Viendo los resultados del último barómetro del CIS, uno se pregunta dónde está la tan celebrada subida de votos que auguraban los magos de IU. Desgraciadamente, pasan los años y continúan los mismos defectos, siempre jugando al torpe y desequilibrante juego del escondite para ciegos. Dicen que "no hay mayor desgracia que ser ciego en Granada" por la imposibilidad de poder ver la Alhambra, y yo añado que también lo es serlo en política, ya que este defecto impide ver la realidad que te rodea, desgraciadamente, mal que sigue aquejando a los actuales "organizados" de la izquierda española. Si vamos a una manifestación y la convocatoria ha sido escasa, en lugar de reconocerlo y analizar las causas del fracaso, nos autoengañamos, confundimos a los demás y decimos que ha sido un éxito.
Por lo que llevo leyendo semanas atrás, este defecto no ha sido desterrado de las prácticas cotidianas de la izquierda. Cualquiera que esté en el tajo, en la calle, en el mercado, en las asociaciones vecinales, etc., sabe a la perfección que hoy, el voto del trabajo no es sensible a la coalición de izquierda. De hecho, de los 3,1 punto que pierde el PSOE, 1,7 pasan engrosar los votos del PP, el resto se reparte entre CIU, UPyD, pero la gran mayoría van a parar al partido de la abstención. IU no logra siquiera mantener los datos del último trimestre (5,8%) sino que pierde 0,4 décimas, (5,4%), quedando, peligrosamente, en las puertas de convertirse en un partido extraparlamentario.
Varias son las ocasiones en las que reflexionaba sobre la necesidad de una refundación de la izquierda y los problemas internos por los que ha pasado y sigue pasando esta coalición. La ausencia de intelectuales políticos convincentes, la incapacidad evidente para transmitir el mensaje adecuado (desapareció cuando se retiró de la dirección de IU, Julio Anguita y sus colaboradores), las maneras de actuar que tienen en aquellos ayuntamientos donde gobiernan o están coaligados, la dinámica en la que han entrado de estar más cercanos a los movimientos pequeñoburgueses, “alternativos”, “pink power”, etc., que a los verdaderos problemas de los trabajadores, unido a la ausencia de un líder carismático, resolutivo, creíble, que proyecte el mensaje de la organización allá en los lugares donde es conveniente que cale, hacen que esta coalición esté pasando a no ser más que un grupo testimonial, dentro del espectro político estatal.
Por lo que llevo leyendo semanas atrás, este defecto no ha sido desterrado de las prácticas cotidianas de la izquierda. Cualquiera que esté en el tajo, en la calle, en el mercado, en las asociaciones vecinales, etc., sabe a la perfección que hoy, el voto del trabajo no es sensible a la coalición de izquierda. De hecho, de los 3,1 punto que pierde el PSOE, 1,7 pasan engrosar los votos del PP, el resto se reparte entre CIU, UPyD, pero la gran mayoría van a parar al partido de la abstención. IU no logra siquiera mantener los datos del último trimestre (5,8%) sino que pierde 0,4 décimas, (5,4%), quedando, peligrosamente, en las puertas de convertirse en un partido extraparlamentario.
Varias son las ocasiones en las que reflexionaba sobre la necesidad de una refundación de la izquierda y los problemas internos por los que ha pasado y sigue pasando esta coalición. La ausencia de intelectuales políticos convincentes, la incapacidad evidente para transmitir el mensaje adecuado (desapareció cuando se retiró de la dirección de IU, Julio Anguita y sus colaboradores), las maneras de actuar que tienen en aquellos ayuntamientos donde gobiernan o están coaligados, la dinámica en la que han entrado de estar más cercanos a los movimientos pequeñoburgueses, “alternativos”, “pink power”, etc., que a los verdaderos problemas de los trabajadores, unido a la ausencia de un líder carismático, resolutivo, creíble, que proyecte el mensaje de la organización allá en los lugares donde es conveniente que cale, hacen que esta coalición esté pasando a no ser más que un grupo testimonial, dentro del espectro político estatal.
No quisiera finalizar sin aludir a una cuestión que, al parecer, o no caen en la cuenta las diversas direcciones de IU, o siguen tratando de ignorar. Es la referente a la captación del voto, el cual insisten, una y otra vez, atraerlo del saco del PSOE, lo cual es una manifiesta equivocación, puesto que el votante de este partido jamás votará a IU (razones ideológicas y “morales” se lo impiden), ya que, por desgracia, éstas personas son más anticomunistas que las del PP, olvidándose e ignorando el capital humano que prevalece en el campo de la abstención, donde un partido de izquierda, con un mensaje claro y una manera de obrar coherente, tiene ganado un buen puñado de votos y un gran grupo de colaboradores.
Faltan algo menos de dos años para las próximas elecciones. Queda tiempo para remediar la debacle. Pero haciendo refundaciones ficticias, sólo de cara a la prensa, sin un cambio radical en las formas y las maneras, cayendo en los mismos errores que antaño (dar entrada nuevamente a Izquierda Republicana), auguran un final poco exitoso. Para curarnos del mal, es necesario reconocer que estamos enfermos y acudir al médico. Lo demás son remedios caseros que lo único que hacen es prolongar algo más el catastrófico desenlace, que es lo que en definitiva, el PSOE desea. No le regalemos esa satisfacción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario