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jueves, 16 de diciembre de 2010

Feliz cumpleaños, Leticia





Nacen los hijos y, cuando nos venimos a dar cuenta, ya nos han hecho mayores. En un día frío, como el de hoy, del año 1979, a las 20.45 de un domingo amustiado, nacío la que vino a llenar nuestras vidas de ilusión y esperanza, de alegría y pasión, por tal motivo no tuvimos dudas en llamarla por su nombre: Alegría, Laetitia,  Leticia, porque la alegría inundó cada hueco de nuestro hogar y cada átomo de nuestros cuerpos.
Después, sólo te queda la ocasión de recrearte en el nuevo ser que de ti ha salido y en refregarte, gustoso, entre los variados pastizales del recuerdo, aquellos donde los hijos, cuando pequeños, se asemejaban a un gatito indefenso que buscaban entre tus piernas la protección divina del mayor y el acomodo confortable de mi cuerpo.
Recuerdas a la perfección sus fiebres, el dolorcito que le producía la salida de cualquier diente, los impertinentes gases que los maltrataban, pero en especial, los malos momentos de sus hospitalizaciones.

Luego llega la guardería, más tarde, la elección del colegio adecuado, aquel en que, además de enseñar a leer, escribir y las matemáticas, educar en valores democráticos, a ir preparando al niño o niña, para el adulto social que será dentro de poco, algo nada fácil para la época a la que me refiero y en la ciudad en la que habito. También era importante encontrar una ocupación extraescolar que cumplimentara al pequeño ser en su realización humana y que, de paso, le sirviera para aprender a gestionar su tiempo, sus inquietudes y su espacio, algo que ha sido maravillosamente eficaz para su comportamiento cotidiano y que ha servido para lograr parte de lo que hoy disfruta.

Los hijos son como son; los padres no hicimos nada excepcional en esta realización; nosotros los engendramos, los parimos, los queremos como unos padres deben querer y un hijo se merece, y ellos se formaron por sí solos: si cabe algún mérito, sólo a ellos y a su esfuerzo se debe, ellos son sus creadores, y nosotros, los padres, los espectadores complacientes.

Feliz cumpleaños, hija mía.


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