Little Boy Quique: Nueva Orleáns en el corazón de Sevilla

Coincidí con él en la calle, uno de esos días en los que gusta dejarse seducir por la atracción del centro de la ciudad. Recorría la atestada Avenida de la Constitución y, al resguardo de las paredes del edificio de Correos, mucho antes de llegar a su altura, el aire, impregnado de notas sureñas, nos traía el sonido lastimero de un blues que desprendía una manoseada guitarra, tocada por unas manos expertas.
Allí tuve la ocasión de descubrir y escuchar al personaje en cuestión. Sentado sobre una banqueta, transformado en verdadero hombre-orquesta (guitarra, armónica, caja de chinchetas, etc.) estaba Little Boy Quique (Enrique Fernández Jiménez) -Nueva Orleáns en pleno corazón de Sevilla-, un perfecto bluesman con inconfundibles reminiscencias de aquella antigua escuela sevillana de extraordinarios músicos que surgieron alrededor de la emblemática Glorieta de los Lotos (Smash,Green Piano, Caledonia Blues Band, etc.) .

Toca Quique el blues con la misma facilidad que respira y parpadea, el más espabilado de los mortales, como si hubiese nacido y criado en lo más profundo del mundo negro. Da la impresión de haber tenido la cuna de nacimiento en el mismo delta del Mississippi, pero con el barroquismo del toque sevillano. Su música nos recuerda a clásicos como Sonny Boy Williamson, Muddy Waters, John Lee Hooker, etc., toda una garantía para escuchar buena música.
En su dilatada vida artística, Quique ha tenido la ocasión de tocar con músicos de la talla de Raimundo Amador, Mingo Balaguer, Richard Ray Farell, Pepe Delgado, Michael Lindner, y hoy comparte formación, dentro del grupo “Bluesville”, con Mingo Balaguer y Julio Colin (¡casi ná!) para cuando le salen actuaciones.

Así que ya saben, si vienen y pasean por Sevilla, o se enteran que actúan en algún garito de su ciudad, no dejen pasar la ocasión de oír a este más que aceptable grupo de música donde interviene Little Boy Quique, o a él, en solitario, en el centro de la ciudad.