El norte de África anda algo revuelto. La marea de protestas que recorren las calles de estos países del Mediterráneo, ha de hacernos reflexionar. ¿Es posible que sólo las dificultades económicas y las ansias de libertad hayan sido las únicas causas que han motivado este levantamiento popular, o hay alguna oculta, y que nosotros desconocemos, que la hacen más justificable?
Hace bastante tiempo que pasé la edad de la inosencia, así que no acepto, a la primera, las cosas tal como me la presentan, y mucho menos, que sean tan sencillas como las veo , por eso me cuesta creer que, una población que está acostumbrada a sobrevivir con bastantes dificultades, y a las que les resulta difícil cuestionar la política que desarrollan sus dirigentes, debido, en buena parte, al terror policial que éstos imponen, de pronto, por arte de magia, se hayan convertido en unos sedientos de justicia y en los adalides de las reformas democráticas que jamás echaron de menos. La sociedad tribal sigue siendo predominante en el desarrollo en sus vidas.
Por este motivo, cuesta creer que en toda esta movida no haya gato encerrado. ¿No es sospechoso que, de momento, este tsumani de revueltas sólo se esté presentando en aquellos países donde la garra del águila americana no está asentada tan fuertemente, o, como en el caso de Egipto, su plazo está más que caducado?
Como Wikileaks no deja de revelarnos información a través de sus filtraciones –aunque el silencio haya caído sobre él, una vez pasada la novedad-, una de ellas denunciaba que EE.UU. estaba interesado en desestabilizar el viejo país de los faraones (lugar estratégico para el transporte de petróleo), logrando así un fuerte incremento del precio del crudo, y con él, una gran demanda de dólares para pagarlo, lo que haría subir el valor del billete verde en todos los mercados internacionales. Yo pienso que hay algo más; con el paso del tiempo lo averiguaremos. Para ello no les importa sacrificar al colaboracionista Mubarak, artífice del resquebrajamiento del bloque árabe contra Israel, y al que le concedieron el premio Nóbel de la Paz, como muestra de agradecimiento por los servicios prestados al Imperio. No debemos olvidar que las balas que disparan contra los manifestantes egipcios -que en cinco días han dejado una cifra sin confirmar de más de noventa personas-, y los tanques que tratan de imponer el toque de queda, son armamentos “democráticos” que los distintos gobiernos USA han enviado al "maligno" dictador, durante treinta continuados años, antes de caer en desgracia.
Ahora parece ser que el preferido de la superpotencia, es, el también, premio Nóbel de la Paz y ex director de la Agencia Internacional de Energía Atómica, Mohamed el Baradei, muy criticado por estar ausente de la política egipcia desde hace bastante tiempo, no hablar correctamente el árabe y no participar en los comienzos de las protestas. Él se ha erigido en portavoz y líder de la oposición, para negociar con los militares la nueva formación de gobierno y el traspaso de poderes.
Lo que comenzó siendo un movimiento de descontento en la europeizada Túnez, se ha extendido a varios países ribereños de la zona, y amenaza la precariedad política de algunos árabes, como es el caso de Yemen. Los movimientos estratégicos están bien estudiados, poco a poco, como una mancha de aceite, la conflictividad se irá extendiendo a las naciones limítrofes, incluso utilizando el movimiento que en el ajedrez realiza el caballo.
Lo que resulta en verdad sospechoso es que estas protestas no ocurran en los denominados “países amigos de USA”. No afecta ni a Marruecos ni a Arabia Saudita, auténticos regímenes represivos, dictatoriales y sanguinarios, pero guardianes en la zona de los intereses del Gran Amo. Su jugada consiste en lograr el control de los regímenes “díscolos” que aún no se arrodillan ante él (Libia, Argelia, Yemen, Siria, Irán, etc.), creyendo, equivocadamente, que el enemigo viene de estos países, y no que lo tengan instalado dentro del suyo propio. Aún está por demostrar, quienes son los verdaderos responsables del 11 de septiembre.
Cuidado con los experimentos, no nos volvamos a equivocar. Para ello tenemos la gaseosa. De nada sirvió quitar a un desgastado Reza Pahlevi, en Irán, para que lo sustituyera un sanguinario Jomeini. Ni convertir, con la invasión, a Irak y Afganistán, en el paraíso soñado de los suicidas. El fanatismo islamistas está larvado, como sucedía en Irak en tiempos de Sadam Husein. La fuerza de éstos es incalculable entre la mayoría del pueblo. No olvidemos que en Túnez fue el partido más votado, y que sólo con un golpe de estado se le quitó lo que las urnas les habían concedido.
Igual ocurrió en Argelia, uno de los primeros países donde comenzaron los atentados suicidas, después que los “demócratas” argelinos, apoyados por las democracias occidentales, les quitaran el poder que los votos les habían dado. Es también reciente el caso de Palestina, donde a un partido (Hamas), limpio vencedor de unas elecciones supervisadas por la comunidad internacional, le fue imposible formar legítimo gobierno, porque contravenía los intereses de la Superpotencia. Es curioso observar cómo en todos estos países se ha aplicado el principio "democrático" de "urnas sí, pero si resulta vencedor el que a mi me gusta".
Más de una vez, la experiencia demuestra que lo que mal empieza, peor acaba. Y este puede ser el caso de las revueltas en los países islámicos. De momento, ya se han producido cientos de muertos y miles de detenidos que, cuando todo esto acabe, ¡ojalá sea pronto!, nadie se acodará de ellos, y menos, los déspotas que formen el nuevo gobierno.
En Túnez, aún no ha triunfado la “revolución”, y los líderes de la oposición al régimen defenestrado, no se han dignado a unirse al clamor popular de las calles, ni aún menos a visitar a los miles de manifestantes que acampan -desafiando el toque de queda- en las plazas de las ciudades.
De momento, los grupos religiosos se posicionan estratégicamente. El sábado regresó a Túnez el máximo dirigente islamista, Rachid Gannuchi, después de 22 años de exilio, el cual fue recibido en el aeropuerto de Cartago por una multitud de seguidores. Nada más llegar, ha comenzado a reclamar “su parcela política”.
Igual están haciendo los “Hermanos Musulmanes” en Egipto. Se han ofrecido como interlocutores con el ejército, para negociar la transición política del país. No hace falta recordar la fuerza que tiene este grupo radical islamista dentro de la población; va más allá de ésta: tiene presencia hasta en el interior de las fuerzas armadas.
Democracia, sí, no manipulación del pueblo. La democracia bien entendida, comienza por uno mismo, y esto es lo que debieran hacer las naciones que se vanaglorian de ello. Que limpien primero sus porquerías, y luego, si les quedan escobas sin romper, se las den al vecino, no sea que volvamos a meter la pata, estas cosas se saben como empiezan, pero nunca cómo acaban. Basta ya de quemar rastrojos ajenos que luego no atinamos a sofocar el fuego. Dejemos que los países soberanos arreglen sus problemas y no participemos nosotros en crearlos.
Democracia sí, pero para todos.
Hace bastante tiempo que pasé la edad de la inosencia, así que no acepto, a la primera, las cosas tal como me la presentan, y mucho menos, que sean tan sencillas como las veo , por eso me cuesta creer que, una población que está acostumbrada a sobrevivir con bastantes dificultades, y a las que les resulta difícil cuestionar la política que desarrollan sus dirigentes, debido, en buena parte, al terror policial que éstos imponen, de pronto, por arte de magia, se hayan convertido en unos sedientos de justicia y en los adalides de las reformas democráticas que jamás echaron de menos. La sociedad tribal sigue siendo predominante en el desarrollo en sus vidas.
Por este motivo, cuesta creer que en toda esta movida no haya gato encerrado. ¿No es sospechoso que, de momento, este tsumani de revueltas sólo se esté presentando en aquellos países donde la garra del águila americana no está asentada tan fuertemente, o, como en el caso de Egipto, su plazo está más que caducado?
Como Wikileaks no deja de revelarnos información a través de sus filtraciones –aunque el silencio haya caído sobre él, una vez pasada la novedad-, una de ellas denunciaba que EE.UU. estaba interesado en desestabilizar el viejo país de los faraones (lugar estratégico para el transporte de petróleo), logrando así un fuerte incremento del precio del crudo, y con él, una gran demanda de dólares para pagarlo, lo que haría subir el valor del billete verde en todos los mercados internacionales. Yo pienso que hay algo más; con el paso del tiempo lo averiguaremos. Para ello no les importa sacrificar al colaboracionista Mubarak, artífice del resquebrajamiento del bloque árabe contra Israel, y al que le concedieron el premio Nóbel de la Paz, como muestra de agradecimiento por los servicios prestados al Imperio. No debemos olvidar que las balas que disparan contra los manifestantes egipcios -que en cinco días han dejado una cifra sin confirmar de más de noventa personas-, y los tanques que tratan de imponer el toque de queda, son armamentos “democráticos” que los distintos gobiernos USA han enviado al "maligno" dictador, durante treinta continuados años, antes de caer en desgracia.
Ahora parece ser que el preferido de la superpotencia, es, el también, premio Nóbel de la Paz y ex director de la Agencia Internacional de Energía Atómica, Mohamed el Baradei, muy criticado por estar ausente de la política egipcia desde hace bastante tiempo, no hablar correctamente el árabe y no participar en los comienzos de las protestas. Él se ha erigido en portavoz y líder de la oposición, para negociar con los militares la nueva formación de gobierno y el traspaso de poderes.
Lo que comenzó siendo un movimiento de descontento en la europeizada Túnez, se ha extendido a varios países ribereños de la zona, y amenaza la precariedad política de algunos árabes, como es el caso de Yemen. Los movimientos estratégicos están bien estudiados, poco a poco, como una mancha de aceite, la conflictividad se irá extendiendo a las naciones limítrofes, incluso utilizando el movimiento que en el ajedrez realiza el caballo.
Lo que resulta en verdad sospechoso es que estas protestas no ocurran en los denominados “países amigos de USA”. No afecta ni a Marruecos ni a Arabia Saudita, auténticos regímenes represivos, dictatoriales y sanguinarios, pero guardianes en la zona de los intereses del Gran Amo. Su jugada consiste en lograr el control de los regímenes “díscolos” que aún no se arrodillan ante él (Libia, Argelia, Yemen, Siria, Irán, etc.), creyendo, equivocadamente, que el enemigo viene de estos países, y no que lo tengan instalado dentro del suyo propio. Aún está por demostrar, quienes son los verdaderos responsables del 11 de septiembre.
Cuidado con los experimentos, no nos volvamos a equivocar. Para ello tenemos la gaseosa. De nada sirvió quitar a un desgastado Reza Pahlevi, en Irán, para que lo sustituyera un sanguinario Jomeini. Ni convertir, con la invasión, a Irak y Afganistán, en el paraíso soñado de los suicidas. El fanatismo islamistas está larvado, como sucedía en Irak en tiempos de Sadam Husein. La fuerza de éstos es incalculable entre la mayoría del pueblo. No olvidemos que en Túnez fue el partido más votado, y que sólo con un golpe de estado se le quitó lo que las urnas les habían concedido.
Igual ocurrió en Argelia, uno de los primeros países donde comenzaron los atentados suicidas, después que los “demócratas” argelinos, apoyados por las democracias occidentales, les quitaran el poder que los votos les habían dado. Es también reciente el caso de Palestina, donde a un partido (Hamas), limpio vencedor de unas elecciones supervisadas por la comunidad internacional, le fue imposible formar legítimo gobierno, porque contravenía los intereses de la Superpotencia. Es curioso observar cómo en todos estos países se ha aplicado el principio "democrático" de "urnas sí, pero si resulta vencedor el que a mi me gusta".
Más de una vez, la experiencia demuestra que lo que mal empieza, peor acaba. Y este puede ser el caso de las revueltas en los países islámicos. De momento, ya se han producido cientos de muertos y miles de detenidos que, cuando todo esto acabe, ¡ojalá sea pronto!, nadie se acodará de ellos, y menos, los déspotas que formen el nuevo gobierno.
En Túnez, aún no ha triunfado la “revolución”, y los líderes de la oposición al régimen defenestrado, no se han dignado a unirse al clamor popular de las calles, ni aún menos a visitar a los miles de manifestantes que acampan -desafiando el toque de queda- en las plazas de las ciudades.
De momento, los grupos religiosos se posicionan estratégicamente. El sábado regresó a Túnez el máximo dirigente islamista, Rachid Gannuchi, después de 22 años de exilio, el cual fue recibido en el aeropuerto de Cartago por una multitud de seguidores. Nada más llegar, ha comenzado a reclamar “su parcela política”.
Igual están haciendo los “Hermanos Musulmanes” en Egipto. Se han ofrecido como interlocutores con el ejército, para negociar la transición política del país. No hace falta recordar la fuerza que tiene este grupo radical islamista dentro de la población; va más allá de ésta: tiene presencia hasta en el interior de las fuerzas armadas.
Democracia, sí, no manipulación del pueblo. La democracia bien entendida, comienza por uno mismo, y esto es lo que debieran hacer las naciones que se vanaglorian de ello. Que limpien primero sus porquerías, y luego, si les quedan escobas sin romper, se las den al vecino, no sea que volvamos a meter la pata, estas cosas se saben como empiezan, pero nunca cómo acaban. Basta ya de quemar rastrojos ajenos que luego no atinamos a sofocar el fuego. Dejemos que los países soberanos arreglen sus problemas y no participemos nosotros en crearlos.
Democracia sí, pero para todos.
Estudiando algunos casos de la historia reciente podemos tener alguna pista de cómo puede evolucionar el conflicto en estos países
ResponderEliminarhttp://historiasdelahistoria.com/2011/02/01/la-historia-nos-da-pistas-de-lo-que-puede-pasar-en-tunez-y-egipto/
Un saludo
Gracias Javier por la aportación.
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