Me cansa un poco –como andaluz- el bombardeo diario de noticias sobre Cataluña. Ayer, hoy y –lo puedo asegurar- lo que nos queda de semana, todos los periódicos, telediarios y tertulias radiofónicas estarán centradas en el fallo que, sobre el estatuto de su autonomía, ha elaborado el Tribunal Constitucional. Al final, a la séptima, fue capaz el feliz alumbramiento del “prestigioso” tribunal, donde se refugian, los dinosaurios de la justicia y que, ni con “Fly”, eres capaz de echarlos. Sólo han necesitado casi cuatro años para ponerse de acuerdo, período que hemos tenido que padecer el resto de españoles como si la preñada hubiese sido familiar nuestra.
A partir de aquí no garantizo lo que nos queda que soportar. La poderosa nación catalana –rectifico, el poderoso poder fáctico catalán- amenaza con poner las cosas difíciles a papá estado, al mismo estado que ayudó en el siglo XIII, uniéndose a la flota marítima vasca, para estrangular la Sevilla islámica y comenzar el acoso y derribo de todo Al-Andalus. El mismo estado al que le pide ayuda militar cuando algún ciudadano catalán tiene problemas fuera del territorio, el mismo estado al que le solicita que le haga las infraestructuras adecuadas para el desarrollo de su comunidad, el mismo estado al que le pone la mano para coger las subvenciones que les facilitan para que las empresas extranjeras se asienten en Cataluña.
Es curioso cómo una noticia esperada durante tanto tiempo, oculta otra mucho más importante: la financiación mafiosa de Convergencia y Unión a través de las contrataciones ilegales. ¡Qué coincidencia! ¿Qué tiene que decir ahora el talibán José Antonio Durán y Lérida? (no se me enfaden el resto de catalanes, sólo pierdo el respeto a quien me ofende, y este individuo lo ha hecho contra Andalucía). ¿Sigue exigiendo la eliminación del PER para dárselo a ellos?
Hay determinadas personas que hacen odioso a un pueblo. José Antonio es uno de ellos, a pesar de ser un estricto cristiano, como ocurre en Euskadi con los del PNV, cuanta más formación jesuita, más alejados de la teoría de la liberación. Si por ellos fuera, el sol sólo saldría para ellos. Quieren nada más al estado en el que están integrados por lo que este les reporta de beneficios. Euskadi tiene un pase –a pesar de ser de los pueblos del estado más diferente, social y étnico-, pero lo de Cataluña, no se puede tolerar. Su diversión es ponerles piedrecitas al resto de ciudadanos de otras comunidades. Calles y carteles informativos sólo en catalán; las cartas de los restaurantes en catalán, inglés, japonés y chino, cuando el turismo que recibe es mayoritario de habla hispana; si vas a un lugar público (a mí me ocurrió en los juzgados de Barcelona, me costó la propia vida encontrar la sala donde estaba citado, es más, la resolución, me la daban en catalán, aunque el lugar del conflicto había ocurrido en Andalucía y por lo tanto, donde debía presentarla era en Sevilla); los ascensores de los hospitales no tienen visibles los números de las plantas (a pesar de ser un idioma universal) sino que una voz en catalán te indica la planta a la que vas accediendo, con lo cual, si no sabes el idioma del imperio, pues como que no te enteras. Ante un comentario de un familiar en el que dijo: “ya podía ser este ascensor como los demás, con números”, le respondió una uniformada catalana: “pues ya sabe lo que tiene que hacer, irse a España”, (sic).
Quien me conoce, bien sabe que soy partidario de la independencia de los pueblos que quieran desgajarse de la ficticia España. No pretendo ni siquiera un estado federalista. Pero lo que no consiento es la supremacía de un pueblo sobre el resto de los demás. Y esto, por desgracia, es lo que lleva sucediendo durante mucho tiempo con vascos y catalanes. Se han financiado a costa del resto de la población española, para que no fueran un dolor de cabeza a los respectivos gobiernos –también con Franco, no es solo la democracia la culpable- y quieren seguir chupando de la teta, mientras papá estado lo soporte. El problema está en que lo que da de más a estos dos glotones, se lo quita al resto de lobeznos, con lo cual, se consolidan las desigualdades que el nuevo estado que creímos formar, pretendía solucionar.
El país necesita un replanteamiento urgente y serio de aceptación como estado. Es necesario que nos atrevamos a encarar el estudio y la discusión de la independencia de los pueblos que no se sientan representados en el actual estatus nacional. Pero eso es una cosa, y otra muy distinta la "de me cojo lo que más me interesa": España, para esto sí, pero para lo otro, no. Sobre todo, cuando está en juego la solidaridad y la cohesión de las demás comunidades. Si Cataluña quiere la independencia, que se la den, yo no tengo ningún inconveniente, pero luego, que sean considerados en el resto del estado como extranjeros, y paguen, como extranjeros, sus impuestos en los lugares donde ponen sus empresas. Teta y sopa, es difícil de mantener, aunque hasta ahora les ha dado buenos resultados.
Y, por último, que el talibán Durán Lérida nos explique a los andaluces, lo del 4% de comisión: si eso es con el PER, o con la eliminación de éste.
Saludos cordiales,Manuel,le he dejado un comentario en abadia,en referencia a la entrada "Quien mal te quiere,te matará",enhorabuena,me parece un tema interesante a publicar ya que la vida está cargada de hechos agradables y desagradables como este.
ResponderEliminarGracias por tu interés, Edy.
ResponderEliminarUn saludo también para ti.