Llovía
Llovía.
Tras el vaho de los
cristales
un fuerte aguacero
inundaba mi vida.
No sabría precisar si
hacía frío o no,
si era la noche o era
el día.
Sólo sé que llovía.
Y que cuando abrí mi
corazón
tú estabas allí,
tumbada junto a mi
agonía.
Llovía.
Y era el sol y
también era la luna.
Pero mi pecho estaba
seco.
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