Gracias al invierno lluvioso que hemos tenido, Doñana y su entorno, vuelve a recuperar la imagen que tenía hace muchos años: arroyos corriendo a finales de junio, lagunas rebosantes de agua y de pájaros y sus márgenes, ocupadas por cientos de peregrinos, unos cumpliendo su habitual visita a la Señora, otros -los aficionados a la ornitología y los guiris- con sus trípodes, telescopios y cámaras, observando el majestuoso humedal donde decenas de especies de aves, se alimentan en la paz reconfortante que el espacio posibilita.
Todo conforma un equilibrado conjunto que da belleza y emoción al lugar. Para colmo de las fortunas, si además se le añade el día de sol y fresco que hace hoy, la estampa de luz natural que captan tus ojos, hacen que te reconcilies con la madre tierra y con nuestra desconcertante vida.
Estamos de enhorabuena los humanos por poseer rincones, todavía, como este en el mundo, pero los que más debemos celebrarlo somos los andaluces, celebrarlo y cuidarlo, y darles gracias a Dios, a la naturaleza o a quien haya sido el artífice de esta maravilla, por habérnosla puesto en nuestra querida Andalucía.
Estamos de enhorabuena los humanos por poseer rincones, todavía, como este en el mundo, pero los que más debemos celebrarlo somos los andaluces, celebrarlo y cuidarlo, y darles gracias a Dios, a la naturaleza o a quien haya sido el artífice de esta maravilla, por habérnosla puesto en nuestra querida Andalucía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario