La historia se repite. En esta ocasión no es Israel la que comete el atropello, lo realiza su inventor y protector mundial, el gran Imperio de Norteamérica. La táctica empleada es muy similar a la que enseñaron a utilizar al ejército judío: si te tiran piedras, tú le respondes con balas, en cambio, si te disparan con un fusil, utiliza aviones y los masacras. Nada detiene al poderoso. La ausencia de respuestas a sus agresiones los convierten en seres privilegiados. Están por encima de la ley, cuando no la alteran, la reescriben, la acomodan a sus intereses y si todas estas medidas no les convencen, la desoyen y pasan por alto de ella.
El lunes ha vuelto a repetirse, tristemente, la historia. Un joven mejicano de 14 años, ha sido asesinado por un agente fronterizo USA que lo perseguía, en propio territorio de Méjico, saltándose las más elementales normas de respeto internacional. Esto sigue ocurriendo en el mundo llamado “civilizado”, por una potencia en la que muchos quieren verse reflejada, y con un presidente negro, demócrata, dialogante, que, nos anunciaban, cambiaría el orden mundial. En este país todo esta “atado y bien atado”, y no hay política que se precie, que pueda cambiar las estructuras sociales de esa nación. ¡La que se hubiera armado en el mundo si esto lo hubiera hecho Cuba, o Irán, o cualquier otro país de la orbita “de la maldad y las dictaduras”! Lo peor del caso es que, debido a la desigualdad que hay entre una nación y otra, la invadida, la saqueada, la muy rejodida, tiene que tragarse el enojo que le causa el incidente, porque enfrente tiene a una superpotencia armada hasta los dientes. La fabula del pez grande que se come al pequeño sigue estando de actualidad.
Una vez más,la historia vuelve a repetirse. Esta vez ha ocurrido en Méjico, donde un joven ha sido asesinado por el poderoso americano, sólo por lanzar unas piedras: ¡balas contra piedras! Desproporcionada respuesta, ¿se atreverá a condenarla la ONU?
El lunes ha vuelto a repetirse, tristemente, la historia. Un joven mejicano de 14 años, ha sido asesinado por un agente fronterizo USA que lo perseguía, en propio territorio de Méjico, saltándose las más elementales normas de respeto internacional. Esto sigue ocurriendo en el mundo llamado “civilizado”, por una potencia en la que muchos quieren verse reflejada, y con un presidente negro, demócrata, dialogante, que, nos anunciaban, cambiaría el orden mundial. En este país todo esta “atado y bien atado”, y no hay política que se precie, que pueda cambiar las estructuras sociales de esa nación. ¡La que se hubiera armado en el mundo si esto lo hubiera hecho Cuba, o Irán, o cualquier otro país de la orbita “de la maldad y las dictaduras”! Lo peor del caso es que, debido a la desigualdad que hay entre una nación y otra, la invadida, la saqueada, la muy rejodida, tiene que tragarse el enojo que le causa el incidente, porque enfrente tiene a una superpotencia armada hasta los dientes. La fabula del pez grande que se come al pequeño sigue estando de actualidad.
Una vez más,la historia vuelve a repetirse. Esta vez ha ocurrido en Méjico, donde un joven ha sido asesinado por el poderoso americano, sólo por lanzar unas piedras: ¡balas contra piedras! Desproporcionada respuesta, ¿se atreverá a condenarla la ONU?
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