Hace muchos años que sabíamos que el PSOE, ni era
marxista, ni socialdemócrata y mucho menos de izquierdas. Era un partido donde
entraban a medrar todos los chaqueteros del país (descafeinados trotskistas, falsos ácratas,
falangistas reciclados, adeptos del antiguo régimen, visionarios del sablazo,
etc.), y ahora, con lo que le está cayendo encima, destapan su lado
semioscuro: que son monárquicos y les aterra la República.
Somos muchos los que nos preguntamos desde hace
tiempo qué impide a este partido integrarse en el PP (salvo por razones "tácticas"),
ya que a excepción de determinadas florituras teatrales que hace de cara a la galería para parecer de izquierdas, en poco más se diferencia de su partido hermano.
Difícil se le está poniendo al PSOE el panorama político.
Una vez descubiertas sus inclinaciones de centroderecha y sus simpatías borbónicas,
sólo les queda formar parte de una amplia coalición donde se reagrupen PP, PSOE
y UPyD, encabezados por la líder más reaccionaria que se mueve en la actual
escena política nacional, Rosa Díez, nacida y recriada –que no se olvide- en el
seno del Partido Socialista.
Es la única manera de que miles de votantes de este
partido no crean que con su voto apoyan a una opción progresista o de izquierdas. Este partido no es lo que antaño fue. Pero
sus líderes aprovechan este pasado para comerciar con los sentimientos de la
gente sencilla que creen, cuando votan, que están depositando su confianza en un
partido de izquierdas, republicano, y en una dirección honrada que no sueña con
ser algún día un alto dirigente del PP.
La actualidad de los partidos homólogos en Europa
refleja a las claras qué debemos esperar del español: el SPD en Alemania,
gobernando en coalición con la Merkel; en Grecia, casi desaparecido; otro tanto
en Italia; en Francia, después del reaccionario mandato de Hollande, puede ser
que siga la misma suerte, y en España, si los malos hábitos (y la amnesia
circunstancial) de la gente no lo permiten, puede ser que ocurra lo mismo: que
el PSOE pase a formar parte de la historia.
Son muchos los años que llevan jugando con fuego y engañando a los
confiados ciudadanos. La vida no es eterna, como eterno no es el fraude. Hay un
refrán castizo que dice que “antes se coge a un mentiroso que a un cojo”.
Confiemos en que el refrán se cumpla y al fin se les caigan las cientos de caretas con
las que se disfraza este partido. Por el bien de los ciudadanos que equivocadamente
los apoyan, y por el bien de la política.
Al final aclaran su curriculum: ni es un partido de
izquierdas, ni es republicano... A los hechos, y no a las palabras, me remito.
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