Simone de Beauvoir, nace el 9 de enero de 1908 en París, en el seno de una familia acomodada. A través de los cinco volúmenes memorialísticos que, intercalados con novelas y ensayos, escribe a lo largo de su vida, sabemos de ella que pronto descubre la existencia de otros “yos,” aparte del suyo, a los que debe enfrentarse, contra los que debe luchar y medirse, así como una clase burguesa a la que pertenece por nacimiento.
En 1929 conoce a Jean Paul Sartre, personaje crucial en su vida, cuando ambos estudiaban en la École Normale Supérieure, relación que se prolongó a lo largo de toda su existencia, hasta 1980, año en el que Sartre pasó “a vivir entre quienes le admiraban”, frase con la que ellos designaban la muerte. Su relación se puede describir de poco menos que especial, como pareja constituían lo que ellos calificaban como un “amor necesario”, para distinguirla de los “amores contingentes”, distintos amantes que pasaron por la vida de ambos y con los que mantuvieron romances más o menos largos, al margen del suyo, y que se confesaban mutuamente.
Este tipo de relaciones están perfectamente documentadas en muchos de sus libros: “Los Mandarines”, “La Invitada”, etc. Con su último volumen autobiográfico, “La ceremonia del adiós”, escrito en 1981, un año después de la muerte de Sartre, consigue la ira de todos los admiradores de éste, al describir de manera cruda los últimos años de la vida del pensador, no exentos de alcohol y decrepitud senil. Unos años antes se había embarcado en una aventura semejante, diseccionando en “Una muerte muy dulce”, 1964, la agonía y el fallecimiento de su madre, que obtuvo el beneplácito del público, incluidos los “sartrianos”, da que pensar entonces, que lo que no le perdonaron con “La ceremonia del adiós”, fue que “mancillara” la figura del maestro, un hombre.
Simone de Beauvoir decide muy joven su carrera, deslumbrada por los personajes de sus lecturas favoritas: la “Jo” de “Mujercitas”, o “Maggie Tulliver” de “El molino junto al Floss”, así como de las creadoras de estas obras. Su primera novela, “Cuando predomina lo espiritual”, rechazada por los editores, vería la luz muy tardíamente, en 1979.
Entre 1931 y 1943, se dedica al magisterio, siendo este último año cuando consigue publicar por primera vez: “La invitada”, una novela irónica, densamente poética, en la que desarrolla el tema de los “amores contingentes”. La experiencia de la guerra daría paso a una escritora cuya conciencia moral y la visión del mundo que la rodeaba, sería el centro de gravedad de su obra. Su carrera intelectual gira absolutamente cuando publica “El segundo sexo”, 1949, obra extensa de dos volúmenes, que cambiaría la historia de las reivindicaciones femeninas en el pasado siglo. La influencia de este ensayo traspasaría las fronteras de Europa y llegaría al mundo anglosajón. El movimiento de liberación de la mujer estadounidense, “Women´s Lib”, de los años sesenta, reconoce su deuda con Simone de Beauvoir.
Escribe como mujer, y lo que ello significa frente al mundo, desnudándose totalmente en su obra y despreciando la actitud de las mujeres que desencantadas y frustradas de sus relaciones, achacan toda la culpa de ello al hombre. Su obra es magnética, diseccionando de manera apasionada el alma humana, mostrándonos, a veces, de una manera implacable, a la mujer débil que no sabe hacerse responsable de sí misma y de su vida.
Muere en París, el 14 de abril de 1986, dejándonos pocas, pero exquisitas obras, tanto en ensayos, narrativa y memorias, e incluso una pequeña incursión en el mundo del teatro.
Si algo hemos avanzado en la liberación y autoestima de la mujer actual, se lo debemos, en parte, a esta comprometida y gran autora.
En 1929 conoce a Jean Paul Sartre, personaje crucial en su vida, cuando ambos estudiaban en la École Normale Supérieure, relación que se prolongó a lo largo de toda su existencia, hasta 1980, año en el que Sartre pasó “a vivir entre quienes le admiraban”, frase con la que ellos designaban la muerte. Su relación se puede describir de poco menos que especial, como pareja constituían lo que ellos calificaban como un “amor necesario”, para distinguirla de los “amores contingentes”, distintos amantes que pasaron por la vida de ambos y con los que mantuvieron romances más o menos largos, al margen del suyo, y que se confesaban mutuamente.
Este tipo de relaciones están perfectamente documentadas en muchos de sus libros: “Los Mandarines”, “La Invitada”, etc. Con su último volumen autobiográfico, “La ceremonia del adiós”, escrito en 1981, un año después de la muerte de Sartre, consigue la ira de todos los admiradores de éste, al describir de manera cruda los últimos años de la vida del pensador, no exentos de alcohol y decrepitud senil. Unos años antes se había embarcado en una aventura semejante, diseccionando en “Una muerte muy dulce”, 1964, la agonía y el fallecimiento de su madre, que obtuvo el beneplácito del público, incluidos los “sartrianos”, da que pensar entonces, que lo que no le perdonaron con “La ceremonia del adiós”, fue que “mancillara” la figura del maestro, un hombre.
Simone de Beauvoir decide muy joven su carrera, deslumbrada por los personajes de sus lecturas favoritas: la “Jo” de “Mujercitas”, o “Maggie Tulliver” de “El molino junto al Floss”, así como de las creadoras de estas obras. Su primera novela, “Cuando predomina lo espiritual”, rechazada por los editores, vería la luz muy tardíamente, en 1979.
Entre 1931 y 1943, se dedica al magisterio, siendo este último año cuando consigue publicar por primera vez: “La invitada”, una novela irónica, densamente poética, en la que desarrolla el tema de los “amores contingentes”. La experiencia de la guerra daría paso a una escritora cuya conciencia moral y la visión del mundo que la rodeaba, sería el centro de gravedad de su obra. Su carrera intelectual gira absolutamente cuando publica “El segundo sexo”, 1949, obra extensa de dos volúmenes, que cambiaría la historia de las reivindicaciones femeninas en el pasado siglo. La influencia de este ensayo traspasaría las fronteras de Europa y llegaría al mundo anglosajón. El movimiento de liberación de la mujer estadounidense, “Women´s Lib”, de los años sesenta, reconoce su deuda con Simone de Beauvoir.
Escribe como mujer, y lo que ello significa frente al mundo, desnudándose totalmente en su obra y despreciando la actitud de las mujeres que desencantadas y frustradas de sus relaciones, achacan toda la culpa de ello al hombre. Su obra es magnética, diseccionando de manera apasionada el alma humana, mostrándonos, a veces, de una manera implacable, a la mujer débil que no sabe hacerse responsable de sí misma y de su vida.
Muere en París, el 14 de abril de 1986, dejándonos pocas, pero exquisitas obras, tanto en ensayos, narrativa y memorias, e incluso una pequeña incursión en el mundo del teatro.
Si algo hemos avanzado en la liberación y autoestima de la mujer actual, se lo debemos, en parte, a esta comprometida y gran autora.
Autora: Carmela
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