



Rod Stewart, con su maravillosa voz rota, nos regaló a partir del 2002, y hasta el 2009, año en el que se publicó el último, una serie de cinco álbumes con registro jazzístico, bajo el nombre genérico de: “Greats American Song Books”, compuestos de múltiples versiones de temas de la década de los 30 y 40 del siglo pasado, creados por magníficos compositores como Irving Berlín, Cole Porter, George e Ira Gershwin, etc.Con el primero de estos alcanzó gran popularidad, situándose en los puestos más altos de las listas más importantes de EE.UU., pero es a partir del tercero, cuando obtiene su mayor éxito, colocándose en el número uno de ventas en EE.UU. y Canadá. Introduce en éste una fabulosa versión del tema de Louis Armstrong, “What a Wonderful Word”, interpretada a dúo junto a Steve Wonder, y otra con Dolly Parton, “Baby, It´s Cold”, siendo con este álbum con el que obtendría el primer Grammy de su carrera artística.



Alfonso Armada, segundo jefe del Estado Mayor del Ejército
Jaime Milans del Bosch, Capitán General de la II Región Militar

3 años en el poder) y Hosni Mubarak (30 años) –hasta poco después de las revueltas que cogieron por sorpresa a Europa- eran miembros destacados de la Internacional Socialista, lugar donde se codea lo más “cool” de las democracias del mundo, y jamás se les reprochó la tiranía con la que gobernaban a sus respectivos pueblos, ni se percibían del olor a rancio que todos ellos desprendían.

Puerta del Perdón. Interior del sahn
Detalle de una de las hojas y de la aldaba de la puerta 

ciera sombra, o tal vez un intento más de contentar al “Amo americano”? Porque no de otra manera se puede entender este ultimátum bravucón a Irán, cuando jamás se ha atrevido a presentar ni una sola queja ante el dictador marroquí, por las detenciones y agresiones que han recibido numerosos ciudadanos españoles.
mo de las creadoras de estas obras. Su primera novela, “Cuando predomina lo espiritual”, rechazada por los editores, vería la luz muy tardíamente, en 1979.








Franz Kafka nació en Praga, el 3 de julio de 18883, y murió en Kierligh (Austria), el 3 de junio de 1924, cuando sólo contaba 41 años. Su obra, escrita en alemán, es considerada como una de las más influyentes de la literatura universal del siglo XX, a pesar de que ésta fue corta: tres novela (El Proceso, El Castillo y América), una obrita corta (La Metamorfosis) y unos interesantes relatos breves, de los que he entresacado "El Puente", perfecta ejecución de la técnica del cuento: sustancia y brevedad. Que lo disfruten.
El Puente
Yo era rígido y frío, yo estaba tendido sobre un precipicio; yo era un puente. En un extremo estaban las puntas de los pies; al otro, las manos, aferradas; en el cieno quebradizo clavé los dientes, afirmándome. Los faldones de mi chaqueta flameaban a mis costados. En la profundidad rumoreaba el helado arroyo de las truchas. Ningún turista se animaba hasta estas alturas intransitables, el puente no figuraba aún en ningún mapa. Así yo yacía y esperaba; debía esperar. Todo puente que se haya construido alguna vez, puede dejar de ser puente sin derrumbarse.
Fue una vez hacia el atardecer -no sé si el primero y el milésimo-, mis pensamientos siempre estaban confusos, giraban siempre en redondo; hacia ese atardecer de verano; cuando el arroyo murmuraba oscuramente, escuché el paso de un hombre. A mí, a mí. Estírate puente, ponte en estado, viga sin barandales, sostén al que te ha sido confiado. Nivela imperceptiblemente la inseguridad de su paso; si se tambalea, date a conocer y, como un dios de la montaña, ponlo en tierra firme.
Llegó y me golpeteó con la punta metálica de su bastón, luego alzó con ella los faldones de mi casaca y los acomodó sobre mi. La punta del bastón hurgó entre mis cabellos enmarañados y la mantuvo un largo rato ahí, mientras miraba probablemente con ojos salvajes a su alrededor. Fue entonces -yo soñaba tras él sobre montañas y valles- que saltó, cayendo con ambos pies en mitad de mi cuerpo. Me estremecí en medio de un salvaje dolor, ignorante de lo que pasaba. ¿Quién era? ¿Un niño? ¿Un sueño? ¿Un salteador de caminos? ¿Un suicida? ¿Un tentador? ¿Un destructor? Me volví para poder verlo. ¡El puente se da vuelta! No había terminado de volverme, cuando ya me precipitaba, me precipitaba y ya estaba desgarrado y ensartado en los puntiagudos guijarros que siempre me habían mirado tan apaciblemente desde el agua veloz.