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viernes, 25 de junio de 2010

¿Hay "otra" vida más allá de ésta?


Tal vez, lo que denominamos “otra vida”, no sea otra cosa que el efecto que produce sobre nuestra conciencia el recuerdo de la persona que, de manera repentina, se ha ido. Porque ¿es ella la que se manifiesta, o quizás, seamos nosotros la que la poseemos? Ésta es la incógnita que queda por despejar, pero -¡dichosa equis!-. Una vez aclarada, tendríamos el 85% del problema resuelto; a partir de ahí, sólo necesitaríamos desarrollar el resto de nuestra vida (ese si que es un problema) y tener la santa paciencia de llegar hasta el final y concluirla.

De todas maneras reconozco que no es un tema fácil de aclarar, debido al hecho de que tratamos con un problema subjetivo y donde entra lo personal, ya se sabe, da la impresión que desempeñan un papel fundamental nuestros dichosos intereses, aún no pretendiéndolo. El dilema tendremos que digerirlo personalmente. Uno a uno tendremos que ir analizando, con atrevida honradez, cada detalle, cada hallazgo, cualquier insignificante menudencia que nos pueda ayudar a concluir esa asignatura pendiente que tanto nos angustia a los seres humanos.

Pienso que los dos términos son válidos, aunque uno sea más ambicioso que otro: el primero explica los fenómenos que influyen sobre nosotros, desde una perspectiva interna (anímica) circunstancial. El otro lo hace desde el exterior, originando que nuestro ánimo y nuestro comportamiento queden subordinados a las directrices que desde fuera nos marquen. Como queda claro, en este segundo resolvemos el tema de la patata caliente, cual es que, después de la vida -¿y también durante?- hay una fuerza inmaterial que subsiste por sí misma. Pero ¿por qué extraño fenómeno se manifiesta después y no antes de morirnos?

Quizás lo cierto sea que, cada cual, aspiramos a creer en una de las dos posibilidades y, desde esa perspectiva, ir afrontando las incidencias que ellas nos vayan planteando, eso sí, nunca jamás, creyendo que la nuestra es la definitiva y válida, porque ¿no será –como el resto de dogmas- más una cuestión de fe que de cerebro y explicaciones lógicas?
Lo cierto es que, cuando la sentimos en nosotros –aunque a veces lo pasemos mal- nos humaniza, y eso, ya es bastante positivo.






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