Ayer, en Afganistán, los aviones de la fuerza que, supuestamente, están ahí para proteger a la población civil del peligro talibán, volvieron a matar a 27 civiles (una caravana de mujeres y niños) en un nuevo bombardeo desesperado, contra todo lo que se mueve en ese territorio y lleva el ropaje del país. ¡Y ya van por las doscientas, más que milicianos! El empecinamiento absurdo de EE.UU. –acompañado en su errática actitud por los países comparsas europeos- están llevando a que la intervención salvadora que ellos pretendían, se esté convirtiendo en una amenaza, aún mayor, contra el desgraciado pueblo civil afgano. No se puede admitir tanta improvisación, ni tanta ostentación militar contra un ejército que casi no tiene balas con que disparar, y que su única arma efectiva, contra las potencias invasoras, está basada en el conocimiento del terreno y en la paciencia, algo de lo que no carecen los pueblos pobres.
La dinámica que ha originado las modernas guerras actuales, con la acuñación, y bien pronto, aceptación, del nuevo término de “efectos colaterales”, donde engloban en él tanto un “error humano”, como una masacre salvaje en todas las reglas –casos recientes de Irak y Palestina-, están convirtiendo “las últimas empresas de salvamento”, en toda una sarta de despropósitos. Da risa ver en TV el despliegue militar terrestre y aéreo, contra unas milicias que sólo poseen piojos y hambre. El ridículo que causan las tropas de Obama, “el redentor”, y sus aliados de la OTAN, es para no tenerles ni temor ni respeto, a pesar de los muertos que van dejando por donde pasan.
La táctica que emplean de destrucción masiva y castigo máximo a la población, no es más que un intento desesperado en su dificultad de triunfo definitivo, para que las consecuencias sociales que producen tanta sangre y tanto arrasamiento, lleven a aceptar a los talibán “buenos”, o sea, a los mismos que gobernanban antes, a asumir el control del país nuevamente, pero permitiéndoles salir a ellos, los “salvadores occidentales”, lo menos tocado posible en el crédito. EE.UU. sabe, perfectamente, que allí no conseguirá nada, como le ocurrió en Vietnam y en Irak, y ahora trata desesperadamente de solucionar el contencioso afgano de la manera menos vergonzosa posible, y poder acudir al nuevo conflicto que tiene en mente (Corea, Irán) porque ellos, los USA, menos en casa, en cualquier sitio se encuentran bien, metiendo el dedo en el ojo del primero que se cruce en su camino; los lobbys judíos que controlan la fabricación de armas y la economía en ese país se lo exigen continuamente, y sus gobernantes no pueden quedarse quietos desoyendo a los que les han ayudado a acceder a ese puesto.
La dinámica que ha originado las modernas guerras actuales, con la acuñación, y bien pronto, aceptación, del nuevo término de “efectos colaterales”, donde engloban en él tanto un “error humano”, como una masacre salvaje en todas las reglas –casos recientes de Irak y Palestina-, están convirtiendo “las últimas empresas de salvamento”, en toda una sarta de despropósitos. Da risa ver en TV el despliegue militar terrestre y aéreo, contra unas milicias que sólo poseen piojos y hambre. El ridículo que causan las tropas de Obama, “el redentor”, y sus aliados de la OTAN, es para no tenerles ni temor ni respeto, a pesar de los muertos que van dejando por donde pasan.
La táctica que emplean de destrucción masiva y castigo máximo a la población, no es más que un intento desesperado en su dificultad de triunfo definitivo, para que las consecuencias sociales que producen tanta sangre y tanto arrasamiento, lleven a aceptar a los talibán “buenos”, o sea, a los mismos que gobernanban antes, a asumir el control del país nuevamente, pero permitiéndoles salir a ellos, los “salvadores occidentales”, lo menos tocado posible en el crédito. EE.UU. sabe, perfectamente, que allí no conseguirá nada, como le ocurrió en Vietnam y en Irak, y ahora trata desesperadamente de solucionar el contencioso afgano de la manera menos vergonzosa posible, y poder acudir al nuevo conflicto que tiene en mente (Corea, Irán) porque ellos, los USA, menos en casa, en cualquier sitio se encuentran bien, metiendo el dedo en el ojo del primero que se cruce en su camino; los lobbys judíos que controlan la fabricación de armas y la economía en ese país se lo exigen continuamente, y sus gobernantes no pueden quedarse quietos desoyendo a los que les han ayudado a acceder a ese puesto.
Europa, y en especial España, ha de replantearse sinceramente qué papel jugamos en ese país donde llevamos tanto tiempo metidos, con una gran inversión económica y la pérdida de vidas de compatriotas. Afganistán no tiene salida satisfactoria. La única vía medio acertada fue la que impulsó la Unión Soviética, antes de que EE.UU. dicidiera contrarrestar la situación estratégica que el territorio afgano representaba, preparando a un "salvador" Ben Laden, y promocionando a los fanáticos islamistas, para que les complicara la existencia en aquel país a los soviéticos. Lo que les ocurrió, de la misma manera que con Sadam Husein, es que el invento se volvió contra ellos, y, como ejemplo para los siguientes, hubo que darles un escamiento. Pero norteamerica siempre se olvida, que ellos pelean por el dominio mundial y la necesidad de hacer más dolares, mientras que el fundamentalista talibán lucha por algo que ellos desconocen: creencias.
siempre las malas soluciones acarrean mas problemas, y en esta guerra no saben como salir.
ResponderEliminarSaludos
Es lo que pienso yo, Jorge, primero creamos el conflicto, y luego, ante la dificultad de la victoria, estamos locos por que nos lo solucionen los mismos que hemos ido a fastidiar.
ResponderEliminarUn saludo, y bien venido a tu casa.