empresas, y los minerales preciosos y demás productos de valía, entraban por el puerto de Sevilla y acababan en los bancos de los países citados. Aún perdura en la ciudad el nombre y los barrios donde estos ricos comerciantes se establecieron.
Así que los que no nos sentimos continuadores, ni orgullosos de la macabra empresa, hoy, desconocido Día Nacional, antiguo día de la hispanidad, día de la raza, y no sé cuantos nombres más, no celebramos nada, a no ser la más enérgica repulsa contra las ansias imperialistas de una clase guerrera, ávida de poder y riqueza, que acabó con el progreso, la cohabitación de las tres religiones y la cultura -que era lo que representaba en el sur de la península, Al-Andalus- y más tarde, llevando la muerte, las enfermedades, la esclavitud y el terror a unas tierras completamente ajenas a las suyas.
Castilla inició el camino del terror. Pero no caigamos en la demagogia que algunos "indigenistas" quieren llevarnos. Castilla fue desalmada y cruel, pero los que vinieron detrás (ingleses, franceses, irlandeses, etc.) -y esto no es justificar a los castellanos, sino aclarar la historia que determinados “historiadores” y políticos pretenden manipular-, fueron más agresivos y asesinos que los viejos conquistadores hispanos: a la realidad me remito, en la América del sur aún existe población indígena, mientras que en la del norte, la población india está extinguida, o quedan unos pocos prisioneros en una reserva.
Como nosotros -los perdedores- no tenemos nada que celebrar y no hay nada que nos una a los orgullosos y rancios invasores, nos cogeremos el día de fiesta, apagaremos la radio y la televisión, y nos marcharemos al campo: soñaremos con el pasado que nos robaron (a pesar de las contradicciones que en él había) y con otro mundo posible, diferente y alejado del actual.
Un saludo desde Andalucía –la inolvidada Al-Andalus- queridos hermanos americanos. Que tengáis un buen día.
Hola, parece ser que la fecha esta mal pues salieron "un poco" antes, en 1492 y no en 1942.
ResponderEliminarBueno, queda dicho. Saludos. Victoria.
Gracias por la corrección, Victoria.
ResponderEliminarUn saludo.