¿Para cuando una ley que nos proteja de algunos propietarios de perros?

Está ocurriendo con determinados dueños de perros, igual que sucedía con los fumadores, que se creen los reyes del mambo. Están tan ensimismados en su papel de padres adoptivos de estas mascotas, que debes tener mucho cuidado con lo que piensas, dices, o haces, en relación con el animal. Como es natural, no debe parecerte mal que la cuidad esté completamente enguarrada por los excrementos que estos animales depositan en la calle y que sus incivilizados dueños no recogen. Tampoco que dejen el ascensor llenito de pís, y mucho menos que alguno, perteneciente a esas extrañas razas que ha introducido la modernidad en el país, te provoque pánico.
Como ocurría con el tabaco, que podías fumar donde te diera la gana y arrojar el humo donde quisieras, incluso en el rostro del que se sentaba a tu lado, con los perros sucede algo parecido. Pocos son los que cumplen las leyes que regulan la tenencia de estos animales, por lo tanto tenemos que soportar el resto de la los ciudadanos, cuando salimos a la calle, que se precipiten sobre nosotros (aunque no nos muerdan, cosa que sí hacen algunos), nos ladren, nos olisqueen, y algo que no quieren entender sus dueños, atemoricen, porque no a todo el mundo le gustan los perros, y mucho menos, saben de las intenciones de estos.

No son pocas las ocasiones en las que he tenido que presenciar la actitud incivilizada e inculta de estos amos, contra personas que tuvieron una reacción temerosa ante la intimidación de uno de sus perros, la más reciente, este pasado fin de semana en un parque. Como es lógico entre este tipo de propietarios, cuando salen a la calle, dejan suelto, para que corretee a su antojo, a su estimable “ser querido”, sin importarle donde se meta, ni lo que haga, da por supuesto que a todo el mundo le debe agradar su perro tanto como a él, así que no es de extrañar que el juguetón animal corretee por todas partes a sus anchas. Uno de ellos se acercó a una cría de tres o cuatro años, l reaccionó dando un fuerte grito de espanto, ante el cual, el dueño del perro (no, el padre de la niña, no, el padre del perro) se sintió terriblemente ofendido por la actitud de la "histérica" cría y comenzó a increparla y a tranquilizar a su incomprendido can.
Uno está acostumbrado a estas reacciones, porque la calle, además de contaminación, te da estas maravillosas lecciones de convivencia, pero uno no puede, por menos, dejar de asombrarse.

No hace tampoco mucho, presencié la bronca que le metía un dueño de un pastor alemán a una señora que se vio asaltada por este animal, metiéndole, además, los hocicos entre las piernas y la cesta donde llevaba la compra. Cuando le recriminó que porque no lo tenía atado, el ofendido propietario, menos bonita, le dijo de todo. Y la pobre señora se tuvo que marchar hacia su casa, con el susto que le proporcionó el perro, más los insultos que le propinó el bípedo animal.

Las autoridades deben hacer cumplir tajantemente las leyes que existen sobre tenencia animal. La ciudad es de todos los ciudadanos y, al igual que se nos protege (al menos, en teoría) contra el resto de infracciones, el ayuntamiento tendría que protegernos de este tipo de irresponsables ciudadanos, que sacan a la calle a sus queridos perros, sin importarle lo más mínimo, donde hacen el pipí, la caquita y mucho menos, tenerlos sujetos. Los animales son de ellos, por lo tanto, ellos son los únicos responsables de lo que éstos hagan; que no exijan, a los que no tienen perros, que padecezcan sus molestias, y menos aún, que los quieran.