Otro buen músico y cantautor que no vendió su voz ni su alma al diablo del poder "democrático". Luchó por las libertades y la democracia en un momento en el que muy pocos de los que hoy se benefician de este circo, ni peleaban ni creían en ella.
En su canción, “L´estaca”, Lluis pronosticaba que si
todos arrimábamos el hombro en la lucha que manteníamos contra el dictador,
éste pronto caería y en su caída descubriríamos una maravillosa Ítaca de la que
surgiría el hombre nuevo, la soñada sociedad, un nuevo país donde todo sería diferente y bello.
La primera predicción no se produjo, porque a pesar de que
fueron muchos los que perdieron su libertad y su vida en el intento, el tirano
murió apaciblemente en la cama, sin temores ni contratiempos, despidiéndose de
sus enemigos –poco antes de morir- con cinco nuevos fusilamientos, y el bello país, la ansiada Ítaca, sólo ha
sido un mercado político en la que los profesionales del engaño y la palabra se
intercambian sillones y cargos para llenarse los bolsillos.
Murió el perro pero no desapareció la rabia, y donde antes
robaban dos hoy lo hacen dos mil; el político no está al servicio del ciudadano
sino éste a las órdenes de él; el patrón sigue robando y explotando y los curas
mangoneando en el alma; los derechos más elementales (trabajo, educación, sanidad,
vivienda...) brillan por su ausencia; se sigue mimando al cuerpo policial y justificando sus actos de violencia contra la población indefensa; la Justicia sigue siendo “un cachondeo”, y el amor, que es la última medicina que tiene el desesperado, por las nubes, etc.
¡Tanto empujar -como nos pedía Lluis Llach- para caer en esta charca de cieno! Pero hay que reconocer que vinimos a este perdido mundo con la franca misión de equivocarnos muchas veces... De alguno de estos intentos, cualquier día, puede ser que salga algo positivo que encarrile la vida de los ciudadanos. No hay que desesperar, mientras el cuerpo aguante hay esperanza de que la suerte cambie.
¡Tanto empujar -como nos pedía Lluis Llach- para caer en esta charca de cieno! Pero hay que reconocer que vinimos a este perdido mundo con la franca misión de equivocarnos muchas veces... De alguno de estos intentos, cualquier día, puede ser que salga algo positivo que encarrile la vida de los ciudadanos. No hay que desesperar, mientras el cuerpo aguante hay esperanza de que la suerte cambie.
L´estaca
El
viejo Siset me hablaba
al amanecer, en el portal,
mientras esperábamos
la salida del sol
y veíamos pasar los carros.
Siset: ¿No ves la estaca
a la que estamos todos atados?
Si no conseguimos
liberarnos de ella
nunca podremos andar.
Si tiramos fuerte, la haremos caer.
Ya no puede durar mucho tiempo.
Seguro que cae, cae, cae,
pues debe estar ya bien podrida.
Si yo tiro fuerte por aquí,
y tú tiras fuerte por allí,
seguro que cae, cae, cae,
y podremos liberarnos.
¡ Pero, ha pasado tanto tiempo así !
Las manos se me están desollando,
y en cuanto abandono un instante,
se hace más gruesa y más grande.
Ya sé que está podrida,
pero es que, Siset, pesa tanto,
que a veces me abandonan
las fuerzas.
Repíteme tu canción.
Si tiramos fuerte ...
Si yo tiro fuerte por aquí ...
El viejo Siset ya no dice nada;
se lo llevó un mal viento.
- él sabe hacia donde -,
mientras yo continúo
bajo el portal.
Y cuando pasan
los nuevos muchachos,
alzo la voz para cantar
el último canto
que él me enseñó.
Si tiramos fuerte ...
Si yo tiro fuerte por aquí,
y tú tiras fuerte por allí,
seguro que cae, cae, cae,
y podremos liberarnos.
al amanecer, en el portal,
mientras esperábamos
la salida del sol
y veíamos pasar los carros.
Siset: ¿No ves la estaca
a la que estamos todos atados?
Si no conseguimos
liberarnos de ella
nunca podremos andar.
Si tiramos fuerte, la haremos caer.
Ya no puede durar mucho tiempo.
Seguro que cae, cae, cae,
pues debe estar ya bien podrida.
Si yo tiro fuerte por aquí,
y tú tiras fuerte por allí,
seguro que cae, cae, cae,
y podremos liberarnos.
¡ Pero, ha pasado tanto tiempo así !
Las manos se me están desollando,
y en cuanto abandono un instante,
se hace más gruesa y más grande.
Ya sé que está podrida,
pero es que, Siset, pesa tanto,
que a veces me abandonan
las fuerzas.
Repíteme tu canción.
Si tiramos fuerte ...
Si yo tiro fuerte por aquí ...
El viejo Siset ya no dice nada;
se lo llevó un mal viento.
- él sabe hacia donde -,
mientras yo continúo
bajo el portal.
Y cuando pasan
los nuevos muchachos,
alzo la voz para cantar
el último canto
que él me enseñó.
Si tiramos fuerte ...
Si yo tiro fuerte por aquí,
y tú tiras fuerte por allí,
seguro que cae, cae, cae,
y podremos liberarnos.
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