Pasear por Sevilla es una actividad atractiva y placentera que se puede realizar en cualquier estación del año, aunque las más recomendadas son la primavera y el otoño, no obstante muchos días del invierno y el verano también son propicios para perderse por el entramado de sus calles.
Para el que viene de fuera, Sevilla sorprende por la luz que
impregna su atmósfera celeste y el multicolor dibujo de sus jardines. También
por el continuo bullir de personas en
comercios, terrazas, centros de visitas, museos y calles, así como por el carácter
desenfadado de su gente. Es una ciudad inquieta que no se detiene y en la que
sus visitantes se acomodan plácidamente.
Pasear por el barrio de Santa Cruz después de haber visitado la Catedral, el Archivo de Indias
y el Alcázar, es introducirse en un escenario fantástico donde la estrechez de
sus calles impide que se camine parejo, logrando el milagro arquitectónico de que en verano la luz del sol no llegue a molestar al viandante.
O internarse en el Parque de María Luisa, un verdadero jardín botánico que nos legó a los sevillanos los Duques de Montpensier, aquellos que llegaron casi a eclipsar a la corte de Madrid. Junto a él está la que quizás sea la más grande y majestuosa Plaza de España que exista en el país, con su pequeña ría y sus puentes venecianos.
O internarse en el Parque de María Luisa, un verdadero jardín botánico que nos legó a los sevillanos los Duques de Montpensier, aquellos que llegaron casi a eclipsar a la corte de Madrid. Junto a él está la que quizás sea la más grande y majestuosa Plaza de España que exista en el país, con su pequeña ría y sus puentes venecianos.
Al otro lado del río, Triana, barrio de cantaores y
alfareros, en la que todavía sobrevive el sabor de un arrabal que tiene
identidad propia, y en la que destaca por su hermosura la calle Betis, junto al
Guadalquivir, mirando siempre a su hermana, Sevilla, que la espera cruzando el río.
Pero no acaba aquí el paseo por esta ciudad, ya que por la
zona norte se extiende el populoso barrio de la Macarena y, próximo a él, la
Alameda de Hércules y la zona de San Lorenzo, lugar escogido por la aristocracia
castellana para instalar sus palacios.
Para finalizar, decir que no se os ocurra marcharos de la
ciudad sin antes visitar el Museo de Bellas Artes; el Museo Arqueológico; el
Museo de Artes y Costumbres; la iglesia de la Caridad; la iglesia de San Luis
de los Franceses; la Capillita de San José, y a ser posible, Itálica en la
vecina Santiponce y la Necrópolis Romana de Carmona, además de los lugares ya
citados al principio y algunos establecimientos de tapeo.
Un paseo por Sevilla es un ejercicio muy recomendable para
la salud emocional del que lo realiza, y
que le dejará una grata huella en la memoria.
Sevilla ... "es una fiesta ..." Me separa de ella un océano, pero nadie dijo que no se pueda soñar ...
ResponderEliminarUn abrazo gigante. :)
Para eso tenemos Internet, gracias a él podemos conocer lugares impensables.
EliminarSaludos.