Acoge el Parque Tamarguillo, un proyecto agrícola digno de alabar y hacer más extensible en las ciudades: la creación y explotación sin ánimo de lucro, de más de 250 huertos de agricultura ecológica. Es una iniciativa puesta en marcha por un colectivo alternativo (Movida Pro-Parque Tamarguillo, responsables también de convertir, lo que antes era una escombrera, en un envidiable parque), aplicando la experiencia que, antes que ellos, habían puesto en práctica otro grupo, en el cercano parque de Miraflores.
El citado parque es de propiedad municipal y está ubicado en la cabecera del Arroyo Tamarguillo, en lo que fueron, hace años, propiedades del cortijo de San Ildefonso, (edificio que aún se conserva), levantado sobre lo que fue una villa tardo romana y que, gracias a las excavaciones realizadas en el lugar, a raíz de la construcción del edificio de la nueva Escuela Taller, se ha podido descubrir y recuperar bastante cerámica y componentes del antiguo edificio. En otro lugar, cercano al arroyo, se han encontrado objetos de metal de época prehistórica. Cuenta el parque con algo más de 90 Hectáreas, en el espacio que limita entre el aeropuerto y los barrios de Alcosa y Sevilla Este, terrenos degradados que se habían convertidos en una auténtica escombrera.
Son pequeñas parcelas de 75 metros cuadrados (10x7.5), con toma de agua corriente en la entrada de esta, adjudicadas a los vecinos de la zona (en general, jubilados que mantienen una actividad y una ilusión diaria) para sembrar en ellas diferentes productos (en general, verduras y hortalizas) para consumo propio.
El funcionamiento de éstas se rige por algunos principios ecológicos elementales, aceptados bajo la firma de un documento (en el que se comprometen respetarlo) cuando se les adjudican las parcelas, entre los cuales destacan de manera especial, la prohibición utilizar fertilizantes y pesticidas químicos, (el único abono permitido es orgánico: estiércol animal que la organización se encarga de localizar en las diferentes vaquerías y que pone al servicio de los parcelistas).
Los plantones para el cultivo (tomateras, pimientos, papas, lechugas, berenjenas, coles, etc.) generalmente, también son localizados por el grupo responsable y puestos a disposición de los vecinos agricultores, así como el producto para el vallado, mangueras de riego, aperos de labranza, y el asesoramiento de una bióloga. Es importante resaltar también, la creación de un banco de especies autóctonas del que, más adelante, puedan proveerse estos agricultores capitalinos.
Destacar que la financiación de este proyecto se realiza gracias a las cantidades que el Ayuntamiento de la ciudad destina, a través de los Presupuestos Participativos, a las actividades más votadas por los vecinos de cada distrito.
En conjunto, la experiencia no puede ser más atractiva y acertada. Pero como todas las cosas buenas, esta también tiene un “pero”, y es la amenaza que pesa sobre más de la mitad del Parque, y, aproximadamente, 150 huertos, si el Ayuntamiento de Sevilla ejecuta el proyecto -que la crisis tiene paralizado- de cruzar una autovía de seis carriles por el centro del parque, destruyendo toda la arboleda sembrada, los huertos en funcionamiento y una buena parte del frágil ecosistema que el lugar cobija. Hay cientos de millones de euros invertidos en el Parque, la mayor parte, Fondos Europeos, que, ahora, sólo por insensatez y la claudicación del Ayuntamiento a determinados intereses privados del ladrillo, corren el peligro de tirarse a la alcantarilla.
Confiemos en que la nueva corporación que salga de las próximas elecciones dé marcha atrás a esta barbaridad, ya que algunos de sus valedores, esperemos, no estarán sentados en la dirección de la Casa Grande. Los vecinos del distrito Este se lo agradecerán.
El citado parque es de propiedad municipal y está ubicado en la cabecera del Arroyo Tamarguillo, en lo que fueron, hace años, propiedades del cortijo de San Ildefonso, (edificio que aún se conserva), levantado sobre lo que fue una villa tardo romana y que, gracias a las excavaciones realizadas en el lugar, a raíz de la construcción del edificio de la nueva Escuela Taller, se ha podido descubrir y recuperar bastante cerámica y componentes del antiguo edificio. En otro lugar, cercano al arroyo, se han encontrado objetos de metal de época prehistórica. Cuenta el parque con algo más de 90 Hectáreas, en el espacio que limita entre el aeropuerto y los barrios de Alcosa y Sevilla Este, terrenos degradados que se habían convertidos en una auténtica escombrera.
Son pequeñas parcelas de 75 metros cuadrados (10x7.5), con toma de agua corriente en la entrada de esta, adjudicadas a los vecinos de la zona (en general, jubilados que mantienen una actividad y una ilusión diaria) para sembrar en ellas diferentes productos (en general, verduras y hortalizas) para consumo propio.
El funcionamiento de éstas se rige por algunos principios ecológicos elementales, aceptados bajo la firma de un documento (en el que se comprometen respetarlo) cuando se les adjudican las parcelas, entre los cuales destacan de manera especial, la prohibición utilizar fertilizantes y pesticidas químicos, (el único abono permitido es orgánico: estiércol animal que la organización se encarga de localizar en las diferentes vaquerías y que pone al servicio de los parcelistas).
Los plantones para el cultivo (tomateras, pimientos, papas, lechugas, berenjenas, coles, etc.) generalmente, también son localizados por el grupo responsable y puestos a disposición de los vecinos agricultores, así como el producto para el vallado, mangueras de riego, aperos de labranza, y el asesoramiento de una bióloga. Es importante resaltar también, la creación de un banco de especies autóctonas del que, más adelante, puedan proveerse estos agricultores capitalinos.
Destacar que la financiación de este proyecto se realiza gracias a las cantidades que el Ayuntamiento de la ciudad destina, a través de los Presupuestos Participativos, a las actividades más votadas por los vecinos de cada distrito.
En conjunto, la experiencia no puede ser más atractiva y acertada. Pero como todas las cosas buenas, esta también tiene un “pero”, y es la amenaza que pesa sobre más de la mitad del Parque, y, aproximadamente, 150 huertos, si el Ayuntamiento de Sevilla ejecuta el proyecto -que la crisis tiene paralizado- de cruzar una autovía de seis carriles por el centro del parque, destruyendo toda la arboleda sembrada, los huertos en funcionamiento y una buena parte del frágil ecosistema que el lugar cobija. Hay cientos de millones de euros invertidos en el Parque, la mayor parte, Fondos Europeos, que, ahora, sólo por insensatez y la claudicación del Ayuntamiento a determinados intereses privados del ladrillo, corren el peligro de tirarse a la alcantarilla.
Confiemos en que la nueva corporación que salga de las próximas elecciones dé marcha atrás a esta barbaridad, ya que algunos de sus valedores, esperemos, no estarán sentados en la dirección de la Casa Grande. Los vecinos del distrito Este se lo agradecerán.
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