Qué mejor que terminar la semana oyendo a este ángel celestial que ha osado quedarse entre nosotros, los insufribles terrícolas.
Loreena Mckennitt es quizas una de las mejores voces que se han oído -y quedan- de aquel movimiento efímero que se llamó música New Age. Cuando un cantante es bueno y auténtico, por norma general, suele gustar más en directo que en el disco. Como un vis a vis, el artista se entrega al auditorio, como si de un amante se tratara, y logran transmitir, de esa manera, más claramente y acertado su mensaje.
Siempre que he podido he acudido a sus conciertos, a pesar de celebrarse lejos de mi ciudad, y, la verdad, jamás me ha decepcionado.
Me es grato sacar del recuerdo a esta extraordinaria cantante y compositora que llenó -y sigue haciéndolo- grandes momentos de mi vida.
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