Quien entra en Sanlúcar de Barraneda en la provincia de Cádiz, penetra en una ciudad cargada de historia y monumentos que recuerdan la relevancia económica y social que ésta tuvo en el pasado. Estrabón, Avieno y Pomponio Mela hacen referencia de ella cuando nos hablan de Tartesos, y en sus inmediaciones sitúan el Santuario del Lucero, importante lugar de culto de los tartesios en el que se adoraba al divino astro.
A finales de 1958, por una generosa casualidad, apareció, cuando estaban arando, en el cortijo de Ébora –cercano a los pinares de La Algaida- el tesoro que lleva este nombre, de época tartésica, lo que demuestra que la información con la que contaban estos clásicos era acertada.
De la colonización romana, sólo aparece en la zona la presencia de una aldea de pescadores en el lugar denominado El Tesorillo, también localizado en La Algaida. El culto en el Santuario del Lucero, parece abandonarse, y con él, la desaparición de éste.
También son escasos los restos de la Sanlúcar andalusí. Se estima que fue tomada de la dominación visigoda en el año 714, y que fueron frecuentes los encuentros que tuvieron que padecer de expediciones vikingas que por aquellos años invadían la costa peninsular, incluso, zonas del interior, como Sevilla, que no se privó de estas incursiones normandas.
En 1264, es invadida por las tropas castellanas de Alfonso X.
En 1295, reinando Sancho IV, promete, verbalmente, el señorío de Sanlúcar a Alonso Pérez de Guzmán, (fundador del linaje nobiliario de la Casa de Medina Sidonia) por su “heroica” intervención en la defensa de la plaza de Tarifa, promesa que no logró cumplir y que realizaría el monarca Fernando IV en 1297.
Bajo el señorío de los Guzmanes, Sanlúcar alcanza un gran esplendor, convirtiéndose en un importante centro financiero y mercantil desde la que Colón, en su tercer viaje a las américas, partió en el año 1498 con una nao y cinco carabelas.
La ciudad se engrandece; las grandes mansiones de los comerciantes y banqueros proliferan; los distintos duques que se suceden son generosos con las ordenes religiosas a las que ayudan a levantar hermosas iglesias y conventos, hasta que dos acontecimientos relevantes, inician la decadencia de la ciudad.
El primero se produce en el año 1641, en el que el noveno duque, Gaspar Pérez de Guzmán, creyendo obrar con el beneplácito de la nobleza andaluza (recelosa por la política que mantenía en la zona el valido de Felipe IV, el conde Duque de Olivares) e influenciado por la reciente independencia de Portugal (por la que su hermana se había convertido, de la noche a la mañana, en reina), y con la colaboración de su primo, el conde de Ayamonte, convierten a la localidad en el centro de un complot que pretendía separarse de Castilla y crear un reino andaluz independiente.
En la región se trasluce el descontento. La nobleza está cansada de colaborar con sus hombres y su dinero, en el conflicto que mantiene el rey castellano contra Portugal y Holanda. Las capas populares también exteriorizan su malestar. Las frecuentes inclemencias del tiempo, alternadas por años de sequías y otros de inundaciones, hacen que el trabajo en el campo escasee. Todos estos síntomas, unido al clima independentista que se respira en Cataluña y Portugal, hacen creer al duque (sin contactar con los de su clase ni el sector popular), que la ocasión está cantada, y se embarca en el complejo proyecto que, antes de su realización, sería denunciado al rey, el cual desterraría de Sanlucar al duque y ejecutaría al primo, incorporando el señorío de Sanlúcar de Barrameda, con sus términos y jurisdicciones, a la corona castellana.
El segundo tiene lugar en el año 1717, cuando el rey Felipe V, a instancias de su primer ministro, cardenal Alberoni, decide trasladar la Casa de Contratación que hasta ahora estaba en Sevilla, a Cádiz, lo que supone que la mayoría de comerciantes se trasladen a esa ciudad, con lo que el esplendor que mantenía la localidad finalice.
Habría que esperar hasta finales de siglo XVIII para que la localidad comenzara un nuevo periodo de auge al tener como valedor al primer ministro y valido de Carlos IV, Manuel Godoy, que se convierte en defensor de Sanlúcar, consiguiendo grandes privilegios y beneficios, entre los que destacaba, la designación de la ciudad, en 1804, por real orden, como Capital de la Provincia, que englobaba a 32 municipios.
Ésta comienza a tomar auge en 1849, potenciada por la llegada a Sanlúcar de los duques de Montpensier. A partir de enonces la ciudad se transforma en un importante lugar de veraneo para la aristocracia andaluza, en especial la sevillana, llegando a considerarsela como "la San Sebastián del Sur".
También se desarrolla la agricultura y comienza la crianza, a escala comercial, de lo que llegaría a ser el "oro líquido" de la comarca, la manzanilla, una de las bases económicas del lugar.
Sanlúcar, hoy, continúa siendo una importante localidad de Andalucía, donde el sector bodeguero y turístico tiene una importancia vital, siendo el destino escogido por un gran número de sevillanos para pasar los meses de estío, muchos de ellos tienen establecida en ella su segunda residencia, y a la que acude también un importante turismo nacional en busca de su exquisita gastronomía y sus excelentes caldos.
Entre los productos que destacan en sus establecimientos sobresalen:
Lugares para el consumo hay muchos y algunos bastante conocidos. Si no queremos complicarnos buscando, la elección es Bajo Guía, lugar ideal donde los haya, pues tienes la ocasión de estar satisfaciendo el instinto animal (el hambre) teniendo enfrente un marco incomparable (Doñana).
En este lugar, cualquier establecimiento que elija le complacerá, pero para mí hay uno decisivo que supera a los demás: la Teberna " Casa Bigote", es un poco incómoda -no tiene asientos ¿quizás en prevención de que el personal no se le eternice?-, pero las exquisitas y elaboradas tapas y -en especial- sus deliciosos guisos marineros, unido a una inusual atención al cliente por parte del servicio, la hacen un punto de visita imprescidible.
También está la zona del centro (Plaza del Cabildo), lugar de encuentro de la mayoría de turistas que visitan la ciudad por primera vez, atraídos por las recomendaciones que hacen a través de los blog, pero de los que hay que ir alejándose, ya que tan subjetiva publicidad está afectando, gravemente, la calidad y los precios de estos bares, así que seamos un poco osados y pasemos de visitar los archiconocidos restaurantes de Bajo Guía y los bares de la Plaza del Cabildo, y localicemos lugares menos trillados.
Si lo hacemos, el mejor lugar es el barrio marinero, donde encontraremos establecimientos en los que comer buena fritura de pescado (por ejemplo, "El rincón bético del Carlos) y diversas tascas donde acompañando un buen vaso de manzanilla nos obsequiarán con alguna tapa. Otro lugar que visitar son los alrededores del puerto pesquero, donde tendremos la ocasión de probar excelentes guisos marineros (Bar La Campana)
Si quieres probar una buena manzanilla, a un precio respetable, mi recomendación en que pases por el bar Habana, en la calle Santo Domingo, frente a la parroquia del mismo nombre -muy cerca de la plaza del Cabildo-, donde podrás degustar un buen vaso de Viruta -una manzanilla algo más envejecida que la que te sirven en el resto de bares- y de un aroma y paladar exquisito. Otra manzanilla que no debemos dejar de probar es la que sirven en el Bar Barbiana, al principio de la calle ancha, y que le da nombre a este establecimiento, verdaderamente exquisita.
Tampoco podéis dejar de pasar por el bar del Mercado -también cerca de la plaza del Cabildo- donde sirven una de las mejores cervezas que se puedan tomar en toda la provincia de Cádiz y Sevilla, sólo comparada a la que tiran en El Tremendo, Sevilla, y en la Cervecería Camas, en el pueblo sevillano del mismo nombre: frío en su justo punto y con el sabor característico de las viejas cervezas que te daban a degustar en la visita que realizábamos a la antigua frábrica. Por si todo esto fuera poco, te obsequian, además, con un pequeño pikislabis...
Si antes de emprender la ruta gastronómica queremos hacer un recorrido cultural, estos son algunos de los monumentos que propongo:
Sanlúcar de Barrameda, bien merece una visita.
A finales de 1958, por una generosa casualidad, apareció, cuando estaban arando, en el cortijo de Ébora –cercano a los pinares de La Algaida- el tesoro que lleva este nombre, de época tartésica, lo que demuestra que la información con la que contaban estos clásicos era acertada.
De la colonización romana, sólo aparece en la zona la presencia de una aldea de pescadores en el lugar denominado El Tesorillo, también localizado en La Algaida. El culto en el Santuario del Lucero, parece abandonarse, y con él, la desaparición de éste.
También son escasos los restos de la Sanlúcar andalusí. Se estima que fue tomada de la dominación visigoda en el año 714, y que fueron frecuentes los encuentros que tuvieron que padecer de expediciones vikingas que por aquellos años invadían la costa peninsular, incluso, zonas del interior, como Sevilla, que no se privó de estas incursiones normandas.
En 1264, es invadida por las tropas castellanas de Alfonso X.
En 1295, reinando Sancho IV, promete, verbalmente, el señorío de Sanlúcar a Alonso Pérez de Guzmán, (fundador del linaje nobiliario de la Casa de Medina Sidonia) por su “heroica” intervención en la defensa de la plaza de Tarifa, promesa que no logró cumplir y que realizaría el monarca Fernando IV en 1297.
Bajo el señorío de los Guzmanes, Sanlúcar alcanza un gran esplendor, convirtiéndose en un importante centro financiero y mercantil desde la que Colón, en su tercer viaje a las américas, partió en el año 1498 con una nao y cinco carabelas.
La ciudad se engrandece; las grandes mansiones de los comerciantes y banqueros proliferan; los distintos duques que se suceden son generosos con las ordenes religiosas a las que ayudan a levantar hermosas iglesias y conventos, hasta que dos acontecimientos relevantes, inician la decadencia de la ciudad.
El primero se produce en el año 1641, en el que el noveno duque, Gaspar Pérez de Guzmán, creyendo obrar con el beneplácito de la nobleza andaluza (recelosa por la política que mantenía en la zona el valido de Felipe IV, el conde Duque de Olivares) e influenciado por la reciente independencia de Portugal (por la que su hermana se había convertido, de la noche a la mañana, en reina), y con la colaboración de su primo, el conde de Ayamonte, convierten a la localidad en el centro de un complot que pretendía separarse de Castilla y crear un reino andaluz independiente.
En la región se trasluce el descontento. La nobleza está cansada de colaborar con sus hombres y su dinero, en el conflicto que mantiene el rey castellano contra Portugal y Holanda. Las capas populares también exteriorizan su malestar. Las frecuentes inclemencias del tiempo, alternadas por años de sequías y otros de inundaciones, hacen que el trabajo en el campo escasee. Todos estos síntomas, unido al clima independentista que se respira en Cataluña y Portugal, hacen creer al duque (sin contactar con los de su clase ni el sector popular), que la ocasión está cantada, y se embarca en el complejo proyecto que, antes de su realización, sería denunciado al rey, el cual desterraría de Sanlucar al duque y ejecutaría al primo, incorporando el señorío de Sanlúcar de Barrameda, con sus términos y jurisdicciones, a la corona castellana.
El segundo tiene lugar en el año 1717, cuando el rey Felipe V, a instancias de su primer ministro, cardenal Alberoni, decide trasladar la Casa de Contratación que hasta ahora estaba en Sevilla, a Cádiz, lo que supone que la mayoría de comerciantes se trasladen a esa ciudad, con lo que el esplendor que mantenía la localidad finalice.
Habría que esperar hasta finales de siglo XVIII para que la localidad comenzara un nuevo periodo de auge al tener como valedor al primer ministro y valido de Carlos IV, Manuel Godoy, que se convierte en defensor de Sanlúcar, consiguiendo grandes privilegios y beneficios, entre los que destacaba, la designación de la ciudad, en 1804, por real orden, como Capital de la Provincia, que englobaba a 32 municipios.
Ésta comienza a tomar auge en 1849, potenciada por la llegada a Sanlúcar de los duques de Montpensier. A partir de enonces la ciudad se transforma en un importante lugar de veraneo para la aristocracia andaluza, en especial la sevillana, llegando a considerarsela como "la San Sebastián del Sur".
También se desarrolla la agricultura y comienza la crianza, a escala comercial, de lo que llegaría a ser el "oro líquido" de la comarca, la manzanilla, una de las bases económicas del lugar.
Sanlúcar, hoy, continúa siendo una importante localidad de Andalucía, donde el sector bodeguero y turístico tiene una importancia vital, siendo el destino escogido por un gran número de sevillanos para pasar los meses de estío, muchos de ellos tienen establecida en ella su segunda residencia, y a la que acude también un importante turismo nacional en busca de su exquisita gastronomía y sus excelentes caldos.
Entre los productos que destacan en sus establecimientos sobresalen:
- Tortillitas de camarones (auténtica filigrana gastronómica)
- Ortiguillas (el mar, rebozado y frito para delicia del paladar)
- Galeras cocidas (no es un sustituto de la cigala, es el perfecto complemento de una buena copa de manzanilla o de cerveza)
- Gambas blancas cocidas o a la plancha
- Y el rey de reyes, el langostino tigre, una perfecta combinación entre la carnosidad del langostino y el sabor de la gamba de Huelva.
- También son exquisitos los pescados (sin olvidar las particulares acedías de Sanlúcar), coquinas, almejas, chocos, etc., todo ello regado con una buena manzanilla fresca.
Lugares para el consumo hay muchos y algunos bastante conocidos. Si no queremos complicarnos buscando, la elección es Bajo Guía, lugar ideal donde los haya, pues tienes la ocasión de estar satisfaciendo el instinto animal (el hambre) teniendo enfrente un marco incomparable (Doñana).
En este lugar, cualquier establecimiento que elija le complacerá, pero para mí hay uno decisivo que supera a los demás: la Teberna " Casa Bigote", es un poco incómoda -no tiene asientos ¿quizás en prevención de que el personal no se le eternice?-, pero las exquisitas y elaboradas tapas y -en especial- sus deliciosos guisos marineros, unido a una inusual atención al cliente por parte del servicio, la hacen un punto de visita imprescidible.
También está la zona del centro (Plaza del Cabildo), lugar de encuentro de la mayoría de turistas que visitan la ciudad por primera vez, atraídos por las recomendaciones que hacen a través de los blog, pero de los que hay que ir alejándose, ya que tan subjetiva publicidad está afectando, gravemente, la calidad y los precios de estos bares, así que seamos un poco osados y pasemos de visitar los archiconocidos restaurantes de Bajo Guía y los bares de la Plaza del Cabildo, y localicemos lugares menos trillados.
Si lo hacemos, el mejor lugar es el barrio marinero, donde encontraremos establecimientos en los que comer buena fritura de pescado (por ejemplo, "El rincón bético del Carlos) y diversas tascas donde acompañando un buen vaso de manzanilla nos obsequiarán con alguna tapa. Otro lugar que visitar son los alrededores del puerto pesquero, donde tendremos la ocasión de probar excelentes guisos marineros (Bar La Campana)
Si quieres probar una buena manzanilla, a un precio respetable, mi recomendación en que pases por el bar Habana, en la calle Santo Domingo, frente a la parroquia del mismo nombre -muy cerca de la plaza del Cabildo-, donde podrás degustar un buen vaso de Viruta -una manzanilla algo más envejecida que la que te sirven en el resto de bares- y de un aroma y paladar exquisito. Otra manzanilla que no debemos dejar de probar es la que sirven en el Bar Barbiana, al principio de la calle ancha, y que le da nombre a este establecimiento, verdaderamente exquisita.
Tampoco podéis dejar de pasar por el bar del Mercado -también cerca de la plaza del Cabildo- donde sirven una de las mejores cervezas que se puedan tomar en toda la provincia de Cádiz y Sevilla, sólo comparada a la que tiran en El Tremendo, Sevilla, y en la Cervecería Camas, en el pueblo sevillano del mismo nombre: frío en su justo punto y con el sabor característico de las viejas cervezas que te daban a degustar en la visita que realizábamos a la antigua frábrica. Por si todo esto fuera poco, te obsequian, además, con un pequeño pikislabis...
Si antes de emprender la ruta gastronómica queremos hacer un recorrido cultural, estos son algunos de los monumentos que propongo:
- Parroquia de Santo Domingo, construida en el siglo XVI, en su totalidad en piedra, por los Duques de Medina Sidonia. Es de estilo Renacentista-Herreriano.
- Iglesia de San Francisco, del siglo XVIII, tiene una magnífica portada Renacentista.
- Las covachas. Resto de lo que era el muro original del palacio ducal de Medina Sidonia, decorado en piedra, con arcos ojivales y estribos que sostienen serpientes aladas. Es de estilo tardogótico, construido en el siglo XV.
- Antiguo convento de Mercedarios. De estilo protobarroco, construido por Alonso de Vandelvira, en el siglo XVII. Actual auditorio.
- Palacio de Orleáns-Borbón (residencia de verano de los duques de Montpensieur). Es de estilo Neomudéjar, construido en el siglo XX. Actual sede del Ayuntamiento de la localidad.
- Palacio ducal Medina Sidonia. Estilo Renacentista, construido en el siglo XV, declarado Monumento Histórico Artístico en 1978.
- Iglesia Mayor Parroquial Nuestra Señora de la O, construido en el solar de la vieja mezquita. Destaca en el exterior la portada Mudéjar y en el interior el bello artesonado. Construida en el siglo XIV, fue declarada Monumento Histórico Artístico en 1978.
- Castillo de Santiago. Construido en el siglo XV como defensa de la ciudad y del río. Sobresale la Torre del Homenaje con forma hexagonal.
Sanlúcar de Barrameda, bien merece una visita.
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