Azulejos: La herencia que dejó Al-Andalus en Sevilla

(Todas las muestras pertenecen a una colección particular)

La técnica del alicatado se remonta a la antigüedad mediterránea, en concreto, a la invención de la cerámica esmaltada y vidriada. Sin embargo, fue la arquitectura islámica la que produjo los resultados más brillantes, entre los que destacan, los baños de la Alhambra de Granada, el interior de la mezquita Azul de Estambul, y en especial, diferentes estancias y patios del Alcázar de Sevilla, lugar en el que se encuentra el mayor y más hermoso conjunto de alicatados que se puedan visitar.

Durante el siglo XIV, esta técnica se complicó con la adopción de temas de lacería (adornos geométricos consistentes en unas líneas que se entrelazan y se cruzan entre sí, alternativamente, formando figuras estrelladas, poligonales, y mucho después, florales)
El procedimiento, aparte de requerir una extraordinaria pericia, resultaba caro y entretenido, por lo que era preciso recurrir a un sistema más fácil y económico, pero con resultados idénticos.

Surge así una técnica original e innovadora: la denominada “cuerda seca”, consistente en una loseta de barro seco, decorada con esmaltes de distintos colores, separados por una fina línea de óxido de manganeso y grasa, que forma el dibujo y, a la vez, evita que se mezclen los esmaltes. Tras la cocción a la que se someterá el trabajo, las zonas de color aparecerán abultadas, mientras que las líneas calcinadas quedarán rehundidas.
Los inicios de este proceso parecen remontarse a finales del siglo X, aunque su máximo desarrollo se produce en la Sevilla del siglo XV.

Para resumir. El azulejo en España, debió su impulso y popularidad, gracias a los musulmanes de Al-Andalus. Fue en Sevilla donde se inició esta producción denominada de “cuerda seca”. La cultura musulmana, que ha absorbido ideas de muchos países, ha sabido mantener su propia identidad. Dado que el Corán prohíbe la representación de formas humanas y animales, los artistas supieron desarrollar complejos diseños geométricos y florales, acompañados casi siempre de escrituras arábigas.