Seré sincero. Yo -hasta que la extrema derecha sevillana y sus voceros propagandísticos (ABC, La Razón, Onda Cero, etc.) no lo habían promocionado-, no tenía noticias de este grupo rapero llamado “Los chikos del maíz”, que el pasado viernes actuaron en La Alameda de Hércules sevillana, en un acto organizado por el Ayuntamiento de la ciudad a favor de la III República.
En un principio, las noticias que estos “respetables informadores” reflejaban en sus periódicos y emisoras eran tan poco fiables como las que llevan dando las últimas semanas sobre el caso del preso cubano Orlando Zapata, delincuente antisocial que solo pretende poseer unos privilegios (televisión, teléfono móvil) que los demás presos no tienen.
Pues bien, desarrollando su labor informativa "independiente" y su manipuladora capacidad "investigadora", nos decían que los componentes de este grupo “eran pro etarras (ignoran que son valencianos, pero como escriben su nombre con K, se dijeron, son vascos), machistas, instigadores de la violencia y que menospreciaban a las víctimas del terrorismo" (incluido, claro está, Carrero Blanco, quien, para esta derecha española, sigue siendo un mártir), etc.
Sólo basta echar una ojeada por internet para descubrir que el grupo ha denunciado más de una vez el terrorismo de ETA, la violencia de género, la incongruencia de los nacionalismos y la defensa a ultranza de las banderas, por lo que deduzco que su "error" informativo es más bien resultado de la mala leche que al del lapsus investigaddor.
Detrás de estas campañas infames no hay otra realidad que el escozor que les produce el largo alejamiento del poder y su incapacidad para digerir el sistema de gobierno que el pueblo -acertada o equivocadamente- ha elegido.
También es causa de esta rabieta, ser sabedores de que ya no cuentan con el inefable "afecto" que las fuerzas del orden y el ejército les profesaban antaño para "establecer el orden y la paz social" que llenó el país de cientos de miles de cadáveres, y que durante este tiempo de seudodemocracia, el pueblo les ha dado la espalda y ha logrado sobrevivir sin la "ayuda" de sus sanguinarias matanzas.
Con los chikos del maíz, (aparte de que puedan gustarnos más o menos la música que hacen), pasa como con la mayoría de raperos: con sus letras tratan de mover conciencias; descargando en ellas mensajes y conceptos que el resto de autores ya han abandonado, manteniendo una decidida apuesta por una sociedad atrevida y diferente al esquema actualmente estructurado. Son los nuevos bardos del siglo XXI, los nuevos tocapelotas de lo establecido, los espíritus inquietos del momento, concretando, los agentes incómodos de una clase aburguesada y acomodaticia.
Es esta y no otra la causa por la que estos fascistoides se escandalizan: la satirización y el cuestionamiento de la monarquía; la denuncia de la corrupción a la que ha llegado la clase política; la degradación de los valores sociales y humanos; la utilización de la mujer como componente machista y la utilización del terrorismo como arma de acojonamiento para la sociedad civil. Estas, y no otras, son las motivaciones que movilizan a la extrema derecha española para contraatacar un acto –no lo olvidemos- en el que sólo se planteaba la reivindicación de la III República, una forma de estado por la que un gran sector de la población española aspira.
No se le dé más vueltas. Esta derecha enquistada utiliza todo los medios que tiene a su alcance para hacernos retroceder en las conquistas que el pueblo, trabajosamente, se ha labrado, y no les importa utilizar aquellas viejas tácticas fascistas de los años treinta que tan buenos resultados les dieron, sin producirles el menor escrúpulo que de nuevo la sociedad civil se enfrente en una lucha fraticida. Esta es una derecha cainita, rencorosa, cavernícola, que no soporta estar alejada del poder y que una gran parte de la población se pase por el forro los valores sociales que ellos dicen representar.
Bienvenidos Los chikos del maíz. Como ocurrió con la revista el Jueves -que nadie la conocía-, gracias a las imbecilidades de estos nostálgicos del franquismo, algunos hemos tenido la suerte de descubrirlos.
En un principio, las noticias que estos “respetables informadores” reflejaban en sus periódicos y emisoras eran tan poco fiables como las que llevan dando las últimas semanas sobre el caso del preso cubano Orlando Zapata, delincuente antisocial que solo pretende poseer unos privilegios (televisión, teléfono móvil) que los demás presos no tienen.
Pues bien, desarrollando su labor informativa "independiente" y su manipuladora capacidad "investigadora", nos decían que los componentes de este grupo “eran pro etarras (ignoran que son valencianos, pero como escriben su nombre con K, se dijeron, son vascos), machistas, instigadores de la violencia y que menospreciaban a las víctimas del terrorismo" (incluido, claro está, Carrero Blanco, quien, para esta derecha española, sigue siendo un mártir), etc.
Sólo basta echar una ojeada por internet para descubrir que el grupo ha denunciado más de una vez el terrorismo de ETA, la violencia de género, la incongruencia de los nacionalismos y la defensa a ultranza de las banderas, por lo que deduzco que su "error" informativo es más bien resultado de la mala leche que al del lapsus investigaddor.
Detrás de estas campañas infames no hay otra realidad que el escozor que les produce el largo alejamiento del poder y su incapacidad para digerir el sistema de gobierno que el pueblo -acertada o equivocadamente- ha elegido.
También es causa de esta rabieta, ser sabedores de que ya no cuentan con el inefable "afecto" que las fuerzas del orden y el ejército les profesaban antaño para "establecer el orden y la paz social" que llenó el país de cientos de miles de cadáveres, y que durante este tiempo de seudodemocracia, el pueblo les ha dado la espalda y ha logrado sobrevivir sin la "ayuda" de sus sanguinarias matanzas.
Con los chikos del maíz, (aparte de que puedan gustarnos más o menos la música que hacen), pasa como con la mayoría de raperos: con sus letras tratan de mover conciencias; descargando en ellas mensajes y conceptos que el resto de autores ya han abandonado, manteniendo una decidida apuesta por una sociedad atrevida y diferente al esquema actualmente estructurado. Son los nuevos bardos del siglo XXI, los nuevos tocapelotas de lo establecido, los espíritus inquietos del momento, concretando, los agentes incómodos de una clase aburguesada y acomodaticia.
Es esta y no otra la causa por la que estos fascistoides se escandalizan: la satirización y el cuestionamiento de la monarquía; la denuncia de la corrupción a la que ha llegado la clase política; la degradación de los valores sociales y humanos; la utilización de la mujer como componente machista y la utilización del terrorismo como arma de acojonamiento para la sociedad civil. Estas, y no otras, son las motivaciones que movilizan a la extrema derecha española para contraatacar un acto –no lo olvidemos- en el que sólo se planteaba la reivindicación de la III República, una forma de estado por la que un gran sector de la población española aspira.
No se le dé más vueltas. Esta derecha enquistada utiliza todo los medios que tiene a su alcance para hacernos retroceder en las conquistas que el pueblo, trabajosamente, se ha labrado, y no les importa utilizar aquellas viejas tácticas fascistas de los años treinta que tan buenos resultados les dieron, sin producirles el menor escrúpulo que de nuevo la sociedad civil se enfrente en una lucha fraticida. Esta es una derecha cainita, rencorosa, cavernícola, que no soporta estar alejada del poder y que una gran parte de la población se pase por el forro los valores sociales que ellos dicen representar.
Bienvenidos Los chikos del maíz. Como ocurrió con la revista el Jueves -que nadie la conocía-, gracias a las imbecilidades de estos nostálgicos del franquismo, algunos hemos tenido la suerte de descubrirlos.
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